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domingo, 30 de marzo de 2008

T. Q. 30 de marzo, domingo.

Al despertarme y abrir los ojos, la mujer del espejo estaba allí. Me separé el pelo de la cara y observé ¿Está triste o es que me mira seria? El reloj marca las tres y diez, pero es una hora mas, por la tanto, una hora de menos. Trato de recordar y la mujer del espejo me coge de la mano y me mete en su mundo, la sigo por un pasillo estrecho forrado de espejos y cristales. En el espejo interminable se ve a la mujer duplicada en otra y son dos mujeres desnudas agarradas de la mano. No tengo miedo y me dejo llevar. Los tramos de cristal permiten ver paisajes idílicos y distintos. Un campo de cebollas, un erial nevado, un bosque de pinos con mucha niebla y escarcha, un iceberg gigantesco que se roza con una extensa planicie helada, habitada por pingüinos... El pasillo no termina nunca, como si fuera el camino de la vida y la mujer me empuja contra el espejo y nos hundimos las dos en una piscina con el agua muy fría. Salgo del agua y regreso sola y despavorida hasta el espejo del armario donde recobro la realidad y vuelvo a ser yo, en mi cama mirándome en el espejo. Sonrío y pienso que tras el espejo hay mil, tal vez, millones de mundos. Otro día me dejaré llevar y me adentraré, con la mujer que me mira y que es un duplicado de mi, en exóticos mundos que me esperan. Un nuevo descubrimiento: la vida que existe tras los espejos. Cierro los ojos y trato de dormir otro poco. Estoy cansada, ayer caminamos mucho, sin embargo necesito levantarme para fumar mi primer Pall-Mall azul y sembrar de palabras la inmensa blancura de los folios. Subiré a la habitación de mi hermano muerto y sobre la alfombra recordaré. Llevo mi kimono japonés de seda abierto, cojo la carpeta que guardaba mi hermano y sentada, como se sienta un buda, busco entre las hojas escritas a máquina. Un poema dice: “Si tuviera alas y pudiera volar/ Volaría hasta extensas tundras nevadas/ me cubriría de nieve,/ para dormir entre silenciosos cristales/ y caer, planeando, desde arriba/ y despertar entre los brazos/ de la virgen que me espera/ envuelta entre mis pensamientos azules de raso” y este otro: “Si tuviera la facultad de la música/ dispondría a todos los sonidos,/ que bullen y chocan entre intensidades fluctuantes,/ en una gran fila de a dos./ Gritaría mi voz de mando militar/ y les haría derramar cascadas torrenciales/ de acordes percusivos y transparentes/ que me trasladen a la gloriosa incandescencia/ del estallido que produce mi incertidumbre./ Si tuviera... una lágrima transparente/ la depositaría entre tus labios sonrosados/ para que te escueza la sal de mi deseo.../ que te abras y me dejes entrar en ti/ para me que agregues a tu inmenso mar.” Cierro la carpeta y recuerdo cuando mi hermano se ponía a improvisar con su guitarra, y cantaba canciones que no tenía escritas y que le salían automáticamente. Con cuatro simples acordes era capaz de improvisar maravillosas canciones que me dedicaba en el momento ¡Cuanto le quise! Ahora que ya ha muerto, que ya nada es posible, creo, sinceramente, que mi hermano pudo haberme querido mas que nadie. Fui al museo para que supiera que había ido, sin otra intención. Tenía que ir a la presentación del primer libro de poemas de la amiga de una amiga. Sus ojos delataban alegría. Ante el cuadro de Barceló dijo que esperara a las ocho y cuarto en la esquina del otro día. Mi coche es un Citroen amarillo, como el ecarabajo. Me llamo Lara pero todo el mundo me llama ISHA, por lo de Larisa, ¿comprendes? Esta vida es un cruce de mil caminos. Lara es Doctor Zhivago. Fuimos a un Mc Donald´s de las afueras. Desde el coche compramos coca-cola y amburguesas. Cenamos a la luz de la luna y nos amamos como se aman dos mujeres y fue hermoso como lo es el amor. A las diez me trajo a casa y su boca se metió en la mía para despedirme. Mis manos acariciaron sus pechos y pude comprobar que se iba mojada y que yo también lo estaba. Mañana haré la maleta. Nueva York espera. Mi madre me llamó para decirme que mi padre está triste. Que no sabe que le pasa. Está en el local y se ha dejado el movil aquí, dijo mi madre. Le llamaré sobre las once. Anoche estuvimos con Olimpia y Ciprianne por Lavapiés. En la fachada de la Casa Encendida han puesto unos luminosos con frases sueltas. Una maravilla. El poder mágico e infinito de las palabras. Me emocioné tanto con esta simple frase: “Eso era todo, y teníamos bastante.” Dios mío, si yo supiera, si yo pudiera... tengo ganas de amarme y me voy a correr, aquí ahora, necesito sentir como me viene mi propio amor a mi misma. Mis dedos se introducen y me desean como si fueran los tuyos, tu que nunca estás cuando te necesito, que eres el odioso amado, que eternamente deseo que me penetres y me jodas millones de veces para me que dejes preñada de una puta vez, porque... T. Q.

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