Photo Sharing and Video Hosting at Photobucket

martes, 9 de junio de 2009

LA CONFESIÓN

El andariego viajante daba por terminada su cena y mientras comía un poco de queso de Villalón y bebía el último trago del vino que quedaba en su copa, contemplaba sorprendido cómo las dos hermanas hacían el amor.
Le dolía que aquellas mujeres se entregaran de aquella forma, le dolía porque pensaba que es pecado que dos personas del mismo sexo, y mucho más siendo hermanas, se entregaran a un acto tan íntimo de aquella forma tan desenfrenada. Su educación católica le había enseñado que sólo se podía hacer algo tan sublime entre personas casadas y por supuesto, con el único fin de procrear hijos como parte fundamental de la familia. Esas eran sus creencias, por lo que no podía por menos que sentirse incómodo, disgustado, ante aquellas escenas entre las dos hermanas.
Pero había algo, mucho más profundo, que le hacía daño. Anna le había parecido que podría llegar a ser el amor de su vida y ahora la veía entregada a su hermana. Sentía celos, sentía rabia, sentía que algo por dentro se le había roto... El andariego viajante no podía ocultar sus sentimientos y se reflejaba en la cara lo que su alma sentía.
- Abel, no te sientas mal por lo que hacemos. Nosotras no hacemos nada malo, no estamos cometiendo ningún crimen, ni tan siquiera ningún pecado. Nosotras nos queremos de una forma que va más allá del concepto humano y carnal que la gente, la otra gente, tu incluido, pueda pensar. Nosotras no sentimos que estemos haciendo mal a nadie, al contrario, estamos haciendo lo que nos dictan nuestras convicciones personales. Cuando éramos niñas nos quedamos sin madre y tanto nosotras, como nuestro hermano, Guillermo, Willian, como le llamábamos ya de mayores, nos quedamos solos con nuestro padre. Era tanto el sufrimiento y la soledad, tanta la desolación, que lo único que nos liberaba del dolor era nuestra propia entrega, nuestra unión en cuerpo y alma. Es largo de contar, pero un día si y otro también, estábamos aterradas ante la posibilidad de la muerte. Teníamos miedo de todo y sólo nuestros abrazos y nuestra unión, nos daba fuerzas para resistir. A medida que íbamos creciendo íbamos potenciando nuestro lazo de fraternidad y de comunión física y espiritual. Nos comprendas o no, nos admitas o no, nos quieras o no, nuestra vida y nuestra forma de verla, no va cambiar jamás. Debes abrir tu mente y admitir que hay muchos más mundos de el que conoces. Relájate y déjate llevar, nosotras no nos hacemos daño y tampoco te lo haremos a ti. Ven, acércate y besa a Anna y que ella te bese a ti. Si Anna lo desea, yo os besaré y os amaré a los dos. Ven Abel... tu eres hombre y necesitas de nosotras como nosotras de ti... Te ofrecemos trabajo y futuro junto a nosotras y aparte de eso, te estamos ofreciendo que nos tengas a las dos, al menos esta noche... mañana que sea lo que tenga que ser...
- Emily, esto es nuevo para mi y no sé ni como se besa a una mujer. No sé nada de nada.
- Abel cariño mío, nosotras te enseñaremos todo. Déjate llevar ¿No confías en mi?
- Confío Anna, confio pero... estoy sucio, debo oler mal.
- Cuando se está así, cuando hay amor, cuando hay ternura, no existe mal olor, existe una cosa sola: amor. Nosotras te queremos porque te necesitamos y te necesitamos porque te queremos. No estás aquí por casualidad, estás porque te hemos elegido. Ven...

0 comentarios:

Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]

<< Inicio