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viernes, 14 de agosto de 2009

Espadas plateadas a la luz de la luna...

IX
Espadas plateadas a la luz de la luna...

Me dejé llevar por el magnetismo de un hombre como no había visto a ningún otro. Con su aspecto de dios de otra dimensión a todas las imaginadas por mi. Su imponente figura, su rostro enigmático y hermoso como el de un inca del Machu Pichu, su piel tersa y brillante, lisa y suave como la seda, su color cobrizo, sus ojos alargados y brillantes como el reflejo de un espejo, sus manos como millones de estrellas rozando las mías y me decía, sin decirlo: Ven, ven, ven, y yo iba ¿Cómo resistirse? “Soy de Arequipa, la segunda ciudad de Perú, profesor de música y guitarrista profesional. Puedo ser tu maestro de vida y tu, mi alumna predilecta ¿Quieres venir conmigo?” y cuando lo decía, con aquella sonrisa de montaña nevada, era tan alto y delgado, con aquél roce de su mano en mi mejilla, y aquella mirada que me rompía, me destrozaba la intimidad, porque él había detectado que lo deseaba con toda mi alma, no podía resistirme.

Me llamo Manuel Trujillo Mérida, me gusta contar cuentos mientras me cepillo el pelo, decía cuando, desnudos, sentados en la alfombra frente al espejo, me peinaba y me peinaba, y a través del espejo veía a dos personas maravillosas cómo se querían, una era yo, la mujer blanca, como él me llamaba, y otra persona dios, era él. Mi dios atlético, musculoso, sin un solo pelo en el pecho, tan terso, tan brillante...

¿Esmeralda, sabes el cuento del camello? Te lo contaré: se titula “Camello declarado indeseable“. Dice así: “Aceptan todas las solicitudes de paso de frontera, pero Guk, camello, inesperadamente declarado indeseable. Acude Guk a la central de policía donde le dicen nada que hacer, vuélvete al oasis, declarado indeseable inútil tramitar solicitud. Tristeza de Guk, retorno a las tierras de infancia. Y los camellos de familia, los amigos, rodeándolo y qué te pasa, y no es posible, por qué precisamente tú. Entonces una delegación al Ministerio de Tránsito a apelar por Guk, con escándalo de funcionarios de carrera: esto no se ha visto jamás, ustedes se vuelven inmediatamente al oasis, se hará un sumario. Guk en el oasis come pasto un día, pasto otro día, Todos los camellos han pasado la frontera sigue esperando. Así van el verano, el otoño. Luego Guk, vuelta a la ciudad, parado en una plaza vacía. Muy fotografiado por turistas, contestando reportajes. Vago prestigio de Guk en la plaza. Aprovechando busca salir, en la puerta todo cambia: declarado indeseable. Guk baja la cabeza, busca los ralos pastitos de la plaza. Un día los llaman por altavoz y entra feliz en la central. Allí es declarado indeseable. Guk vuelve al oasis y se acuesta. Come un poco de pasto, y después apoya el hocico en la arena. Va cerrando los ojos mientras se pone el sol. De su nariz brota una burbuja que dura un segundo más que él“. Fin.

Es precioso, me ha hecho llorar ¿lo inventaste tu? No, mujer blanca, es de Julio Cortázar y entonces la ponía sobre mi hombro, tan brillante y poderosa y a través del espejo le miraba y preguntaba, sin preguntarle ¿quieres? y sin perder tiempo la metía en mi boca y me llevaba a la gloria y yo a él. Sube, me decía y me ponía encima y decía entra, y entraba hasta el fondo y le preguntaba ¿Manuel qué número gastas de zapatos? El cuarenta y cinco. No me extraña.

Sus manos me rodeaban toda la cintura y me cimbreaba, como al junco que soy de su lago de perlas, según decía y sigue así, despacio, siente, ven sube y dame de beber y su lengua entraba en mi, tan llena, y recibía lo suyo y lo mío.

Esto es el Concierto de Aranjuez, esto es de Albéniz, esto de Atahualpa Yupanqui, esto de Sinesterra, esto de Citarrosa, esto de Paco de Lucía, esto de Sainz de la Maza, esto es de... y tocaba como los maestros y yo me embelesaba ante sus dedos fulgurantes en los trastes del mástil y la música era él, mi hombre-dios. Esto es mío y me alimenta, mujer blanca... te vendrá bien y me venía intenso como un relámpago y se me ponían los ojos en blanco de tanta gloria como me daba. Mientras le cepillaba el pelo, por enésima vez y él practicaba con su guitarra, le conté un mini cuento:

“Estaban Adán y Eva sentados a la sombra de una encina contemplando a la luna. Eva dijo: la serpiente se ha venido a vivir con nosotros. Parece simpática. Adán contestó: No te fíes, una serpiente siempre será una serpiente“ Fin.

¿De quién es? Mío ¿de quién va a ser? Nunca conocí a una mujer blanca tan hermosa como tu, y me miraba encandilado con sus ojos como espadas plateadas a la luz de la luna.

¿Quién dijo que sólo hay estrellas en el cielo? Vi multitud de cielos estrellados, sin una sola nube, dentro de mi y sentí que me los obsequiaba el hombre de pelo negro como ala de cuervo.

En la calle casi es de noche aún olíaa a ozono, a calle mojada, a tormenta, a calma después de tanta tempestad ¿Era yo la que salía de la casa del hombre con pelo negro como ala de cuervo?

Al llegar a la casa, a la habitación compartida, Carmen dijo que estaba preocupada por mi. Le conté que el Retiro es un Paraíso, que la paella una delicia, y que había visto en el cine Ideal, las películas: “Los hombres las prefieren rubias” y “Con faldas y a lo loco”. Tardé un poco por no salirme antes de que terminara. Dije.

- Ahora tienes los ojos como el lazo azul de mi Primera Comunión. Cómo se nota que te encanta el cine, salada.

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