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martes, 25 de agosto de 2009

LA MAESTRA Y LA CRUZ

II
Las maestra y la cruz.
Me parece que nací con una enfermedad, o con algo raro, el caso que era extremadamente delgada y pequeña para mi edad. Cuando empecé a ir a la escuela no tenía amigas y al salir al encerado todas las niñas se reían de mi, o conmigo, no se. En el pueblo teníamos a la misma maestra de niñas desde hacía muchos años. Se llamaba Doña Patrocinio, pero todo el mundo la llamaba Doña Patro. Era seca y mala, al menos eso me parecía a mi. Muchas veces me hice la enferma por no ir a la escuela, esa es la verdad.
Un día me mandó salir al estrado y me preguntó por la tabla de multiplicar. Sólo se me daban bien los pares y hasta el siete. Al llegar al siete por siete, me atascaba y no había forma de seguir. Le dije a la maestra que si le daba igual le decía la del ocho, que era más que el siete, o la del diez, incluso.
Sacó una regla de un cajón y me mandó poner la mano para darme un reglazo. Puse la mano, pero la quitaba según veía que la regla me iba a dar. Al tercer intento, como quitaba la mano, me dio un reglazo en toda la cabeza que aún me duele. Me aguanté y no lloré. Un poco solo.
Al llegar a casa, mi mamá me dio una aspirina. Se me pasó el dolor de cabeza y ya pude jugar a los mapas.
Dos o tres días después, íbamos mi papá y yo en el carro de vacas y nos encontramos con la maestra que salía de comprar en la tienda y mi papá dijo: ¡¡¡Soooo!!! . Se pararon las vacas y bajó del pescante para hablar con ella.
Me daba vergüenza que tuviera que decirle nada a Doña Patro por mi culpa. Me puse a mirar para las nubes para disimular y cuando mi papá subió al carro, dijo que no me preocupara, que no me volvería a pegar jamás.
- Seguimos: ¿siete por siete?
- Siete por siete, siete por siete... Mira papá, aquella nube parece un elefante y aquella otra, una tortuga.
- ¿Siete por siete?
- Cuarenta y nueve, que era broma, que ya la se toda. Es que al salir al encerado la maestra me pone de los niervos.
Al año siguiente, Doña Patro se jubiló y vino una maestra nueva que se llamaba señorita Pilar. Esa si que me quería y gracias a ella pude presentarme a un examen para beca. Lo aprobé y así fue como dejé la escuela y mi casa, para ir con casi doce años a estudiar a León. Allí tenía una habitación compartida.
Antonio Cubillos paró el coche y me pidió por favor, que no bajara, que le escuchara un momento.
- Déjame que te cuente una cosa: Este trabajo es muy duro, es uno de los trabajos más difíciles y peores de llevar, por eso precisamente si eres capaz de soportarlo y hacerte una buena profesional, ganarás mucho dinero. La Compañía es una olla express a presión, a punto de explotar, y cada uno de nosotros estamos sometidos a esa presión. Mi mujer ha estado ingresada unos días y encima, este mes está siendo flojo. Tenemos una campaña con objetivos altos, pero relativamente fáciles de conseguir a nada que trabajes adecuadamente y que tengas un poco de suerte. Como incentivo contamos con un viaje a Nueva York, ocho días en hotel de cinco estrellas a gastos pagados.
Le prometí a mi mujer, que lleva una temporada de médicos, que nos íbamos a Nueva York. Que haría todo lo humanamente posible por conseguir el viaje. Está muy ilusionada porque conocer Nueva York es uno de nuestros sueños. Estas pólizas del Señor Navarro de sobra sé que no se habrían firmado de no haber sido por tu habilidad, por tu vista comercial. Pero te pido, por favor, que no le digas a nadie lo que ha pasado en el despacho de la Academia y yo te daré el doble en cuanto ya estés incorporada de forma oficial a la Compañía, si te lo prometo es porque lo pienso cumplir. De hecho es frecuente este tipo de colaboraciones entre nosotros. Hoy por ti, mañana por mi. Los tienes bien puestos Esmeralda y te veo con mucho futuro aquí, o donde te metas y en mi, en Antonio Cubillo, tienes un compañero y si puede ser, un amigo, pero si estas pólizas no las entrego como mías, me quedo sin cobrar comisiones este mes y pongo en peligro el viaje. Perdona, por no haber sabido tener más tacto, más delicadeza, contigo. Estoy pasando mala racha emocional y me afecta en el trabajo... pero haremos lo que tu digas. Aunque no te lo parezca, tengo mi dignidad.
- ¿Me enseñas una foto de las niñas?
Antonio Cubillos fue un buen compañero y amigo del cual aprendí durante varios años. Conviene estar rodeados de buenos compañeros y compañeras, por si acaso. Antonio y yo nos hicimos favores mutuamente y a los dos nos vino bien.
Comprendí que cada uno de nosotros carga con su propia cruz, que el que más y el que menos tiene su pequeña gran cruz y su propio Gólgota.
Nuestra civilización está soportada sobre los cimientos de otras muchas civilizaciones anteriores, de igual manera que nuestra historia personal es la consecuencia de nuestra primera historia. Debe ser por eso que mi infancia sale a relucir a nada que un ligero soplo de viento espolvorea mis recuerdos y el presente es la fuerza con la que lucho por superar aquella debilidad y esta. Creo.

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