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domingo, 23 de agosto de 2009

LAS MADRUGADAS DE UN NIÑO

LAS MADRUGADAS DE UN NIÑO

Como estallido en la noche,
era de noche, bien me acuerdo,
se abrió rechinando aquella puerta
que me robó de cuajo el sueño.

¡Arriba hijo, arriba
que tenemos que ir a por trigo!

La mano de nieve y callosa de la madre
me espabila la frente y los sentidos.
¡Que es de noche, madre, que es de noche!
Las estrellas por las rendijas se metían,
las baldosas heladas mientras me vestía.

Sube al carro y tápate con mantas y sacos
que para el domingo ponen una de romanos.
¡Que es de noche, padre, que es de noche!
Lento sube el carro por el pedregoso camino,
negras sombras y frío el cielo tan temprano.

Por los tesos asoma una torta de fuego.
Padre ¿qué es aquello tan rojo que sale?
El sol, hijo, para que podamos vernos,
El sol, para que trabajemos de sol a sol.

Daos prisa que se caen las espigas,
daos prisa que ya nos suda la camisa.
Sube al carro que la era nos espera,
sube al carro que es hora de la trilla.

Mi madre me da uvas y queso
porque dice que saben a beso.
¡Vaya beso y qué bueno sería
si no fuera tan de amanecida!

Regresa el carro lento, muy lento,
al paso de las vacas rumiando silencio.
El camino huele a retama y a lirios,
el sol está que arde y lo calienta todo.

¡Qué misterio tan pronto descubierto!
¡Qué dolor descubrirlo tan pronto!
¡Madre, que era muy niño!
¡Padre, que era de noche, recién dormido!

Preferible no pensar en aquél frío, tan frío,
preferible segar con guadaña bien afilada.
¡Ten cuidado que no te cortes, hijo!
Mejor ser hombre desde niño.
 
Preferible no llorar de madrugada.
¡Hay que ser valientes, siempre valientes!
Que se gana más con la realidad de la vida
que mirando estrellas por las rendijas.

¡Arriba hijo, arriba
que tenemos que ir a por trigo!

¡Madre, que era muy niño!
¡Padre, que estaba dormido!

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