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martes, 18 de agosto de 2009

Saldremos adelante.

XIII
Saldremos adelante.
Mis padres no tenían teléfono por lo que, si quería hablar con ellos, tenía que llamar a casa de una vecina que nos hacía el favor de avisar y mi madre se acercaba a atender la llamada. Como estaba tan contenta al salir de la entrevista de trabajo, pensé que era el momento ideal para que supieran dónde vivo, por si nos pasa algo a ellos o a mi, que todo puede ser.
- Mamá ¿Qué tal está?
- Bien hija, bien. Ya sabes, como siempre ¿Qué tal tu? ¿Qué tal te trata la gente de Madrid?
- Bien, mamá, estoy bien. No se preocupe. Quería decirle que ya tengo trabajo, acabo de salir de una entrevista y me han admitido. Estoy muy contenta porque es una Empresa fuerte, muy importante. Apunte mis señas en un papel para que las tengan. Un día de estos le escribiré.
- Hija ¿No preguntas por tu padre?
- ¿Qué le pasa?
- Nada, solo que desde que te fuiste no habla, ni come, ni nada. Está como atontado. Trato de que se anime, de que por lo menos coma y me dice que le deje en paz, que cría cuervos y te sacarán los ojos. Cosas así. Me tiene preocupada, Esmeraldina.
- Pues allá él ¿Le pega a usted, mamá?
- No hija, tu padre será lo que sea, pero jamás me ha pegado. Bueno, hala, que te costará mucho esta llamada. Ten mucho cuidado con las malas compañías, hija.
- Mamá, mamá ¿Tienes para apuntar? Mamá, mamá, ¿Estás ahí?
Mi madre había colgado y me dejó con la palabra en la boca. No pude contarle nada ni apuntó mi dirección y teléfono.
Volví a marcar por si había sido un problema de la línea telefónica.
- Mari Luz, perdona que te moleste, mujer. Dile a mi madre que se ponga. Es que se cortó.
- Esmeraldina, tu madre colgó y se fue llorando. Es lo que te puedo decir.
- Mari Luz, por favor, toma nota de mis señas y teléfono y si alguna vez pasa algo, me avisas, si me haces el favor.
- Claro que si mujer. Con toda confianza. Ya sabes que os aprecio a todos. Tu madre, la pobre, bastante tiene para ella. Cuídate y trata de estar bien. Aquí estamos, si quieres llamas y te digo cómo se encuentran. Esmeraldina, que nunca se me olvida lo que hiciste por mis niñas cuando las ayudabas a hacer los deberes y las dabas clases particulares sin querer cobrar ¿Te acuerdas de eso? Pues así es la vida, hoy por mi y mañana por ti. Un beso salada y ya puedes ser fuerte que la vida es muy dura y ahí tu sola, en la capital, me imagino que mucho más. Hala adiós, para que no gastes que te hará falta. Ya lo apunté todo, le paso la nota a tu madre y yo lo copio aquí en la libreta.
- Mari Luz, Mari Luz... -otra que colgó con la puñetera manía de que esto cuesta. Se le quitan a una las ganas de acordarse de ellos.
Iba para casa, para mi habitación compartida, con una alegría inmensa y una tristeza similar. Escribiré a casa de vez en cuando y que se conformen. Ahora la que parece enfadada conmigo es mi madre, que encima de que trato de defenderla y ayudar en lo que pueda, va y me corta. Tiene razón Carmen cuando dice que las madres son tan culpables por consentir, por ser cómplices.
Al llegar a casa, había una pequeña revolución de maletas. Resulta que Carmen se iba por una semana a Guadalajara. En la empresa no le pagan los días de vacaciones que trabaje, por lo que tomó la decisión de consumirlos cerca de su querido. Por otra parte, acababan de llegar dos nuevas huéspedes, andaluzas de esas que rompen el sentío de arte y simpatía.
Cuando le conté a Carmen que ya tenía trabajo se puso muy contenta y me llenó de besos y abrazos de la alegría que le entró. Nos fuimos a comer al restaurante las cuatro.
Las andaluzas nos fueron comentando sus cosas. La más simpática y más guapa, se llama Lara, es de Puente Genil y su compañera de Granada. Han venido a hacer cursos y prácticas en Correos durante seis meses. Si aprueban las destinan como directoras de sucursal a sus respectivos lugares de origen. Ocuparán la habitación contigua a la de Carmen y mía.
La patrona, señora Belarmina, ha dicho que las duchas aparte cuestan a cien pesetas cada una. Cuando vuelva Carmen de su semana de vacaciones y yo de mi semana de curso en Barcelona, es probable que nos planteemos coger un piso alquilado para las cuatro.
- Es que para mi la bañera es fundamental, por higiene, por relax, por más higiene, vaya.
- A saber lo que harás tu en la bañera. - dijo Carmen.
- De todo niña, en la bañera hago de todo. Menuda soy yo para mis cosas.
Macarena es más seria, más cerebral digamos. Es que Lara es... un torbellino, guapísima, lista como el hambre y encima escribe en sus ratos libres. Así que congeniamos enseguida. Si fuera un hombre podría decir que fue un flechazo entre las dos. Me vuelve loca su dinamismo, su agilidad mental, sus... bromas, su gracia andaluza, vaya.
Después de la comida Macarena dijo que estaba cansada y que necesitaba algo de siesta. Enseguida Lara se apuntó a acompañar a Carmen hasta el autobús de Guadalajara, que se coge en Avenida América y así aprovechamos para enseñarme el Metro y cómo manejarme por él. A las cuatro se fue Carmen y Lara y yo regresamos hasta casa.. Me contaba que su padre era un gran lector y poeta aficionado. Cuando nació ella, su hija, se empeñó en ponerle de nombre Lara por la famosa novela “El doctor Jivago”. Años después salió la famosa película.
- ¿Notas el ambiente morboso del Metro?
- ¿Por qué lo dices, Lara?..
- Aquellos chicos no paran de mirar y están diciendo que estamos muy buenas, que vaya polvo que tenemos.
- ¿Cómo puedes saber lo que dicen?
- Lo leo en los labios y en los ojos. El caso es que ellos no están nada mal. Madrid me enciende los sentidos.
- ¿Te enciende Madrid?
- Aquí hay más libertad, más anonimato, más diversidad. La gente no repara en que si les ven unos u otros. No pasa como en las ciudades pequeñas o en los pueblos donde todo el mundo se conoce y por eso me parece que aquí la gente se explaya, se desinhibe, se manifiesta dando rienda suelta al erotismo que lleva dentro, de forma natural, inconsciente. Huelo a sexo en el Metro, en los autobuses, en las calles con mucha gente... No me hagas caso que estoy un poco majara y digo las cosas como las siento ¡Chiquilla, vaya amiga mía que te has hecho!
Bajamos en Sol y tomamos un café en una cafetería muy bonita de la Plaza de Sevilla y le dije que aquí, al lado, tengo una entrevista de trabajo. Espera que no tardo nada. Si ves que me retraso vas para casa o haces lo que quieras.
- Pero si ya tienes trabajo ¿Para qué quieres más entrevistas?
- Porque he quedado en presentarme. Por escuchar las condiciones no pierdo nada.
- Tienes razón. Vete tranquila. Te espero aquí que se está muy a gustito.
En la recepción del Hotel no estaba el portero de por la mañana. Pregunté por Manuel, el hombre con pelo negro como ala de cuervo y el encargado me dijo que “ese señor se fue a las once de la mañana. Aquí no ha dejado ninguna nota o recado. Comentó, por encima, que había alquilado un piso por Ópera. Que piensa montar una Academia de Música. Sólo dijo que por Ópera, no dejó señas, ni teléfono, ni rastro. Pagó y se fue. Eso es todo señorita“..
El desgarro que sentí fue el de un rayo que parte un tronco seco y éste arde junto con lo que hay alrededor. Mi hijo, el hijo que llevo en mis entrañas, no sabrá de su padre. Se ve que el hombre con pelo negro como ala de cuervo no quiere saber de mi ni del fruto de mi vientre. Sentí nauseas y un revuelo en el estómago que, a base de respiraciones profundas, conseguí dominar y evitar el vómito. Se mueve mi niño bueno.
- Tranquilo hijo, saldremos adelante como sea para que no te falte de nada.

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