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miércoles, 19 de agosto de 2009

LA VAMPIRA

XIV
La vampira.

Al salir del hotel, donde me confirmaron la ausencia definitiva de mi hombre-dios, tuve que sentarme en un banco de la plaza para rehacerme del impacto, de la impresión. Antes de regresar al encuentro con mi nueva amiga Lara, decidí fumar un cigarrillo de Paxton. Con lagrimas en los ojos y con un sentimiento abismal de decepción y fracaso en mi interior, me prometí a mi misma ser fuerte, convertirme en piedra ante los sentimientos y dejar de sufrir innecesariamente por unos o por otros. Tomé la decisión de no dejarme arrastrar por la melancolía y el duelo. Soy más importante que nadie, más “yo” que nadie, por lo tanto que les den morcilla a todos y todas. Yo a lo mío, a luchar por mi.
La andaluza, de Puente Genil, me esperaba leyendo un libro de Luis Cernuda. “Tienes que leerlo, yo lo tengo como libro de cabecera y lo repaso cada poco”. Como tenía ganas de relajarme y Lara también estaba cansada, decidimos regresar a la pensión.
Por el camino nos compramos un helado de cucurucho en la calle Príncipe. Estaba riquísimo. Lara le daba unos lengüetazos con una lengua larguísima y se reía y reía.
- Los helados son muy sensuales. Hay que comerlos con lascivia, como si se lamiera la más hermosa de todas las pollas ¿A ver cómo lo comes tu?
- Normal ¿Cómo voy a comerlo?
- Saca más la lengua. Más, más, todavía más. Que recatada eres hija mía.
Según íbamos deleitándonos con nuestro helado italiano, el mío de chocolate, el de Lara de fresa, comprobaba la singular belleza de mi amiga. Su pelo negro azabache, ensortijado, largo hasta media espalda, sus ojos negros como de mora, y su sonrisa como una bahía de azahar. Su cuerpo tan sensual y provocativo con sus pechos grandes y firmes y además, siempre riendo, siempre de broma, siempre derrochando felicidad, me parecía que era como a mi me gustaría ser. No en el aspecto físico, me refiero a su constante optimismo, a su predisposición para la risa y la alegría.
Al llegar a la casa, según abríamos la puerta, sonó el teléfono que estaba situado en el salón donde algunos huéspedes ven la televisión. La señora Belarmina, la patrona, dijo que la llamada era para mi. Un vuelco me dio en el corazón. Mi padre que se ha muerto, pensé. La patrona al darme el auricular me dijo por lo bajo y como escondiéndose, que era Carmen la que llamaba.
- Dígame. Si, me doy cuenta, si. Está bien. No se preocupe que allí estaré. A las nueve en la novena ¿Puedo llevar ropa informal? De acuerdo, no se preocupe, seré puntual. Muchas gracias, muy amable. Adiós, buenas tardes.
Lara no perdía detalle.
- ¿Ha pasado algo? Te has quedado pálida.
- Vaya susto. Pensé que mi padre se habría muerto. Menos mal. Era del trabajo. Que mañana a las nueve, que lleve la documentación para tramitar el contrato. -Tuve que mentir. La vida es una leona que devora al que se descuida, menos mal que Carmen me avisó de detalles que ahora no puedo desvelar.
Macarena, la de Sevilla, aún dormía plácidamente. Lara quería entrar conmigo en mi habitación para conversar como cotorras, como a ella le gusta, pero la detuve con la disculpa de que había dejado todo descolocado. Que me diera tiempo a poner un poco de orden. Quedó fuera y yo aproveché para cerrar con llave la mesilla de Carmen y el armario ropero, con espejo, donde guardamos nuestra ropa y efectos personales.
- Ya puedes pasar. Como verás es una habitación grande pero sencilla. -Trataba de hacer lo posible para que no notara ningún cambio en mi actitud hacia ella.
- Me gusta muchísimo ¡Qué maravilla de cama! y esta penumbra, este fresquito. Prefiero tu habitación cien veces a la mía. Te la cambio.
- Ten en cuenta que en esta cama dormimos dos personas y entonces ya no es tan chollo. Porque Carmen es muy buena compañera que si no, de qué iba yo a dormir con nadie ¿Fumamos un cigarrillo?
- Me encantaría, más que nada por observar cómo fumas.
- Voy a abrir el balcón y fumamos mirando a la calle que es todo un espectáculo.
- Esmeralda, el espectáculo somos nosotras dos juntas aquí, en tu habitación. Tu me contemplas a mi y yo te contemplo a ti, espectadoras de nosotras mismas. ¿Fumamos acostadas? -Preguntó mientras se deshacía de sus zapatos de medio tacón. Al verse en el espejo del armario dijo que tendría que cortarse un poco el pelo, “me pesa y me da calor“. Se lo cogió y con una habilidad pasmosa hizo un moño que le subía por todo lo alto de la cabeza. Ese pelo... tan negro, tan largo, tan voluptuoso, me recordaba a mi hombre-dios y Lara es una hembra, una diosa-hembra con un verbo, con una forma de hablar que yo sentía cada palabra suya como un poema. Sin embargo no podía dejar de cumplir las instrucciones de Carmen.
- Si, pero no puedes acostarte vestida. Ten en cuenta que es mi cama pero también la de mi compañera. Estás muy morena ¿has tomado el sol o es que eres tan negra siempre?
- Soy muy negra todo el año pero ahora estoy más porque he ido a la playa casi ocho días seguidos. Hago nudismo como una forma de liberación y también de rebeldía, una especie de protesta contra muchas de las cosas que pasan en nuestra sociedad. ¿Me dejas estar desnuda?
- Si. Pero ponte para el otro lado, ese es el mío.
- Esmeralda tu y yo somos la antítesis, las caras opuestas de la moneda. Somos contrarias y sin embargo nos entendemos de forma misteriosa y casi de forma automática nos hemos sentido compenetradas y eso es lo que necesito, porque sufro mucho ante la imposibilidad que tengo de encontrar a alguien con quien desarrollar esa comunicación que nutre como el comer.
- ¿Lo dices en serio, Lara?
- En serio, Esmeralda. Aquí donde me ves, tan alegre, tan jajajaja... interiormente soy una jaula de leones hambrientos, un tren de mercancías descarrilado, un desastre, soy la más puta mierda que existe... Ven, ponte a mi lado y dame ese cigarro. Lo necesito...
¿Cómo es posible que no me haya acordado de mi hombre-dios ni de mi hijo? ¿Si estoy preñada por qué no me he acordado de lo que llevo dentro?
Lara me perjudica por ser vampira de mi realidad, por su culpa me he olvidado de lo “importante“ pero no me queda más remedio que conseguir la información que necesito.

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