Photo Sharing and Video Hosting at Photobucket

martes, 1 de septiembre de 2009

-- ¿Y le mató? -pregunté.

VI
- ¿Y le mató? -pregunté.


Cuando era pequeña me gustaba escuchar a mi padre cuando hablaba con las visitas. Durante bastantes años venía a casa, casi todas las noches de invierno, un señor viudo y que había estado en la guerra. Me quedaba embelesada escuchando y viendo como aquél hombre movía las manos y los brazos y una vez hizo el gesto de poner su fusil al hombro, guiñar el ojo, apuntar bien y disparar: siiiiiiiiiiiiiiiiiiiunnnnnn
- ¿Y le mató? - pregunté yo, espontáneamente.
- Claro que le maté, éramos o él o yo. - dijo aquél señor que visitaba a mi padre las noches de invierno.
Salí de la cocina, el único sitio con algo de calor en la casa, y me metí en mi habitación a oscuras. Era horrible conocer a un hombre que había matado a otro, aunque hubiera sido en la guerra.
Mi padre dijo que fuera la última vez que me metía en la conversación de los hombres, que yo, oír, ver y callar.
En la torre de Arenys, junto a los amigos de Miryam, me sentía como si estuviera en terreno de nadie, o sea, libre en un paraíso. Por un lado las cosas que allí había, la piscina, la barbacoa, el porche, la barandilla junto a las olas del mar, fastuosos indicadores de una determinada calidad de vida que yo jamás había imaginado que existiera y mucho menos que pudiera ser parte viviente, parte activa, en aquél ambiente tan sofisticado y tan lejano del alcance de mis sueños..
El hombre del albornoz de seda gris perla con listas negras, ciego, alto y enjuto, me tenía sometida bajo el influjo de su voz magnética y de su historia secreta que ni tan siquiera intuía. Cuando hizo con mi boca lo que quiso y que yo consentía, tragué su esencia abundante y espesa y así fue como me dominó para siempre de pensamiento. Al oído me dijo que no me convenía y que sólo me quería para que le diera la vida bebiéndole, alguna vez que otra.
- Vuelve pronto y te haré sentir cómo te poseo, como fauno desbocado, mientras te apoyas en la barandilla y miras al mar ofreciéndome la pompa de tu pompa ¿Me gustaría saber si te gustaría?
- Me gustaría.
Le ayudé a colocarse el albornoz de seda gris y a que se sentara en su sillón de mimbre. Le besé los labios y le dije que si era posible volvería. Hasta pronto caballo herido, no te consientas cobarde. Si puedo vengo y si no... que el viento lleve la semilla allá donde pueda germinar.
La partida ya había terminado. Miryam estaba contenta porque había quedado a la par. Anna había perdido 20.000 pero Jordi habia ganado 150.000 y los otros, Oriol, Joan Manuel, Nuria y los que no me acuerdo, mostraban cara de conformidad. Unas veces se gana y otras se pierde, decían.
Mercé, que era la anfitriona, sacó una bandeja con pastas y una botella de licor junto a unas copas de cristal labrado, preciosas.
- Tomaros la última y esperamos que se repita pronto. Esmeralda, prueba este licor que te gustará, un poco fuerte por eso, pero no emborracha. Lo hago yo misma con hierbas aromáticas que cojo en las calas más pequeñas de por aquí.
- Muchas gracias, señora Mercé.
- No me amargues la noche llamándome señora, sólo tengo treinta y seis.
- Está rico este licor, se parece al que hace mi madre con aguardiente arreglada.
- Para el miércoles, si vuelves, me das la receta ¿Te parece bien?
- Claro que me parece bien.
- Hablando del miércoles, -dijo Oriol- ha confirmado que vienen Bigas y su chica. Joan Manuel traerá a un músico peruano que por lo visto es un fiera, dice que ha jugado en Las Vegas y que se hizo de oro. Y otra cosa muy importante, si no le damos un incentivo, una animación, esto se nos hunde. Tenemos que ser más creativos.
- ¿No estarás pensando en una bacanal?
- Oye, cosas peores se han visto, en Figueras ya lo hacen. -Ann y las otras empezaron a hablar en catalán y Miryam dijo que contaran con ella. Me despidieron muy atentos y antes de subir al coche, donde regresábamos a Barcelona, uno por uno repitió la invitación a que no dejara de volver.
Miryam volvió a sentarse junto Jordi, el conductor, y Anna conmigo, en los asientos de atrás. Creí entender que hablaban entre ellos de aumentar las apuestas y de pagar cuota de entrada en el grupo. Anna me cogía de la mano y me decía que le había caído muy bien, que tiene una Galería de Arte en Paseo de Gracia y que pase a verla antes de regresar a Madrid.
De repente sentí como un sobresalto, en mi interior, en mi vientre, se movía algo. Volví sentir a mi hijo. Volví a recordar a mi hombre-dios. El músico peruano que ha jugado en Las Vegas me parece que es el hombre-dios que tiene el pelo negro como ala de cuervo. Me parece que mi hijo es real, que de verdad estoy preñada ¿Cómo es posible tal desgracia para mi? Hijo, tranquilo, ya veré de dónde saco las fuerzas para sacarte adelante... Ya veré.

0 comentarios:

Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]

<< Inicio