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viernes, 29 de enero de 2010

XXVI.- Mi corazón se pone a sangrar.

En la intimidad del baño, a solas, el espejo clavaba mis ojos al azogue con alfileres como clavan a las mariposas los coleccionistas de belleza y por uno de los esquinazos pude observar que tengo la piel algo más bronceada y los labios casi cuarteados. El viento, la nieve, la noche, el hielo y las lágrimas del cielo, supongo. Menos mal que represento, ante los ojos de los demás, serenidad, una especie de medio sonrisa como de estar satisfecha conmigo misma. No es así. Por dentro cruje el edificio íntimo de mi misma avisando de que me puedo derrumbar a la más mínima.
Mi amiga nueva ha cerrado las cortinas y bajado todas las persianas para dejar la casa lo más oscura posible. Dice que vamos a celebrar nuestra amistad y que con las velas encendidas por la casa, en sus respectivas palmatorias, crearemos un ambiente de inspiración zen. Y lo consigue añadiendo un tipo de música que yo nunca antes había escuchado y que me parece increíble. Es Pat Metheny, dice, tocando todos los instrumentos y con la ayuda de su productor, en las mezclas, consigue esta composición tan llena de poesía. Ya ves, un hombre solo puede alcanzar los mismos resultados artísticos que toda una orquesta. Envidio la capacidad de los genios, añade Patro.
- Me gusta mucho y me pregunto cómo será que sabes tantas cosas. Contigo aprendo a darme cuenta de lo que me falta por aprender.
- Eres una niña, cuando llegues a mi edad sabrás el doble de lo que se yo.
- ¿Me dejas una bolsa para guardar mis pantys sucios?
- Claro, espera que saco tres o cuatro y eliges. Te los pones y toma coca cola y lo que quieras, que voy a dormir la siesta. Estoy muerta.
Elijo los azul amarino lisos y como me quedan algo pequeños me cuesta ponerlos. Cuando lo consigo y me miro al espejo compruebo que el nylon se ha estirado y me hace el cuerpo, de cintura para abajo, semejante al de una sirena. Me vuelvo loca al verme así y ella se hace la dormida pero se, con seguridad, que me miraba por el rabillo del ojo. Me desnudo de la camisa y me tumbo junto a ella. Miro al techo y pienso. Cambio de postura y me miro en el espejo y me sonrío y pienso que soy la más hermosa narcisista que existe y creo que si el espejo fuera un pozo, hacía años que me había ahogado. Levanto una pierna y veo mi hendidura. Como siga así mal asunto para mis pantys.
Salgo al salón donde fumo un Pall Mall azul. Quedan pocos cigarrillos, tendré que comprar en la máquina del bar donde le compré el paquete al señor desconocido. Esta casa está llena de detalles de gran valor artístico y colocados con buen gusto estético. Si he de hacer la reforma y decoración voy a necesitar al menos una semana de documentación y asesoramiento. Lo mejor sería involucrar a la dueña y que ella sea parte de las decisiones finales. Presentaré al menos cinco alternativas, cinco proyectos distintos e incluso contrarios entre si. Estoy pensando en los apartamentos que conocí en Nueva York.
Estos pantys son preciosos y me encanta que se amolden tan bien a mis labios tan gruesos y cerraditos. Mi cuerpo desea ofrecerse al hombre desconocido. Si ahora estuviera aquí le diría: por favor, rómpame y entre en mi. Dios, necesito encontrarle, o a otro. Me muero de ganas y no quiero más dedos míos.
Patro duerme y con mucho cuidado me acuesto a su lado para contemplarla casi rozando mis labios con los suyos. No puedo evitarlo y mis ojos se humedecen por tener tentaciones de besarla. Busco deliberadamente ajustar el ritmo de mis latidos al mismo ritmo de ella. Mi corazón se pone a sangrar deseos que no quiero.

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