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sábado, 6 de febrero de 2010

III.- Creo que tengo fiebre.

La hinchazón del pie ha cedido un poco y puedo sentir y mover perfectamente cada uno de mis dedos. Ante el espejo detecto una marca en mi frente. Debe ser de la pulsera que llevo en la muñeca derecha que se me marca cuando duermo con el brazo tapándome los ojos y pregunto si no será la marca del asesino que llevo dentro. Observo que son las diez y media y que me llevará unos minutos limpiar y perfumar el baño.
El pelo revuelto, las ojeras, la calentura y el rictus desagradable en mi semblante, es vivo reflejo de mi estado de ánimo. Dentro de dos meses, y algo más, cumpliré treinta y tres años y por culpa de mi incapacidad de renuncia a mi independencia de criterio, a mi rebeldía, me veo atrapado, como mosca en tela de araña, en una sociedad que funciona con unos valores que no comparto. Treinta y tres años perdidos, derramados por la rejilla de una cloaca como cuajarones de sangre de una matanza de cerdos, treinta y tres añazos, casi, diluidos en una infinita perdida de tiempo.
Para más inri, ahora me veo imposibilitado por culpa de una estúpida caída, a su vez, provocada por una desbocada ansiedad por trabajar sin el sosiego y la serenidad adecuada. Tanta presión para que venda más y más, a la caza, como hiena carroñera, de la rentabilidad para ellos. El sufrimiento nunca es gratis y el mío mucho menos. Veo en el espejo la viva imagen de... un fracasado y eso no puede ser.
Pronto tendré casa propia y empresa propia. El esguince ha sido el desencadenante de toda una revolución de mi especie, de la mía y voy a empezar... por hacer un esfuerzo y sin tocar el pie en el suelo, iré apoyado en la pared y poco a poco he de llegar a la silla de ruedas de la mesa del ordenador y desde allí empezaré a tejer la tela de araña donde perezcan los que me hacen daño.
La Historia Sagrada habla de uno que tuvo que caerse del caballo para darse cuenta del deslumbramiento de su futuro y otro que dijo: “Si Mahoma no puede ir a la montaña, que venga la montaña a ver a Mahoma". No me afeitaré, estoy harto de agredir mi cara cada día, harto de que me humillen con sus agresiones. Desconfían, se creen que mi accidente no ha sido tal o que no ha sido en horas de trabajo. Menos mal que tengo los papeles del Samur y del Hospital. Fin de la historia.
- Por favor, me pone con Yolanda Aguirre.
- Soy yo, dígame.
Será zorra. “Dígame”. Llevo ocho meses en la empresa y aún se hace la interesante y aparenta que no conoce mi voz. Sus gafas de diseño, sus pulseras de oro, su ropa tan elegante, su estilo ¿Cómo es posible que en ocho meses nunca la haya visto con el mismo vestido o los mismos complementos? ¿De dónde sale tanto dinero?
La casualidad ha determinado que vivamos cerca y se haya ofrecido para ayudarme. Ha quedado en venir esta tarde de viernes, que no se trabaja, a buscar el certificado médico y la baja, de paso me trae la nómina y el dinero en efectivo.
Debería arreglar la habitación y la mesa de trabajo... pero no puedo. Creo que tengo fiebre.

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