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jueves, 11 de febrero de 2010

VII.- No existo en otro lugar, OK?

Se acaba de ir. Dijo que tenía que salir de viaje. Su mujer y sus hijos le esperan en Pastrana. En una hora y pico que estuvo conmigo no consiguió que me apiadara de él y según salía por la puerta le eliminé. Uno menos en la lista de mi vida.
Todo se le iba en adulaciones, en ponderar mis actitudes profesionales, en decir que pensaba mucho en mi, que hijo de puta, que pensaba mucho en mi para plantearme que fuéramos socios. Que yo ponía nueve mil euros y él otros nueve mil, cogíamos un apartamento alquilado, una secretaria con dotes comerciales y bla, bla, bla, y que nos íbamos a forrar. Sacó de su bolsillo un pen drive y dijo que llevaba todo el fichero de clientes grabado y que tener ese archivo valía cientos de miles. No seas tonto, únete a mi y triunfaremos. Piénsalo, decía. Eres muy válido. Le dejé que se explayara. Que diga lo que quiera que por mucho que diga ya está sentenciado.
Decía el Señor Alonso, Don Álvaro Alonso Asterio, la triple A, como yo le llamaba, que si le hago la pelota tendré todo lo que quiera, en la empresa, o fuera de ella. Le miré a los ojos y le dije que yo la pelota no se la hago ni a mi padre. Se quedó mirando mi cuadro preferido y preguntó que qué significaba, que le parecía un accidente de tráfico ¿Quién lo pintó? Yo, le dije, porque es verdad ¿Tu has pintado esa maravilla? No me lo puedo creer ¿Por qué no me abalanzo y le secciono la yugular?
Es curioso cómo tienes las revistas apiladas en vertical. ¿De qué son? ¿Es que no las ves, ignorante? Casshier du Cinema y Fotogramas, le pensaba decir pero no se lo dije porque no entendería. Se me queda mirando al pie, a mi pie vendado y dice que esta venda está muy apretada, excesivamente apretada, que no me riega bien la sangre y que me puede entrar una gangrena. Se ofrece a ayudarme y le dejo. Quita la venda poco a poco y con sus manos frías me daba masajes en los gemelos y en el píe. Me miraba a los ojos y yo le miraba a los suyos. Era una escena un poco bastante surrealista. Mi jefe de rodillas, en el suelo, cogido de mi pie, primero quita la venda, luego me da un masaje, deja que se airee durante quince minutos y vuelve a poner la venda bien apretada pero no excesivamente. Me daban tentaciones de darle un golpe de kárate con el pie bueno y haberle quitado del medio. Tuvo suerte de que odio la sangre y descuartizar miembros, extremidades, cartílagos, intestinos, hígados... Bastantes cerdos maté cuando fui lo que fui.
Por lo que insinuó, más que dijo, la empresa tiene contratados a varias personas para vigilar nuestros movimientos por seguridad nuestra, dice, que manejamos grandes cantidades de dinero y nos pueden atacar y robar. Que efectivamente uno de esos detectives comprobó como entraba yo en la empresa de la competencia. Según lo decía recordé algunos episodios que me sucedieron:
Una vez entré en una cafetería por primera vez en mi vida. Tome una consumición y el camarero se dirigió a mo comentando: le ha invitado aquel señor y me dice que le diga que le de recuerdos a su padre. No era posible. Aquel señor se acercó a mi diciéndo que yo era exactamente igual que el hijo de su mejor amigo y que estaba invitado igualmente.
Otra vez, entré en una empresa a hacer una visita comercial. La recepcionista me preguntó que cuando me incorporaba, que enhorabuena, que el puesto de Director Comercial al que me había presentado era mío, como ya me había comunicado por teléfono. Lo dijo tan convencida que tuve que enseñarle mi DNI para que comprobara que me llamo Abel.
No puedo admitir, bajo ningún concepto, que alguien dude de lo que digo. No existo en otro lugar, OK?

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