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sábado, 13 de febrero de 2010

VIII.- ¿Dónde guardan las llaves?

Sentado en la silla giratoria con ruedas me quedo pensativo, absorto en pensamientos etéreos como suspiros. Mi pie ya no está tan hinchado, pero sigo viendo las estrellas cuando toco el suelo o me rozo con algo. Tengo hambre y repuesto del encuentro del señor Alonso en plan inspector, con mucho cuidado y agarrándome de las paredes y de los tiradores de las puertas, que me voy encontrando por el pasillo, llego hasta la cocina. Noto cómo se me humedeció la espalda de sudor por el esfuerzo.
Me hago un sanwich de jamón de york y como una naranja. Esta cocina es grande y tiene una terraza pequeña que da al patio interior. Trato de salir para sacar la bolsa de la basura y que no huela. En el rincón dónde se suele poner la bolsa amarilla de los plásticos, me sorprenden unas bolsitas de tornillos vacías y rotas. Me fijo bien. Salgo a la terraza a comprobar un último detalle. Me lo temía.
Regreso al pasillo poco a poco y compruebo estupefacto, más que sorprendido, que las puertas de las habitaciones tienen cerradura. Los dueños de la casa, donde tengo una habitación alquilada, han puesto, muy recientemente, cerradura. Cuando vine y llegué a un acuerdo económico con los dueños, ninguna de las puertas de la casa se cerraba con llave y nunca se me ocurrió abrir ninguna por mantener una distancia, una intimidad privada de todo lo que aquí hay.
Pero mientras apoyo mi pie accidentado en la banqueta negra y me fijo en los dos relojes de la cocina, recuerdo la historia de este matrimonio que me acogió a razón de trescientas cincuenta euros al mes. Un reloj me dice la hora de Madrid y el otro la hora de Buenos Aires y el que ayer u hoy a muy primera hora, hayan mandado poner una cerradura, a cada puerta, significa que no tienen confianza conmigo.
La nota que han dejado en la mesillla de mi habitación y algún detalle que se me escapa, me duele. No se fían de mi. Este matrimonio, dueños de la casa donde tengo una habitación alquilada, se merece mi repudio y que les elimine de mi lista. Volverán el lunes a medio día y es muy posible que no duren mucho, una vez que les haya pagado mi atraso, es fácil que se les anticipe el viaje al otro barrio, como digo yo.
No puedo soportar la posibilidad de que alguien no confíe en mi. Si no se fían que me lo digan y me voy. Se pudieron haber ahorrado las cerraduras de las puertas ¿Qué esconden que no pueda ver? ¿Dónde guardan las llaves?

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