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domingo, 21 de febrero de 2010

XIV.- Encarnizado ritmo que me desespera.

Últimamente me cuesta trabajo leer en condiciones. Con los libros muy buenos no puedo pasar de una línea, o párrafo, que me resulte especial, que impacte hasta dejarme grogui y con los que no son tanto, me da el sueño a la segunda página. Si leo: “Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano en tu cara, y que por un azar que no busco comprender, coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja”. Me quedo releyendo y releyendo y me digo: dios mío, lo que me falta por aprender y enseguida me levanto y me pongo a dibujar. (Va por usted, señor Cortázar.)
Se me dan muy mal hacer las narices, y las manos y los pies y los tobillos y los senos y los perfiles y los frontales y los escorzos así que dibujo paisajes y se me dan mal las perspectivas y los cielos, y los caminos y los árboles y las marinas y las... por eso después de una o dos horas intentado dibujar o leer, me rindo y entonces viene el relax y veo una película de la lista y es: Kil Bill, o Persona... pero ahora tengo sueño.
Si pudiera elegir, una de las inquilinas sería una asiática, una japonesa, o china, o vietnamita, o coreana, que sea artista, que sea una especie de Yoko Ono, muy creativa, muy lúdica, muy experimental, muy vanguardista, muy contemporánea. Que venga de Kioto o de Shangai... Que tenga sonrisa asiática y me enseñe Arte, el Arte de su país... cómo son los jardines secos, y los tatamis, y los amaneceres junto al Fuji y cómo son los atardeceres juntos al río Yan Tsé y cómo suenan los instrumentos de cuerda y cómo sabe el sake y si pudiera ir... iría al pueblo de sus antepasados y escucharía las leyendas que hablan de los guerreros, de los samuráis y ¿Cómo son los besos de las mujeres sexys de Kioto? Y me responde una sonriente adolescente y me pregunta que si quiero probar y se me ofrece y cierra los ojos y me dice: ven, bésame y verás, y la beso y me quedo pegado a sus labios que son de chicle de fresa y saben a chicle de fresa como chicles Bazooca y toda la boca pegajosa y pegado miro a sus ojos y sus ojos están llenos de hormigas negras que se me pasan a mis ojos y me los refriego y me nacen hormigas que se me deslizan por el pecho en procesiones interminables y me llegan hasta el tobillo y entonces tengo una erección y digo dios mío no es un sueño, es real y el pie se mueve como independiente y se me escapa de la pierna y el pie se me va solo y pasea él solo por la casa y recorre los pasillos y le silbo como se le silba a un perro y el pie, obediente, vuelve a su sitio, se coloca, se encaja y noto humedad y me digo la japonesita de Kioto me ha seducido y me ha hecho sentir el más maravilloso orgasmo de mi vida y digo en japonés, sayonara, sayonara, sayonara, y me despierta el granizo que picotea los cristales de la ventana y al abrir los ojos me encuentro con la lámpara y miro a mi cuadro y me pregunto cómo se puede ver un accidente de coche en un cuadro pintado bajo los influjos y la influencia de los surrealistas y la influencia de Magritte y mi pie me duele y mi mejor amigo parece asomarse por encima de la cinturilla del pantalón Levis nº 5 como pidiendo que le haga un favor y le eche una mano.
Vaya tarde dios mío. Qué manera más absurda de perder el tiempo. Mi pie me duele algo y los dedos parecen estar algo morados. En cuanto pueda estudiaré todo lo posible sobre Arte Oriental. En cuanto pueda me pondré a estudiar la forma de aprender a describir el maravilloso efecto musical del granizo sobre los cristales. El Arte de la Percusión, el Arte del Tamborileo del Granizo Sobre los Cristales.
La penumbra oscurece las sombras de mi perfil y el ritmo del granizo envenena el ritmo de mi corazón. Encarnizado ritmo que me desespera.

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