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martes, 31 de julio de 2007

HAIKU PARA UN... CREO QUE MIÉRCOLES

"Junto al gran río
tengo buena cabaña.
Algo me falta".

"Yo andaba como si estuviese inconsciente. La cosa más extraña es que no lloramos en absoluto, en absoluto. Ni una lágrima". Rutka Laskier.

Se lo que es dormir atravesado en la cama y amaneceer con la cabeza en los pies. No veo la almohada.

lunes, 30 de julio de 2007

HAIKU PARA UN MARTES FIN DE MES

"Serena brisa
se incrita en los chopos.
Ruiseñor canta".

"Hoy he visto como un soldado alemán arrancar a un bebé de las manos a su madre un bebé y partirle la cabeza a golpes contra un poste de la electricidad. La madre enloqueció. ( Rutka Laskier)

No debo quejarme en absoluto. Esta noche cenaré. (Aunque se estrelle alguna lágrima contra la sopa).

HAIKU PARA UN MARTES FIN DE MES

"Serena brisa
se incrusta en los chopos.
Ruiseñor canta".

"Hoy he visto a un soldado alemán arrancar a un bebé de las manos de su madre y partile la cabeza contra un poste de la electricidad. La madre enloqueció".

No debo quejarme de nada en absoluto. Esta noche cenaré. (Aunque se estrelle alguna lágrima contra la sopa).

domingo, 29 de julio de 2007

HAIKU PARA UN LUNES CALIENTE

"Niebla espesa
oculta el horizonte.
¿Dónde mi norte?"

"... lo enterramos y después volvimos a casa"
(un amigo de Van Gogh"

Hay que darse prisa. Cualquier día me cortan el suministro a la lucidez o... a la vida.

HAIKU PARA UN DOMINGO DE YA QUE ESTOY

"Se juntan garzas
en el lago del arrozal.
Forman paisaje".

"Si Dios existiera, no permitiría que seres humanos fueran arrojados vivos a hornos crematorios..." Rutka Laskier.

Si no puedo escribir un poema, al menos puedo pensarlo. Imaginado queda casi perfecto.

sábado, 28 de julio de 2007

HAIKU PARA UN SÁBADO SIN ESO

"En la montaña
aullan lobos hambrientos.
Vienen las nieves".

"Me estoy convirtiendo en un animal a la espera de la muerte".
Rutka Laskier (Gdansk, 1939-Auschwitz, 1943)

Un día encontré unos clavos y pensé en ello, otro día encontré unas maderas y pensé en ello. Anoche me acordé de que no tengo puerta.

viernes, 27 de julio de 2007

HAIKU PARA UN VIERNES DE LOS DE POR FIN

"Bajo el cielo
viven lobos, ciervos,
flores y trébol".

Escuché una balada japonesa y me acordé de la dulzaina y el tamboríl. Se me puso un nudo en la garganta.

jueves, 26 de julio de 2007

HAIKU PARA UN VIERNES DE LOS DE POR FIN

"Bajo el cielo
viven lobos y ciervos,
flores y trébol".

Escuché una balada japonesa y me recordó a la dulzaina y al tamboríl. Se me puso la carne de gallina.

miércoles, 25 de julio de 2007

HAIKU PARA UN JUEVES ASÍ ASÍ

"Pasaron los días,
pasó la primavera.
La senda sigue".

La esencia de la música son los silencios. Debe ser por eso que a veces nos molesta hasta nuestra própia respiración.

martes, 24 de julio de 2007

HAIKU PARA UN MIÉRCOLES CAÍDO DEL CIELO

"El viento suave
busca pétalos, hojas...
Lo barre todo".

Existe una brutalidad en lo cotidiano que hace un daño subterráneo, imperceptible, como si fuera sordo. Siempre pasa factura.

HAIKU PARA HOY QUE NI SÉ QUÉ DÍA ES

"Cigarras cantan
al salir el sol, grillos
para mi luna".

Nunca se está solo del todo. Esta noche tuve gran variedad de sueños. De los malos ni me acuerdo.

lunes, 23 de julio de 2007

HAYKU PARA UN LUNES EN SU SALSA

"Posos de café
en la taza de china.
Oscuro fondo".

Entre fragmentos de nubes, sauces que lloran, zarzas que hieren y otras cosas parecidas, el caso es que tu yo nos quedamos a verlas venir. El tiempo pasa, ya ves.

viernes, 20 de julio de 2007

HAIKU PARA UN VIERNES QUE YA VEREMOS

"Tantas cerezas
cayeron del cerezo
que me sonrojé".

La siembra fué esmerada y a conciencia. No hubo suerte con las tormentas a destiempo.

miércoles, 18 de julio de 2007

HAIKU PARA UN JUEVES DE JALEO

"El sauce llora
la ausencia del ruiseñor.
Soñaban juntos".

No veo la perfección por ninguna parte. O está guadada bajo llave en algún museo o, talvez, me estoy quedando ciego.

martes, 17 de julio de 2007

HAIKU PARA UN MARTES... SIN SAL

"La flor de zarza
en la senda del monte
me hace sangre".

Hay veces en las que al afeítarme me corto. Debe ser la señal de que áun estoy vivo.

domingo, 15 de julio de 2007

HAIKU PARA UN LUNES NUBLADO

"Entre los chopos
suena música de aves.
Pasó la noche".

La música habita nuestro cuerpo. Si de noche te quedas en total silencio, podrás oírte los pensamientos.

HAIKU PARA UN DOMINGO CALIENTE

"Los juncos bailan
al compás de la brisa.
Se besan dulce".

Hace tanto calor, que por dentro se me abrasa la ternura ¿Dónde dejé la cesta de tus manzanas?

viernes, 13 de julio de 2007

HAIKU PARA UN SÁBADO RARO

"La brisa fresca
entre los chopos altos.
El río tirita".

Al artista no le preocupan los críticos mientras, ensimismado, pinta y pinta.

HAIKU PARA UN VIERNES DE AQUÍ TE ESPERO

"La nube negra
esconde a las estrellas.
¡Nunca a la luna!"

Nadie sabe lo que cuesta mantener encendida la luz.

miércoles, 11 de julio de 2007

HAIKU PARA UN JUEVES QUE NI FÚ NI FÁ

"En estas noches
mi luna está cerca.
Le hago versos".

Con cuatro galletas desayuno y se me olvida que en la cena no hubo nadie.

LA CHIFLA DE PLÁSTICO

Al volver a la escuela, después de las vacaciones de Navidad, algunos chicos decían que los Reyes Magos no existen, que son los padres. Discutía con ellos y me aferraba a la idea de que no creer en los Reyes era algo así como no tener fe en Dios.
La chifla de plástico que me habían traído en lugar de la armónica Seductora, no aparecía por ninguna parte.
Mi hermanas decían que no sabían nada y que mirara detrás del escaño o del arca..
Mis padres aseguraban que soy un desastre y que buscara bien, que estaba de mi mano y que la habría perdido en alguna parte, no muy lejos.
Transcurridos tres o cuatro días me olvidé por completo de aquel insignificante juguete que ni siquiera servía para hacer el efecto afilador.
Nada mas empezar las Navidades mi madre nos metió prisa para que escribiéramos la carta a los Reyes.
Les volví a pedir una armónica Seductora como la del vecino Pepeluis, y un estuche con pinturas.
Al llegar la ansiada mañana de Reyes, mis hermanas y yo nos levantamos despavoridos hasta la ventana para ver lo que nos habían traído: Una naranja, dos higos secos, una caja de seis pinturas Alpino y... una chifla de plástico roja por un lado y blanca por otro.
Mientras mis hermanas celebraban con gran algarabía sus regalos, me puse muy serio y dije bien alto: “¡Los Reyes son los padres!”. El silencio y la tensión se podían cortar con cuchillo.
“Mirar donde está la chifla del año pasado”.
Mi madre dijo que no podía ser la misma, que los Reyes saben bien lo que traen.
“Mire mamá, señalando la evidencia, la marca de mis dientes que la hice cuando la tocaba hasta que la guardaste para que me sirviera para otro año”.
“Bueno. Pues confórmate, que hay quien tiene menos”.
Me fui para el patio, muy triste, a intentar sacar la melodía de los afiladores. No hubo forma.
Por interés creí en los Reyes bastantes años más. En realidad aún creo en una sola cosa: la gran ilusión de los niños y que me durará mientras viva ¿Dónde está la razón de vivir si no hay ilusión?

martes, 10 de julio de 2007

LA SEDUCTORA

Mi vecino Pepeluis era un niño señorito al que, como hijo de médico de pueblo, no le faltaba de nada. Un día de Verano, dijo que si le dejaba montar en el caballo, que mi padre tenía para las labores del campo, podía jugar con su balón de reglamento. Le dejé cabalgar durante un buen rato. Días después vino patinando a la era, donde trillaba con una pareja de vacas, diciéndome que si le enseñaba a trillar me dejaba patinar. Se sentó en la banca del trillo y le enseñé a trillar.

En vacaciones de Navidad pasó por casa para jugar con sus maravillosos juguetes. De repente sacó del bolsillo una armónica. Me advirtió de que la mirara un poquito pero que no la chupara para que no se llenara de saliva. Me dio pena porque, como era Invierno, no tenía nada que le pudiera gustar. Le pedí que me la dejara ver en la mano y que para el próximo verano podría trillar y montar en el caballo todo el tiempo que quisiera. Tan solo pude ver que era muy bonita y de la marca “Seductora”. Cuando Pepeluis la hacía sonar, su música parecía de acordeón pequeño ¡Fascinación de niño humilde de pueblo!

Mi madre nos avisó de que había que escribir a los Reyes Magos. Les pedí una armónica “Seductora”. El día de Reyes me acerqué a la ventana, donde había dejado los zapatos, para ver que me habían traído. Una naranja, dos higos secos y.... una chifla de plástico, roja por un lado y blanca por otro, de ocho o nueve agujeros, similar a las de los afiladores que venían de Galicia ¡Tristeza de niño para toda la vida!

Dijo mi madre que los Reyes no entendían de armónicas Seductoras ni de nada de eso.

lunes, 9 de julio de 2007

"Senda del monte
con aroma de tomillos.
De repente Sol".

De poco te vale tener razón si no consigues ser feliz.

domingo, 8 de julio de 2007

LAS MANIOBRAS Y MARISOL (y II)

(vine de página anterior)
- Señor Avelino, ¿le ayudamos a atender el ganado o algo? Añadí, ofreciéndonos a echarles una mano.
- No hombre, que os vais a manchar el caqui. Ir tranquilos a dar una vuelta por ahí y cuando os parezca regresáis para merendar y ya se irá viendo.
Salimos junto a Marisol, caminando por la sombra de la calle ya que calentaba a base de bien.
Grupos de señoras sentadas a las puertas de las casas, unas cosiendo y otras simplemente hilando la hebra, como se suele decir. A nuestro paso hacían comentarios sobre nosotros. Una señora no se aguantó y dijo:
- ¿De donde sois, si se puede saber?
- De Caballería, estamos en Farnesio. Contesté a la curiosa.
- Es que tengo al chico en Artillería, pero claro, nos es lo mimo.
Marisol nos contaba que su madre se pasaba el día llorando por su hermano. Que no la dejaba salir al baile los domingos y que la obligaba a vestir de oscuro. Que no era vida y que estaba muy harta de todo. Encima de perder a mi hermano, parece que también quiere que me pierda yo. Como siga así me largo y no me vuelven a ver el pelo.
- Tranquila Marisol, pronto cambiarán las cosas. Hablaré con tu madre y trata de estar contenta, eres muy guapa y tienes derecho a vivir tu vida y a procurar ser feliz.
Al llegar al bar, nos despedimos y quedamos en que a las seis estaríamos en su casa.
Cuatro hombres mayores jugaban la partida y tres o cuatro mozos fumaban al lado de la máquina de poner discos. Uno metió un duro y puso la canción de Pablo Milanés “Yolanda”.
- Que sean dos botellines.
Isaac comentaba lo buena que estaba Marisol y me decía que la tenía en el bote y que si hubiera tiempo me la podía tirar.
- Cuidado que eres burro, Isaac. Sólo tiene quince años.
- Pero le pica, no te jode.
Esos comentarios me ofendían y en esto que uno de los de la partida se dirige a nosotros:
- ¡Vaya zambombazos que están tirando los vuestros! Nos van a espantar la caza los muy cabrones.
- No se preocupe hombre, la caza volverá en cuanto nos marchemos.
El más mayor terció:
- Prepararos, prepararos, que cuando la espiche Paco os vais a enterar. Si la Civil fue gorda, la que venga va a ser peor. Con la bomba atómica no vais a tener bastante.
Al ver que Marisol daba la vuelta con la compra de la carne, nos unimos a ella y regresamos a su casa juntos. Hay palabras con doble filo como las cuchillas de afeitar y joden.
- Mi madre lleva llorando toda la mañana. Estábamos regando las patatas y al ver el convoy de militares subir al Campo de Tiro, empezó con la cantinela. No me explico el cambio al veros a vosotros y encima con el coche ese en el portalón.
- Vamos a ver si conseguimos que al menos no llore en la merienda. Tu padre también me advirtió.
- Mi padre, el pobre, está sufriendo en silencio. Ha envejecido diez años. Encima mi madre ni mira para él. Todo se le va en llorar por mi hermano y nos tiene dejados de la mano de Dios.
Pues si que estamos buenos. Éramos pocos y parió la abuela, decía Isaac por lo bajo.
- Ya estamos aquí. ¿Cómo se llama usted, señora?
El señor Avelino y su mujer se habían cambiado de ropa y habían preparado una gran mesa con un mantel de flores y muchas viandas, bajo la parra del patio, al aire libre.
- Me llamo Remedios Redondo. Venir que os enseño la casa.
Esta casa era muy antigua, heredada del abuelo de mi abuelo, así que la hemos tenido que reformar poco a poco. Nos iba enseñando cada una de las habitaciones y el gran salón. Todo decorado al estilo castellano, sencillo pero con muy buen gusto y esmero. Al llegar a una de las puertas del pasillo, la señora Remedios dudó un poco y al fin abrió la puerta.
- Esta era la habitación de mi hijo Juanito. Está tal y como la dejó.
Una habitación muy grande, una cama de hierro con una colcha de ganchillo y una gran ventana. Una mesa de nogal como las de despacho antiguo. Posters de Joan Baez y Bob Dylan. Un cuadro de “La Inmaculada” de Murillo y ...
- Pero si tiene una guitarra. Y un tocadiscos. Fíjate Isaac, discos de Los Beatles, Los Rolling y varias decenas más. Hombreeeeeee, tiene uno de Marisol.
La señora Remedios estaba muy contenta y Marisol me miraba con aquellos ojos verdes como embobada, incrédula de la reacción tan sorprendente y positiva de su madre.
- Señora Remedios, con todos mis respetos ¿me deja tocar un poco la guitarra en memoria de su hijo?
- Claro que te dejo. Veo que podrías ser muy buen amigo de mi hijo. Te veo a ti y es como si le viera a él.. Toca y vamos a sacar el tocadiscos y mientras merendamos pones la música que quieras. Marisol, vete a casa de Paqui, la panadera y dile que te dé una caja de bollos. Pero, mujer ponte guapa que estás hecha un adefesio y tenemos a dos buenos mozos de invitados.
Mientras hacían los filetes y preparaban todo, nos acercamos al señor Avelino que estaba dando de beber al caballo.
- ¿Hace un cigarro, señor Avelino?
- Hace. Contestó con un gesto de agradecimiento ¡Qué jodido Abel! Has conseguido en dos horas mas que todos en dos años.
Eran las siete en punto de la tarde y aquel matrimonio y su hija nos habían demostrado una entrega y un cariño como si nos conociéramos de siempre.
- Pues nada, vamos a merendar a la salud de todos. Os he sacado un vino especial. Lo tengo guardado desde que nació la chica. Es una emoción muy grande ver a mi mujer sonreir, comprobar que se ha puesto el vestido granate de las fiestas, que mi hija lleva la blusa blanca y la falda nueva. Haber oído la guitarra, tener ahí el tocadiscos, tantas cosas... que no puedo por menos que desearos la mejor suerte del mundo y que deciros que esta humilde casa siempre será vuestra casa.
- Muchas gracias, señor Avelino y señora Remedios, gracias también a Marisol por haberse puesto tan guapa y gracias a Isaac por se tan buen conductor. Ustedes son igual que mi padre y mi madre. Una de mis hermanas es de la edad de Marisol. Para mí todo esto ha sido un premio. Vamos a comer, que nos liamos y a las nueve tenemos que estar en el Destacamento.
En el tocadiscos sonaba una canción de Marisol: “Tengo el corazón contento”. Mis ojos se cruzaban de vez en cuando con los de aquella preciosidad que tenía de frente. La comida estaba riquísima y todo estaba perfecto.
- Abel, ¿sabes una cosa?
- Dígame, señora Remedios, dígame.
- Hoy me he dado cuenta de algo: aún queda una esperanza y sé que mi hijo, que está en los cielos, hoy está muy contento de ver a su padre con la camisa blanca de los domingos y a su hermana con la blusa que tenía guardada para cuando tuviera novio. En cuanto a mi... sólo decirte que..
- Tranquila mujer, no diga nada. Por cierto, ¿este queso es de Villalón?
- Pues claro, se lo compré ayer al que viene vendiéndolo con una carro y una mula.
Todo iba como la seda. Comíamos y nos acompañábamos con el excelente vino del señor Avelino, cuando, de repente, unos fuertes golpes sonaron en la puerta. Nos extrañó a todos aquella violencia.
Con el bocado en la boca reconocí la voz que hablaba con el señor Avelino. Le hice una seña a Isaac, nos recompusimos el uniforme y salimos a la calle. Era el Sargento Juárez y un soldado conductor. Me llevaron a un aparte y al oído me lo dijo el sargento: “Dejar aquí el pan si ya lo habéis comprado, se suspenden las maniobras y regresamos todos al Cuartel de Valladolid. Un lanzagranadas ha explotado y le voló la cabeza al Cabo Primero Matesanz. No tardéis en salir. El convoy ya regresa y en Valladolid están preparando el funeral para mañana. A esta gente no la digáis lo que ha pasado ¿Te has enterado bien, Abel Vega?” “Vale, me he enterado, salimos en diez minutos”. “De acuerdo, os esperamos en Valladolid”. “Por cierto Abel, tengo entendido que eras muy amigo de Matesanz, vete preparándote, tendrás que ayudar a su novia y a sus padres, que están en Sepúlveda y van camino del Cuartel a reconocer el cadáver, o lo que queda de él, así que no te entretengas”. “De acuerdo, salimos enseguida”.
Como decía César Vallejo: “Hay golpes en la vida... no sé”.
- Vamos Isaac, comprueba el aceite y el agua del Jeep y vamos a toda pastilla para Valladolid.
- ¿Pero qué hostias pasa? Replicó el conductor.
- Te lo cuento por el camino. Haz lo que te mando.
Aquella familia se quedó de piedra intuyendo que algo grave había pasado.
- Señora Remedios, no podemos llevarnos el pan. Ha habido cambio de planes. Nos tenemos que ir ahora mismo.
Marisol lloraba, desconsolada y se fue a su habitación. El señor Avelino no acertaba a decir una palabra. Me lavé la cara con agua fría de una palangana y me despedí.
- Señora Remedios, las dos mil pesetas del pan se las queda y le compra un vestido bien bonito para su hija. Señor Avelino, es muy posible que no nos veamos jamás, pero quiero que sepa que mi padre no se porta tan bien como usted.
Mientras abríamos la puertas del portalón se acercó Marisol y al darme un beso de despedida metió un papel en el bolso de atrás de mi pantalón sin que nadie se diera cuenta. La señora Remedios nos regaló la caja de bollos que acababan de comprar.
Antes de llegar a Valladolid saqué el papel. Lo miré bien y lo guardé en mi puño con todas la fuerzas ponía: “Abel, te quiero, escríbeme por favor”. y las señas. Isaac y yo no hablamos nada en todo el viaje, solo se le ocurrió un comentario: Ese lanzagranadas que explotó, era el que te hubiera tocado de no haber sido por lo del pan. Lo sé, le contesté y rompí en mil pedazos el papel de una niña-mujer de ojos verdes que brillaban como luceros.
FIN.

sábado, 7 de julio de 2007

LAS MANIOBRAS Y MARISOL (I)

El Ejército de Tierra tenía un campo de tiro, que utilizaba dos veces al año, para realizar pruebas y maniobras militares en una gran planicie a las afueras de un pueblo de la denominada Tierra de Campos, distante a veinte kilómetros de Valladolid.
Para mi el Servicio Militar, vulgarmente la mili, suponía una gran perdida de tiempo y una lucha interna contra mis principios pacifistas y, por lo tanto, antimilitaristas.
Como contraposición a esos principios me las organicé para participar en todo tipo de cursillos y eventos que me permitieran estar alejado de la cotidiana rutina de la Instrucción Militar y otras obligaciones, para mi penosas.
Así que llegué a ser Cabo Primero y miembro del Coro Vocal de Militares. Entre unas cosas y otras me libraba de todos los servicios que pudiera.
En aquella ocasión nos desplazamos al Campo de Tiro, antes mencionado, para hacer ejercicios de tiro con lanzagranadas y morteros.
En la expedición íbamos treinta soldados, cuatro Cabos, dos Cabos Primero, tres Sargentos, dos Tenientes, un Capitán y un Coronel.
Estábamos a finales de Agosto y los labradores ya habían recogido su cosecha de cereales y ocupaban su tiempo con el cuidado de pequeñas fincas de regadío sembradas de remolacha, maizes y alfalfa.
Al terminar de montar nuestro Campamento Militar el Capitán Estrada me mandó llamar.
-Necesitamos pan para la cena de esta noche. Bajas al pueblo con un soldado y un Jeep. Toma, dos mil pesetas para que te sobre, ya me darás las vueltas. Toma un cargador de reserva para la pistola. Procura dejar el Jeep recogido y os tomáis la tarde libre. Traes treinta hogazas de pan bregado y veinte barras. A las nueve aquí, sin falta. Ten cuidado que el conductor no beba mucho, no la vayamos a joder y os pase algo ¿Alguna duda, Vega?
- No, mi Capitán ¿Ordena alguna cosa más?
- Nada más. Confío en que sepas responder a tu misión. Ten cuidado de que el Jeep esté protegido. Puedes irte.
- A sus ordenes, mi Capitán.
Muy contento porque me libraba de los ejercicios de por la tarde y por tener una cierta libertad hasta la noche. Avisé a Isaac, un conductor de un pueblo de Zamora, muy eficiente y con el que me llevaba muy bien.
No sabía conducir aquel vehículo y ni tan siquiera tenía carné. Al pasar dos o tres curvas le dije a Isaac que parara. Me puse al volante y el pobre conductor, asustado,se puso en el asiento del acompañante.
Me puse al volante del Jeep y después de varios tirones de embrague salimos zumbando por aquél camino de tierra.
- Tranquilo hombre, si estoy harto de andar con el tractor de mi padre.
Poco antes de llegar al pueblo paré y se puso Isaac al volante.
Un señor iba con un carro cargado de forraje de hierba para las vacas y el caballo casi se espanta con el zumbido de nuestro coche militar.
- Para ahí, que le voy a pedir un favor a este señor
El hecho de que llevara la pistola en el cinturón y mi propio uniforme impresionaba y yo era consciente.
- Buenas tardes, amigo. Perdone, si asustamos al caballo.
- No se preocupe usted, que no pasa nada.
Era un señor como de cuarenta y cinco años, tez muy morena de tanto sol y el sombrero de paja, típico de los labradores castellanos, casi le tapaba los ojos.
- Puede hablarme de tu. ¿Me sabría decir donde está la panadería y donde podríamos recoger por esta tarde el Jeep?
- Eso está hecho. La panadería a dos puertas de mi casa y en cuanto al Jeep le puedes dejar en el portalón y dejo el carro en la calle. Lo que pasa que hay que descargar el forraje.
-No se preocupe, Isaac y yo somos hijos de labradores y estamos acostumbrados a las vacas, al forraje y a lo que haga falta. No se nos caen los anillos por eso.
Aquel buen hombre, se quitó el sombrero y muy triste me dijo que hacia dos años había perdido a un hijo, de nuestra edad, cuando hacia la mili en Ceuta.
- Ahora cuando lleguemos a casa y os vea mi mujer lo va a pasar mal. Mira a ver si consigues que por lo menos no llore.
- ¿Cómo se llama usted?
- Me llamo Avelino, Avelino Pérez, para servirte ¿Cómo te llamas tu?
- Pues mire, me llamo Abel Vega Pérez. Le ofrecí la mano y me la estrechó con fuerza de amigo.
- No jodas, ¿también eres Pérez? A ver si vamos a ser primos.
Al llegar a la casa de aquel buen hombre aparcamos el Jeep a la sombra de la calle y salió la mujer de Avelino. Una señora de mediana edad guapa y bien arreglada, vestida de luto. Al presentarnos su marido y al saber cuál era nuestra misión, se puso toda contenta y ella misma se encargó de conseguirnos el pan.
Entre Isaac y yo ayudamos a meter la hierba y pudimos dejar despejado el portalón para poder guardar el Jeep y cerrar la puesta con candado. Estábamos en esas cuando una muchacha, como de quince años salió por el patio y nos saludó muy atenta.
- Me llamo Marisol. Dice mi madre que os quedáis a merendar con nosotros. Me manda al carnicero y dice que qué preferís, filetes o chuletas de cordero.
-Chuletas. Saltó como un rayo Isaac.
No podía por menos que mirar a aquella chica y como atontado dije, que ni hablar, que nada, que no comprara nada.
La madre que no estaba lejos, se presentó diciendo que para ella era un honor invitarnos. Que su hijo Juanito había muerto muy lejos y que a ella le hubiera gustado saber que la gente se había portado bien con él. Que no la diéramos el disgusto de no aceptar su invitación.
Marisol, tenía los ojos grandes, verdes y brillantes como dos luceros.
- Bien señora... Aceptamos la invitación. Que sean filetes.
(continuará)

viernes, 6 de julio de 2007

LA HERMOSURA DE NO TENERTE

Llego tan cansada que me adormece respirar
y la penumbra del habitat me desmaya y aletarga.
Abierta la blusa, los zapatos por el pasillo,
me acuesto sobre la colcha, muerta de vivir,
esparcida toda por el espacio del sueño que me viene.

La falda me aprieta las costuras del alma y me dejo llevar...
para ser desnuda mujer ante ti que me esperas agazapado
en el punto infinito donde te imagino excelso y dueño.
Cierro los ojos y me abro diluida en hilo imaginario
al que te atas para deslizarte hasta lo profundo.

Y entras, poderoso y certero, como el héroe legendario
que cabalga las estepas y los bosques de elfos y arlequines.
El gran poder que ejerces sobre mi voluntad estremece
y me valgo de tus cabellos para asirme a tu poderío.
No es sueño esta realidad de sobresaltos que me desborda.

La iluminación interna de mis entrañas hace que me vea por dentro
totalmente pertenecida por tu masculino poder que me penetra.
El satén de mis interiores adorna mi sonrosada intimidad
y me arrodillo y suplico que no demores la solicitud
que imploro. No castigues más mi necesidad de ser espuma.

Al deslizarme abrazada a la almohada, estremecida,
siento que eres hermoso y te pongo entre mis piernas
para cabalgarte como la más intrépida amazona
y mi senos sienten y mi abismo se abre y... grito.
El espejo atestigua la imagen de excelsa hermosura.

Cíclope que me restableces y al cabo... vuelvo y vuelo...
sin alas por el infinito camino entreabro la boca
y espero beber la esencia que me lleve a la resurrección.
Amanece, estoy totalmente bañada en sudor, sal de mar,
y confortada me siento tan viva que me duele haber despertado.

En la calle el griterío de los chiquillos y el brillo del sol
me despereza y observo mi cuerpo húmedo y brillante.
La almohada en el suelo con nubes como mapas de África
y noto abierta, de par en par, la posibilidad de tenerte
en nueva batalla que me permita estar viva para esperarte.

Y sin embargo... eres hermoso porque no te tengo.

jueves, 5 de julio de 2007

HAIKU PARA UN JUEVES DE AQUÍ TE ESPERO

"Vibra el junco
en el filo del charco.
Besos de brisa".

La muchacha se agachaba para enganchar la cadena de la bicicleta
y se la veía todo el escote ¡No pude ayudárla!

martes, 3 de julio de 2007

HAIKU PARA UN MIÉRCOLES ESPECIAL

"La pluma blanca
que cojo de la sombra
cayó del chopo".

Los cisnes son de la misma familia que los patos... ¡Pero son cisnes!

lunes, 2 de julio de 2007

MEMORIAS DE UN NIÑO LABRADOR

Cuando se es niño la figura del padre es la de un dios. Mi padre dijo que si hacía bien la suma iba mañana con él a Benavente. La cuenta era muy difícil, con muchos nueves, ochos, sietes y doce o trece sumandos. Mientras mi padre daba pienso a las vacas le pedí ayuda a mi madre y la operación quedó perfecta. La alegría y emoción que me embargaba, por el hecho de ir juntos a la ciudad, me hizo pasar la noche con sueños fantásticos y nervios de comerse las uñas. No te sueltes de mi lado ni un momento, que Benavente es muy grande y los Jueves hay mucho gentío. Como te pierdas, ¡te hundo!. Al montar en el autobús de línea de la “Empresa Vivas” pegué los ojos a la ventanilla y no perdía detalle del paisaje y de todas las cosas. Papá, papá, los postes de teléfono corren tras nosotros. Mi padre y los que me oyeron se reían. No hijo, no. Los que nos movemos somos nosotros que vamos en el autobús. Aún hoy, cuando viajo, los postes se mueven y corren tras de mi. Mi padre dijo que este mundo se divide en dos: los que leen el periódico y los que no. El señor del sombrero que lee el “Arriba”, es el Farmacéutico, la señorita que está detrás de él y que lee el “Proa”, es la Maestra de Villamandos, y ese de ahí al lado es el Señor Cura de Toral de los Guzmanes, que va leyendo “El Heraldo de Zamora” ¿Y el que va detrás leyendo un libro? Ese es Mati, el Listo. Ha leído tanto que se le ha pasado la cabeza y dice cada cosa que se nota que no está bien de la chilondra. Ahora le ha dado por decir que la Luna será conquistada y que las ovejas se pueden duplicar y hasta triplicar. Al llegar a Benavente no me soltaba de la mano del padre, para no perderme. Entramos en “La campana de Oro”, tejidos y novedades. Se compró paño de muy buena calidad para hacerse un buen abrigo. Con su simpatía y labia, la dependienta le regaló una corbata muy bonita y un calendario con trece cuadros de veleros ¿Ves? El que no llora no mama. Con el paño que compró mi padre, fuimos al mejor sastre para que le hiciera el abrigo. “Sastrería Ortiz”. Me dieron caramelos y cinco galletas María. Estaba muy contento y asombrado con la habilidad que tenía mi padre para hacer amigos con todo tipo de gente. Como quedaba tiempo antes de regresar al coche de “Vivas” que nos devolvía al pueblo, fuimos a ver la fábrica de ladrillos “Otero”. A mi padre siempre le hablaban y le dejaban entrar en todos los sitios porque era muy agradable. La fábrica era inmensa y destacaba el gran horno y la altísima chimenea. Tu fijate en todo y aprovecha para cuando seas mayor. Al día siguiente, pasada la emoción del viaje, mi madre me mandó llevar la comida a mi padre que estaba regando la remolacha que tenía sembrada en la tierra del Río Chiquito, muy distante de nuestra casa. Por el camino, escondido entre los juncos, vi un trozo grande de periódico. Miré a un lado y otro del camino y como no me veía nadie, lo cogí con mucho cuidado. Casi media hoja de “El Caso”. Por un lado daba una noticia de un crimen “pasional” que yo no sabía que era eso, de un hombre que mató a otro y a la novia que había sido antes del asesino, pero ya no. Se hablaba de mucha sangre y muchas cosas que no entendía bien. Luego lo leeré mejor, me dije. Le di la vuelta y... la otra cara estaba llena de mierda porque lo habían usado para limpiarse el trasero. Me fijé bien entre los juncos y efectivamente, allí estaba el gran mojón de un marrano o marrana, que nunca se sabe. Dado que el papel estaba perfectamente seco, lo doble bien doblado y lo metí en el bolso del pantalón. Mi padre me esperaba a la sombra de unos chopos. ¿Cómo has tardado tanto?, que no vales para nada, que mira como trae la sopa toda “arramada” por el serillo, ¡no sabes ni traer la comida!. Rompí a llorar. No llores, que los hombres no lloran. Voy a dormir la siesta, cuando la sombra llegue donde aquella zarza me despiertas. Al ver que mi padre estaba dormido, cogí mi tesoro un poco sucio y con unas hierbas en la reguera del agua, limpié bien la parte manchada, con mucho cuidado para que no se borraran las letras. Lo puse a secar al sol pero en un sitio apartado para que mi padre no lo viera. Entre unas cosas y otras se me olvidó despertarle. Cuando lo hizo y notó que la sombra había sobrepasado la zarza, me dio unos buenos tortazos en toda la cara. Vuelta a llorar y mi padre me parecía menos dios. Después de un rato y cuando se fue a ver cómo iba el riego, cogí el periódico y lo pude terminar de leer. Por la otra cara ponía que había sido victima del timo de la estampita un señor de un pueblo de Ávila, que había ido a Madrid a ver a un hijo que se acababa de casar y le llevaba dinero, parte de la cosecha de patatas. Casi la mitad del trozo estaba ocupada por un anuncio de camiones Barreiros. Mi padre, todo enfadado, me mandó para casa andando y no te vuelvo a llevar a Benavente, porque no vales para nada. Cuando llegué a casa, mi madre me dio unos besos y me dijo que es que tu padre es así, tan pronto te adora como te odia. Que hay que saberlo llevar. Durante la cena se me ocurrió decir que los mejores camiones que había eran los Barreiros. Mi padre todo serio dijo: Mercedes, cuando pase Goyo el cartero, le dices que traiga periódicos atrasados, que los deja casi por nada o le das unas lechugas, así tienes para envolver los bocadillos y para que los lea éste, a ver si se le quita la costumbre de coger los papeles que encuentra por la calle y por los caminos, que atropa hasta los “cagaos”. Mi padre era muy listo pero... todo había cambiado de la noche a la mañana. A peor.

HAIKU PARA UN LUNES... CALIENTE

"En mi camino
cardos, zarzas, retamas...
¡Como la vida!

Nunca iré a una fiesta donde no tenga mi propia fiesta.

domingo, 1 de julio de 2007

HAIKU PARA UN DOMINGO... YA VERÉ

"Entre los chopos
se desliza la brisa.
¡El cuco canta!"

Lo que pienso de la vida y como la vivo se contradice cada instante. No es extraño que ronden la lucura y la decepción.