Photo Sharing and Video Hosting at Photobucket

domingo, 31 de enero de 2010

LA MÁQUINA DE ESCRIBIR.

A la máquina de escribir de tu padre le hace falta una buena limpieza de tipos y ajustar el piñón de la palanca de interlínea, aún así, insistes en que vaya contigo a pasar a limpio los poemas que te dediqué cuando tuvimos tanta fiebre.
Aprovechamos que tus padres están en el cine viendo “Doctor Zhivago” y tu y yo, solos, buscamos en el escritorio papel de calco y tipex o, al menos, goma de borrar tinta. No hubo manera así que, teníamos triple trabajo si queríamos la tres copias que habíamos dicho.
La máquina se encargaba de perforar nuestros sentidos con su música y mientras dictabas mis versos encendidos e imperfectos, cruzabas las piernas y balanceabas tu zapato de charol que brillaba como el tricórnio de tu padre, que era capitán, masticabas chicle distraída y me fijé en tus calcetines blancos de ganchillo o de hilo, miraste el reloj de pared y dijiste:
“Date prisa que aún podemos comer un bocadillo de mortadela, poner los discos nuevos y bailar “Noches de blanco satén“ y “Con su blanca palidez“.
No es que no me gustara el tipo de letra de la máquina de tu padre, o que no me encante la mortadela, y de bailar, no digamos, pero, mientras dictabas y balanceabas la pierna, vi cómo se te había subido la falda convirtiéndose en mini y la falta de interés por lo que había escrito pensando en ti.
Tu no me entiendes. Mis poemas pueden esperar a que los pase a limpio, así que, en unos meses decidiré si los quemo o si consigo máquina propia. Vamos que quiero mirar si ha llegado el Fotogramas al quiosko.

XXVII.- Zanjar tanta devastación.

Cuando no hay opción a volver atrás y encuentras el camino tan llano y limpio de piedras y abrojos, es mejor no ser demasiado exigente y tirar para delante dispuesta a todo. Por el momento, si no hay nada en contra, ya tengo trabajo para casi tres meses y muy posible que para el resto del año. El hecho de estar en casa extraña, en la cama con una mujer que ayer no conocía, desnuda con mis pantys de nylon azul marino, casi transparentes, observando cómo duerme plácidamente su siesta, lejos de inquietarme, me da placidez y me inunda de ternura. Si acaso, expectación conscientemente asumida.
No existe la felicidad como se sabe, pero si la aproximación al bien estar, o al estar a gusto. Seguro que en mi máscara, si la pudiera ver, se vería una sonrisa de satisfacción. La cabeza no deja de pensar ni un solo momento y a veces, la mayoría de las veces, en tres planos distintos y simultáneos, como en este instante.
- Ya terminé. - Patro abrió los ojos y mirándome fijamente, repitió: Ya terminé. Se incorporó y puso sus brazos cruzados sobre la frente. Miraba de soslayo y se sorprendió de que estuviera desnuda con mis pantys. Me puse mirando al techo y por imitación, crucé mis brazos como hace ella.
Durante varios minutos, ¿o fueron segundos? quedamos en silencio. En todo el día no me ha dolido el pecho y te lo debo a ti. Me pregunto que sentirán dos mujeres cuando lo hacen, me pregunto tantas cosas ¿Cuánto crees que puede costar la reforma? No sé, sobre cuarenta o cincuenta mil. Tus senos son preciosos, tengo en casa cinco mil, te los llevas, como señal y mañana me traes el recibo ¿Qué necesitas para empezar? Fotocopia del DNI y una copia del plano del piso. Es curioso cómo tienes de cerraditos los labios y lo liso que tienes el pubis. Nunca antes había estado como contigo ahora y si te digo la verdad, me gusta. A mi también.
Cuando mi marido ascendió a Coronel fuimos de viaje a Milán y Venecia. Nos quedamos a pasar una noche en Verona, cogimos un hotel y cenamos en un restaurante griego. Una de las camareras se encaprichó conmigo. Fui al baño y me siguió, pero cerré la puerta con el pestillo y no pudo entrar. Fuimos a tomar unas copas y casi tres horas después, regresamos al hotel, quieres creer que en la recepción estaba la camarera del restaurante y que intentó subir con nosotros. En italiano macarrónico pudimos disuadirla y se fue medio llorando. Iba por mi.
Ese episodio me impresionó tanto que aún me acuerdo de ella y me excita, la verdad. Cuando regresamos a Madrid, mi marido mandó investigar, sin que yo supiera nada y resultó estar involucrada, la camarera, en grupos de inteligencia que pasaban información a independentistas de Córcega que, a su vez, se la pasaban a los de aquí, de España.
Menudo desengaño, porque la chica llegó a ser mi obsesión y un día se lo conté a mi marido y fue cuando él me lo dijo: Te quería seducir para sacarte información sobre mi y mi trabajo en el Estado Mayor. A veces pienso que mi marido pudo haber tenido un accidente premeditado, pero como nadie lo reivindicó he descartado ese pensamiento ¿Si te pidiera que te dejaras crecer el vello del pubis lo harías? Es posible.
En el móvil suena un mensaje. Me levanto por si es de mi madre o de mi hermana. El mensaje dice: “Me han hablado maravillas de ti. Esta noche te haré una perdida, contéstame. Soy P. A.”.
- ¿De quién es el mensaje, cariño?
- De Movistar. Dice que tengo 26.000 puntos y que puedo cambiar mi móvil a coste cero.
Nos pusimos de lado una frente a otra y sin querer nos abrazamos y Patro empezó a llorar. Las velas se terminaron y a oscuras nos quisimos hasta el final.
Eran las diez y media de la noche cuando llegué a casa y sonó el móvil. Era P. A. el amante de Elizabeth. Le llamé desde la bañera y... le dije que lo pensaría y que, tal vez, iría varias noches hasta que me quedara.
La valentía será la bestia que me morderá en el cuello para inyectarme el veneno que me lleve a las entrañas el fuego que me queme y arda en deseos de locura, la misma con la que amo, obsesivamente, al desconocido señor Armando. Es hora de afilar la navaja y cortar de un tajo mi infelicidad. Mi sangre es semilla que nace para zanjar tanta devastación. FIN.

viernes, 29 de enero de 2010

XXVI.- Mi corazón se pone a sangrar.

En la intimidad del baño, a solas, el espejo clavaba mis ojos al azogue con alfileres como clavan a las mariposas los coleccionistas de belleza y por uno de los esquinazos pude observar que tengo la piel algo más bronceada y los labios casi cuarteados. El viento, la nieve, la noche, el hielo y las lágrimas del cielo, supongo. Menos mal que represento, ante los ojos de los demás, serenidad, una especie de medio sonrisa como de estar satisfecha conmigo misma. No es así. Por dentro cruje el edificio íntimo de mi misma avisando de que me puedo derrumbar a la más mínima.
Mi amiga nueva ha cerrado las cortinas y bajado todas las persianas para dejar la casa lo más oscura posible. Dice que vamos a celebrar nuestra amistad y que con las velas encendidas por la casa, en sus respectivas palmatorias, crearemos un ambiente de inspiración zen. Y lo consigue añadiendo un tipo de música que yo nunca antes había escuchado y que me parece increíble. Es Pat Metheny, dice, tocando todos los instrumentos y con la ayuda de su productor, en las mezclas, consigue esta composición tan llena de poesía. Ya ves, un hombre solo puede alcanzar los mismos resultados artísticos que toda una orquesta. Envidio la capacidad de los genios, añade Patro.
- Me gusta mucho y me pregunto cómo será que sabes tantas cosas. Contigo aprendo a darme cuenta de lo que me falta por aprender.
- Eres una niña, cuando llegues a mi edad sabrás el doble de lo que se yo.
- ¿Me dejas una bolsa para guardar mis pantys sucios?
- Claro, espera que saco tres o cuatro y eliges. Te los pones y toma coca cola y lo que quieras, que voy a dormir la siesta. Estoy muerta.
Elijo los azul amarino lisos y como me quedan algo pequeños me cuesta ponerlos. Cuando lo consigo y me miro al espejo compruebo que el nylon se ha estirado y me hace el cuerpo, de cintura para abajo, semejante al de una sirena. Me vuelvo loca al verme así y ella se hace la dormida pero se, con seguridad, que me miraba por el rabillo del ojo. Me desnudo de la camisa y me tumbo junto a ella. Miro al techo y pienso. Cambio de postura y me miro en el espejo y me sonrío y pienso que soy la más hermosa narcisista que existe y creo que si el espejo fuera un pozo, hacía años que me había ahogado. Levanto una pierna y veo mi hendidura. Como siga así mal asunto para mis pantys.
Salgo al salón donde fumo un Pall Mall azul. Quedan pocos cigarrillos, tendré que comprar en la máquina del bar donde le compré el paquete al señor desconocido. Esta casa está llena de detalles de gran valor artístico y colocados con buen gusto estético. Si he de hacer la reforma y decoración voy a necesitar al menos una semana de documentación y asesoramiento. Lo mejor sería involucrar a la dueña y que ella sea parte de las decisiones finales. Presentaré al menos cinco alternativas, cinco proyectos distintos e incluso contrarios entre si. Estoy pensando en los apartamentos que conocí en Nueva York.
Estos pantys son preciosos y me encanta que se amolden tan bien a mis labios tan gruesos y cerraditos. Mi cuerpo desea ofrecerse al hombre desconocido. Si ahora estuviera aquí le diría: por favor, rómpame y entre en mi. Dios, necesito encontrarle, o a otro. Me muero de ganas y no quiero más dedos míos.
Patro duerme y con mucho cuidado me acuesto a su lado para contemplarla casi rozando mis labios con los suyos. No puedo evitarlo y mis ojos se humedecen por tener tentaciones de besarla. Busco deliberadamente ajustar el ritmo de mis latidos al mismo ritmo de ella. Mi corazón se pone a sangrar deseos que no quiero.

jueves, 28 de enero de 2010

XXV.- Las vistas son maravillosas.

¿Que tengo que hacer después? Cuando en el garaje bajamos de la Harley Davison, Patro y yo, sincronizadas, nos quitamos el casco y mi pelo se liberó y ella, con una cara de satisfacción inmensa, me miraba con admiración la belleza que, según decía, irradia de todos mis gestos y mis actos.
En el ascensor, comentaba Patro, que haberme conocido y todas y cada una de nuestras vivencias, le habían sido tan enriquecedoras y positivas que, no podía por menos, que sentirse orgullosa de que yo ya perteneciera, irremediablemente, a su vida para siempre.
Comenta que cuando me quité el casco y con ese gesto mío, tan característico, de mover la cabeza y explayar todo mi pelo negro, lacio, brillante, y tan espeso y largo, como crin de caballo, y vuela como cóndor y se posa en mis hombros y casi me tapa la cara, dice que se siente fascinada y que si fuera hombre caería rendida a mis pies. No me gusta creer que soy tan guapa como dicen. Prefería que ni me lo dijeran, pero siempre, desde niña, me dicen que soy muy guapa y la verdad es que me da igual porque para lo que me sirve.
Al entrar en la casa de Patro el carillón del reloj de columna se desboca para avisar de que son las cinco de la tarde, las cinco en punto de la tarde. Me dispongo a coger las bolsas de la compra con mis botellas y estoy decidida a despedirme y no se muy bien si para siempre y Patro me observa con una cara de tristeza y nos miramos tan intensamente...
- ¿Me dejarás así, sin más? Es domingo, podrías quedarte algo más conmigo, digo yo ¿No tomas un poco de coca cola y fumas tu último cigarro junto a mi, antes de despedirte?
- Patro, no me lo pongas más difícil. Mañana tengo un día complicado de trabajo.
- Aún falta mucho para mañana. Tienes tiempo de sobra para estar sola en casa y yo tengo toda mi vida por delante de estar sola. Aprovecha y sube al tren que espera por los viajeros y tu estás indecisa. Sube al tren, no seas tonta.
- Me siento sucia. Mis pantys están hechos un asco.
- Pasa, no te quedes a la puerta con esa maldita bolsa de supermercado en la mano. Pasa y vete al baño, dúchate que te dejaré unos pantys míos y si quieres, a las ocho en punto te vas. Por favor, Patricia, no me mires así, que me desarmas. Vete y no volveremos a pensar en Armand, ni en la librería, ni en la reforma de mi casa, ni en el grupo de jazz, ni en los caballos. Vete, si así lo deseas.
- Me hago pis. Con tanto nervio me estoy meando por la pata abajo.
No pudimos evitarlo. Nos abrazamos y lloramos como dos tontas y pasé al baño y por un instante, vi reflejado en el espejo la sombra de un tren precioso que emprendía viaje hacia lo desconocido y mientras me iba desabotonando los botones de mis Levis nº 5, una inmensa alegría inundaba mi corazón. Me sentía al borde de ese precipicio que siempre me acompaña pero, si he de decir la verdad, las vistas son maravillosas.

martes, 26 de enero de 2010

XXIV.- La única alegría que me queda.

Apurar el presente me entristece tanto como me alegra. Si es cierto, como parece, que tienen razón los que afirman que el pasado no existe y que el futuro tampoco, porque aún no ha llegado y nunca sabemos con certeza si llegará y que del pasado sólo queda el recuerdo y no siempre grato, me aferro a la realidad y me entristece y a la vez me alegra irme de la casa de campo de los amigos de mi amiga. Mientras comemos las costillas de cordero y un poco de todo lo que allí había, me despedía.
Elizabeth no dejó de insistir en su idea de los embarazos encadenados. Me habla, con disimulo, del subconsciente colectivo, y dice que, si me fijo bien, cuando se ve a una mujer embarazada, no muy lejos habrá otra y no se cuantas cosas de las tribus primitivas, que si me decido que se lo diga.
Las niñas no dejan de hablarme y de hacerme sus preguntas tan curiosas. Les interesa saber si, por este orden, cuántos años tengo, si volveré pronto y si soy profesora. Me sorprende su interés y su inocencia y es muy grato comprobar que les gustaría que volviera. “Vuelve cuando quieras”, me dicen.
Las mujeres dejan constancia de que me admiten en el grupo e insisten que no deje de volver, que dentro de poco, dicen, viene el buen tiempo y da gusto pasear andando, en bicicleta, en el caballo, o simplemente estar a la sombra de los árboles. No dejes de venir independientemente de si viene, o no, Patro. “Estás invitada tu sola o en compañía”.
Y... los hombres se deshacen en miradas y en elogios a mi pelo, a mis ojos tristes y acuosos , en mi buen tipo, en mi simpatía, que no se cómo pueden ver que soy simpática y me piden la tarjeta y aseguran que si saben de algo, me llamarán para que les haga las reformas que surjan en sus negocios o en los de sus amigos, que aquí siempre tendrás, música en directo, interpretada por nosotros, y comida y bebida y una habitación para mi sola, si quiero. “No seas tonta y ven cuando te apetezca. Te lo decimos de corazón”.
Chema no para de mirarme y me pone nerviosa y me lo imagino y no puedo resistir su mirada azul como el mar y su sonrisa tan prometedora y se las arregla para, en un aparte, recordarme su oferta. “Te llamaré en cuanto vaya a Madrid y te invitaré a un café. Si aceptas, bien. Si no aceptas, también bien”.
No bebo apenas vino Ribera del Duero para que no se me note la facilidad con la que me emborracho y casi ni hablo para que se me note el temblor de mi voz y ... a las cuatro menos cuarto, en punto, salimos Patro y yo montadas en su Harley Davison y regresamos a Madrid. Me despedí de todos y cada uno, sin dejar claro si volveré a la casa o no. La verdad es que ni yo misma sé lo que haré. Me gustaría ser fuerte y dominarme para volver y disfrutar del campo, de la naturaleza, de tantas y tantas cosas, pero a la vez me da miedo por un lado y por otro me da terror no volver.
En la moto, con el casco puesto, les doy de mano y les digo adiós. Nadie, ni Patro, ni nadie, sabe que lloré. Lloré porque aún no se nada de la vida ni del amor ni de nada. Soy una inútil aprendiz de todo y cuando pude sobreponerme, no sé si segundos o siglos después pude responder a la pregunta de Patro, que no había oído:
- ¿Vas bien, cariño?
- Si... tira. Voy perfectamente.
- ¿A que son majos?
- Ya lo creo. Son muy majos, se han portado conmigo de una forma increíble.
- ¿Te ha pedido presupuesto de la piscina Chema?
- No. Me habló de ella, pero no me dijo nada de presupuesto. De todas formas, les dejé a todos mi tarjeta. Si quieren algo, que llamen.
- ¿Quieres que demos una vuelta a ver si vemos al señor desconocido?
- Como quieras. Lo que tu hagas bien hecho estará.
- Pues le buscamos ¿Te parece?
- Me parece.
No está. El desconocido señor Armando, no está. Mi dolor está tan afilado como navaja de afeitar y es muy posible que pronto mi desesperación me lleve al borde del precipicio y allí decida si me tiro o regreso a masticar mi soledad acurrucada a los pies de la cama. Tristemente mis pantys mojados son la única alegría que me queda.

domingo, 24 de enero de 2010

XXIII.- El cielo sabrá entenderme.

Prescindiendo de los detalles, regresamos a casa y cada una toma posición en el lugar que le corresponde como madre, esposa, compañera, amiga o lo que sea. Todas tienen su lugar y su papel asignado desde hace tiempo. Soy la única que no sabe bien el argumento y qué viene en la siguiente escena. Así es.
Me senté junto a la chimenea, al calorcito y con las tenazas cogí una brasa para encender un cigarro. Me sentí especialmente observada por todos, especialmente por Chema que me dio señas de que le siguiera, que iba a encerrar a los caballos, que se está nublando, y que mientras preparan las mujeres la mesa y los hombres la carne para la comida, hablamos. Patro colocaba sus partituras y las guardaba en su carpeta azul con gomas. Se acercó y me preguntó qué por qué estaba triste, que si quería, nos íbamos a casa. Al comentar que no me había acordado en toda la mañana del señor desconocido y que me daba pena, que eso era todo, dijo que a ella le pasaba lo mismo, que no fuera niña caprichosa y disfrutara del momento.
El cielo negro, presagiaba una tarde de abundante lluvia, la ligera brisa helada que nos cortaba el aliento indicaba, claramente, que estaba nevando en la sierra, a muy pocos kilómetros de allí.
El anfitrión, tan atento conmigo siempre, me dio a elegir un sombrero de entre la colección que tenía colgada de un perchero donde también había abrigos y chaquetones. Me probé dos o tres distintos y elegí el que más del oeste americano me parecía.
Pasamos por las caballerizas a coger las cabezadas y las bridas y le dije que yo no quería montar a caballo que me daba miedo y él erre que erre y menos mal que cayeron cuatro gotas y desistió de la idea. El traía del ramal al caballo y yo a la yegua y el potro en el medio de los dos y Chema empezó a contarme la historia de la casa y a decirme que el potro era para mi, si lo quería, te lo regalo, no te preocupes, haremos el paripé del precio, pero no me lo pagues, quédate con él y ven cada poco a verlo y así te podré ver yo a ti y lo de la piscina cuenta con ello, para que la haga otro, la haces tu, esta casa formaba parte de una gran hacienda de un poderoso de cuando el franquismo, tenía dos hijos y una hija, entonces mandó hacer tres casas, una para cada uno y esta le tocó a la hija, que salió un poco bastante rebelde y artista, pintora, escritora, bohemia, transgresora, ya sabes, el caso es que fue una de las primeras víctimas del sida y aquí en la casa hubo de todo, mucha droga, mucha parafernalia artística y dos muertes por sobredosis, una historia terrible. La casa necesita una piscina y reformar toda la parte de arriba y la casita del pastor hay que rehacerla y si te digo la verdad, quiero que empieces por reformar la casita del pastor y que tu vivas en ella, que vengas a pasar aquí los fines de semana y las vacaciones y lo que quieras y más aún, quiero que seas mi amante y quiero que empieces a pensar en mi y a desearme a partir de este momento y como dije lo que te pensaba decir, ahora vamos a comer que nos esperan ¿Te das cuenta de cómo te quiere el potrillo? Pues tuyo es, aunque no me quieras. Claro que estoy loco. Por ti.
- No me lo puedo creer, Chema. No me conoces de nada y mira lo que me propones. Tengo mi dignidad y aunque me gusta el potro y necesito trabajar por mi empresa... prefiero no pensar, prefiero creer que no he oído nada. Mira qué bien comen su pienso y qué felices son. Deberíamos ser como ellos, como los caballos, no necesitar de los sentimientos para sobrevivir.
De vuelta a la casa la mano de Chema rozó la mía y sentí un escalofrío. El tacto de su mano despertó en mi algo que trascendió y volví a sentir la necesidad de cambiar de pantys.
Chema es algo más alto que yo y tiene ojos increíblemente azules que contrastan con su piel morena y su pelo negro como el azabache canoso en la parte de las patillas y su sonrisa tan blanca como la nevada de ayer. No quiero pensar, sólo quiero comer un poco y largarme de aquí.
El cielo sabrá entenderme.

sábado, 23 de enero de 2010

XXII.- No me he acordado de ÉL.

A la vuelta del paseo seguía sin dejar de mirarme mi potrillo del alma y cuando pasé junto a él, sentí un escalofrío al imaginar que no tardarían en sacrificar su virilidad. Pensé que no estaría lejana la fecha en que su dueño tomaría la decisión de venderlo y que su nuevo amo, con toda seguridad, procedería a eliminarle los testículos para arrancarle la posibilidad de que se convierta en semental ¿Cómo evitar el infierno que le espera?
Las nubes, antes grises, se van convirtiendo en negras sombras que ensombrecen la mañana y al mismo tiempo mi ánimo. Agradezco infinitamente las muestras de confianza, de amistad si se quiere, de hospitalidad y cariño, pero... algo dentro de mi parece entrar en conflicto con mi forma de ser, con mi manera de ver las cosas ¿Por qué razón me quieren incluir, como parte de su vida, tanto desconocido? ¿Hay algo en mi que les mueve a tanta generosidad?
Los secretos de Elizabeth, o los de cualquiera de las personas que aquí se encuentran, ni me incumben ni son materia para que me afecten hasta el extremo de involucrarme en asuntos tan serios como mi maternidad. Es curioso que el único motivo que parece mover a las dos únicas personas con las que intimidado un poco, Patro y Elizabeth, quieran hacerme participe de sus deseos de que sea madre.
Chema, por otra parte, parece estar interesado en venderme su potro y en ello veo, intuyo, presiento, como alguna otra motivación de compromiso de una relación, aunque solo sea, de pupilaje, cría y mantenimiento del equino, la cual, a su vez, me llevaría a una permanente dedicación y contacto con él y su familia, con la casa, en definitiva. Me da miedo mi vulnerabilidad y que alguien se aproveche de mi ¿Por qué todo es tan complicado?
En los libros de aventuras que leía cuando era pequeña, casi siempre el héroe se enfrentaba con la disyuntiva de elegir uno de los dos, o tres, caminos que, en medio de la selva más tenebrosa, o del desierto más desolado se le ponía por delante. El héroe siempre acertaba con el camino que le llevaría al éxito. Siempre me quedaba la duda de qué hubiera pasado si el camino elegido hubiera sido otro. No soy una intrépida aventurera ni tengo madera de héroe ni de nada. Solo soy una mujer emprendedora, dicen en el Instituto de la Mujer, porque me atreví a crear una empresa de Decoraciones & Reformas.
Pues vaya emprendedora de las narices que soy yo y aunque lo fuera, qué tiene que ver conque me quede o no preñada porque a la gente le de la gana y para qué quiero yo un potro si no tengo dónde ni cómo cuidarlo. Creo que es fácil: un camino, el de la derecha, sería el de decir “si” y quedarme preñada del hombre desconocido, si aparece, o de otro que me presenten. Otro camino es de decir que no cuenten conmigo, que desaparezco, mejor aún, y ese sería un tercer camino, un camino nuevo: dar largas, dar tiempo al tiempo y ya se verá ¿Por qué me hago daño con tanto estruendo interior?
Menos mal que la realidad me succiona del abismo de mis pensamientos, tan lúgubres y pesimistas y me devuelve a la superficie de la tierra firme. Menos mal que no todo está perdido. Tenemos hambre y podemos comer, tenemos sed y bebemos... estar vivos significa acercarse a la muerte. Debería saberlo y no preocuparme más de lo debido. Pero... soy así. Incapaz de soportar demasiada realidad. Debería darme alguna fiesta a mi misma y dejarme llevar por el río que arrastra los troncos secos... y ser uno de esos troncos.
Los músicos han terminado el ensayo y están recogiendo los cables y guardando sus instrumentos. Patro les está dando las últimas indicaciones sobre las partes del repertorio en las que tienen que practicar durante esta semana que viene y quedan en volver a reunirse el viernes sobre las nueve y media. Tendrán cena y baile con su propia música. Todos me invitan, que por favor no faltes.
Sentía una pena infinita entre tanta gente y me vinieron unas ganas terribles de subir a mi habitación y llorar, pero no tengo ni donde llorar, solo ganas de ir a mi casa y emborracharme hasta caer muerta. Soy una maldita egoísta, en toda la mañana no me he acordado de Él.

viernes, 22 de enero de 2010

XXI.- Me imaginé desnuda.

Carezco de talento para expresar, claramente, lo que sucede de forma natural en mi superficie y mucho más, evidentemente, para aproximarme a lo que entiendo como sobrenatural, como mágico y misterioso, que sucede en lo profundo de mi ser. Con imperfectas líneas trato de explicar lo inexplicable ¿Cómo se puede querer tanto al que se ama sin conocerle? ¿Cómo expresar sentimiento tan sublime tal que reguero de sangre derramada del cáliz de lo místico? Nadie sabe lo que una lleva por dentro. Nadie sabe que existen cilicios que presionan mi corazón cada vez que respiro y sangro por dentro deseos de que venga, me penetre, me fertilice y que se quede o que se vaya. Venga, por dios.
Tampoco es fácil describir las sensaciones que produce la frescura del clima en el día soleado y cuando las mujeres de la casa y yo vamos a caminar, una especie de alegría interna me sobrecoge porque el campo, el paisaje, el olor de los pinos nevados, la belleza de los regueros corriendo por los laterales del camino y pensar en la primavera que será especialmente fértil en flores y en cánticos de pájaros. Los caballos, es decir, el caballo y la yegua, pastan tranquilamente en los trozos de hierva que la lluvia ha limpiado de la nieve caída anoche y entre ellos, el potro, mi potrillo “Distinto“, que no deja de mirarme ni un segundo. Es tan bonito y tan tierno, tan perfecto en su estética de auténtica raza y ... me emociona pensar en que, tal vez, él me comprende y sabe de mi más que yo. Por eso le atraigo y me atrae ¿Cómo explicar lo inexplicable?
El paseo resulta muy agradable y entre todas llevamos una animada conversación sin trascendencia, pero que sirve para ir detectando las maneras de ser de cada una de nosotras. Se que me miran como si fuera intrusa pero favorece algo el hecho de que se piensan que soy la novia de Patro. No dejan de tirar indirectas y yo no estoy en condiciones de rebatir rumores de nadie y menos en defender mi relación con Patro o con quien fuera. Cada una es libre de hacer con su cuerpo y con su alma lo que crea oportuno.
Elizabeth es la más próxima a mi y con la que mejor congenio, no es extraño, por tanto, que nos procuremos la proximidad. Ella se deja retrasar y cuando no nos oye nadie, hablamos de nosotras.
- ¿Por qué me mandaste ese mensaje?
- ¿Que mensaje. Yo no te mandado ningún mensaje.
- ¿No eres tu Elizza?
- No me jodas ¿A qué hora te llegó?
- Creo que eran las tres menos cuarto de la madrugada, aunque no lo leí hasta las siete, más o menos..
- Joder, vaya metedura de pata. - levantando la voz se dirigió a las compañera que iban delante: Oye, chicas, que nosotras nos quedamos a fumar un cigarro junto al puente del río. No tardéis en volver que estos tíos querrán comer un aperitivo sobre la una. Ya les conocéis.
Nos sentamos en el pretil de la derecha del puente del río que llevaba mucha agua, cristalina y sonora como un Stanway & Songs. Sacó su paquete de Winston rojo y un Zippo con la cabeza grabada en relieve de un indio sioux. Me ofreció y cogí, me dio fuego y encendí el cigarrillo.
- Le he robado, para hoy, solo para hoy que estás tu, el Zippo a mi marido. Me encanta su llama, su olor a gasolina y su sonido al cerrar la tapa y me dije, le gustará a Patty, porque Patty aprecia mucho este tipo de detalles ¿verdad que si? y... una piensa tanto en las cosas que ni te imaginas. En realidad ese mensaje no era para ti, aunque lo pudo haber sido, ya que he pensado mucho en ti. El mensaje era para P. A.
- ¿Quién es P. A.?
- Mi amante y posiblemente el padre de la niña que llevo en la tripa. Tengo dudas de si estoy preñada de mi marido o de mi amante. Me da igual, sea de quién sea, será mi niña preciosa. No te sorprendas, porque hay muchos casos como el mío ¿Me lo reprochas de alguna manera?
- No mujer. Tu sabrás lo que andas haciendo con tu vida. Es cosa tuya y no soy quién para juzgarte.
- Me alegra que lo digas así. Es un detalle que significa mucho y dice qué clase de persona eres. Quiero hacerte una proposición que se que te va a parecer una locura, pero he proponértelo. Me gustaría que antes de que yo de a luz tu te hayas quedado preñada.
- Estás loca y perdona que te lo diga. No tengo pareja, ni novio ni nada que se le parezca y jamás he pensado en ser madre.
- No te preocupes. Solo es una proposición, una sugerencia. Ya hay tres mujeres que han aceptado y harán lo que les dije cuando cumplí los cuatro meses de gestación. La cadena de fertilidad está asegurada y me gustaría que tu fueras otro eslabón. Ya te iré explicando ¿Te parece bien?
- No cuentes conmigo. Soy muy joven para ser madre y tengo mucho trabajo. Imposible, es imposible. Lo siento.
- No digas nada a nadie. Mi secreto es mío y te lo cuento porque te quiero. Tu verás lo que haces. En cuanto a mi, explicarte que soy la mujer más feliz del mundo. Mañana a medio día le veré y le contaré las que ya han aceptado y le haré muy feliz. Desde que le conocí en la Maternidad, cuando tuve a mi primera hija, no hago otra cosa que luchar por que sea feliz y hago todo lo que me dice.
El trastorno emocional que me produjo la conversación con Elizzabeth, rebotó en mis entrañas y necesité un segundo cigarro para imaginarme preñada del desconocido señor Armando. En el cielo, las nubes sonreían a la luna blanca, que las miraba por encima, y me imaginé desnuda... y preñada.

XX.- ¿Por qué me mira con tanta ternura?

Un acontecimiento puede empezar a fraguarse en cualquier detalle inesperado o circunstancia banal y cotidiana, y de ese detalle puede surgir el inicio de algo de tal trascendencia que termine por convertirse en el inicio de la nueva etapa que marque, a sangre y fuego, nuestra vida..
Ayer, a estas horas, preocupada por el hombre desconocido y por mis posibles problemas de liquidez para afrontar los pagos del mes de Enero y Febrero. No han pasado ni veinticuatro horas y se ha resuelto el problema de liquidez, tengo trabajo garantizado para todo el año que empieza y además he descubierto la música, a los músicos, la casa, los caballos, los amigos nuevos, la Harley Davison, tantas pequeñas cosas que, unidas entre si, forman un gran acontecimiento para toda mi vida.
Y... queda el pensamiento eterno en Él, convertido en la divinidad de mi amor eterno. Debería ser la mujer más feliz de la tierra y sin embargo, no lo soy, ni lo seré nunca ¿Por qué tanto desconsuelo y desolación?
En la casa empezó el bullicio, las risas de los niños, el ajetreo de lo cotidiano, el ruido de las cucharillas en las tazas cuando el desayuno, los comentarios alegres por nuestra presencia en la casa, las buenas intenciones para el día que se presentaba luminoso y de sol encendido y... la vida alrededor de la chimenea llena de leña de encina ardiendo, era una pequeña gran fiesta.
A veces no queda más remedio que agradecer la suerte de ser parte del elenco de la gran película de la vida y sentirse actriz destacada entre tan admirable reparto ¿Dónde lo real y el sueño? Sentirse confortada por sentirse viva entre la vida de los otros.
Chema y su mujer no dejaban de ofrecerme el mejor sitio junto a la lumbre, el mejor trozo de pan untado de miel, el tazón de cola cao desbordado de cariño y yo entre todos, sintiendo que me admiten, que me tienen en cuenta y sin saber muy bien cómo corresponder a tanta generosidad. Preocupados por si me había resfriado en la aventura de la nevada con la Harley Davison y Patro y yo empujando como exploradoras perdidas en la estepa siberiana en medio de una tormenta de nieve. Ya pasó, estamos bien, dormimos confortadas y todo vuelve a la normalidad. La televisión dice que se ha restablecido el tráfico y que ahora vienen lluvias intermitentes.
Empiezan a llegar los músicos con sus Harley unos, con sus coches otros, y traen carne y otras cosas para hacer una gran barbacoa dentro de la casa. Pronto volvemos a estar todos juntos, sanos y salvos, rodeados de niños y conversación. Insisten todos en que nos quedemos a pasar el día con ellos.
Elizabeth me saluda con un beso y dice que se alegra de verme, que como ha salido el sol podremos ir juntas a fumar unos cigarros junto al río, que no hay nieve en el camino y que no deje de seguirla cuando me lo indique con la mirada.
Patro insiste en revisar las partituras y en ensayar una hora antes de que nos vayamos nada más terminar de comer. Me mira con tanta insistencia, tan sonriente, tan activa, tan...
En las caballerizas los caballos ya han comido de su pesebre y Chema los saca a pastar en la pradera. Me pide que le acompañe para que me acostumbre a tratar con los animales, dice que su mujer le ha contado mi episodio con el potrillo y que si quiero que me lo vende, que lo cuida y guarda hasta que sea grande y lo pueda llevar conmigo.
- Tengo que pensar si me lo podré permitir. No hace ni un año que empecé con mi pequeña empresa y aún es pronto para gastos extraordinarios.
- Tienes que dejarnos tarjetas. Todos somos empresarios de hostelería y de otras actividades y seguro que te saldrá trabajo en abundancia. Sin ir más lejos, tengo pensado reformar la cafetería de Fuente el Saz y es muy posible que hagamos una piscina dentro de esta parcela. Ya lo iremos viendo.
- ¿Cómo es el padre del potro?
- Es un caballo árabe, negro como el azabache, precioso. La crin y el rabo muy bien cuidados, con pelo largo, lacio y negro. En cierto modo y salvando las distancias, lo tiene tan bonito como tu. ¿Por qué lo preguntas?
- Te contaré algo, Chema: Anoche cuando Patro y yo estábamos perdidas y al borde de la extenuación, sentí que alguien me llamaba, que alguien me daba señas para indicarme el camino. El potro, al que yo ya llamo “Distinto”, me llamaba con un imperceptible relincho. Estoy segura de que si no hubiera sido por esa percepción, casi mágica, no nos hubiera quedado más remedio que pedir ayuda . Gracias al potro todo nos fue bien. Me gustaría poder quedarme con él porque se que entre los dos hay buena química ¿Te das cuenta cómo no se separa de mi? ¿Por qué me mira con tanta ternura?

martes, 19 de enero de 2010

XIX.- Todo por hacer.

El desconocido señor Armando se desvanece como la nieve en la calle. Falta poco para que den las diez y se siente movimiento de gente en la casa. Dentro de poco se cumplirán las primeras veinticuatro horas desde que empecé a hablar con Patro en el supermercado y aún me pregunto cómo puede ser que todo haya ido tan lineal, tan rodado, como si nuestra relación, y todo lo que nos pasa, segundo a segundo, se tratara de un libro escrito de antemano y tanto ella como yo, lo estuviéramos leyendo a la par.
Curiosamente nuestro libro parece ser el mismo, sin embargo, cada una lo interpretamos de manera distinta. Los matices de los silencios, los detalles internos de las paginas que leemos, la lectura subterránea de entre líneas, no coinciden exactamente y es lógico, porque somos muy diferentes.
Como a toda mujer es normal que haya tenido varias insinuaciones, más o menos directas, de otras mujeres pretendiendo mi favores sexuales, o entregarme los suyos, a lo que siempre me negué. De alguna manera rechazo radicalmente una relación física con una persona de mi mismo sexo. No he sido de tener muchas amigas y se podría decir que nunca he tenido la suerte de tener una amiga total, una amiga intima, a la cual contar mis secretos, mis problemas, mis angustias, mis penas y alegrías. Tuve y tengo buenas amigas pero ninguna de ellas se acercó, ni se acerca, a la que considerar verdadera amiga.
Con la que mejor me llevaba y con la que pude haber llegado a sentir esa totalidad fraternidad, fue con Lara, la farmacéutica, pero me traicionó liándose con el que creía que iba a ser el hombre para toda mi vida, mi ex. En todo caso, jamás me imaginé que iba a dormir con otra y que iba a permitir que me tocara y mucho menos que me abrazara susurrándome erotismo y sensualidad. Se que me ha llevado dos veces a sentir más allá de lo normal. Mis pantys mojados son testigos y la evidencia de que me he dejado llevar porque me gustaban las sensaciones que sentía.
Abro los ojos y echo de menos mi rostro ante el espejo. Mi pelo me tapa la cara y se me mete en la boca, me lo saco y me desperezo, miro para atrás, me doy la vuelta y Patro está desnuda con los brazos cruzados sobre su cara tapándose la frente y la mitad de la cara.
- ¿Estás llorando, Patro?
- Ahora no, ahora estaba pensando en ti, en cómo es posible que me guste tanto estar contigo. No lo entiendo, la verdad, no lo entiendo. Me pregunto si no me estaré enamorando. Pero no te preocupes que no sucederá. Si te digo la verdad, he llorado y sentido escalofríos en el corazón, por ti. Eres muy hermosa y te tengo conmigo, te he acariciado y te ha venido como consecuencia de mis caricias y de mis palabras al oído. He llorado porque es maravilloso sentir el calor y el tacto de otro cuerpo y mucho más si es tan perfecto, tan bello, como el tuyo. También he llorado porque se me pasa el tiempo y tengo unos bultos en el pecho y no me quiero morir. He llorado Patricia, he llorado.
- No llores por mi, ni por ti, ni por nadie. No te enamores de mi, porque yo te puedo llegar a querer y de hecho creo que ya te quiero, pero jamás te podré amar. Mi amor es sólo y únicamente, por y para el señor Armando. Aunque luche contra mi misma, mi único amor, mi verdadero amor, es y será el hombre desconocido y aunque le olvide, jamás dejaré de pensar en Él. Esa es la verdad y te la digo como la siento ¿Quieres que te mire los bultos que dices que tienes?
- Si. Hazlo.
Entonces fue cuando aparté sus brazos de la frente y pedí que me abrazara. La besé en la frente, la besé en los párpados, en la nariz, rocé mis labios con los suyos, besé su barbilla y su cuello y con mis manos cogí su pecho izquierdo y lo besé, lamí su pezón y lo succioné y ella se estremeció y su abrazo me aprisionaba. Con mis manos pude hacerle una palpación concienzuda y pude comprobar que efectivamente tiene dos bultos como dos garbanzos, muy cerca del pezón despierto y mojado por mi saliva. Le quité los brazos de mi cuello y nos pusimos las dos frente a frente.
- Tienes dos bultos.
- Te lo decía y no me creías.
- Mírame fijamente a los ojos y escucha con toda atención. Tienes dos granos de grasa. Son quistes de sebo, dicho vulgarmente. Se te quitarán solos si te masajeas esa parte todos los días en tres sesiones de diez minutos cada una y cogiendo esos granos, uno a uno, con los dedos trata de deshacerlos como harías con un terrón de tierra. Vete mañana al médico y que te hagan una mamografía. Mi opinión es esa: dos quistes de sebo sin importancia que se eliminan solos, con los dedos ¿Me prometes que crees firmemente en mi diagnóstico y que te dejarás de preocupar en este mismo instante?
- ¿Cómo sabes tu eso?
- ¿Me lo prometes?
- Te lo prometo.
- Bien, pues a vestirse toca que ya es hora de levantarse de la cama.
- ¿Me vas a dejar así?
- ¿Cómo te dejo?
- Con las ganas.
- La vida es eso. Mientras tengas ganas tendrás deseo de conseguirlo. Si lo consigues dejarás de tener ganas. y me excita que tengas ganas . Vamos, levántate y anda, que tenemos todo por hacer.

domingo, 17 de enero de 2010

XVIII.- Me susurraba sueños.

Despertar es una aventura. Abro los ojos y el Cartier plateado, herencia de mi padre, dice que son las siete menos cuarto. En la calle sigue lloviendo con ganas de fastidiar el paisaje nevado y me sorprendo de haber dormido en cama extraña y con una mujer que no es mi hermana. Cuando empiezo a tomar conciencia me doy cuenta de que tengo ganas de ir al baño y de que aún no he leído el mensaje que alguien me envió poco antes de las tres de la mañana.
Al vestirme me doy cuenta de que mis pantys están sucios de algo inconfesable en la entrepierna. Debería usar braguitas aunque solo fuera por higiene. El sujetador de Patro está en el suelo y mi camisa esta abierta. Ella duerme plácidamente y su pelo de mechas rubias es lo único que sobresale entre la almohada y el embozo.
En el baño, el espejo me devuelve mi imagen con ojeras y mi pelo enmarañado se me mete en la boca y tapa mis ojos. Sentada leo el mensaje: “La niña que habita en mi vientre se ha movido y me ha hecho recordar que tengo que pensar en ti y pienso en ti. Elizza”. Otra de atar, me digo.
Me peino ante el espejo, no puedo evitar acercarme más y más y sonreír. Con un poco de suerte tengo solucionados los asuntos financieros para el año entero. A esta casa le vendría bien una buena redecoración. Mi padre me dijo en el hospital que si me gustaba el Cartier que me lo quedara, que para mi hermana sería el Quijote del 27, que le faltaban algunas hojas y que el reloj le había costado casi medio millón de los de entonces. Tienes que ser muy lista y conservarlo para que lo herede un hijo tuyo. Ya puedes estudiar más y más, para hacerte una buena profesional en lo tuyo. Cuando me muera no llores por mi, procura que a tu madre nunca le falte vuestro cariño y vuestra dedicación, que no le falte de nada, sobre todo cariño.
Me vestí y como en la casa todos duermen, salí bien abrigada a fumar un cigarro al porche. Está amaneciendo y deja de llover. El cielo clarea y puede que incluso salga el sol. La nieve se está deshaciendo y me dan ganas de ir al establo de los caballos pero soy tan ignorante en asuntos de equinos, que no se si los caballos duermen.
Prefiero esperar a que me acompañen los dueños, no se vayan a molestar si voy sola.
Despacio subo a mi habitación y en la cama duerme profundamente mi nueva amiga. Me quedo en pantys y vuelvo a la cama. Me gustaría poder soñar a la carta. Me pido un sueño de ostras y perlas, otro de cava con anchoas y otro de leche de burra en la bañera con pétalos de margaritas y dos negros que me abaniquen. Recuerdo ligeramente que soñé, esta noche, con que encontraba libros, muchos libros, y entre ellos, mi preferido: “Una habitación propia” de Virginia Wolf.
- ¿Estás despierta, cariño?
- Si.
- Voy al baño. Ahora vengo, no te duermas porfa.
- No.
Se me humedecen los ojos. Hacía mucho tiempo que nadie me decía “cariño” con tanta frecuencia y tan desinteresadamente ¿Por qué tuvo que liarse precisamente con mi mejor amiga? ¿Es que no había otra en el mundo? Y... sin embargo le perdoné y mientras estuve en Nueva York me los puso a base de bien. Menos mal que me di cuenta a tiempo. Nunca acaba de espabilar una del todo y parece ley de vida aprender a base de fracasos.
- ¿Por qué estás preocupada, cariño?
- Por nada, no estoy preocupada. Me desperté, fui al baño y salí al porche a fumar un cigarro. Eso es todo.
- ¿Necesitas dinero? ¿Quieres que te deje algo de señal? ¿Estás realmente enamorada de Armand?
- ¿Armand? ¿Le llamas Armand porque él te lo dijo mientras follabáis?
- No cariño, no llegamos a follar. No quiso él, ya te dije que solo me lo hizo y se lo hice, oralmente. Esta noche, mientras pensaba, decidí llamarle Armand, porque se llama Armando y porque quiero ir materializándolo en mi mente. Es algo así como si le estuviera llamando con el pensamiento para que él, por el efecto espejo, sienta mi llamada y regrese hasta mi casa. Que aparezca y me venga a ver.
- Patro, he decidido que si en ocho días no da señales de vida, empezaré mi proceso de olvido. Eso es lo que he decidido. Si llegara después de esos ocho días ya será tarde. Necesito un hombre real. Esta mañana me di cuenta de por la noche debí tener sueños muy fuertes, el caso es que me desperté con los pantys empapados. Necesito un hombre real, no puedo estar soñando toda mi vida con un imposible.
- ¿Sabes una cosa? Yo pensé exactamente lo mismo ¿Y sabes otra? Tuviste los sueños que yo te susurré al oído mientras dormías y te metiste los dedos en el panty y te vino cuando yo te lo pedí al oído.
- ¿Es cierto eso?
- Te lo juro y te diré más, antes de dormirme, sólo me busqué los bultos en el pecho y me vino. Y en ese momento decidí empezar el proceso del olvido, como tu dices. Si en ocho días no sabemos nada de él, olvidamos. Ya está.
Nos miramos y me di la vuelta para dormir otro poco. Fue muy grato sentir su abrazo y notar cómo me susurraba sueños. El cielo clarea y puede que salga el sol y la nieve se desvanezca como un espejismo.

viernes, 15 de enero de 2010

XVII.- Me cachis en la mar.

La lumbre. La lumbre, ella y yo, juntas, a las tres de la mañana y no recordar momento más agradable que este. Todos duermen menos nosotras. La lumbre. Estar juntas, tocándonos como verdaderas amigas al lado de la chimenea. Cualquiera que nos viera pensaría que entre nosotras existe una verdadera historia de amor y no es así, porque ya no creo en las grandes palabras sin no son referidas al hombre desconocido.
Cuando hice el viaje a Nueva York pensé de quién despedirme y no encontré a nadie que se mereciera el gesto. Fui, viví allí seis meses, volví y nadie se preocupó de si estuve bien o mal. Pensaba tantas cosas que sólo el sonido de un mensaje en el móvil me hizo abrir los ojos. Ya lo miraré más tarde y ella, medio dormida, me preguntó si tenía novio o algún amigo especial y dije que era publicidad de movistar, que solo me tenía a mi y me bastaba.
- Vamos a la cama, cariño.
La habitación tenía una terraza muy grande desde la que se veían las cuadras de los caballos y la sala de ensayos. A través de la ventana se veía una noche negra como suspiro de etiope. La cama grande y una mesilla con un flexo que encendimos. Mi lado siempre es el de la derecha. Quedarme en pantys y blusa camisera y ponerme a mirar la pared y echar de menos un espejo. Cuando me miro al espejo me siento acompañada y a veces me sonrío a mi misma y me parezco menos imperfecta. No hay espejo, ya digo.
- ¿No tienes ganas de hablar, cariño?
- No.
- ¿Estás cansada?
- Si.
- ¿Quieres dormir?
- Si.
- Que tengas felices sueños. Vigilaré para que nadie te haga daño ¿Te importa si te abrazo?
- No.
- Patricia.
- ¿Qué?
- ¿Sabes una cosa?
- No.
- Que me gustaría ser hombre para penetrarte y hacerte el amor toda la noche.
- Pero no lo eres. Hasta mañana.
- Hasta mañana cariño ¿Cuando te despiertes me puedes mirar a ver si tengo bultos en el pecho?
- Vale, pero ya te digo que no tienes nada, son aprensiones tuyas. Olvídate de ese tema y si dudas, vete al médico el lunes. Me gusta oír como llueve ¿No duermes?
- No. Tal vez contra la mañana. Mi insomnio me viene bien para pensar. El insomnio es tiempo que le robo a la muerte.
- ¿Piensas mucho en la muerte?
- Si, mucho. Por eso quiero quedarme preñada del hombre desconocido, para que mi hijo se quede con todo lo mío y me cuide hasta que me tenga que llevar a la residencia, si es que no me muero antes. Lo tengo todo pensado.
- Hasta mañana, Patro. Se me cierran los ojos.
- Hasta mañana preciosa. No te puedes ni imaginar lo bien que me siento a tu lado y tenerte abrazada y sentir en mis piernas el tacto de tus pantys me está volviendo loca.
- Hasta mañana.
- ¿Sabes una cosa?
- ¿Qué pasa ahora?
- Que me gustaría que fueras hombre para que me penetraras.
- Se acabó la conversación. Estoy muerta de sueño, compréndelo.
- Comprendo que no todos somos iguales gracias a dios. Hasta mañana, cariño. Hasta mañana, cariño. Ni puñetero caso, está dormida. Hay dos clases de personas: las normales y las que padecemos de insomnio. Había una vez un circo... me cachis en la mar.

jueves, 14 de enero de 2010

XVI.- Me tendrás si es necesario.

El último tramo, hasta llegar a la casa, aún nos costó un buen rato, pero tuvimos la suerte de que dejó de nevar y aunque hacía frío, ya no era tan intenso. Tanto mi amiga como yo, llevábamos los pies empapados y menos mal que los impermeables nos protegían y el resto de la ropa estaba seca. Eso si, estábamos reventadas. Cada poco percibía la sensación de que alguien llamaba con insistencia, como si un ser invisible se diera cuenta de nuestra situación desorientada y comprometida y me parecía que con su magnética llamada, quisiera guiarnos como faro de puerto de mar, hasta la cancela de la casa.
- Patro ¿Oyes algo?
- ¿Qué quieres que oiga, cariño? Aquí no hay lobos ¿Por qué lo dices?
- Por nada, por nada. Tonterías mías.
Con muchísimas dificultades llegamos a la casa y al tocar el pulsador del interfono de la puerta, Chema se sorprendió de que fuéramos nosotras a esas horas. Nos abrieron y salieron a recibirnos su mujer y él diciendo que estaban completamente dormidos, que era muy tarde.
Ni Patro ni yo habíamos querido mirar el reloj porque nos parecía que saber el tiempo que nos costaba llegar, nos haría sentir una angustia añadida a nuestra situación tan desesperada. Eran las doce y media de la noche. Nos había costado recorrer dos escasos kilómetros casi tres horas y media. Afortunadamente ya estábamos en casa sanas y salvas.
Había brasas en la chimenea y nuestro anfitrión añadió buenos troncos de leña de encina. Antes de secarnos le dije a Chema que me gustaría ver los caballos.
- Perdona Patty, pero estas no son horas de andar viendo caballos.
- Tienes razón. Mañana los veré. - contesté resignada.
Qué bonito es ver nevar desde la ventana de la casa. Cuando era niña me quedaba fascinaba viendo cómo caían y caían los copos y ahora, después de esta experiencia, me he dado cuenta de lo poco que se de la vida y de las cosas que realmente pasan o pueden llegar a pasar. Mientras ponía a secar mis pies mojados, envueltos en los pantys negros, pensaba y pensaba y mi ojos, dios mío, mis ojos lloraban por mi hombre desconocido, por mi amor, no lloraban por mi, que aún soy muy joven, lloraban por el hombre que vive en la calle y que ya tiene más de cincuenta años y que tiene el pelo lleno de canas y me imagino lo que ese hombre ha podido sufrir para llegar a la situación en la que está y si yo he pasado por la muerte de mi padre, por la ruptura de un noviazgo, y ahora por la extenuante experiencia de la Harley Davison arrastrada entre la nevada más espesa y oscura que imaginarse pueda, cuánto será el sufrimiento acumulado por ese hombre que vive en la calle y no quiero imaginar dónde está el límite del sufrimiento soportable. Dios mío, dime que se encuentra bien.
Los dueños tienen confianza en Patro y le dejaron encargada de preparar algo de cena y dijeron que nos acostáramos en la habitación del piso de arriba, que había mantas y buena calefacción. Que estuviéramos tranquilas, que como mañana es domingo, podíamos aprovechar para pasar el día juntos, ensayar los nuevos temas, jugar con la nieve, pasear con los caballos... La vida sigue, estar tranquilas que todo se arreglará.
Entre las dos hicimos unas sopa ligera de sobre, calentísima, y unas tortillas francesas. Cenamos junto a la chimenea, tumbadas en la alfombra y las pieles de carnero, o de oveja, qué se yo, que por allí había. Tomamos vino, fumamos unos cigarrillos y escuchamos cómo el tiempo se había trastornado y ahora el cielo lloraba agua hielo y manchaba la pureza de la nieve.
Allí mismo nos quedamos dormidas y cuando desperté, Patro me peinaba el pelo con sus dedos y al sorprenderla, me miró a los ojos y casi llorando dijo que había sido muy valiente y que en vaya líos que me metía, que esta mañana, a las once y cuarto, te conocí y mira dónde te tengo metida, que es un desastre y que...
- ... a lo mejor tengo cáncer y me queda poco ¿Si encontramos al hombre, me querrás a mi también?
- No hables de cánceres, por favor. Sólo puedo quererle a Él. Me tendrás si es necesario para tenerle.

miércoles, 13 de enero de 2010

AVISO A NAVEGANTES

Agradezco mucho que me visiten y que me lean, los que lo hacen. Por casualidad he descubierto que alguien usa algunos de mis textos en sus blogs o páginas. Por favor, antes de hacerlo pedir permiso. No vale conque pongan que soy el autor. A todo buen padre le gusta saber por donde andan sus hijos. Es muy importante para mi que se respeten los derechos que como autor me corresponden. Es un favor que os pido y un aviso a navegantes sin consideración y respeto. Muchas gracias.

martes, 12 de enero de 2010

XV.- Una vez, nevaba y fui valiente.

Nunca antes había visto tan de cerca el miedo, ni tampoco la necesidad de sacar fuerzas de flaqueza para sobrevivir. La noche infernal de nieve y viento, había convertido la carretera nacional en intransitable por lo que no nos quedaba más remedio que regresar a la casa de los amigos de Patro.
Las únicas roderas que había marcadas, en el camino de vuelta eran las de nuestra Harley Davison pero en menos de cinco minutos habían quedado ocultas por la nieve. Sin casi visibilidad y muy despacio, las dos montadas en la moto, avanzábamos prácticamente a ciegas, sin casi referencia del camino. En pocos minutos la moto empezó a resbalar y era completamente imposible conducirla. Tuvimos que bajarnos y llevar la Harley, que pesa lo suyo, del manillar mi amiga y empujando de la parte trasera yo misma. Como mi calzado no era el adecuado, mientras más empujaba más me caía al suelo. Menos mal que la moto tenía bastante gasolina y buena batería.
No se muy bien como no nos quedamos completamente bloqueadas en medio de la noche y del camino o tal vez, de la cuneta. La nevada era tan intensa que casi se notaba como iba aumentando el grosor de la nieve y como las ruedas de la moto cada vez se hundían más y más nos costaba moverla.
Patro dijo que lo peor que podíamos hacer era quedarnos paradas, que había que moverse con la moto constantemente, que sólo hay dos kilómetros hasta la casa de Chema y su mujer y que si avanzábamos aunque solo fuera veinte metros a la hora, llegaría un momento en que el camino habría terminado y por fin llegaríamos a la meta. El problema era acertar con la ruta exacta a seguir, no desviarnos y que no fuéramos campo a través. Tomamos como referencia zarzas y junqueras, y por intuición, conseguíamos ir avanzando, muy lentamente, pero avanzando.
La luz de la moto no nos servía de mucho y la única calefacción que teníamos eran los tubos de escape en los que. cada unos metros de avanzaba, poníamos las manos, sobre todo yo que no llevaba guantes, para que no se nos congelaran las manos. Ninguna de las dos queríamos mirar el reloj, nuestra única idea firme era la de avanzar y avanzar, aunque fuera en dirección equivocada. En varias ocasiones la moto patinaba tanto que Patro no la podía dominar y se nos caía. Teníamos miedo de que se derramara la gasolina y menos mal que tuvimos la suerte de conservarla.
Después de un buen rato parecía que la intensidad de la nevada había bajado un poco y pudimos apoyar la moto sobre un pequeño árbol. Patro me pidió un cigarrillo y a duras penas pudimos encender el de ella y el mío. Las cerillas se me apagaban nada más encender. Mi amiga, que había sido una buena fumadora, y que tenía mucha más habilidad que yo para todo, consiguió encender su pitillo y con el suyo encendí el mío. Fumamos una caladas bien profundas y con el casco en la mano nos mirábamos sin decir nada. Cuando terminamos de fumar y habíamos recuperado un poco de energía, Patro dijo algo que no se me olvidará mientas sea Patricia:
- Vamos, compañera, con dos cojones. Empuja por detrás que yo tiro desde el manillar. De esta salimos por la madre que me parió. Me cago en todo lo que se menea.
Me dio la risa y aunque no era el momento, escupí en mis manos, como hacen los jornaleros, saqué fuerzas de no se donde, el caso es que conseguimos avanzar un buen trecho hasta que una especie de cuesta nos obligaba a duplicar el esfuerzo para avanzar mucho menos y fue entonces cuando Patro se puso a gritar de alegría: “Lo hemos conseguido, lo hemos conseguido. Este es el repecho del puente antes de llegar a la casa“.
- ¿Otro cigarro, Patro?
- Ni se pregunta. Pásamelo, preciosa y las cerillas, que las gastas y no encendemos. Cuando pasemos esta pequeña cuesta veremos la valla de La Colonia, como la llaman estos. La cancela del medio es la de Chema. Nos orientamos por las luces ¿Te parece bien, cariño?
- Claro que si. Lo que tu hagas bien hecho está, como decía mi padre que en paz descanse.
- Ayúdame empujando recta que si no, me tuerces y se me cae la moto.
A pesar del frío tan intenso estábamos las dos sudando. Menos mal que iba dejando de nevar e incluso clareaba un poco. El caso es que superamos el repecho del puente y esperábamos encontrar las luces de las tres casas y allí no había nada. Nos habíamos perdido. La nevada era de unos veinte centímetros y no sabíamos qué hacer. De forma consciente nos habíamos propuesto salir del apuro sin pedir ayuda a nadie y no nos quedaba más remedio que llamar a alguien que nos pudiera sacar del atolladero helado.
- Me duele tener que pedir ayuda, pero no queda otra. Es posible que hayamos avanzado en dirección a Paracuellos en vez de en dirección a Algete. Vete a saber. Llamaré a Chema a ver si nos puede venir a buscar ¿Dónde le digo que estamos?
En ese momento percibí algo que me resultó familiar. Tardé segundos en procesar la sensación y en tener la certeza. Mi corazón me dio un vuelco tan grande que creí que me iba a morir en ese instante. Abracé, emocionada, a mi amiga y le dije que guardara el móvil. Que estábamos salvadas.
- Este es el camino, este es el puente y a unos cuarenta metros empieza la valla. Vamos compañera, que lo hemos conseguido.
- ¿Cómo lo sabes si no se ve ni un burro a tres pasos?
- Empuja, tira de la moto con todas tus fuerzas. Empuja, que tenemos derecho a un milagro y lo hemos tenido.
La nieve en la noche, relucía y caían grandes y hermosos copos como si fueran pétalos puros, alma de perla, y mis lágrimas fueron de alegría porque, una vez, nevaba y fui valiente. Si, me acordé de Él.

domingo, 10 de enero de 2010

XIV.- Me Sangran los sentidos.

La selección natural de las especies se manifiesta, una vez más, en la reunión entre todos los que estamos juntos. La superficialidad de lo cotidiano, de lo que parece anodino y sin importancia, si profundizo, me doy cuenta de que Elizabeth, por alguna misteriosa circunstancia se acerca a mi y yo, por el hecho de que esté embarazada, supongo, lo percibo como de lo más natural. Al fin y al cabo los hombres están con sus parejas y aunque no lo estuvieran, no siento que pudiera congeniar con ninguno.
Como se sabe, cada día fuma menos gente y para mi propósito de aprender a fumar y hacerme fumadora, no por vicio como ya dije, solo por tener un pretexto para pensar más aún en el dueño de mi corazón, no es fácil encontrar quién te de fuego, cuando lo necesitas y menos que alguien te acompañe a compartir el momento fumador. Así que encontré de lo más natural que Elizabeth me pidiera que saliéramos al porche y sentarnos a fumar un cigarrillo juntas.
- Me joden alguna personas y sus comentarios fuera de tono. No me gustan los chistes fáciles, ni que se pongan a hablar de política. Cada uno sabe de qué pie cojea el otro y si se pican, al final, salen tarifando. Menos mal que recurren a la música. Mi marido sólo piensa en su instrumento y bien que lo maneja, que me parece mentira lo que ha progresado en tan poco tiempo. Me jode que la lagarta esa no le deje ni a sol ni a sombra ¿Te fijaste cómo le mira?
- No sé de quién me hablas. Pero sea quien sea, no te hagas mala sangre, en tu estado no te viene bien disgustarte ¿Qué tal fumo? - y diciendo esto chupé una buena calada y expulsé el humo, sin toser, mientras esperaba su respuesta
- Muy bien, como no sabes, resulta gracioso ver que eres novata ¿Vendrás mañana?
- No creo, ¿Por qué lo preguntas, Elizabeth?
- Porque si vienes mañana te cuento más cosas y si hace buen día, vamos solas hasta el río. Me gusta conocer gente nueva y me encantaría conocerte mejor. Aunque no te lo creas entre la niña, el embarazo, mi marido y millones de personas más con las que estuviera, seguiría sintiendo una inmensa soledad. Una losa me aplasta y tengo que cuidar de no hundirme. Si puedes, ven.
- No creo que deba venir si no me invitan y mucho menos si no viene Patro.
- ¿Tienes correo o móvil, una tarjeta, algo donde pueda comunicarme contigo?
- Te daré una tarjeta del trabajo, que es mi casa, y ahí lo tienes todo.
- Gracias Patty, por favor, no comentes con nadie lo que hablemos, ni a Patro ni a nadie ¿Puedo confiar en ti?
- Claro que si, tranquila. Escríbeme correos o llama al móvil cuando quieras. Si puedo te contesto ¿Te has dado cuenta? ¡Está nevando ahí fuera! ¿Te imaginas el frío que estarán pasando las personas que viven en la calle?
- Ya te digo, pobre gente. Chicos, que está nevando a todo nevar. - Avisó Elizabeth.
Salieron en trompa, tanto niños como mayores y desde el porche se hicieron de cruces al ver que la noche se había quedado blanca, en calma, fría y sin visibilidad. La nevada era tan intensa y los copos tan grandes que en cosa de minutos se cubrieron de nieve las motos aparcadas en el jardín.
Los que viven en Algete y Fuente del Saz salieron sin pensarlo dos veces y nosotras nos pusimos los impermeables y casi sin despedirnos salimos despacito. La nieve se le pegaba al casco de la motorista, Patro, y yo se la quitaba con las manos. Despacio llegamos a la carretera de Burgos y unos guardias nos aconsejaron que diéramos la vuelta. Imposible llegar en coche hasta Alcobendas sin cadenas y para las motos totalmente prohibido.
Una alegría interior me invadía ¿Me gustan las experiencias extremas? ¿Soy feliz porque nieva y la nieve me tapa hasta el pensamiento o por la inmensidad de la belleza del paisaje completamente nevado? ¿Dónde quedaste atrapado amor mío? ¿Por qué me sangran los sentidos y me siento confortada?

XIII.- Iré mi amor, iré.

Toda mi vida he sido de ciudad ya que nunca he vivido en el campo casi ni de visita. Cuando empecé a crecer estuve en varios campamentos y algunas veces he ido de acampada pero siempre me pasaba algo. O me picaba una avispa, o casi me ahogo en el río, o me caía de la bici por los caminos, o me tenían que poner bajo la sombra de las encinas para que no me diera una insolación, o cosas así. El caso es que, aunque adoro la naturaleza, nunca he tenido una verdadera motivación o alguien que me hiciera disfrutar de los ríos, de los sembrados, o de los pinares, por ejemplo.
La visita con Patro a la casa de campo de sus amigos me estaba abriendo nuevos horizontes a infinitas cosas. Me encantan los caballos y ahora he podido comprobar que se me podría dar bien cuidar de mi caballo, si lo tuviera, e incluso podría atreverme a montar. Entre pensamiento y pensamiento se me ha ocurrido que algún día podría tener una casa como la de estos amigos de Patro e incluir algunos animales, como un caballo, perros , gatos y gallinas. Aún no he cumplido los veintiseis y creo que hay tiempo para todo en la vida si tengo la suerte de ir sobreviviendo. Prefiero soñar con un caballo propio a pensar en que me voy a morir hoy o mañana. El potro de nombre “Distinto” me da qué pensar. Es tanta su hermosura y me mira con esos ojos... Si me dijeran: ¿Qué animal te gustaría ser? Respondería: yegua. Ser la hembra de un precioso caballo y tener un potrillo cada poco. Lo digo con todo mi corazón.
En cuanto a la música... No he pasado de los Cuarenta Principales y ahora descubro el Jazz, así con mayúscula y además, he tenido el privilegio de ver de cerca cómo se cocina, como se guisa y como se disfruta. He comprobado la fascinación que algunas personas tienen por su instrumento y cómo se plantean, como uno de sus objetivos en la vida, aprender a dominarlo, en hacerse músicos, y eso me parece envidiable. Si me preguntaran: ¿Qué instrumento te gustaría tocar? No sabría qué responder porque me parece algo imposible. Tal vez diría: La pandereta y me equivocaría, porque la percusión y sus variables son tan complejas como las de cualquier otro instrumento. Creo que en la música sólo puedo pensar como oyente. Ya está: seré una gran oyente. Será lo mejor.
Dentro de la casa, los niños se acercaban a mi y me preguntaban que como me llamo y que si tengo marido. Que si voy a volver, que si me dejaré el pelo tan largo como para que llegue al trasero. Cosas así. Realmente he tenido pocas experiencias con niños y me sorprendía su interés por mi y sus preguntas tan inocentes pero, a la vez, tan espontáneas y sinceras.
Patro me acompañaba siempre y me preguntaba cosas cómo que qué me había parecido la sorpresa, que si estaba contenta, que si me sentía a gusto.
- Tenemos que ir despidiéndonos. A las once, como mucho, regresamos a casa ¿Te parece bien cariño?
- Claro, Patro. Cuando tu digas. Me siento muy a gusto pero eres tu la que decides.
En la casa todos me animaban a volver más veces, me invitaban a próximas barbacoas, a montar a caballo, a asistir a sus ensayos, a unirme al grupo como una más, independiente de mi amiga Patro.
Entre todos dispusimos una mesa bien larga con platos de comida y varias botellas de vino y refrescos. Allí no faltaba de nada. Todos se reían y hablaban de sus cosas y yo, como era la nueva, me limitaba a estar y poco más. Como debe pasar siempre cuando se está así, entre un grupo de gente, se nota bien quien te cae mejor y quien te cae peor. Como ya dije, las mujeres me observaban como con lupa y de todas ellas la que me inspiraba mas confianza era Elizabeth, la que estaba embarazada. Me sentía a gusto con ella y al azar nos pusimos juntas en la mesa a la comida. Frente a nosotras estaba su marido y en la misma cabecera Chema, el dueño de la casa.
- A Patry que no le falte de nada. - Dijo Chema y mirándome a los ojos, como con doble sentido, añadió: Si hay algo que te gustaría, pídelo.
- Eso, que lo pida. Que no sea tímida. Aquí tenemos de todo. Fijaros que tenemos hasta buen chorizo de León.
Todos se reían y se reían y las mujeres comentaban que lo hombres siempre pensando en lo mismo, que se les va la fuerza por la boca. Cosas así y a las que yo no estoy muy acostumbrada.
Elizabeth, casi al oído, me dijo que no hiciera caso de los cometarios machistas, que yo a mi bola. Que comiera y bebiera y procurara solo una cosa: estar a gusto. Si no lo haces así, te volverán loca.
Cuando terminamos de cenar, Patro se acercó a mi y me preguntó:
- ¿Te has acordado de el hombre desconocido desde que llegamos? Me cogió de la mano y me miró a los ojos como solo ella sabía hacer y me puso su mano en mi pecho: Responde con el corazón ¿Has pensado en él?
- Si, cada instante. Si dejara de pensar en Él, me moriría, te lo juro por lo más sagrado.
- ¿Y en mi has pensado?
- ¿En ti? No necesito pensar porque te tengo conmigo. Me preguntó una de las mujeres que si tu y yo somos pareja.
- ¿Que respondiste?
- Que no soy lesbiana, que nos conocimos esta mañana en el Super Mercado y que nos hicimos amigas. Todos creen que nos conocemos desde hace años.
- Eso es maravilloso ¿Verdad que si?
- Lo es. Te tengo que contar una historia del potro de tus amigos.
- En casa, cuando regresemos ¿Te parece bien, cariño?
- Si.
- Brindamos por nuestra nueva amiga: Patty y por Patro, por haberla traído, por sus lecciones magistrales. Por ellas, por Miles Davis, por Art Blakey y por todos nosotros. Feliz año y a disfrutar de la vida todo lo que se pueda.
Me emocioné y sólo pude responder un gracias, muchas gracias, muy compungida. Algunos de los hombres me miraban excesivamente y me gustaba. Me gustan lo hombres, me decía y me siento muy halagada que estén tan pendientes de mi pero mis pensamientos solo caminan en una dirección y se juntan con los de mi hombre desconocido como se unen, magnéticamente, las corrientes de agua para ser una sola.
Mi hombre es una corriente cristalina que me reclama, que me grita que vaya a estar con Él. Iré mi amor, iré.

viernes, 8 de enero de 2010

XII.- Me oceanea el alma de amor.

Es difícil mantener el ánimo intacto para permanecer durante tiempo mezclada en un grupo nuevo de personas, entre las cuales, durante un periodo sin determinar, seré la nueva, la extraña, la visitante, la amiga de la otra, pero que, por mi misma esencia y forma de ser, tardaré en llegar a ser admitida de pleno, como una más, entre todos ellos. Nunca se sabe lo que depara el porvenir.
Chema y su mujer, tal vez por el hecho de ser los dueños de la casa, se mostraban atentos y generosos ofreciéndome su hospitalidad. Pero necesitaba la presencia y el contacto con Patro, la amiga nueva, que había sido la que me había traído a este paradisíaco lugar.
Para finalizar los ensayos, el grupo hizo un repaso rápido por los temas ya consolidados de su repertorio. Comentaban que dominando, con la mayor perfección posible, quince temas a razón de ocho o diez minutos de media por tema, tendrían suficiente para cualquier actuación en público y que, no obstante, el objetivo era que en dos semanas más hayan podido completar la preparación de veinte por lo menos. A partir de ahí todo sería más fácil ya que solamente sería cuestión de perseverancia y de pulir y pulir los detalles para que cada una de las versiones fueran perfectas a base de repetir y repetir, como digo. Cada uno sabe de sus limitaciones y es su obligación mejorar y mejorar, se dicen.
Patro se ayudaba de un cuaderno, tamaño folio, en el que iba dando las pautas de cada canción con gráficos, esquemas y otros dibujos explicativos. Ponía ejemplos que podían hacer entender el mensaje autentico de cada tema ya que, como se sabe, cada una de las notas ha sido previamente compuesta para formar un todo que implica un mensaje concreto, recogido a su vez, en un poema, en un relato o en un cuento, es decir: un argumento. El jazz como tal, tiene la ventaja de la posibilidad de improvisación, pero siempre bajo un leit motiv concreto del que no se puede, ni se debe, salir.
Los músicos estaban bastante bien compenetrados y habían conseguido definir un estilo propio, un sello particular, una forma de ser en conjunto, que les caracterizaba y el cual trataban de potenciar. Querían sonar a como eran ellos. Querían sonar a The Tunisia Group y que al escucharles se le reconociera su estilo, su marca de la casa.
Patro era bastante insistente en imponer disciplina y exigir muchas horas de ensayo en privado, cada uno con su instrumento. “No os pido virtuosismo, pero sí dominio del instrumento. Tenéis que trabajar más cada uno por si solo para poder aportarlo al grupo. Vuestro objetivo se divide en dos conceptos claros: Cada uno bueno en lo suyo y todos buenos con lo de todos. Trabajar solos para mejorar en grupo. Fin del ensayo. Cada día lo hacéis mejor y eso está pero que muy bien. Mañana más. Un aplauso para todos”.
Todos aplaudimos y las mujeres pidieron que antes de que bajaran del escenario, hicieran una especie de bis en homenaje a la invitada: Patty, o sea, a mi. Me quedé helada y los músicos asintieron. Era emocionante ver cómo se concentraban, en cosa de segundos, y ya sin partitura, empezó a sonar su tema preferido: “A night in Tunisia”.
Pascual, el último en llegar, tocaba la trompeta como los ángeles y los demás se lucieron a base de bien. No entiendo de música pero si de emociones y de sensibilidad ante la belleza y confieso que mis lagrimas fueron abundantes. Sonaron como profesionales y la carne se nos puso de gallina. El tema, que dura casi doce minutos, fue estirado hasta el cuarto de hora. Era impresionante ver cómo les caía el sudor y cómo sonreían, al terminar, satisfechos por el trabajo bien hecho.
Me sentí el centro de todas las miradas y al finalizar, Pascual me pasó una copia en un cedé de la actuación, ensayos incluidos.
Hay veces en las que una parece un árbol que eleva los brazos al cielo y que casi lo toca. Fui árbol cerca de las nubes gris oscuro y pensé que ÉL, el hombre desconocido, que me oceanea el alma de amor, no sabe lo mucho que nos queremos.

miércoles, 6 de enero de 2010

XI.- Ignoras la malicia.

Sentada en un sillón de tresillo, observaba los movimientos de cada de una de las personas de grupo. Me sorprendía la capacidad de liderazgo de Patro y su dominio de la música de jazz. Parecía ser la asesora musical, o la directora. Los músicos no eran profesionales y ensayaban dos veces por semana. Empezaban a dar conciertos en circuitos culturales y preparaban una presentación oficial, como grupo, en la Sala Clamores o en Segundo Jazz.
El más gracioso, por lo simpático y extrovertido era Chema, el batería, y dueño de la casa. Luego estaban: Álvaro al bajo, Julián, al que llamaban El Juli, en la guitarra, Oscar al piano y Luismi a los saxos y flauta. Algunos de ellos habían tocado en grupos de rock o de pop y llevaban poco tiempo en el mundo del jazz. El caso más curioso era el de Chema que sin estudios de música y sin otra motivación que su amor al jazz, un buen día, animado por sus amigos, se compró una batería de segunda mano y después de tres meses de clases con el batería de los Saratoga, se decidió a participar y crear el grupo y establecer como sala de ensayo y sede central, su cuadra de vacas, reconvertida en casi un salón de baile con escenario y mesa de mezclas para grabaciones domésticas.
Ese tipo de experiencias me parecían muy enriquecedoras y me llenaban de envidia y admiración. Hay que pensar que todos ellos tienen sus trabajos y todo su ocio y tiempo libre lo dedican al grupo y a la música. Como acababa de llegar me sentía un poco intimidada y aún fría entre tanto desconocido.
Susana la mujer de Chema y anfitriona me invitó a que acompañara a las tres mujeres, que iban a encerrar a los caballos.
En los jardines jugaban un par de gatos, tres perros enormes, que guardaban la casa mientras los dueños estaban en el trabajo, y cinco o seis gallinas. Las tres mujeres iban en animada conversación y la que estaba embarazada, Elizabeth, hablaba por los codos. Decía que iba a aprovechar para fumar un cigarrillo ahora que su marido, Oscar, no la ve. Comentaba que el médico le dijo que no importaba que fumara un poco. Que al feto le perjudicaba más el estrés y los nervios posibles de la madre, que un cigarrillo de más o de menos. En definitiva: que fumara lo menos posible y que no importaba si de vez en cuando, para calmar la probable ansiedad, fumaba un cigarrillo.
Elizabeth daba la sensación de no ser muy feliz en su relación con su esposo y dejaba caer algunas insinuaciones que yo no entendía muy bien porque acababa de llegar y no sabía nada de la historia de ella ni la de nadie. Su niña, la que jugaba con el osito, es muy pequeña y Elizabeth comentaba que por ella no habría tenido otro hijo tan pronto. “Oscar tiene vocación de padre de numerosos hijos”, comentó. Esa frase me rondó más segundos de los normales por mi mente.
Los caballos resultaron ser un caballo, una yegua y un potrillo de meses. Como soy tan inocente, ignorante más bien, se me ocurrió preguntar que si el potrillo es hijo de los dos. Todas se rieron de mi y aclararon que el caballo estaba castrado y que tuvieron que llevar a la yegua a que la cubriera un semental. Menos mal que no les pregunté mi duda: ¿qué quiere decir que “la cubriera“? Poco después entendí, por deducciones mías, sin que me ayudara nadie, que quería decir que el caballo semental follaba con la yegua y la dejaba preñada. Tengo que ser más rápida. Esta gente se da cuenta de todo. No pecar ni de demasiado lista ni demasiado tonta. Ojo al dato, me decía mientras de la mano de un ramal llevaba al potrillo, que como un corderito me seguía. Comentó Susana que se me daban bien los animales y que si me animaba me vendían y criaban el potrillo. La verdad es que me sorprendía la docilidad para conmigo de tan precioso y tierno animal. La tercera mujer, que hablaba poco pero cuando lo hacía pinchaba duro, dijo: como eres más joven que nosotras te quiere a ti y añadió: si es que la sangre es la sangre. Enseguida saltó Susana diciendo eso tan rutilante de que la jodienda no tiene enmienda. No entendí muy bien por qué lo relacionaban a que el potrillo se viniera, tan dócil y cariñoso, conmigo. No sé.
Cada uno de los episodios de la vida, por muy elementales y cotidianos que pueda parecernos, tiene su importancia. Cada detalle, por nimio que parezca, forma parte del gramaje del puzzle de nuestra existencia. Por eso hay que estar siempre con el ojo avizor, cuidado con qué dices, qué haces, qué miras. Tus actos te delatan y me sentía observada con lupa por aquellas tres mujeres. Me daba miedo Socorro, la más callada y puñetera, por decirlo suave.
En el establo me enseñaron a poner el pienso en el pesebre del potrillo. Al despedirnos de los animales, en señal de agradecimiento pasé la mano por el lomo del potrillo y el animal hizo como un estremecimiento y movía el rabo como de contento.
- No hay duda, se ha enamorado de ti. Debe influir tu pelo tan negro y tan largo. Tal vez su padre es negro y tiene la crin parecida a tu pelo. Sería curioso que coincidiera, comentó Socorro, la lista.
- El que lo sabe es Chema. Se lo preguntaremos cuando terminen de ensayar.
- Es que Patricia es muy guapa y eso atrae a los machos. Ya podemos tener cuidado con ella. Es broma mujer.
- Yo no me veo tan guapa. Soy normal, del montón. Como vosotras, vaya.
Y todas nos echamos a reír y mientras cerrábamos las puertas de la cuadra se me ocurrió decir: Adiós amor, que pases buena noche. Te inventaré un nombre distinto a todos. Te llamaré “Distinto” porque eres puro en tus sentidos y sentimientos. Eres bueno y confiado porque ignoras la malicia. Duerme y sueña “Distinto” mío.

martes, 5 de enero de 2010

X..- The Tunicia Group.

Los enigmas de la mente, los misteriosos recodos con que se adornan los pensamientos, las infinitas posibilidades que me ofrece la vida real, no son comparables con la inmensidad del sentimiento profundo, como un abismo, que siento por el hombre desconocido. No existe lógica que justifique la aparente locura de amar, tan profunda y sinceramente, como amo a esa persona que yo vi, triste y desolado, deambular por la avenida y al que regale un paquete de tabaco, un Pall Mall rojo y que al recibirlo y decirme “gracias guapa”, taladró mi conciencia y habitó en los recónditos pliegues de mi alma, hasta la eternidad. El que ama necesita tener a su lado a su amor elegido y mi amor sé bien que es y será, para toda mi vida, el hombre desconocido. Puedo llegar a tener cientos de pretendientes, docenas de amantes, tres o cuatro novios y hasta un marido o dos en el resto de mi vida. Pero sé que únicamente amo y amaré a la persona que yo se que es Él.
Así pensaba cuando en el viaje a lomos de la Harley Davison de mi nueva amiga, Patro, nos dirigíamos, eufóricas, sobre todo yo ante la nueva y emocionante experiencia. Mi padre tuvo durante muchos años una Sangla de 250 cc. y la vendió el día después que en una caída, en el Paseo de Recoletos, se hizo un refregón en el codo y al llegar a casa, dijo que lo sentía mucho, pero que vendía la moto y que jamás volvería a montar en una y no prohibió, a mi hermana y a mi, pensar en motos y más aún, que montara en las de mi amigos.
Mi padre ya ha muerto y ahora pienso comprar una chopper Triumph de 500 cc, cuando el negocio me vaya lo suficientemente bien. La adrenalina, la emoción, las sensaciones recibidas en la moto, me hicieron renacer algunas sensaciones que han revolucionado, de forma sutil, algunas determinaciones de cara a mi futuro más inmediato. Me sentí tan feliz que nunca jamás olvidaré la experiencia.
Al llegar al kilómetro veintitrés, creo, nos desviamos por una carretera muy estrecha que daba a un camino sin asfaltar y al poco momento, nos encontramos con unos terrenos sembrados y en el centro, un pequeño bosque de chopos y dentro de ese pequeño bosque una verja de hierro que rodeaba a tres parcelas de casi una hectárea cada una, y en uno de ellos estaba la gran sorpresa.
Nos abrieron la cancela por la que llegar hasta las puertas del edificio de ladrillo visto, con arconadas y puertas de gran tamaño y claveteadas con similar diseño a las de los caserones castellanos. En el jardín que precede a la casa, había aparcadas otras siete u ocho Harley Davison y en una pequeña praderita pastaban tres caballos y un potrillo. Curiosamente dentro de la parcela y como para ocultar la propiedad edificada, centenarios pinos se izaban al cielo con majestuosa presencia. Las cónicas piñas que adornaban el suelo habían sido recogidas y ahora servían para animar y perfumar el fuego según se iba destilando la resina.
Al bajarnos de la moto mi amiga me abrazó y levantado la visera del casco me dijo al oído que me hiciera pasar por tío, que no me quitara el casco. Así lo hice y cuando los que estaban en la casa salieron, tan contentos a recibirnos, ella me presentó como su novio. Me abrazaba por la cintura y con el casco aún en la cabeza, yo hacía que le besaba. Todos se quedaron sorprendidos cuando, a cámara lenta, me fui despojando de mi máscara.
- Os presento a mi nueva amiga, Patricia. Una encantadora joven, artista de la decoración y las reformas. Si alguna vez hacéis obras en casa, no dejéis de llamarla. Es una intrépida nueva empresaria. Me imagino que habréis hecho los deberes. Vamos al grano y luego tendremos tiempo de comer y beber. Os traigo el arreglo para tres temas nuevos así que tenemos trabajo para hora y media.
Un grupo de niños jugaban a sus cosas, unos con el ordenador, otros con videoconsolas y una niña, muy pequeña, jugaba con su osito de peluche.
Los dueños de la casa, un matrimonio muy simpático, que tienen una pequeña cadena de restaurantes, enseguida me animaron a que no fuera tímida y a que me integrara en el grupo. Había otros seis hombres y tres mujeres, una de ellas embarazada de unos meses y todos en grupo, dejamos la casa principal y nos dirigimos a una construcción independiente. La mitad son las caballerizas para los caballos y la otra mitad, que en su tiempo había sido cuadra para vacas, ahora se había reconvertido en una sala enorme de ensayo. En un escenario, de medianas proporciones, estaban colocados los instrumentos musicales. En el centro una batería reluciente y preciosa. A la derecha tres bajos, uno clásico de jazz y otros dos, un Fender y otro sin marca. A la izquierda un piano eléctrico y sobre él un teclado Cassio RJ800. Cerca del piano dos guitarras eléctricas, una Fender y una Gibson de jazz. Por último, dos saxos y en el suelo, en su estuche, una flauta travesera. Todo el local, perfectamente decorado como si fuera un estudio de grabación. Posters, discos de vinilo, instrumentos fuera de uso y una máquina de discos, antigua, y funcionando, de los que se ponían en marcha con monedas. Quedé tan gratamente sorprendida que no podía por menos que sentir mis ojos a punto de la lágrima.
- Te has quedado paralizada. - Dijo Chema, el dueño de la casa- Tranquila somos todos muy normales y lo único que queremos es que te sientas a gusto. Ya nos irás conociendo.
- ¿Qué te parece la sorpresa?
- Qué me va a parecer, Patro. Que me he quedado de piedra y sin palabras.
- Pues tranquila. Dos horas de ensayo y dos horas de conversación y cena. Sobre las once estaremos de regreso. Se ha quedado buena tarde y verás como lo pasas bien.
Patro se subió al escenario y como uno de ellos, que no me acuerdo de su nombre, ya había encendido los amplificadores Marshall, con un micro en la mano probaba voces y dijo: Compañeros y amigos del grupo de muy próximos éxitos. Dos noticias: “The Tunicia Group“, o sea, nosotros, tiene cinco actuaciones confirmadas: dos a finales de Enero y tres en Febrero. La otra noticia: mi nueva amiga, la chica alta y morena que ha venido conmigo, Patricia, a partir de ahora pasa a llamarse Patty y se integrará como ayudante, aún no se sabe como, pero nos ayudará. Un beso para todos y empezamos con los ensayos. El primer tema es sencillo, Do - Fa- Sol- Do. Ok? Repito: Do - Fa - Sol - Do.
Percibí el aliento de la música en mi alma y un ligero estremecimiento me recorrió por la espalda. Cada día una sorpresa o, para mejor decir, cada día un milagro.

lunes, 4 de enero de 2010

IX..- Dios, dime que no moriré hoy.

Abro los ojos poco antes de que ella se despierte y me sorprendo mirándome en el espejo de la puerta del armario empotrado. Mi pelo casi me tapa la cara, y mis ojos están brillando. Aparto el edredón y la sábana y veo cómo mis senos desnudos forman dos oteros en mi pecho. Sonrío. Mis pantys negros, casi transparentes, destacan la curva de mis caderas, de mis muslos, de mis rodillas y de mis piernas. Los píes se desperezan y tratan de despegar los dedos, uno a uno. Si pudiera me besaría a mi misma... porque tengo que empezar a quererme más. Me observo el vientre y me lo imagino lleno del niño dentro y le quiero también.
Me levanto al baño y me visto para esperarla sentada en el sofá del salón. Quiero aprender a fumar y hacerme fumadora para tener algo en qué entretenerme mientras pienso si sigo pensando en Él o si, por contra, decido olvidarme y pasar página. En la mesa de centro hay un papel con una nota. No me resisto y leo: “Mamá píntame el pan de mermelada y miel que quiero comerme el mundo”. Es buena escritora, buena fotógrafa, buena conversadora, es guapa y rica, sin embargo, no parece muy feliz.
¿Qué le pasa a este puñetero mundo que sólo pare infelices? Está en el baño. Dentro de poco aparecerá ¿Qué me dirá cuando me vea vestida?
- No quisiste esperar a que me despertara. Estoy muy preocupada, Patricia.
- ¿Por qué?
- Me noto unos bultitos en un pecho.
- No será nada. Eso son aprensiones. No te preocupes.
- Me están creciendo. Desde que estuvo aquí el hombre desconocido me han crecido una talla por lo menos. Me encuentro rara.
- Vete al médico y que te hagan una mamografía. Pero no te preocupes eso suele ser cosa de las hormonas. Estarás ovulando.
- Iré después de Reyes. Voy a tocar mi media hora. Tengo que ensayar unas partituras.
Sentada al piano parece una profesional. Suena muy bien. Aunque no entiendo de música lo que escucho me parece muy bueno. Me acerco y admiro su destreza con el teclado. De vez en cuando corrige una nota en la partitura. Sigue tocando y no reconozco su música porque no es nada conocido, parece una composición suya.
Mientras toca, a veces, se concentra y cierra los ojos.
- Mira a ver si llueve, porfa. Esto lo tengo chupado.
- Ha dejado de llover y han desaparecido las nubes.
- No te pondrás el mono. Tal y como estás, irás bien. Llevaremos unos impermeables plegables por si a la vuelta llueve. En cinco minutos salimos ¿Quieres comer o beber algo?
- Sólo quiero fumar un cigarro ¿Puedo?
- Fumas en la cocina mientras coloco un poco.
- Te quedan muy bien esos pantalones negros de piel.
- Son los que uso para la moto. No sabes fumar. Déjame a mi. Chupas y succionas humo, lo retienes en la boca , aspiras y expulsas. Así. ¿Ves?
- Es que me da la tos.
- Sigue entrenando, poco a poco aprenderás.
- ¿Por qué no me lo habías dicho?
- Porque era un secreto. Al estar conmigo, en la cama, creí que era el momento de hacerte partícipe de mi secreto. No te tortures por ese hombre, ni por mi, ni por nadie. Recuerda: Si te hago daño arráncame.
No me lo podía creer. Me queda bien el casco de motorista. La poderosa Harley Davison, Patro se sienta y la arranca, su sonido es música y me entra como un temblor, carne de gallina. Ella tan de negro, con su casco también negro y yo allí de píe, esperando que me diera la señal. “Sube”. “Pon los píes aquí”. “Agarrate a mi bien fuerte”. “No tanto, no tanto”. “¿Preparada?”.
Salimos despacio, muy despacio, subimos la rampa del garaje y al poco, estábamos en la calle. El suelo ya seco y había muy poco tráfico. Dimos una vuelta por la Avenida, llegamos hasta la Glorieta de Atocha, yo agarrada como una lapa. No se veía a nadie. Dimos la vuelta mirando con detenimiento. Ni rastro del hombre desconocido. Emprendimos viaje por la M 30. “Tranquila, nunca llego a cien, ochenta, noventa y así”. “Patroooooo”. “¿Qué?” “Dale caña, esto es la ostia”. “Sabía que te gustaría. Al pasar Alcobendas llegaré a ciento veinte ¿Te parece?”. “Siiiiii, a ciento cincuenta, porfa”. “¿Dónde vamos, Patro?” “Sorpresa. Ya falta poco”. Mis manos desnudas sienten como la mano, con guante, de la motorista me aprieta ¿O es una caricia Se puso a ciento veinte y sentí volar mi espíritu y en ese justo momento toqué el cielo y fui muy feliz. Puse mi cabeza vestida de casco contra el casco de mi amiga y sentí un escalofrío. Dios, dime que no moriré hoy.

domingo, 3 de enero de 2010

VIII.- Los pantys.

Cuando era niña todos decían de mi que era muy responsable. No entendía lo que querían decir pero el que lo dijeran me llenaba de orgullo. La responsabilidad es una condición que, parece ser, siempre me ha acompañado. Los innumerables errores que he cometido en mi vida los he asumido con resignación y ánimo de no volver a caer en ellos. De mis aciertos no puedo hablar porque se resumen en uno: Estoy viva y sigo siendo responsable de lo que hago. Si en la moto tenemos un accidente y me muero, la culpa no habrá sido de nadie, ni tan siquiera mía, por eso asumo mi responsabilidad y acepto las consecuencias.
En esto pensaba mientras mi amiga me llevaba de la mano hasta su habitación y me iba hablando de mil y una cosas. Quiere pagar parte de la reforma en negro y que le transforme la habitación de matrimonio en una especie de loft, donde pueda tener el piano vertical de pared Yamaha, la mesa de despacho para el ordenador, su pantalla de plasma de 34” y el baño moderno. Lo tiene todo en mente y mientras se desnudaba hablaba de los hombres con carisma, con fuerza magnética, con vampírico poder de seducción, hablaba de hombres que han tenido varias mujeres y varios hijos con cada una de ellas y que muchas de esas mujeres eran amantes entre si. Que es una fantasía realizable con nuestro común amor, el hombre desconocido, señor Armando. Se puso la camiseta del pijama y se quedó en bragas. Abrió la ropa de la cama y se metió dentro. Yo permanecía de píe, observando cada detalle. El búcaro con una docena de claveles rojos y las fotos del matrimonio. Los espejos de los armarios y Patro dijo que me quitara los zapatos y me acostara a su lado.
La calefacción está alta y tengo calor. Me quito el jersey de pico y me quedo en blusa camisera. Al intentar acostarme con los tejanos puestos, me dice que me los quite y que entre dentro. Me quito los pantalones y se sorprende de mis pantys negros, nada más debajo, con filas de tréboles a lo largo de toda la pierna, entro en la cama y me pide que le mire a los ojos mientras me habla, como si hiciera falta que lo diga.
- La siesta siempre es de una hora. No hace falta que me despiertes. Mi reloj biológico funciona y comprobarás que justo después de una hora, sin despertador, abriré los ojos y me sentiré como nueva. No te he dicho que tienes un cuerpo de mujer calendario y una cara de anuncio de Loewe. El hombre desconocido será afortunado si te posee. Mi marido y yo queríamos tener niños y no pudo ser. Unos meses antes de su accidente nos sometimos a unas pruebas de fertilidad y teníamos cita para que me hicieran la inseminación, con su semen, unos días después de su accidente. Habíamos pensado en tener mellizos. Ahora a mis cuarenta y tres, menos tres meses, aún deseo ser madre y he pensado en quedarme preñada del hombre desconocido y que tu te quedes a la vez ¿Te imaginas qué felicidad tu y yo preñadas del mismo hombre y que todo sea a la vez? Tendrás una niña y yo un niño y cuando sean mayores, no sabrán que son hermanos y serán padres de una genial artista. La vida puede ser maravillosa si te la imaginas maravillosa. Me duermo cariño, eres hermosa como un arco iris y me gusta cómo hueles. Abrázame si lo deseas.
- No, mejor así.
- Pégate a mi y entrelaza tus piernas con los pantys en las mías, por favor.
- Eso si.
- El hombre desconocido estuvo aquí conmigo, en la cama, le dije que me penetrara si quería y no quiso. Le dije que me hiciera el amor y no quiso. Le lave la ropa, se la planché, le di de desayunar, de comer, de beber, se bañó, se afeitó, le corté los pelos de las orejas, y puse a su disposición mi casa, mi cuerpo y mi alma. Le dije que me había enamorado de él y me contestó que no quiere que nadie le ame, que todo lo que toca lo jode. Mientras dormí la siesta él me abrazó pero no quiso penetrarme ¿Te imaginas el sufrimiento? A las diez de la noche se fue limpio como el jaspe. Con la ropa lavada y planchada y dos bocadillos, uno de tortilla francesa y otro de queso. Me consiguió tres orgasmos con su boca y sus dedos y yo a él otro, inmenso, que tragué hasta la última gota ¿Comprendes ahora por qué siento lo que siento?
- ¿Por qué me tienes que hacer llorar a todas horas?
- Porque le quiero y quiero que tu me quieras. Pégate más, por favor. Tus pantys son maravillosos como tu.
Cuando se durmió me fijé en más detalles. La guitarra Gibson, acústica, en el rincón y en la mesilla dos álbumes de fotos. Sus fotos son originales, extrañas, y sorprendentes. Tienen Arte, mucho Arte. Me dormí pensando en mi embarazo ¿O lo soñé? Ya puedo tener cuidado con mis sueños no vaya a ser que se hagan realidad.