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domingo, 29 de noviembre de 2009

MINICUENTOS DE LLUVIA

I.-
El paraguas será tuyo pero la lluvia es de todos.

II.-
El niño jugaba en el salón con sus soldaditos y su tarzán. De repente empezó a llover. Las primeras gotas de lluvia se estrellaron contra los cristales y el niño se quedó embelesado mirando a la ventana.
- Mamá ¿Por qué cuando empieza a llover suena el tambor de la música en los cristales?

III.-
No me gusta nada ese color amarillo del cielo ni este olor a azufre.

IV.-
En los soportales de la Plaza Mayor nos refugiamos varios viandantes. Nos pilló de sorpresa el chaparrón. Me pediste fuego y así empezó una bonita historia con el que te dio el cigarro.

V.-
Se mojó tanto el traje que me invitaste a que pasara a tu tienda de ropa de mujer. Dijiste que me acercara más, que no tuviera miedo, que no me ibas a comer. Al poco rato olía a chamusquina. Se me secó el traje pero se me quemó el corazón

sábado, 28 de noviembre de 2009

MINICUENTOS DE NOCHE

I.-
Muchas noches se quedaba despierto para demostrarse a sí mismo que seguía vivo.

II.-
En el bar, la gente comentaba que por las noches pescan cangrejos en abundancia. Anoche me decidí a coger el farol e ir hasta el río y probar suerte. En las aguas cristalinas se reflejaba la luna. No quise romperla y después de unas horas regresé a casa confortado. No pesqué pero tuve compañía.

III.-
Al regresar a casa me preguntó el sereno que cómo me encontraba. Le miré fijamente y le contesté: Me encuentro por casualidad. De no ser por usted, señor sereno, me habría echado a perder.

IV.-
Una noche al cruzar una calle muy oscura, casi piso a un gato negro. Soñé que pisaba a un gato negro y al día siguiente en la calle había un cadáver de gato negro ¡Qué noches más negras!

V.-
Aquella noche no había bebido. Mucha luna en el cielo y mucha claridad en la calle. Al acercarme a la tapia vi dos sombras y sólo estaba yo. Supe que es cierto lo de los pelos de punta.

VII.-
No quería dejarse besar, no quería dejarme ver su reloj, no quería que mirara si sus ojos son verdes, no quería que le tocara la cadena de oro, no quería que le bajara la cremallera, no quería dejarme ver su sonrisa. Cuando dije que me iba, gritaba: “No me dejes sola que esta oscuridad me da miedo“. No quería irme, pero me fui.

VIII.-
Salimos del bar los tres juntos. Uno decía que tenia dos novias, el otro que tres ¿Cuántas novias tienes tu? ¿Yo? ¿Qué quiere decir tener novias?

IX.-
Una noche me puse a escribir y no se me ocurría nada. Venga a darle vueltas y más vueltas y no se me ocurría nada. Puse el IX.- en negrita y escribí: Una noche me puse a escribir y no se me ocurría nada. Venga a darle vueltas y más vueltas y no se me ocurría nada. Puse el IX.- en negrita y escribí: Una noche me puse a escribir y no se me ocurría nada. Venga a darle vueltas y más vueltas, hasta que descubrí que me había salido un mini cuento periódico puro.

X.-
Era muy guapa, pero que muy guapa. Bailaba pegada a mi como un guante. Sonriendo me dijo: ¿Vamos al parque y lo hacemos bajo la luna? Le contesté que en el parque no tendríamos orquesta. Cuando terminó la canción, sin tener un por qué, me dejó y se puso a bailar con otro. Hay cosas que no tienen explicación.

viernes, 27 de noviembre de 2009

EL BUSCADOR DE TRABAJO

Al caserío de un hacendado terrateniente llegó un hombre pidiendo trabajo.
- Le puedo servir como albañil, como carpintero, como pastor, como tractorista... Se hacer un poco de todo.
- No necesito a nadie. -dijo, con tono áspero, el dueño de la casa.
- Está bien, señor. Regresaré al pueblo y preguntaré en la casa de enfrente, la que está del otro lado del río.
- No te molestes, la casa de enfrente es de mi hermano y ese no tiene donde caerse muerto.
- Preguntaré de todos modos, tal vez me de trabajo aunque no me pague.
- Solo porque no trabajes para mi hermano, te contrato. Mañana iremos a la ciudad y compraremos alambre de espinos y maderas para cercar mi propiedad y separar claramente lo mío de lo de mi hermano. No quiero que sus ovejas crucen el río y entren a comer en mis praderas.
Al día siguiente, en la ciudad, compraron los materiales y el amo le dijo a su empleado: “Aquél que cruza la calle es mi hermano, pero no nos hablamos desde hace tiempo. Al repartir la herencia quería la mitad de todas las cosas y yo como soy el mayor tengo derecho a elegir, así que le tocó donde empieza lo malo del terreno. Se quería quedar en la casa y tampoco podía porque, como soy el mayor, tengo derecho a la casa de mis padres. Él se hizo una nueva que nunca termina, porque es un holgazán y un desgraciado, aunque esté mal decirlo de un hermano“.
- Pues así a la vista, parece buena persona. -comentó el empleado.
- No, si malo no es. Pero mejor no hablar con el que se siente ofendido. Mis padres lo dejaron escrito y eso va a misa. Si no está conforme que se joda.
Al día siguiente, el amo y el criado se fueron al campo a empezar la cerca.
- Como tengo mucho que hacer, te encargas de todo. Del río para acá mío, del río para allá del desgraciado de mi hermano. Quiero una valla, alta y tupida aunque tengamos que volver a comprar más material.
Al cabo de quince días el empleado le dijo al amo:
- He terminado el trabajo así que, págueme y me voy.
- Coge el caballo, que yo cogeré el mío y veremos cómo ha quedado tu trabajo.
Mientras iban cabalgando por el camino que les llevaba hasta la proximidad del río, el hombre que siempre busca trabajo, se puso a silbar.
- Pareces contento ¿Ya tienes otro trabajo?
- Si señor, he tenido la fortuna de ser contratado a partir de mañana. Espero que le guste lo que he hecho y que me pague en cuanto antes para irme a la ciudad a comprarme algo que siempre he querido.
- ¿Y qué es lo siempre has querido?
- Una armónica. He visto una armónica en el escaparate del Bazar y me gusta tanto, que hoy mismo la compraré. Cuando esté entre los riscos y en los bosques de espinos, me vendrá bien el sonido de mi armónica.
- ¿Dónde vas a trabajar, si se puede saber?
- Su hermano, mientras hacía la cerca que usted me encargó, me hablaba casi a voces, desde el otro lado del río. Me preguntaba por usted y le dije que tose de vez en cuando y que renquea un poco de la pierna derecha. Así que me contrató para que le ayude a restaurar y hacer más ancho el puente que usted mandó destruir poco después de que murieran sus padres.
- ¿Para qué quiere reconstruir el puente ese inútil?
- Dice su hermano que, como se llevan ocho años, es muy posible que usted caiga enfermo algún día y él podrá venir a atenderle. Con el puente hecho, podrán cruzar el río y ayudarse el uno al otro, aunque no se hablen.
El granjero del caserío se bajó del caballo y pidió a su empleado que le siguiera y se sentara junto a él a la sombra de una milenaria encina. Le ofreció un cigarrillo y dijo:
- Te diré algo: Mi hermano es buena persona como tú dijiste cuándo te señalé quién era. Mi padre tenía una buena colección de armónicas y te la regalo. Mañana iré contigo a hablar con mi hermano y una vez que hayas destruido la valla que has hecho durante quince días, empezaremos los tres ha rehacer el puente que nunca debí destruir. Entre mi hermano y yo te daremos trabajo y cobijo para toda tu vida. Puedes traer a tu mujer e hijos y vivir con nosotros. Me has dado una lección que nunca olvidaré. Por cierto ¿Cómo te llamas?
- Abel, me llamo Abel y no tengo familia, ni a nadie.

jueves, 26 de noviembre de 2009

MINICUENTOS DE TREN

I
En la estación de tren un hombre esperaba a nadie. Como nadie nunca llegaba, cada día iba a la estación. Le preguntaron: ¿A quién espera? A nadie, contestó. Un día el hombre no estaba para nadie y se quedó en casa.

II
Un viajero que hacía el mismo trayecto en el tren todos los días, se fijó en que una señorita muy guapa bajaba en la estación, se besaba apasionadamente con un hombre, con sombrero, que le esperaba en el andén y volvía a subir a su vagón para continuar viaje. Al viajero le hacía ilusión comprobar cómo, diariamente, la guapa señorita se besaba con el hombre con sombrero. Pasado un breve tiempo la mujer no estaba en el tren y el hombre con sombrero esperaba en el andén fumando un cigarrillo y otro y otro. El tren emprendía el viaje y el hombre se iba. Pasados unos cuantos días, el viajero comprobó que el hombre con sombrero ya no esperaba en el andén. Al viajero le escoció su soledad y al llegar a su destino se compró un sombrero.

III
Todos los días, a la misma hora, cogía el metro para ir a su trabajo. Una vez, por cortesía, dejó su asiento a una joven embarazada. Será niña, señora. Ya veremos, contestó ella. Pasados unos años aquella señora llegó a ser la suegra del viajero que cogía el metro a la misma hora para ir a su trabajo.

miércoles, 25 de noviembre de 2009

MINICUENTOS MÍOS MENOS UNO.

Hace días que llueve a cántaros y la gata se comió el último grillo que nos mantenía despiertos.
María Soledad Uranga.

Una se hizo pasar por Otra. Otra me pareció tan maravillosa que Una terminó teniendo celos de la otra.

En el suelo, pisoteada, una carta. La carta decía: “Si contestas, te amaré toda mi vida“. Imposible identificar su remite.

De entre todas destacaba ella. Destacaba tanto, pero tanto, que la dejé pasar. Que llegue si quiere. No habrá nadie.

En la senda se notaban pisadas de zapatillas de chica. Me fue imposible alcanzarla. Serán de ayer, dije.

Tenía tanto pelo y tan abundante, que le tapaba la cara. Mejor así, seguro que es preciosa.

martes, 24 de noviembre de 2009

LA HERMOSURA DE NO TENERTE

Llego tan cansada que me adormece respirar
y la penumbra de la sala me desmaya y aletarga.
Abierta la blusa, los zapatos por el pasillo,
me acuesto sobre la colcha, muerta de vivir,
esparcida por el espacio del sueño que me viene.

La falda aprieta las costuras del alma y me dejo llevar...
para ser desnuda mujer ante ti, que esperas agazapado
en el punto infinito donde te imagino, excelso y dueño.
Cierro los ojos y me abro diluida en hilo imaginario
al que te atas para deslizarte hasta lo profundo.

Y entras, poderoso y certero, héroe legendario
que cabalga estepas y bosques de elfos y arlequines.
El gran poder que ejerces sobre mi voluntad estremece
y me valgo de tus cabellos para asirme a tu poderío.
No es sueño esta realidad de sobresaltos que desborda.

La iluminación interna de mis entrañas hace que me vea
totalmente pertenecida por tu masculino poder que penetra.
El satén de mis interiores adorna mi sonrosada intimidad
y me arrodillo y suplico que no demores la solicitud
que imploro. No castigues más mi necesidad de ser espuma.

Al deslizarme, abrazo la almohada, excedida,
siento que eres hermoso y te pongo entre mis piernas
para cabalgarte como intrépida amazona
y mi senos sienten y mi abismo se abre y... grito.
El espejo atestigua la imagen de extrema hermosura.

Cíclope que me restableces y al cabo... vuelo...
sin alas, por el infinito camino entreabro la boca
y espero beber la esencia que me lleve a la resurrección.
Amanece, estoy totalmente bañada en sudor, sal de mar,
y confortada, me siento tan viva, que duele haber despertado.

En la calle, griterío de chiquillos, y el brillo del sol
me despereza y observo mi cuerpo húmedo y brillante.
Almohada en el suelo con nubes como mapas de África
y noto, abierta de par en par, la posibilidad de tenerte
en nueva batalla que permita ansia de esperarte.

Y sin embargo... eres hermoso, porque no te tengo.

lunes, 23 de noviembre de 2009

LA ANIMADORA

El día de la fiesta de mi pueblo, después de salir de Misa, mi padre llegó a casa entusiasmado con la noticia de que la orquesta, que tocaba todos los años en la Plaza, traía la novedad de una animadora.

- ¿Qué es una animadora, papá? pregunté intrigado e inocente.
- La verás ésta noche en la verbena.

Mi padre no paraba de hablar de aquel misterio y mi madre, mientras comíamos, decía que ya estaba bien de tanta vuelta con la dichosa animadora, que como si no hubiera más cosas en la vida.

La animadora era una señorita muy guapa y elegante, que vestía un vestido escotado que brillaba y de forma especial de colocarse ante la orquesta con aquel micrófono y aquella pose tan... espectacular, cantando perfectamente las canciones de moda.

Algunas veces, con voz de terciopelo y mil matices de simpatía y encanto, decía:

- "Muchas gracias por sus cálidos aplausos. A continuación pasamos a interpretar la bonita canción que lleva por título "La bambola", de Patty Bravo".

Aquella animadora fue un verdadero impacto para mi tierno corazón, un descubrimiento de la belleza y elegancia de las mujeres con las que soñar y de la música con la que poner banda sonora a mi desbordada imaginación.

Va pasando el tiempo y aún sigo buscando, por lo empedrados y tortuosos caminos de la existencia, a la animadora que llene de serenidad y entusiasmo mi atormentada y puta vida.

(ejercicio de escritura automática)

domingo, 22 de noviembre de 2009

MI CENIZA SE VUELVE ESPUMA

“Cada uno de los agujeros por los que me
desangro me los hizo él con un beso“.
ELIZABETH SMARTH
I.- Lectura en el oasis con noria.

Sentada a la sombra de la palmera,
junto al pozo del que riega la noria,
leo un libro de poemas como dátiles.
Cuando llegue el agua al fin del surco,
soñaré en jergón de hojas de mazorca.

El velo me protege de miradas y del sol,
que abrasa la piel y sólo quedan ojos
que lo miran todo, que lo ven todo.
Buscar la luz, incluso en lo oscuro.

En la casa de tapiales ocres y patios,
me baño en agua tibia de tulipanes
y cepillo mi pelo como cola de caballo.
Romper con todo, partir con lo puesto
y viajar al encuentro con él, que escribe.

II.- Sentada en el café del puerto.
Nadie le conoce, nadie sabe quién es
y sentada en el borde, lloro impotencia.
En mi corazón vibran hilos de seda
esperando que las sombras sean noche.
Si no llega, me refugio en otro abrazo.

Soy mujer nacida en la polvareda
del camino pedregoso, arado roto
que rotura planicies de piedras.
Soy espuma que se queda en nada.

Llega el que escribe, como ángel,
me abre puertas de paraísos
y me transporta a la dulce entrega,
absoluta, eterna dulzura, y permito,
subyugada, hasta lo más primitivo.

III.- Y la nave llega al mar.

Se nace a la vida a la vez que a la muerte,
que habita dentro, como el hijo que viene.
Soy sangre de la sangre que mama,
que respira hondo cuando suspiro.
El hombre de versos dona simiente.

Amar así, es amar al hombre amado,
aunque no brillen gotas de perfección,
sólo con el roce de la palabra y el tacto,
me enhebra a su costura y me revive.

Alguien se encargará del epitafio:
“Aquí, la que no murió del todo”.
El fin de cualquier tránsito es el mar
donde pueda amarle después de muerta
y notar cómo mi ceniza se vuelve espuma.

viernes, 20 de noviembre de 2009

LA CLARIDAD DE LO OSCURO

Me he convertido en dócil pastor
de mis palabras afiladas como navajas
y me arriesgo a no ser entendido.

Abandoné la aspiración del vuelo
y mi ansia de perfección se deshilacha
como jersey granate de tricotosa.

Algunos creen que hablo de sementeras,
de lagartijas y de rumor de acequias,
para presumir de experto en el arte del riego.

Huracanes de malos entendidos
confunden su equívoco entender
y no ven más allá de lo visible.

Me quedaré solo, desnudo de metáforas,
para demostrar que mi razón
procede del esqueje de mis antepasados.

En mis córneas se dibujan
ovales esféricos de púrpura líquida
que descifra el enigma de lo evidente.

Y no es posible un tránsito
a las tentativas habituales
de los expertos en conocimiento.

Me concentro en mi ceguera
que prefiero a su luz, tan brillante.
Acepto mi extravío y confusión.

Un huracán de certeza avanza
como erizo ciego y me envenena.
No entienden la claridad de lo oscuro.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

LEJOS DE MI MAMÁ.

Me imagino que la noche la pasé como todas las noches de mi vida consciente, medio dormido y medio despierto, pensando en los millones de cosas que siempre me atormentan.
En aquella época vivía en casa de una señora viuda, con dos hijos, que por mediación de otras personas, le habían dicho a mi padre que alquilaba una habitación a estudiantes. Era el cuarto año de mi Bachillerato y, por lo tanto, el cuarto año que vivía en aquella casa. Para mi aquella señora era como mi madre. Mejor dicho: era mi segunda madre y ahora que lo pienso, no todo el mundo es tan afortunado como yo, porque casi nadie ha tenido dos madres.
Todas las mañanas me llamaba desde el pasillo de la casa y con los nudillos daba tres golpes a la puerta: “Son las ocho, levántate”. “Ya voy”. Contestaba, más bien dormido. Al levantarme y poner los pies desnudos sobre la alfombra noté que algo no iba del todo bien. En el baño no ocupaba mucho tiempo y sólo hacía lo imprescindible, me lavaba la cara y me peinaba muy bien, porque el pelo, el peinado, mi peinado era muy importante para mi.
Al llegar a la cocina y sentarme en la mesa, el tazón blanco con los bordes mellados y las galletas maría, el olor al café y la señora allí sobre la barra dorada de la cocina, de carbón, tomando su tacita de café. “Buenos días”. “Buenos días”. “Supongo que llevarás bien preparado el examen de Matemáticas”. “Creo que si”. A la tercera galleta que mojé y antes de llevarla a la boca, me vino una arcada y tuve que ir a la carrera al baño a vomitar.
La señora Etelvina, que así se llamaba mi patrona, me agarró de la frente por detrás y me decía que devolviera todo lo que tuviera que devolver, que tengo la frente ardiendo y que estoy temblando. Cuando terminé de realizar aquel asqueroso acto y al incorporarme, tenía dos lágrimas pegadas en las pestañas.
“No puedes ir a clase. Ponte el pijama y acuéstate mientras aviso al chico de tu clase, que vive en la otra calle, para que diga en Secretaría del Instituto que estás enfermo“.
En la cama, con mi pijama de color granate, mis temblores y un frío de carámbano en los huesos. Pensaba que era una suerte que me haya puesto malo y así no hacer el examen, pensaba que había tenido muy mala suerte porque esta tarde no podré ver a Mónica, la bibliotecaria, ni ir a la cafetería “La Nevada” a escuchar discos en la máquina, pensé que si me moría, mi madre, la de verdad, no podría verme, y tantas cosas pensé que me quedé dormido.
Al poco rato entró la patrona con una taza de cristal verde, transparente, agitando con una cucharilla un líquido amarillo ardiendo. “Tómate esto, Abel, que será como un bálsamo. Ahora te doy una aspirina y duermes toda la mañana. Si esta tarde no me mejoras, avisamos al médico. Ponte el termómetro en el sobaco bien apretado, pero sin apretar no lo vayas a romper”. La tila estaba ardiendo y amargaba. No me gusta la tila. Miraba a la señora Etelvina y ella comprendía. “Espera que te ponga más azúcar”. “Señora Etelvina, si me muero que no me dejen aquí, que me lleven a la casa de mis padres, lo digo por mi mamá, sobre todo por mi mamá”. “A ver este quejica cuánta fiebre tiene. Treinta y ocho y medio. Con la aspirina te bajará y te pondrás bueno en tres días. Vaya como tienes la habitación. Las revistas por el suelo, los libros entre la ropa de la cama, los zapatos cada uno por su lado, eres un desastre, Abel”. “Llame a un taxi y que me lleven a mi pueblo, con mi madre”.
Por la ventana se divisaba el perfil nublado de la gran montaña. Si sacabas la cabeza podrías llegar a ver hasta el pico de la gran montaña. Era el día diecisiete de noviembre de mil novecientos sesenta y seis. Mi segunda madre me arropó bien, me dio un beso en la frente y me dijo que durmiera, que durmiera mucho, que eso me pasaba por dormir destapado. Me gustaba tener fiebre, la fiebre era lo más hermoso que me podía pasar en la vida, porque deliraba, y me contaba a mi mismo películas maravillosas donde entendía todo lo que se decían los protagonistas. De la última que vi no pude enterarme de casi nada. Decía la preciosa muchacha de ojos encendidos: “¿Quieres subir y tomar una copa?”. “No, no subiré, al menos esta noche”. “Todavía la quieres ¿Verdad?”. “No se si la quiero o no, lo que se, es que no subo esta noche” “Está bien, he hecho lo que estaba de mi parte. Si cuando llegues a casa y está dormida, puedes venir. Sabes que te espero”. “No me lo pongas más difícil, por favor”. No me enteraba de nada y el sudor se hacía uno junto con el frío y me venía un pensamiento: “Cuando pueda, me compro una guitarra como la de Bob Dylan”.
- ¿Qué tal estás? A ver: Tenemos que volver a poner el termómetro ¿Quieres comer un poco de cocido?
- No quiero nada, sólo quiero morirme.
- Tienes 39 y décimas. Hay que llamar al médico.
- Llame al taxi no vaya a ser que muera y me pille tan lejos de mi mamá.

martes, 17 de noviembre de 2009

HA MUERTO UNA POETA: CONSULEO MENÉNDEZ.

PARA CONSUELO MENÉNDEZ. (In memorian.)

La excelente compañera y poeta, Consuelo Menéndez, falleció a las diez y diez de la mañana del día de ayer. Hoy miércoles, 18 de noviembre de 2009, será incinerada en el cementerio de La Almudena, de Madrid, a 13,30 de la tarde.
Consuelo Menéndez llevaba más de seis años luchando contra la enfermedad que, finalmente, pudo con ella. Hemos compartido muchas tertulias, en el Círculo de Bellas Artes, varios recitales, algunos duelos de otros compañeros, algunas cenas inolvidables con risas, muchas risas y hoy, ahora, está de cuerpo presente en el Tanatorio de la M-30.
Consuelo fuiste muy buena conmigo, con tu apoyo, con tus ánimos, con tus reprimendas y consejos para que trabajara más mis poemas y relatos. Consuelo, esta tarde, cuando me enteré de tu muerte, algo importante se destrozó dentro de mí. Pero ni el fuego que te convierta en ceniza, ni tu vuelo por entre las rendijas del tiempo, hará que me olvide del hueco que nos dejas, de la injusticia de tu enfermedad, de tu obra poética, de tu familia y de lo atenta y maja que fuiste conmigo.
Consuelo, descansa y no te preocupes. Trataré de mejorar y cualquier día te cuento.

lunes, 16 de noviembre de 2009

LA PATRONA

- ¿Quién sale primero?
- Usted, ayer salí yo.
- Un cinco. Salgo con la verde.
- Tres.
- Cuatro. Una, dos, tres y cuatro. Esta noche es la mía, te vas a enterar ¿Jugamos garbanzos?
- Si.
- Coge un puñao de la lata de Cola Cao. Toma: diez cada uno. El primero que los gane es el campeón del mundo.
- Perderé, como siempre.
- No me extraña. Si es que estás a todo menos al juego. Te toca.
- Seis. Nada.
- Seis, de oca a oca y tiro porque me toca. Cinco. Saco la amarilla. Te toca.
- Cinco. Menos mal. Saco la roja.
- Me ha dicho un pajarito que andas con la chica de César, el del “Bar La Mina“.
- No ando con ninguna. Es ella que me guarda el sitio en el cine.
- Seis. De oca a oca y tiro porque me toca.
- Si, si. Como que me lo voy a creer. El pajarito me dijo que la otra noche estabas con ella pelando la pava, escondidos tras el camión de la fábrica de gaseosas.
- No sería yo.
- Como si fuera ciego el pajarito.
- ¿Quién se lo dijo?
- Como te descuides te como la roja y cuento veinte. La que te vio. Se dice el pecado pero no el pecador. Claro, como la chica mía es poca cosa para ti, “el estudiante“, no te jo...roba.
- Seis. Tiro otra vez. Seis. Tiro otra vez.
- Como te salga otro, te vas para casa.
- Cinco. Así que son.... como la verde y cuento veinte.
- Bueno, qué se le va a hacer. Pues la chica mía te mira con buenos ojos, pero claro, vino tan celosa la pobre. Que si os vio en el cine, que si a la sombra oscura del camión. Está que no vive.
- Ahora que me acuerdo. Tengo examen de Matracas. Tenemos que dejar de jugar. Mañana seguimos ¿No le importa?
- Nos ha jodido, como voy ganando, me dejas plantada. Otra y no más, Santo Tomás. Anda vete, estudia y no pienses tanto en las chicas, que luego pasa lo que pasa. Otra cosa: a mi chica, ni pío ¿Estamos?
- Estamos. Que descanse y hasta mañana.
- Hasta mañana, guapo. Y no leas tanto, que tienes el flexo encendido hasta las tres, o más.
- ¿Cómo lo sabe?
- Cómo lo voy a saber, porque veo la luz por la rendija de la puerta. Hala, a estudiar. Habráse visto... ahora me toca hacerme un solitario. Pues mi chica es muy guapa y se le está poniendo un cuerpo bien bonito. No te amuela...
- Hasta mañana. A mi solo me gusta una.
- Anda, míralo ¿Quién es?
- Silvana Mangano.
- ¿Es de tu pueblo?
- No mujer, es una actriz de cine.
- Estás tu arreglao. Vete y anda, que no andas nada.
- ¿Mañana jugaremos otra?
- Pues claro, siempre me lias con tu labia.
- Hasta mañana.
- Hasta mañana y no leas tanto que se te van volver los sesos agua.
- Ya veré.

domingo, 15 de noviembre de 2009

DECÁLOGO MÁS UNO, PARA ESCRITORES PRINCIPIANTES

I. No busquen ser originales. El ser distinto es inevitable cuando uno no se preocupa de serlo.

II. No intenten deslumbrar al burgués. Ya no resulta. Éste sólo se asusta cuando le amenazan el bolsillo.

III. No traten de complicar al lector, ni buscar ni reclamar su ayuda.

IV. No escriban jamás pensando en la crítica, en los amigos o parientes, en la dulce novia o esposa. Ni siquiera en el lector hipotético.

V. No sacrifiquen la sinceridad literaria a nada. Ni a la política ni al triunfo. Escriban siempre para ese otro, silencioso e implacable, que llevamos dentro y no es posible engañar.

VI. No sigan modas, abjuren del maestro sagrado antes del tercer canto del gallo.

VII. No se limiten a leer los libros ya consagrados. Proust y Joyce fueron despreciados cuando asomaron la nariz, hoy son genios.

VIII. No olviden la frase, justamente famosa: 2 más dos son cuatro; pero ¿y si fueran 5?

IX. No desdeñen temas con extraña narrativa, cualquiera sea su origen. Roben si es necesario.

X. Mientan siempre.

XI. No olviden que Hemingway escribió: "Incluso di lecturas de los trozos ya listos de mi novela, que viene a ser lo más bajo en que un escritor puede caer."

Juan Carlos Onetti

sábado, 14 de noviembre de 2009

HAIKUS PARA UN DOMINGO SIN TRAJE

31.-
Sobre tatami
bebimos tazas de té.
Lucía mi luna.

32.-
Los juncos verdes
contaban bellos cuentos.
Brisa tan suave.

33.-
Vinieron lluvias
que pintaron el bosque
con cien arco iris.

HAIKUS PARA UN SÁBADO CON FIEBRE

28.-
Vuela tan bajo
mi gavilán planeador,
que escribe sombras.

29.-
Mi ruiseñor lee
y descifra el mensaje:
“Quiero belleza”.

30.-
Callaron todos
los pájaros del campo.
Se estremecieron.

jueves, 12 de noviembre de 2009

LO QUE SE OYE SIN QUERER

- Mi marido es así. Salimos a dar un paseo y parecemos dos extraños. Si me paro a ver un escaparate, cuando me quiero dar cuenta, él ya está lejos. Eh, moreno, que estoy aquí ¿Dónde vas? Vuelve para atrás y seguimos caminando. Le digo: ¿tomamos algo? Como quieras, por mi no, pero si quieres tu, tomamos algo. Le digo: ¿vamos al cine? No, que el cine ya no es lo que era. Me paro a ver gafas y él separado de mi como si no fuera con él. A veces, hasta hablo y digo: pues no son muy caras y me encantan, mañana vengo y me las compro ¿Qué te parece? y resulta que no está, que está diez metros más arriba y yo hablando sola como una tonta y seguimos caminando y trato de coger su mano y la retira y dice que hace mucho calor. Así que yo ya paso. El otro día me dice un compañero: Lucy, tienes un buen polvo, quién te pillara. Y me hizo pensar, llegué a casa y me dije a mi misma: Lucy, tienes un buen polvo. Porque claro, llegas a la cama y te dice, Lucy, mira cómo la tengo y yo le digo: pues dátela la vuelta y metetéla por el culo y me doy la vuelvo a mirar a la pared y a dormir y un día haces memoria y resulta que hace meses que no follamos y te preguntas que qué coño de matrimonio es el mío y al final te vas al sofá y claro haces lo que tienes que hacer. Que él no tiene ganas, pues yo si, y ya sabes, pasa lo que pasa y llega un momento en que te hartas de tantas pajas y dice el compañero: Lucy, tienes un buen polvo y te planteas que si te sale un amante pues lo coges y tomar por culo. Perdona por este rollo, es que en cuanto me tocan el tema de los maridos, me pongo de una mala ostia...
- Tranquila mujer. Si a mi me pasa mas o menos, no te creas.
- ¿También buscas un amante?
- Un amante no se busca, pero si apareciera, no lo dudaría.
- Bueno guapa, yo me bajo en esta. Hasta mañana y tu de esto, ni mú.
- Tranquila, mujer. Hasta mañana.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

TRES POEMAS DE MUJER EN LA CARPETA DEL CONTENEDOR.

TRES POEMAS DE MUJER EN LA CARPETA DEL CONTENEDOR.

I
DUERMO SIN NADA

No debiste decirme que duermes desnudo,
que te abrazas a la almohada y que sueñas
con muchachas con flores en el pelo.

No debiste dejarme sola aquella noche
del beso en los labios, que tuve rojos,
cuando la fiesta bajo los arcos de la plaza.

Por tu culpa, ahora me beso ante el espejo
y dibujo corazones de vaho que rompo
por la mitad con una flecha ensangrentada.

Si supieras, amor, lo que te extraño
dejarías todo y con tu corcel blanco
me vendrías a robar el sentido de lo decente.

La ventana está abierta y duermo sin nada
esperándote, como ahora te espero.
No te demores. Me quedo fría y muerta.

II
TE HAGO SITIO

Ya te conté lo de aquel día ante el espejo
cuando descubrí que tenía algo crecidos
los pechos y vello negro en el pubis.

Ya te conté que maté un lagarto verde
a cantazos aquella tarde de Julio
y que regaba el jardín con lagrimas.

Ya te conté que una vez fui feliz
porque quise ser artista al ver un cuadro
y al llegar a casa hice tu retrato.

Jamás te conté lo de mis temblores
ante tu nombre escrito mil veces
en el cuaderno de la escuela.

Jamás te contaré que aún vives dentro,
que aún vienes cada noche a hacerte dueño
de mis pensamiento y que te hago sitio.

III
RAZÓN DE VIDA Y DE MUERTE

Probablemente te haya ido bien en la vida
y es muy posible que hayas vencido
a todos los enemigos de tus batallas.

Es muy posible que nadie te haga sombra
y que reluzca tu bonito reloj y tu sonrisa
hermosa como la llama de tus ojos.

Es muy posible que ni te acuerdes de mi,
soñadora cobarde que te escribe cada noche
sin atreverse a cruzar la frontera que hice.

Probablemente te mueras y me muera
tan cerca de ti y tan lejos, que no sepas
que fuiste mi razón de vida y de muerte.

Mis raíces dicen que están podridas
y probablemente me quede seca.
Amanecí muerta y jamás te tuve, amor.

martes, 10 de noviembre de 2009

Fuego por dentro.

El poeta Thomas Stearns Elliot, (T. S. Elliot) decía que la gente no puede resistir demasiada realidad y añadía: “No cesaremos de explorar, y el final de toda exploración será llegar a donde empezamos y conocer ese sitio por primera vez“. Como individuos, como personas, estamos inmersos en permanente búsqueda de lo extraordinario para no padecer tanto nuestra realidad. Debe ser por eso que la pequeña Lena se dejaba llevar por una extraña ensoñación que alejaba sus sentidos y sentimientos de lo razonable, de lo correcto socialmente, aunque tenía dudas sobre lo que realmente es correcto. Su nube personal no le hacía tanto daño como la monotonía de su vida tan cuadriculada y rutinaria. Soñar era vivir y Lena soñaba con sentirse viva.

Cuando Leo, la mujer pintora, le hacía caso, se sentía confortada y si pasaba de ella, el dolor ante la indiferencia era inmenso. Se sentía feliz, por lo tanto, cuando era tenida en cuenta aunque solo fuera para hacer de sirvienta y servidora al antojo de su maestra de pintura y vida, la Artista.

Las dos mujeres, desiguales, cruzaban el enorme salón, que funcionaba como Galería de Arte Privada, sonrientes y satisfechas. Llevaban a sus invitados una gran jarra de cristal llena de cubitos de hielo y unas bandejitas con aceitunas y variantes, con las que acompañar a las bebidas alcohólicas. “Que no falte de nada“.

En el ático, casi todos están asomados a las barandillas admirando la maravillosa vista de los tejados de Madrid y el estrellado cielo presidido por la magnética luna más hermosa y deslumbrante de nunca jamás. Solamente el hombre, que casi no habla con nadie, se apoyaba en el marco de la puerta de la caseta del jardinero fumando plácidamente, ensimismado. El calor, tan sofocante, había cedido un poco pero así y todo, invitaba a disfrutar de la noche a la intemperie. En casa, o en la cama tratando de dormir, era peor.

El mobiliario del ático se reducía a tres hamacas, cuatro sillas de playa, dos bancos grandes con colchonetas y una mesa circular de hierro de metro y medio de diámetro. Los maceteros y jardineras grandes, los tiestos de cerámica, el mantillo, la tierra, las regaderas y otros utensilios semejantes, indicaban que el ático vivió momentos de gloria con mucha planta y mucha flor. Ahora, vestigios del pasado.

Leo y la pequeña Lena, dispusieron las botellas de bebida, el hielo y los aperitivos, en la mesa redonda de hierro pintada de blanco y todos se acercaron a servirse bebida fresca, más distendidos y relajados que en la Galería. La pareja de latinos se besaban en los labios, de vez en cuando, y las amigas funcionarias, a veces, se cogían de la mano con disimulo. Venanzetti, tan bronceado y sonriente, parecía querer para si el papel de simpático y extrovertido. No dejaba de hablar de su reciente adquisición: Una yegua.

Cuando la pequeña Lena se agachó para servirse una coca cola con hielo, uno de los tirantes de su vestido se le cayó hombro abajo y al hacer el gesto para subirlo, todos pudieron admirar su seno fuera.

- Lo hermoso de los tirantes es que se pueden bajar. El mejor vestido es el que no existe. Deberíamos reivindicar el derecho al desnudo y convertir a la piel como nuestro único vestido. En mi casa siempre estoy desnuda y si ahora pudiera me desnudaría. - Dijo Almudena, la amiga de la secretaria.

- Puedes desnudarte si lo deseas y todos podéis hacer lo que os guste. Estamos celebrando una fiesta en mi casa, que es como si fuera la vuestra. Somos libres de hacer lo que nos apetezca.

- No hagas caso de Almudena, Leo, se le ha subido un poco el vino de la cena.

- Tiene razón, Cati. Yo pienso como ella y con este calor y esta noche tan agradable, me desnudo ante vosotros, porque es lo que haría si estuviera sola. Siempre me ha gustado la desnudez absoluta, de hecho, este ático es el solarium de mi marido y mío. Siempre que podemos, tomamos el sol desnudos. Si en la playa hacemos top less e incluso, nudismo ¿Por qué no hacerlo si nos apetece y las circunstancias son favorables? ¿Habéis notado, como yo, un aumento del deseo en estos días de tantísimo calor? Aprovecho la ocasión para presentaros a mi poeta favorito: Sigfrido Sarrión de Soletto.

Mientras se desnudaba la Artista, el hombre que no hablaba con casi nadie, se acercó y participó de la conversación, se sirvió una copa y fue uno más entre todos.

- Mi marido se pregunta si Lena lleva algo debajo del vestido.

- Pues que no se lo pregunte, que lo compruebe ¿Verdad que si, Lena? - respondió Leo.

- Claro, puede comprobarlo usted mismo.

El uruguayo se separó de Alexandra, su esposa, y acercándose a la pequeña Lena, sin levantar la tela, mirando a los ojos a la joven, dijo un “con permiso” que sólo ella pudo escuchar. Lena sintió las manos morenas y calientes de aquél hombre subir por sus muslos separados y cómo llegaban hasta su sexo. El hombre sin quitar la mirada de los ojos de ella, metió un dedo dentro y lo movió hurgando en redondo, lo sacó y no conforme con ello, volvió a meter dos de sus dedos. Lena sintió un escalofrío y el placer fue mayor que cuando recibe los dedos de Leo. El hombre se acercó a su cuello y succionó el lóbulo de la oreja y susurró: así me gusta, que estés inundada de fuego por dentro. Al separarse, mostró a todos los dedos mojados y brillantes. Victorioso dijo: No lleva.

lunes, 9 de noviembre de 2009

HAIKUS DE MADRUGADA

25.-
Huella de cuervo
en el jardín que visito.
La pluma negra.

26.-
El verde arrozal
cuando sopla el viento,
parece bailar.

27.-
Nadie camina
por el sendero que yo.
Siempre soledad.

HAIKUS DE MADRUGADA

22.-
Se huelen rosas
antes de los jardines.
Viene perfume.

23.-
Sería precioso
tener una luna propia.
Si pienso, tengo.

24.-
Cayeron hojas
sobre el pasamontañas.
Envejecí algo.

domingo, 8 de noviembre de 2009

LA BRUJITA DE HALLOWEN.

I
A la una de la tarde del viernes de Halowen, Sofía la mamá de Marta, la niña más guapa y lista del colegio, fue a recogerla para llevarla a comer a casa.
El día era soleado y la niña y su mamá regresaban en animada conversación:
- ¿Sabes una cosa, mi niña?
- No mamá, dímela tu.
- Que papá y mamá nos vamos de viaje todo el finde.
- Qué guay y... ¿a dónde vais esta vez?
- A París, cariño. Mamá y papá necesitamos un finde de mucho ver y de mucho hablar.
- Jo, qué morro, yo también quiero ir.
- Cuando seas mayor, cariño.
- Si ya soy mayor, para Abril cumplo cuatro añazos, así que...
- Eres muy pequeña aún, cielo mío.
- Soy muy pequeña para unas cosas y muy mayor para otras. Según os convenga a vosotros, no te digo. Pues vaya rollo y ahora... ¿quién me lleva a mi a la fiesta de Hallowen con mis amiguitos? Porque he quedado con Pablo, con Javier, con Kevin y con las niñas, claro. Así que se siente, me tenéis que llevar.
- Claro que si, mi niña. Cuando terminemos de comer te llevamos a casa de los abuelitos y mañana tempranito te disfrazan y te llevan al Colegio ¿Te parece bien, mi vida?
- Jo... como no puedo elegir, pues qué remedio. Lo que vosotros digáis.
- Así me gusta cariño mío, que lo comprendas ¿De qué quieres disfrazarte?
- De bruja, quiero ir de Bruja Peruja. Me lo voy a pasar... monda lironda.
En casa, les esperaba impaciente y con prisas, José Carlos, el papá de Marta. Los tres comieron a la carrera y mientras comían, Marta dijo:
- ¿Sabéis una cosa?
- ¿Qué, cariño?
- Os voy a echar mucho de menos. Incluso ahora ya os echo de menos. Volver pronto, por favor.
Los papás de Marta se miraron a los ojos y no pudieron reprimir la emoción. Se besaron en los labios y casi a la par dijeron:
- Mi niña, no sabes tu bien lo que te estamos echando de menos papá y mamá, porque te queremos con toda nuestra alma, con toda nuestra vida. Ven cariño y abraza a papá y luego a mi, amor de niña, la más guapa y más lista del mundo. Un besito, pero límpiate el tomate de los macarrones que llevas en los morros, que nos vas a poner perdidos.

II
La señora Rosalía, la abuelita de Marta, le dijo a la dependienta de la tienda de disfraces: "Ponla de bruja, que no ha parado, en toda la tarde y en toda la noche, de decir que ella quiere ir de Bruja Peruja".
Cuando salían a la calle, la niña, se miró en el espejo del escaparate. Miró y miró y mirando para arriba a su abuela dijo:
- Pero abuelita, que se te ha olvidado lo más importante.
La señora Rosalía no podía entender qué era lo que se le había olvidado.
- ¡La escoba, abuelita! ¡La escoba! ¡Se te ha olvidado comprarme la escoba!
De vuelta a la tienda, la niña vestida de bruja y la abuela apurada porque se llega la hora enseguida, entra en la tienda y pide una escoba. Una escoba para una bruja niña. "No quedan. Se han agotado. Lo siento".
- Ya has oído Martita. Se han agotado.
- Pues yo no voy. Sin escoba yo no voy.
En la calle la abuela trataba de arrastrar, casi literalmente, a su nieta de bruja.
- Vamos, que llegamos tarde.
- No voy, si no hay escoba no voy ¿Cómo va a existir una bruja sin escoba? ¿Es que no lo entiendes abuelita? Las brujas sin escoba, no son brujas. Si no hay escoba no entro en el colegio.
- Vamos, cariño. No me des este disgusto, eres la bruja más bonita del mundo, la más preciosa de todas, vamos por favor, no me hagas enfadar.
- Pues enfádate si quieres, pero sin escoba yo no voy.
Otra niña un poco mayor que Marta y del mismo colegio, también iba vestida de bruja y llevaba una escoba que ya le quedaba pequeña. Al ver lo que estaba padeciendo la abuela de Marta, la niña un poco mayor, de nombre María, le dijo a Marta:
- Toma, mi escoba para ti. Yo ya no la necesito, te la regalo.
- ¿De verdad, me la regalas, María?
- De verdad. No la necesito porque para el próximo año ya seré algo mayor y me disfrazaré de vampira.
Las dos abuelas iban hablando entre ellas y las niñas tan contentas entraron en el colegio a celebrar su Gran Fiesta de Hallowen. Al pasar delante de un espejo Marta se miró y levantando la escoba en el aire con voz de auténtica bruja, de esas voces que dan mucho miedo, dijo:
- Mirárme, mirárme todos. Os voy a comer las tripas y a daros escobazos en el culo para que os enteréis de quién es la Bruja Peruja, la mayor bruja del mundo... ¿Lo hago bien abuelita?
- Muy bien hija, muy bien.
- Qué pena que no estén aquí papá y mamá para que me vean. Qué suerte tuve con la escoba de María. A María no pienso olvidarla mientras viva y yo voy a regalar cosas a todo el que las necesite.
La fiesta fue todo un éxito y colorín colorado, este cuento, no es un cuento, es la verdad que yo vi en una niña que lloraba por una escoba. Es una historia no inventada.
FIN

viernes, 6 de noviembre de 2009

Tú serás mi próximo sueño.

El Arte, como tal, es atractivo y magnético como una droga, como la escritura, como la música, como la poesía. Si se cae en las garras de la obsesión y del placer de la contemplación de la obra artística, como creador o como simple aficionado, nunca tendrás bastante, siempre querrás más y más, porque a medida que vayas descubriendo nuevos artistas, nuevas técnicas, nuevas interpretaciones, más querrás investigar y alcanzar nuevos descubrimientos, porque nunca te saciarás. Serás esclavo del Arte como la enamorada lo es de su enamorado y viceversa.

En estas y otras cosas semejantes pensaba la pequeña Lena cuando, con el vaso de vino en la mano, observaba minuciosamente cada uno de los cuadros de Leo, la mujer Artista, allí expuestos: “Encadenada a Ulises. A dios gracias pude romper el eslabón“. De la serie “Las cadenas”. 125 x 115 cms. Collage y técnica mixta. 2009; “Olvidando el césped donde fui poseída”, de la serie “Las cadenas”.122 x 115 cms. Collage y técnica mixta. 2009: “Tengo por delante toda una vida de ínsulas y naufragios”, de la serie “Los abedules de la bahía”. 244 x 115 cms. Collage y técnica mixta. 2009, y así, uno por uno, hasta los diez cuadros y los tres trípticos, uno sobre el sol y otro sobre el fuego. Aquí hay mucho Arte, mucho talento, mucha poesía, mucho impulso creativo, mucho erotismo de la creatividad y de la fulgencia del incesante deseo de búsqueda creativa. Nace el deseo de inventar un lenguaje nuevo, un estilo nuevo, que vuelva a los orígenes, a los ancestros y que el espectador reciba latigazos de sugerencias y uno perciba a Zurbarán, otro a Dalí, otro a Galileo, otro a Magritte y yo... se decía la pequeña Lena, no tengo un referente claro y me gustaría tenerlo. He de adentrarme en el mistérico mundo de la ilusión artística y mientras observaba cada detalle de cada uno de los cuadros, iba escuchando los murmullos de las conversaciones de los otros y observaba cómo el hombre de la camisa de seda azul marino, que no hablaba con casi nadie, comía los restos del plato de queso y de chorizo y bebía vino por la copa de cristal a sorbos pequeños como son los sorbos saboreados y la pequeña Lena fue arrancada de su ligera ensoñación por Leo, que cogiendo su mano la llevó a un aparte y dijo:

- Estoy tan feliz que me harías muy idem, si ahora te pusiera tu collar y te llevara toda la noche atada de la cadena y que todos los invitados te follaran delante de mi. Pero hoy no, hoy solo es el inicio del inicio ¿Quieres?

- Si quiero.

- Vete a la cocina y saca del frigorífico las cuatro cubiteras de hielo. Espera a que llegue para que te pueda comer la boca y los pechitos ¿Quieres?

- Si quiero.

Algunos invitados no podían quedarse porque tienen niños pequeños u otras obligaciones. Se quedaron la secretaria de la Concejala y Almudena, su amiga, el matrimonio latino, el hombre que no hablaba con casi nadie y Venancetti, el nuevo rico diseñador de vestidos estilo pop art, propietario de cuatro tiendas super vanguardistas en Milán, París, Nueva y York y, por supuesto, Madrid. Lena antes de abrir la puerta del congelador observó con detenimiento la lista de los compradores y las cantidades comprometidas a pagar, que Leo había dejado en la mesa bajo las patas del frutero con fruta del tiempo. Cuatro compradores y setenta y cinco mil euros recaudados en los próximos días. Los cubitos en la gran jarra de cristal labrado y un pensamiento: ¿Cómo es posible que la gente pague tanto dinero por una obra como la Leo, o como la de cualquier otro artista? ¿Cómo es posible que haya tanta desigualdad e injusticia en el mundo? ¿Es el Arte, verdadero Arte?

- Este vestido te queda como un guante. Uno de los invitados me dijo al oído que estaba convencido de que no llevas nada debajo. Quieta así, contra la encimera, mira cómo te entran los dedos, mi pequeña Lena, dame la lengua ¿Te das cuenta de cómo estás?

- Si mi amor ¿Son tus dedos o tus palabras adornadas con la música de tu voz?

- Estás dulce, mi pequeña Lena. En el ático nos espera toda la noche para mis invitados y para nosotras. Te miraban porque te desean y se han quedado para ver si te consiguen. Eres tu el objeto de su deseo, porque de no haber estado tú aquí, esta noche, ya se habrían ido ¿Quieres dejarte llevar por el influjo de la luna?

- Si.

- Mi pequeña Lena, ya tienes un sueño conseguido: Egipto. Ahora lucha por otro de tus sueños ¿Cuál sería?

- Tú mi amor, tú eres mi próximo sueño.

jueves, 5 de noviembre de 2009

A MODO DE NI SE SABE

“Estoy al borde del precipicio pero las vistas son maravillosas”.

“Era tan guapa y delicada como un jarrón chino. De tan guapa como era no me atrevía a tocarla no fuera a ser que se rompiera. Al poco tiempo desapareció por no haberla tocado, creo”.

“Al amanecer abro mis correos y tengo sesenta y nueve. Hasta mis correos están liados”.

“Su belleza era tan exquisita y maravillosa que se le desbordaba por los sobacos. Cómeme, dijo. Comí sus sobacos. Ahí no, hombre, ahí no. Ahora ni me habla y no lo entiendo”

“De entre todas destacaba por su sonrisa encantadora. Cuando se lo dije, contestó que soy un machista, que eso no se lo digo a los hombres. Tienes razón, contesté. Tu sonrisa ya no me interesa”.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Nos espera el cielo.

Esperar y esperar. Mirar el reloj y que no llegan. Leo, la Artista, pensaba en los años invertidos, en las noches de insomnio, en sus cuadros imperfectos, pero suyos, en la cantidad de horas y horas dedicadas a pintar y que llegan las nueve y media y aún no ha llegado ni uno solo de sus invitados. Leo es fuerte, es dura, es resistente y no se rinde aunque se le escape una lágrima.
- Mi pequeña Lena, no viene nadie y mira la hora que es.
- Amor mío, no llores por nada del mundo. Los que vienen, están de camino. Habrán tenido algún inconveniente por el que se retrasan. No llores, llegarán tarde, pero llegarán.
- Ven mi pequeña Lena, acércate para que pueda acariciarte el pelo y los labios mientras llegan, si es que llegan.
Eran las diez menos veinte cuando empezaron a presentarse los primeros. En Madrid es complicado ser puntual, incluso en el mes de Agosto. Unas máquinas de asfaltar habían ocupado las calles de acceso al domicilio de la pintora y se vieron obligados a dejar los coches un poco alejados.
Primero llegaron los Rosado, un matrimonio de mediana edad, profesores de una Escuela de Arte, minutos más tarde Remedios Rizoso, secretaria de la Concejala de Cultura, que venía con una amiga, Almudena, y así poco a poco, los demás. En total se juntaron once invitados, víctimas de la trampa de la operación asfalto. Las obras envenenan esta ciudad maravillosa. Vayas donde vayas , vallas.
Cuando ya habían llegado todos, Leo, la Artista y anfitriona, dio por inaugurada la Primera Exposición Privada de Su Galería de Arte. Les comentó, a los invitados, que tenía nueva ayudante y alumna, que se llama Lena, que trabaja en un Banco, que es Asesora Financiera y muy servicial. Leo explicó su obra y habló de lo que le duele pintar y ahora vender, que los que estén interesados en comprar que hablen y negocien con ella. Los trípticos no se venden por separado y así fue intercalando información sobre su estilo, técnica empleada, proyectos futuros, su actual dedicación al Video Arte, su actividad como Comisaria de Exposiciones y Artista Invitada en eventos artísticos nacionales e internacionales.
-Queridos amigos, si tenéis alguna duda sobre cómo adquirir la obra, preguntarnos a Lena o a mi. Queda la Exposición inaugurada.
Todos aplaudieron, todos comentaban sobre la gran valía artística y el futuro prometedor de Leo. Hablaban y la pequeña Lena se sentía un poco fuera de lugar porque sus conocimientos y experiencia sobre Arte eran nulos y en su fuero interno se preguntaba que cómo se habría metido en esos berenjenales. El calor era intenso y todos eran víctimas del sudor y agobio por lo insoportable que estaba siendo el mes de agosto. Algunos hablaban de sus viajes de verano, de sus vacaciones en el mar. Hablaban de Ibiza, de Menorca, de la Manga del Mar Menor, de sus fuera borda, de su casa en la playa, de su chalet en la Sierra y de sus negocios, u ocupaciones, florecientes a pesar de la crisis. Las crisis son para los pobres, decían, sin decirlo. Todos eran felices y presumidos. La pequeña Lena se sentía observada y un poco cohibida. Pasados unos minutos de euforia y de presentaciones, llegó un momento en que la gente se acercó a la mesa de la comida y sirviéndose vino en sus copas de cristal, iban picando de un plato y de otro. Lena sentía que alguien la miraba con insistencia, que todos estaban pendientes de su vestido pegado al cuerpo y sus aureolas inflamadas como botones que anuncian el brote de preciosos pezones.
- Me presento. Soy Fernando Espiga, crítico de Arte y dueño de una Galería en la Calle Orfila. Pasa por allí cuando quieras y tomamos un café. Esta es mi tarjeta.
- Muchas gracias señor Espiga. Es muy amable.
- No me llames de usted que me hundes. Solo tengo cuarenta y siete, claro que comparados con tus diecinueve o veinte... ¿Eres artista?
- Sólo aficionada. Empiezo como alumna y ayudante de Leo ¿Ha pensado ya en comprar algo?
- Si, compraré el tríptico de los soles. Puedes poner la etiqueta de “reservado” en los cuadros. Hablaré con Leo y cuando cerremos el trato, pago y me los lleváis. Un besito, que me voy.
El señor Espiga huele a Paco Rabanne y ese olor le recuerda a su hermano hospitalizado. Antes de cruzar la puerta la mira con insistencia, como enviando un mensaje subliminal. Lena tenía que estar pendiente de su escote, la gente la miraba tanto que temía que fuera porque se le habían salido sus manzanitas. Leo, rodeada de hombres y mujeres que la adulan con piropos sobre su Arte y sobre su encanto personal, apenas si la dirige la mirada. Siente ganas de que la mire, de que la roce aunque solo sea.
Las mujeres lucen escotes, bronceado y joyas. Sonrisas encantadoras y miradas como navajas de doble filo. Los hombres, muy de verano, no quitan los ojos a los pechos de Leo y la pequeña Lena se siente confortada e inquieta a la vez. De entre todas destaca una mujer de belleza exótica acompañada de un señor no tan joven de piel cobriza. La mujer no quita ojo a la pequeña Lena.
- Usted no es española ¿Verdad?
- No, soy de Nicaragua. Me llamo Alexandra y mi marido boliviano, se llama Roland, somos artistas polivalentes. Intentamos abrir mercado para nuestro Arte de influencia precolombina en algunos Organismos Oficiales españoles y europeos. Recién regresamos de París. Estamos cerrando un buen proyecto con Casa de América.
- Encantada de conocerles. Si tienen alguna consulta que hacer, no lo duden ni un momento, estoy a su entera disposición.
- Ojalá fuera verdad. Eres preciosa y con ese vestido nos deslumbras.
- Gracias, señor...
- Roland, Roland Mérida, mi esposa y yo seríamos muy felices si nos hicieras una visita en nuestro apartamento en la Castellana.
- Hablaremos más tarde, si les parece.
A esas horas había hambre y todos comían a boca llena y las botellas de vino se vaciaban como por encanto. El chorizo, la cecina, el queso y el vino de León, tuvieron tanto éxito que preguntaron por la tienda donde se venden.
- Lena, el señor Espiga es nuestro primer comprador. Tiene mucho interés en que vayas a verle a su Galería para que le asesores sobre productos financieros.
Poco a poco la gente se anima y el ambiente se relaja y cogen confianza unos con otros.
- Si te dijera que por las noches me bañaba desnuda en el mar y que me bronceaba la luna. Aquello era calidad de vida.
- Mi marido me regaló un mes en Nueva York coincidiendo con la Antólogica de Gustav Klimt.
- Me tomé tres Chivas, 15 years, con mucho hielo y devoré un buen plátano, ya sabes. Dormí como una rosa gracias a tanto sudor y las tres gotas de Chanel nº 5.
Un hombre, con camisa de seda azul marino y pantalón color crema, no hablaba con casi nadie, no dejaba de mirar, hipnotizado, ni un solo momento, cada cuadro, uno por uno, investigando los detalles de cada pincelada. Ese hombre, de camisa de seda azul marino, no hablaba con casi nadie y casi nadie hablaba con él.
- La serie aquí expuesta, está vendida. Mi más sincera gratitud. En el ático están el alcohol, el hielo, otras cosas y podemos fumar. Nos espera el cielo, todo el cielo hecho Arte.

martes, 3 de noviembre de 2009

CUATRO HAIKUS PARA UN MIÉRCOLES

X
Luna acosada
por nubes negrísimas.
Jamás se rinde.

XI
Viento de otoño
cruel con las secas ramas
del viejo chopo.

XII
Se quedó sola
mi cierva preferida.
No llora nunca.

XIII
Pinta de rojo
los horizontes del río.
El sol, artista.

lunes, 2 de noviembre de 2009

TRES HAIKUS PARA UN MARTES

VII
Viven gusanos
dentro de las manzanas.
¿Pureza dónde?

VIII
De los castaños
caen los erizos verdes.
No tienen sangre.

IX
Las piedras lucen
en las noches oscuras.
¡Mis luciérnagas!

domingo, 1 de noviembre de 2009

HAIKUS PARA UN LUNES

IV
Castañas, nueces,
colores ocre y verde.
Belleza viva.

V
Paisaje al sol,
meditar los senderos.
Feliz en otoño.

VI
Nadie lo nota
mientras se adentra en él.
Vuelve y míralo.