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martes, 29 de diciembre de 2009

V.- Daría mi vida por Él.

Mientras esperaba la vuelta de la dueña de la casa, me sentía extraña, como intrusa, osada, en todo caso, demasiado atrevida Observando el salón y todo lo que lo que me alcanzaba la vista, no pude por menos que, como decoradora, sentir verdadera admiración por el buen gusto con el que está dispuesto todo. Y mis ojos se encontraron frente al enorme espejo que, con marco de bronce, destacaba en el salón. Mis ojos están tristes, mis ojos dan pena, mis ojos duelen desolación, sin motivo. Traté de hacer una mueca de sonrisa, pero mis ojos me descorazonan y aunque fuerce el gesto, mis ojos siguen secos.
- Tiene una casa muy bonita, Patro. Estaba pensando que vaya atrevimiento el mío, quedarme a comer con usted, que no me conoce de nada.
- ¿Tan mayor te parezco para que me llames de usted? Sólo tengo cuarenta y tres, así que haz el favor de tutearme y no te preocupes, que aunque es cierto que no nos conocemos de nada, tenemos algo en común y ese puede ser el hilo que hilvane y teja una buena amistad. Puedes estar tranquila, se muy bien lo que hago y a quién puedo y no puedo invitar a mi casa. Me he equivocado muchas veces y no me arrepiento, pero también he tenido grandes aciertos. Cuando una persona me gusta, me gusta y tu me gustas, así que relájate y vamos a disfrutar de la comida y de estar juntas ¿Te parece? Por cierto ¿Cómo te llamas?
- Me llamo Patricia, pero todos me llaman... Patricia. Muchas gracias por ser tan amable conmigo. Tienes muchos libros, muchos cuadros, y hasta piano. Tienes la casa que a mi me gustaría tener algún día.
- Me alegra que te guste. Aquí está para cuando quieras. Es tu casa, y te lo digo en serio Patricia, te ofrezco mi amistad y mi casa, de corazón ¿Sabes lo que me dijo el hombre?
- ¿Qué te dijo?
- Tiene usted la casa que me gustaría tener algún día. Dijo las mismas palabras, exactas, que tu ahora mismo.
- ¿Y qué le contestaste? - En este momento, Patro se acercó a mi y mirándome a los ojos dijo, llorando:
- Le contesté lo mismo que a ti ¿Sabes por qué?
- ¿Por qué?
- Porque estoy muy sola. Esta casa está llena de libros, de discos, y de muchas cosas que no ves, pero sobre todo está impregnada de mi marido, que ya no está vivo, pero que vive y vivirá eternamente conmigo... pero ya pasó. He pensado mucho, he llorado mucho, he sufrido lo indecible y ya pasó. Voy a reformar esta casa y hacerla de nuevo, distinta, diferente y voy a cambiar y en vez de mi autodestrucción voy a luchar por mi reconstrucción. Voy a cambiar, empezando por la casa y terminando por mi. El día dos de Enero de 2010 empieza mi otra vida. De hecho, ya ha empezado, pero me refiero a que todas esas fotos de mi marido con el Rey, con el General no se qué, todas, las guardaré en un baúl y lo llevaré todo al sótano de mi casa de Campello. Con eso te lo digo todo. Perdona cielo, pero me pillas en un momento tan crucial y delicado, en mi vida que no me ha quedado otra que desahogarme y si me desahogo contigo es porque no tengo a nadie y cuando digo a nadie, quiero decir a nadie ¿Y sabes una cosa?
- Qué.
- Que le den por el culo a todo y a todos. A partir de ahora seré la protagonista de mi película y no me voy a fijar en el qué dirán ni en el qué esto y lo otro. Te voy a enseñar una cosa para que veas ¿Sabes qué es esto?
- ¿Qué es, Patro?
- Esto son mis proyectos: una Librería y una Editorial. Estoy a la espera de una decisión después de unos detalles que necesito. Antes de Abril, una Librería o una Editorial
- Qué interesante. Yo quiero la Librería, lo digo en broma. Bueno, no tanto. Una Librería es como una Iglesia.
- Tendremos una Librería, ya ves que te incluyo. Vamos a comer y me vas a explicar por qué estás tan triste.
- ¿Triste yo?
- Si triste tu ¿No estarás enamorada de ese hombre?
- ¿De ese hombre, enamorada yo? ¿Del desconocido?
- Si, del desconocido. Estás enamorada. Mírate al espejo ¿Que ves? Porque yo veo los ojos de una mujer enamorada, aunque lo niegues.
- ¿Y tú cómo lo sabes Patro?
- Porque yo también estoy enamorada de ese hombre. Para que veas lo que son las cosas. Las dos le queremos y las dos le vamos a buscar. Vamos a comer y no llores, que tenemos mucho en qué pensar ¿Te gustan los espárragos?
- Me encantan, Patro. Pero una cosa, yo no... bueno, no se. Solo se que me gustaría verle, eso si.
- A las dos nos gustaría verle y darle lo que nos pida, lo que necesite. Si nos pide la vida se la daríamos ¿Verdad que si? Mírame a los ojos y responde con el corazón.
- Es cierto, daría mi vida por Él.
- Tienes unos ojos preciosos, pero tristes. Sólo la luz te iluminará.

lunes, 28 de diciembre de 2009

IV Mi vida solo tiene un sentido: Él.

Ante el espejo noté la mala cara y la cabeza acorchada como alcornoque. Mis ojos turbios, mis manos temblorosas, mi boca como lija y mi conciencia como estropajo. Me sentía fatal pero con la ducha y después de estar sentada en el baño, reflexionando, ¿una hora?, saqué fuerzas de flaqueza y salí al Banco para hacer gestiones y de paso, buscarle.
No había ni rastro del desconocido señor Armando. Entré en el supermercado a comprar algo prescindible. No lo pude evitar y compré dos botellas de ron Bacardí y dos de coca cola. De alguna manera estoy predestinada a ser alcohólica y no me entristece. Con la cesta casi vacía de lo absolutamente necesario, me puse a la cola. Mientras pensaba, in crescendo, en el desconocido, me di cuenta de que justo al lado estaba la señora que había visto hablando con Él, en la avenida, hace unos días. Tuve dudas hasta justo pagar en la caja. Impulso que a mi misma me sorprende:
- Perdone que me dirija a usted pero es que le vi que el otro día hablaba con un señor de abrigo gris marengo, que parece que vive en la calle. Quería preguntarle si sabe dónde está.
- No te preocupes guapa ¿Eres su hija?
- No, qué va. Es que me pidió tabaco y como no fumo le compré un paquete en el bar y hoy le he traído otro, pero no le encuentro.
- Bueno, ese señor no se deja ayudar, también he mirado por si estaba por aquí, como los últimos días. Perdona pero estas bolsas pesan lo suyo. Sube conmigo a casa y te invito a tomar un café ¿Quieres?
- No quiero molestar, señora.
- Insisto, sube, que no molestas. Si molestaras no te invitaría.
En el ascensor me fijé, por encima, en la mujer tan amable. Aparenta cuarenta y algo. De peluquería y bien vestida, con cierto aire elegante y distinguido y sobre todo, con mucho arte.
Dejó sus bolsas en la cocina y sacó los congelados y el pescado para guardarlo dentro del frigorífico. Se disponía a hacer café cuando le dije que no lo hiciera por mi, que solo tomo coca cola.
En el salón ella tomaba cerveza sin alcohol y yo mi coca cola. En medio de la mesita de centro puso una bandejita con dulces de Navidad y un pequeño boll de cerámica china, decorada con preciosas florecillas azules y muchas aceitunas rellenas.
- Soy viuda, mi marido, militar de alta graduación, murió de accidente en un campo de tiro. Tengo buena pensión y me puedo permitir no trabajar. Este piso se me hace grande, imagina, ciento veinte metros para mi sola y pensé en alquilar una habitación a una estudiante o algo parecido. Al ver a este señor tan triste y desconcertado, se me ocurrió ofrecerle la habitación. Subió a verla y aproveché para plancharle el traje, que lo llevaba, el hombre, todo arrugado. Le dije que no se preocupara por el dinero, que ya me pagaría cuando tuviera. Dijo que lo pensaría, que tal vez si.
- ¿Le contó alguna cosa?
- ¿Por qué te interesa?
- Por caridad, supongo. He visto a muchas personas que viven en la calle y siempre he sentido pena por no poder ayudarles. Una vez un chico, joven y desastrado, me pidió dinero y yo le compré un bocadillo. Se lo di y al darme la vuelta, lo tiró en una papelera. Así que no he vuelto ha hacer nada por nadie. Sin embargo este señor me ha parecido tan vulnerable, tan delicado, y en estas fechas... el caso es que le compré tabaco. Eso es todo, señora.
- Me llamo Patrocinio, pero todos me llaman Patro. No te preocupes por él, seguro que ha vuelto a su pueblo o tal vez esté por el Retiro o en la Estación de Atocha, vete a saber. Me contaba con mucha pena, que en la pensión sólo puede estar de once de la noche a ocho de la mañana. Por lo visto los dueños alquilan la habitación por horas, durante el día a parejas que van a hacerlo, ya sabes. Así que se levanta pronto, sale y no vuelve hasta las once de la noche. Eso es lo que me contó ¿Quieres comer conmigo? Te invito y hablamos que nos vendrá bien a las dos. Tengo media pierna de cordero hecha, solo es calentarla y ya está.
- Patro, no me tiente.
- Te tiento. Quédate y te contaré algunos detalles. Ponte cómoda mientras me quito la ropa.
No me lo puedo creer, estoy en casa de una desconocida y me quedo a comer con ella como si la conociera de siempre. Debo estar loca, pero creo que me pude ayudar a encontrarle. Mi vida sólo tiene un sentido: Él, aunque me duela, aunque me sangre la necesidad que tengo de verlo, solamente verlo, aunque solamente eso sea.

domingo, 27 de diciembre de 2009

Buscárle siempre.

III.- Buscárle siempre.

El día de Navidad amanecí distinta, como ilusionada por la vida, como si hubiera nacido dentro de mi una nueva lucha que me daba fuerzas y me hacía fuerte. Me desperté a la misma temprana hora de siempre pero no salí de casa hasta la una menos cuarto. Recorrí la Avenida en busca del desconocido Señor Armando. Le pensaba ofrecer comida caliente en un Restaurante, dispuesta a acompañarle, si me dejaba. Había pensado tantas cosas, tantas preguntas, tantas sospechas, tanta pesadumbre por un hombre desconocido que vive triste en la calle y que casi siempre lee libros o suplementos culturales sentado en un banco de la Avenida.

Cuando me pidió un cigarro ya habían pasado tres días que le observaba. La primera, el lunes cuando salí del Banco. Me sorprendió su buen aspecto y su timidez. No se atrevía a pedir limosna, creo. La segunda vez, el martes en la panadería compró una barra de pan y pidió que se la abrieran por la mitad para hacerse dos bocadillos. La tercera, el miércoles, le observé hablando con una señora del barrio. Su conversación me dio envidia. Y ayer, Jueves, a las cinco de la tarde, le regalé un paquete de tabaco ¡Qué imagen dios mío, qué imagen, cuando exhalaba humo por la boca y por la nariz como si fuera un dinosaurio y yo su indefensa prisionera! ¡Cuánta hermosura tras lo elemental y cotidiano!

Le busco por todas las partes, incluso por los jardines de la Colonia de Chalets cerca del Retiro, por las cercanías de las Iglesias y no hay ni rastro ¿Habrá vuelto con su familia si es que la tiene?
Comí en casa de mi hermana y mientras jugaba con mi sobrinita, Rosalía, mi hermana, dijo que me notaba rara, que si estaba preocupada por algo. Contesté, mintiendo a medias, que si, que estaba pendiente de la confirmación de unos presupuestos de tres clientes, que si no me los aceptaban podría tener dificultades para pagar la letra del piso, el día cinco de Febrero. Mi cuñado, Albert, me invitó a fumar un... dios mío, no lo puedo creer, un Pall Mall azul. Como él sabe, no fumo. Insistió y fumé medio cigarrillo de Pall Mall azul entre mis toses y las risas de ellos. Sobre las cinco de la tarde volví a recorrer la Avenida y no estaba.

Fui al Corte Inglés y compré un cartón de Pall Mall azul. Al llegar a casa, coloqué los diez paquetes de Pall Mall azul en la alfombra del salón, como si fuera un castillo y jugaba con ellos como cuando niña jugaba con mis muñecos de Play Mobil o con barbie destrozada. Me los llevé a la cama y desnuda, me repartía por el cuerpo paquetes, que luego apartaba y volvía a colocar sobre mis pezones, entre mis piernas, entre mi vulva y tuve una noche de locura y lágrimas ¿Dónde estará en estos momentos? ¿Duerme realmente en una pensión de la calle Atocha? ¿Por qué habrá llegado a tener que vivir tan triste en la calle?

Me levanté victima de insomnio, serían las tres, fui a la cocina y allí encontré un recipiente que me sirve de cenicero y una caja de cerillas de un Hotel de París, me senté junto al televisor encendido, sin imágenes, y fumé un cigarro, sin tragar el humo, mientras bebía un cubalibre de ron Bacardí con coca cola, y otro, y otro, y otro. Conseguí terminar la botella de ron. En la cama sentí que era capaz de emborracharme y de fumar Pall Mall azul. El tacto del papel de celofán que envuelve el paquete de cigarrillos es de lo más excitante que jamás he conocido. Conseguí lo inimaginable mientras el cielo lloraba a cántaros en la calle yo me sentía inundada por los pensamientos y el tacto del paquete de tabaco casi dentro de mi. No pude evitar tener dos como dos océanos. Le seguiré buscando y aunque no le consiga ya le tengo dentro de mi. Pensar en él y buscárle me regala lujo de vida.

sábado, 26 de diciembre de 2009

EL DESCONOCIDO SEÑOR ARMANDO (II)

II.- Las coincidencias.
Lo extraordinario sucede sin que una se perciba de ello. Al llegar a casa, llamé a mis padres para felicitarles la Navidad y mi madre me comenta que ya no llueve y que la nevada se ha quitado con la lluvia de ayer y la de esta mañana, dice que incluso hace buena noche, sin apenas frío, con el cielo despejado y que da gusto estar en la calle, aunque haya que estar abrigado, lógicamente.
La novedad es que se ha muerto el señor Armando, que ya tenía noventa y dos años, primo segundo de mi abuelo. Como no me acordaba de él, dijo que era el que llamaban El Periñán, el abuelo de Rosa, la de Higinio el Pellejero.
Cuando mi madre pronunció el nombre del que había fallecido en el pueblo, sentí un estremecimiento.
Cené en casa de mi hermana y aproveché para llevarle un regalo a mi sobrinita de ocho meses. La cena transcurrió con normalidad y sobre las once regresé a casa con la idea de ver una película y acostarme pronto. El día fue duro, en general.
Sobre las doce y media empezaron las llamadas de las amigas insistiendo en que saliéramos a tomar algo. No quería salir. Me daba pereza prepararme pero ante la insistencia y que no hace falta mucho para animarme, el caso es que dije que si, que salía. Empezaron con el típico de a dónde vamos y a dónde no. Puse la condición de que o a Kapital, o nada. Prometo que dije que a Kapital sin ser consciente de que está en la calle Atocha.
Confieso que llevo una temporada en que a causa de tanto trabajo, desde que me independicé, no me apetece conocer a nadie. Salgo con las amigas, tomo un par de cubatas o tres, cojo el puntito y vuelvo a casa tan contenta. Puedo ser muy feliz con muy poco y ser muy desgraciada con otro muy poco. Lucho por no sufrir excesivamente por mi independencia, mi autonomía, mi libertad condicionada por mis circunstancias como joven empresaria.
En Kapital tonteé con un chico cuatro o cinco años más joven que yo. Medio en serio, medio en broma y aunque no suelo dejarme pasar de una determinada raya, una determinada frontera, ayer la pasé. Cuando me quise dar cuenta estaba besándome, y un poco más, con toda la pasión y el desenfreno. Mis amigas me dieron señas de que se iban y les dije que esperaran un poco, que ya me estaba despidiendo. El chico se quedó sorprendido de que no siguiera con él. Se ve que para calmarse necesitaba fumar un cigarrillo. Sacó un paquete de tabaco y me ofreció. Fumaba Pall Mall rojo, le pedí que me diera dos para fumarlos tranquilamente en casa. No entiendo por qué se los pedí si no fumo.
En casa me limité a pensar en el desconocido Señor Armando y no pude evitar dejarme llevar los dedos por el mapa de mi sensualidad para emprender el viaje a los paroxismos. Mis convulsiones fueron más placenteras que nunca. Dormí olvidada de mi misma y sólo pensé en él.

viernes, 25 de diciembre de 2009

EL DESCONOCIDO SEÑOR ARMANDO

Me preocupa que no pueda hacer frente a la letra del piso para el mes de Febrero. Pensando en estas y en otras mil cosas, regresaba a casa, cuando un señor de aspecto desaliñado me pidió, muy educado, un cigarrillo.
- No fumo. Lo siento. -contesté mientras observaba que su abrigo era viejo y que sus zapatos negros estaban húmedos. Se nota que le pilló el chaparrón de medio día.
- No pasa nada, guapa. Otro día será. -contestó con una sonrisa medio helada.
- ¿Qué tabaco fuma?-pregunté.
- Cuando podía compraba Pall Mall azul. -contestó mirándome con ojos inundados de tristeza.
- Espere que le compro un paquete en el bar.
- No, déjalo. No te molestes por mi.
En el bar tuve que pedirle al camarero que me ayudara a sacar un Pall Mall de la máquina, nunca he fumado y no se cómo funciona. No tenían azul así que compré un Pall Mall rojo.
En la calle, el desconocido esperaba apoyado en la pared junto a un escaparate de una tienda de muebles.
- Tenga. No tenían azul. Le compré uno rojo.
- Muchas gracias guapa. No tenías que haberte molestado. Fumaré estos cigarros a tu salud. -contestó mientras deshacía el precinto del paquete. No tardó mucho en tener el cigarrillo en sus labios e intentaba encenderlo con un mechero escaso de gas.
- Prendió. -Inhaló el tabaco y expulsó la mitad del humo por la boca y la otra mitad por la nariz.
- ¿Vive en la calle?
- Bueno, a medias. Por la noche tengo cama en una pensión de la calle Atocha.
- ¿Cenará de caliente esta noche?
- Un bocadillo. No me queda dinero para lujos.
- ¿Quiere que le deje dinero para que cene en un restaurante esta noche tan especial?
- No me dejes nada. Ya has hecho bastante con darme conversación y el paquete de tabaco.
- Que pase buena noche, señor. Tengo que irme. Feliz Navidad.
- Muchas gracias guapa, lo mismo te deseo a ti a tu familia. Eres buena.
- Perdone que se lo pregunte ¿Cómo se llama?
- Armando, me llamo Armando.
- Adiós, señor Armando. Cuídese.
- Adiós. Muy atenta, señorita.

jueves, 24 de diciembre de 2009

HAIKUS DE FELICITACIÓN

40.-
En noche buena,
humo en las chimeneas.
¡Todos reunidos!

41.-
La lluvia leve
riega mi campo yermo.
¿Sembré a tiempo?

42.-
Celebran noche
los cisnes de mi lago.
¡Se felicitan!

martes, 22 de diciembre de 2009

MINIRRELATOS A VUELA PLUMA

LA CARTA
Toda la noche pensando en escribirte la carta más larga y hermosa que existe. De amanecida, en mi escritorio, ante la inmensidad del papel en blanco, escribía con la pluma de siempre. Al ir a mojarla, por segunda vez, de tanto frío como hacía, la tinta del tintero se había congelado. Sólo tuve tiempo de escribir: “Amor mío: En esta madrugada de carámbanos te deseo...”

LA CABAÑA
La pastora que suele acompañarme en los pastoreos de la vida, tiene una cabaña hecha de ramas de chopos, de espadañas, de pieles de cordero y conejo, de rosas y claveles. Es una cabaña confortable en el verano y nos da sombra y frescura cuando más arde el sol. Una tarde de siesta de fuego, la pastora me invitó a vino fresco y a queso. Se está muy a gusto con la pastora dentro de la cabaña y yo no dejaba de admirar la bonita decoración silvestre del aposento, la habilidad casi artística de su dueña. La pastora dijo que me diera la vuelta porque se iba a cambiar de vestido. Cuando avisó, me volví y pude ver cómo su cuerpo desnudo brillaba como el de una diosa. “Me he puesto el vestido de Eva ¿Te gusta?” Me quedé petrificado y sólo pude decir que mi rebaño se estaba descarriando. Al día siguiente la pastora comentó que no me volvería a invitar a su cabaña porque soy demasiado romántico.

LO SUBLIME
Mi mejor amigo me invitó a tomar una copa a uno de esos lugares con grandes carteles iluminados de rojo y neón. Una vez dentro, una walkiria, de las de verdad, dijo que le gustaba mi piel, que ella venía de un pueblecito cerca de Moscú y que allí no se ven hombres tan morenos. Sus ojos azules como el Volga, su pelo dorado, su sonrisa y sus exuberantes transparencias, me tenían fascinado. “Por ser tú, te lo dejo en cincuenta euros”. “Sólo tengo quince”. “Tu amigo te puede dejar prestado”. “Para otra vez será”. “No estaré. Mañana me envían a otro lugar“. De regreso, ya en casa, me pregunté por qué hasta lo sublime tiene precio.

domingo, 20 de diciembre de 2009

HAIKUS DE FRIURA

37.-
La delicada
flor de otoño fenece.
Mueren las fechas.

38.-
En la cabaña
de mi pastora cantan
los corderitos.

39.-
Las fierecillas
se esconden en la nieve.
Graznan los cuervos.

sábado, 19 de diciembre de 2009

HAIKUS PARA CALENTAR

34.-
Los pinos blancos
de la vieja montaña
nunca se quejan .

35.-

Blancos tejados,
las chimeneas humeantes.
¿Dónde mi lumbre?

36.-
Manchas tan negras
en la preciosa nieve.
¡Son tus suspiros!

sábado, 12 de diciembre de 2009

GRAZNARON LOS GRAJOS

Mis pasos lentos y fatigados
se acercan a la que es mi posada.
Podría elegir algún rodeo,
incluso el camino más corto,
pero prefiero tu calle y tu casa.

Siempre luz en la ventana
y nunca te asomas para mirarme.
Las flores adornan la fachada,
la música que se oye, el jilguero
y las puertas de nogal brillantes.

Como es de noche cierro los ojos
y escucho a la coruja de la torre.
Es un vicio vivir a la contra,
una forma inherente de ser,
una crucifixión, una carcoma.

¿Qué explicación tiene existir
si a drede busco la derrota
de no verte un día y otro día?
De amanecida, la sorpresa
de la nieve en todo el paisaje.

La huella de los perros,
las roderas de los carros,
las pisadas de los caminantes
y antes de pensar en ti,
graznaron los grajos.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

HABITAS CONMIGO

Hay amaneceres de pies tumefactos
y garganta seca como lija de carpintero.
Si supieras que cojeo ligeramente
y que ante el espejo hago preguntas:
¿Por qué letra empieza tu nombre?

En mi conciencia relampaguean
las mismas zozobras de entonces
y no puedo hacer nada por evitarte.
Pondré a hervir palabras malgastadas
para que renazca la Belleza: tú.

Sería prudente dejarlo como está,
retroceder al pretérito sueño y paralizarse,
quedar en nada y dormir sin respiración.
No es extraño que falte salud y sobre tiempo
ante tanto deterioro de rótulas abrasadas.

Si te fijas en los aledaños de cuando niño,
encontrarás privaciones y periódicos atrasados.
Poco después, resucitó el deseo, el ansia
de piel de otra, de la que nunca tuve.
Como mucho, cartas de una desconocida.

Para qué referir el balance del viaje
si sabes de la infinita ausencia de la madre,
la herrumbrosa soledad de caminante
hinchado de tristeza como grano de centeno.
¡Abunda escasez de lo hermoso!

Bajo tanta negrura, no te fías de nadie
porque sospechas de su próxima negación.
Es más útil recurrir a la máscara
del celeste cuerpo desnudo de la joven
inexperta que sonríe relámpagos.

Al menos sueñas, recibes la confortable
falsedad del placer que es pan para hoy
y puedes mantener el tipo que conviene.
Cada etapa de la vida tiene su silencio
y su consecuencia de tortuosa tortura.

No hay forma de alegría, ni pistola
que asesine este paroxismo de estruendos
sin éxito, después de tanta pérdida.
Bien que lo dije. Avisé antes del beso,
antes de la entrega y te acurrucaste feliz.

Sentado junto al río esta luminosa tarde,
lancé cantos al cauce y descubrí círculos
concéntricos que descifraban el secreto
de mi vida. Mi piel se hizo agua,
y mi cuerpo cántaro de fortaleza.

Me afianzo a la fuerza de los hombres
para sajar la gangrena de la vida
y amarrado al resistidero, recuerdo
a mi madre besándome en la frente
a modo de jarabe para el corazón.

Cesará el huracán de mi infancia
y la normalidad me hará fuerte.
En las noches de insomnio volverás
a ser la reina y dejaré de gritar
mientras sueño que me llevan.

No ando solo, habitas conmigo.

martes, 8 de diciembre de 2009

SÍGUEME

La pequeña Lena seguía sin hacerse demasiadas preguntas sobre el papel que representaba en aquel escenario tan excitante, el personaje que le correspondía en aquella obra de teatro en la que, con diversos actores y actrices, y que, irremediablemente, le tocaba representar. Nunca antes se le había ocurrido pensar en por qué la tierra es redonda, o por qué cada año llegan la primavera y el resto de estaciones se suceden unas a otras irremediablemente. A esas alturas de la fiesta y después de todo lo acontecido, era mejor no pensar, no hacerse preguntas.
Ni Leo, la Artista, ni nadie pudo atajar el sentimiento renacido que se había despertado en su interior. Los dedos del hombre uruguayo resucitaron en ella el sentido femenino de mujer que, por naturaleza, desea ser satisfecha por hombres y por algunas mujeres. No solo seré la hembra de Leo, piensa mientras observa cómo la miran todos.
Los efectos de la primera copa relajó los sentidos y de forma, casi sincronizada, se desprendieron de los zapatos y sandalias para poder sentir la baldosas sobre la piel de sus pies. Los hombres se desabotonaron sus camisas y Almudena soltó su pelo negro para lucir una melena de pelo negrísimo y lacio que le brillaba como crin de caballo árabe y que le llegaba hasta mucho más abajo de media espalda. Sus tejanos por el suelo y su desnudez fue admirada y aplaudida, como se aplaude la excelsa actuación de una virtuosa del erotismo. Almudena tiene cuerpo de sirena y belleza racial árabe. Lena se queda de piedra, se mira a si misma y comprende que es un milagro que sigan sin quitarle ojo.
Es tal la excitación y sensualidad que siente por dentro, que piensa que su vestido, pegado al cuerpo como camisa de culebra, corre peligro de que se manche de tanto sudor y efluvios. Los labios de su vulva se cierran y se abren, como boca de pez sobre tabla seca, sin poder remediarlo y fluye, algo fluye. Se lo quita y con su vaso de coca-cola y hielo en la mano, se sienta en el banco de la colchoneta de rayas azules y blancas. Leo abre la puerta del cuarto del jardinero, de par en par para que todos vean la gran cama de hierro y deja encendido el flexo con bombilla azul.
- Podéis quedaros a dormir si no estáis en condiciones para conducir. La cama, para el que la necesite.
Las cadenas doradas que adornaban a Leo eran objeto de contemplación y Venanzzetti preguntó dónde podría conseguir unas iguales para regalar a quién él sabe. El poeta preferido de Leo, no dejaba de mirar y mirar. Muy rara vez hablaba y cuando lo hacía sus palabras tenían un mensaje profundo. Mirando a Alexandra dijo: Con permiso de tu marido, debo decirte que me recuerdas al póster de Bianca Jagger que tuve en mi habitación cuando descubrí que soy un animal sexual, humanamente sexual. Bianca era mi sueño cada noche y cada amanecer e incluso muchas siestas. Tu eres como Bianca y me has despertado el animal que me habita desde que, casi un niño, empecé a sentir el placer del deseo de la otra parte que me complemente.
- Gracias Sigfrido. En mi ciudad, cuando adolescente, me llamaban Bianca. La primera vez que fui a Nueva York, estando de visita en La Factory, un señor de cierta edad me dijo: “Debes ser la hija de mi amiga Bianca Jagger”. Ese señor era Karl Liegfither, amigo personal de Andy Warhol, hoy es nuestro mecenas y representante artístico para los USA. No estás desencaminado, por lo tanto
Cati, la secretaria de la Concejala de Cultura del Distrito, en realidad se llamaba Catalina pero todas sus amigas y amigos la llamaban Cati. Por encargo de la superioridad del Ayuntamiento, su labor es seleccionar y comprar determinada obra con el fin de decorar algunas estancias de los despachos de los Concejales con Arte pictórico, sobre todo, de artistas madrileños con proyección nacional e internacional.
La secretaria Cati había comprado el tríptico que representaba las tres fases del fuego y otros dos cuadros más, por eso Leo dio permiso, con la mirada, a la pequeña Lena de que se dejara besar por Almudena, porque era la amante de Cati y esta intentaba seducir a la mujer nicaragüense. Nadie manifestaba, claramente, sus intenciones pero había detalles que lo evidenciaban.
Leo, ya desnuda, era la atracción oficial de todos los reunidos, por ser la anfitriona, pero subterráneamente todos anhelaban alguna forma de posesión de la pequeña Lena. Cada uno con su vaso de cristal labrado y lleno de su bebida preferida fue tomando sitio. Lena, como es su costumbre, se sentó, sola, en el centro de un banco donde no había nadie. Minutos después, a su derecha se sentaba Almudena y a su izquierda Roland, el uruguayo.
Lena observaba que su maestra, Leo la pintora, parecía tener predilección por el poeta, pero no podía o no quería manifestarse ya que, según le había comentado, quería ser fiel a su marido con lo que respecta a hombres. Según pensaba recibió el mensaje, a través de la mirada, de que podía ser poseída por todos menos por los latinoamericanos, él y ella.
Cada pensamiento suyo estaba destinado a satisfacer a su amor mujer. La noche era fuego de bochorno y cada uno llevaba dentro su otra clase de ardor. No pasaron ni tres minutos cuando Almudena ya era un completo roce con la piel de Lena, el uruguayo había posado la mano sobre su muslo y con un gesto había indicado que se abriera bien para poder meter sus dedos. Lena se abrió y tomando un trago bien abundante cerró los ojos . Cuando ya estaba próximo el primer beso de la mujer de crin de caballo y antes de que los dedos del hombre la penetraran, la mujer pidió que la siguiera y sintió alivio. Con el hombre uruguayo no puede, no debe, sentir.
- ¿Vienes conmigo?
- Si, claro que si.
- Sígueme.

lunes, 7 de diciembre de 2009

"Live in bars" by Cat Power.

Hubo un tiempo en el que coleccionaba letras de canciones. Tuve casi todas las de mi época de estudiante. Hoy, por azar, me encontré con esta que me llamó la atención. Es probable que empiece una nueva colección de letras de canciones. La tengo también en inglés por si le interesa a alguien. Podéis escucharla y verla en youtube. Gracias.

I.-
“Live in bars” by Cat Power

Hemos vivido en bares
Bailando sobre las mesas
Hoteles, trenes y barcos que navegan
Nadamos con tiburones
Y volamos con aviones en el aire

Haced que pasen las trompetas
Y que desfilen las sillas de ruedas
Desenrollad las mantas y aireadlas
Espadas y arcos, huesos y cemento
Las luces y la oscuridad de los hombres inocentes

Nos conocemos tu casa tan bien
Y despertamos cuando hayamos subido
todas tus escaleras.

No haya nada como vivir dentro de una botella
Y nada acabarlo todo por el mundo
Estamos tan felices de que vuelvas
Todo león vivo se posará en tu regazo
El niño regresa a casa, el campeón el caballo
Quién va a tocar la batería, la guitarra o el órgano
Tan lejos como hemos caminado desde ambos
extremos de la arena nunca hemos vislumbrado a
este hombre.

Nos conocemos tu casa tan bien
Y echaremos la puerta abajo si tú no estás allí.

Hemos vivido en bares
Bailando sobre las mesas
Hoteles, trenes y barcos que navegan
Nadamos con tiburones
Y volamos con aviones lejos de aquí, lejos de aquí.

CAT POWER

domingo, 6 de diciembre de 2009

NUNCA VOLVERÁ.

Sentado en la hojarasca de los chopos
contemplo el discurrir del río, de mi río.
Entre los juncos medio secos habitan
varias familias de patos salvajes. Viven.

Nunca se ve gente del otro lado,
pero miro mientras fumo. Miro.
El día nublado y gris es cálido
y pienso en fronteras, en límites.

El agua, casi cristalina, avanza
corriendo y nunca regresa. Corre.
Horizontal y rugosa arrasa instantes
para dejar claro el paso del tiempo.

La eternidad del agua de mi río
me hace recordar cuando la madre.
Pero el agua no lo puede saber,
ni le importa. Parece huir. Huye.

De repente, acontece el milagro:
un pardal se mece en el junco
más alto de toda la junquera
y parece tan contento. Feliz.

El ruido de la hojarasca
espanta a los patos y se van.
Regreso y el río se limita a lo suyo:
discurrir lentamente, sin despedirse.

La hojarasca se estremece y ruge
con mis pisadas. Parece gritar:
“Lo has echado todo a perder,
no tienes remedio. Nunca volverá”.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

EL LOBO DEL MUNDO

En la noche, no tengo miedo tangible
a la sombra ni a su ferocidad y guadaña.
En la noche, puedo ser dueño
de territorios sedientos de ávidas lobas.

Lobas que se acercan a lamerme los pies
y adorar la hebilla de mi cinturón.
En la noche, soy el amo de mi nocturnidad
y domino la sumisión y entrega de mi bestia.

Bestia personal transferida y transmutada
en mágica odoratriz de hadas sanguinarias.
En la noche, soy capaz de arrancar el velo
negro a la esquelética calavera del ser o no ser.

Ser que durante la noche me convierte
en el héroe de mis sueños predilectos.
En la noche, puedo alentar anhelo
de ser más lobo que hombre y devorarme.

Devorarme y dejar mi rastro de sangre
entre las pisadas negras de la nieve.
En la noche, que vean mis huellas
junto al barranco de los cadáveres.

Cadáveres que un monstruo
apiló junto a mi cama de hombre.
Hombre que acecha la ferocidad
del lobo que habita el bosque.

Lobo del bosque, lobo del mundo.

martes, 1 de diciembre de 2009

MINICUENTOS DE CASA.

I.-
El tejado roto, tapias caídas, puertas que chirrían, ventanas abarquilladas. Vendo la casa.

II.-
No hace para salir de casa, las goteras nos salpican, el ambiente cargado de electricidad ¿Qué hacer ante tanto desastre?

III.-
Por los cristales rotos entra una brisa helada que corta el fluir del tuétano en los huesos. Mientras más te adentras, más notas una especie de vacío, un desconsuelo, un témpano, un iceberg de tal calibre, que paraliza el sentido ¿Dónde dejaría las cuchillas de afeitar?

IV.-
Hace más de un mes que no llaman, más de dos que no nos vemos y fui yo el último que llamé ¿O fueron ellos?

V.-
Poco después de entrar en su casa preguntó: ¿Cuándo te vas?

VI.-
Su casa era confortable y el café como de compromiso. Lo dijo claramente: “El silencio es la única razón de la música”. Ni una palabra más. Indirecta recibida.

VII.-
Más de una vez, al llegar a casa preguntaba: “Mamá ¿dónde estás? Mamá ¿dónde estás?” Cuesta acostumbrarse a la ausencia de la madre y no se daba cuenta de que jamás podrá responder.

VIII.-
Vino a casa a darme conversación, simpática, agradable, incluso insinuante. Estaba claro: quería que le dejara la bicicleta.

IX.-
Una noche de perros se nos fue la luz de casa. No aparecían las velas y las hermanas, tan niñas, tenían miedo. Dije: “No lloréis que se va a despertar el hombre del saco”. Mi padre, sin previo aviso, en la oscuridad, me dio un tortazo y vi la estrellas.