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martes, 30 de junio de 2009

LA PIEL

Es la piel el principio de todo,
de donde se desprende la armonía
que enaltece los sentidos y los sentimientos,
donde nace la sensibilidad y el deseo de tenerle.

Si no hubiera sido por el tacto,
no se habría producido el milagro de amarle como le amo,
semejante a la más excelsa de las sinfonías de ternura y entrega,
que nació inesperadamente, cuando me rozó su brazo.

Si mi piel se junta con la suya abre rendijas,
para que entre luz que ilumine su mensaje deseoso
de que me entregue a usted y me entrego confiada,
feliz porque su piel y la mía se asumen para entenderse.

Unen su comunión de perfecta exactitud y se enaltece
el orgullo de pertenecerle en mis deseos de día y de noche.
Mi piel se eriza y tiembla con el leve roce de la suya
y me abre la posibilidad de pertenecerle entera.

Porque mi piel ama la suya más allá de mi misma,
más allá de mis luchas y contradicciones y cedo siempre
ante la imperiosa necesidad de que toque mi esencia de mujer.
No hay frontera, ni río que nos separe. Venga y entre.

Aunque la luz que nos alumbra, a veces sea opaca,
la piel se encarga de iluminar mi camino hacia usted
para que me posea internamente, hasta desfallecer
y mi alma se anestesie con el nirvana de un grito.

Es la piel el principio de todo:
la piel de los labios que se entreabren para dar paso
a la lengua que se une a la suya y ya no soy nadie.
Indefensa y entregada, para derramarme entera.

La piel de mis dedos que le acarician el pecho y la frente
y se introducen en su boca para que me deje besarla.
Es un deseo puro y transparente como la exaltación
divina de ser su esclava, mi señor y mi gloria.

La piel de mis senos entregados a sus labios
y la sangre arde interiormente y le deja paso.
La piel que no es piel, que es carne viva y que por dentro
es sol que florece y germina pasión desmedida.


La piel que rasga los poros para sentir los estambres
de la suya, que me ahoga la garganta y me inunda.
La piel que se me despierta cuando me despierto,
para pensar todo el día en usted y quererle dentro.

La piel que le suplica que venga esta tarde,
o ahora mismo, (por favor, venga ahora mismo)...
O esta noche. Para que la yema de mis dedos
sean los suyos, que me horaden y me escarben.

Tengo la piel abierta esperándole a usted,
para desearle durante la certeza de que se eriza,
mientras haya un hueco por donde respire aliento de savia.
Mi piel siempre querrá que me quiera usted.

El néctar de mi exquisito fruto está dentro
y requiere que lo envuelva con el ascua de su...
piel.

lunes, 29 de junio de 2009

LA SEDUCTORA

Mi vecino era un niño señorito al que, como hijo de médico de pueblo, no le faltaba de nada.
Un día de verano, vino diciendo que si le dejaba montar en el caballo, que mi padre tenía para las labores del campo, podía jugar con su balón de reglamento. Le dejé cabalgar durante un buen rato. Días después, vino patinando a la era donde trillaba con una pareja de vacas, diciéndome que si le enseñaba a trillar me dejaría patinar con sus relucientes patines. Se sentó en la banca del trillo y le enseñé a trillar.
En vacaciones de Navidad, pasó por casa para jugar con sus maravillosos juguetes. De repente, sacó del bolsillo una armónica. Me advirtió de que la mirara, un poquito, pero que no la chupara para no mojarla con mi saliva. Me dio pena porque, como era invierno, no tenía nada que le pudiera gustar. Le pedí que me dejara ver como era, sin tocarla, y que para el próximo verano podría trillar y montar en el caballo todo el tiempo que quisiera. Tan solo pude ver que era muy bonita y de la marca “Seductora”. Cuando mi vecino rico la hacía sonar, su música me parecía la de un acordeón pequeño. Fascinación de niño humilde.
Mi madre nos avisó de que había que escribir a los Reyes Magos. Les pedí una armónica “Seductora”. El día de Reyes me acerqué a la ventana, donde había dejado los zapatos, para ver qué me habían traído. Una naranja, dos higos secos y.... una chifla de plástico, roja por un lado y blanca por otro, de ocho o nueve agujeros, similar a las de los afiladores que venían de Galicia. Tristeza que aún permanece.
Dijo mi madre que los Reyes no entendían de armónicas "Seductoras", ni de nada de eso.

domingo, 28 de junio de 2009

LIBRO DE SOMBRAS




“Digas lo que digas,
agradeces el deterioro”.
PAUL CELAN

Más allá del túnel
existe un lugar de luna acuática y delfines...
Si te quedas quieta,
como cuando niña en la románica iglesia,
ensimismada ante la sangre del crucificado,
podrás descifrar la caligrafía de las piedras
y los ecos de los buriles de orfebres en los cálices,
los martillazos de los canteros en las bóvedas,
y los lamentos gregorianos de los inquisidores.

El corcel magenta que surca veloz
el territorio de los sueños,
me dejó abandonado junto a la grieta de las tinieblas
y tuve que ser ave fénix para no despeñarme
en el barranco donde se suicidan las mulas.
Necesité aferrarme a las argollas de los ajusticiados
y hacer píe sobre el brocal del pozo
que me absorbía con la fuerza de los imanes.
En éste trance y en todos, venías al corazón.

Siempre ha sido así,
desde la página primera que escribimos juntos,
-inocentes, absortos, inexpertos,
inseparables, ciegos el uno del otro-
aquel septiembre del sesenta y nueve,
y la última, aún blanca y pura como el alba aquella.
Libro de sombras, cuyas hojas bailan entre si
para eludir la negrura absoluta y procurarse
alguna alegría que deshile tanta penumbra.

Mi vida ha sido un torrente, catarata incesante
de palabras y la tuya, hojas de unos días,
huracán de silabas impregnadas en mi pecho.
Páginas negras, algunas muchos más negras
que han parido otras con nítidos parpadeos
de sombras algo menos oscuras y livianas.
Aquellos días de aparición y descubrimientos,
son memoria petrificada, pero no bastan.
Se necesita la frescura de lo reciente.

He tenido que reinventarte con adivinaciones,
con la materia que derrama la estructura del amor.
Cada día esculpía tu corporeidad perfecta
y eras la mezcla de todas, la más hermosa,
porque renacías cada vez que cerraba los ojos.
Desnuda, entregada escultura griega,
como aquellos días de un lejano septiembre.
Te quise como a la sangre de mi sangre
y te dejé sitio en mi lecho, noche a noche.

Y ahora... se acerca el túnel más oscuro,
el lugar de luna acuática y delfines...
Por mis roquedales se tambalea la claridad lúgubre
que desespera mi carne encarnecida y putrefacta.
Nadie garantiza la certeza del futuro,
pero el libro está escrito,
sombra a sombra, con encendidos labios
que te nombran y te esperan, hasta el desfallecimiento.

El deterioro me acerca a la espuma y a la ceniza.

sábado, 27 de junio de 2009

FALTA ILUMINACIÓN (the last version)

FALTA ILUMINACIÓN
(Amapolas en los trigales).

Aforismo: Nadie sabe lo que cuesta mantener la luz encendida.

En mis raíces ortigas rasguñan silencio en las huertas,
sumideros se hacen carámbano como adobes
y los inviernos fenecen, hospicianos de nieve.

Las primaveras cuartean los barrizales
y el aire esparce enfermedad en los manzanos.
Sembramos sulfato de resignación agraria.

En mis veranos no hay estruendo de espigones
ni espuma de confines, lamiendo los pies.
Es temporada de cosecha y zozobra.

Se prefiere esta permanente estrechez,
la emergencia de lo absolutamente necesario
para sentirse acequia que fertilice el páramo.

Debe ser la única forma conocida
de mantener a flote la dignidad del que reclama,
masticando el rebojo de penitencia que corresponde.

Se necesita ser viajero y desvanecerse en el camino
sin mirar al pretérito de la chimenea humeante,
donde hierve el puchero de la enlutada madre.

Rozar los sangrientos pétalos de margaritas
donde los antepasados descifraron el enigma,
escondidos en los trigos, con la boca ensangrentada.

Sale el sol para encender de bermejo el cielo,
sombrear las laderas de las encinas y dar tiempo
a que se llenen las escuelas con augurios de futuro.

Así y todo, falta ILUMINACIÓN,
simiente purificada que engendre sueños
con nidos donde nazca el canto de los pájaros.

De poco sirven las amapolas en los trigales,
tanto geranio y la inútil hiedra en la casa.
Bastaría con saber cómo succionar lo que urge...

Parece ser que es mi turno y sigo a oscuras.

HAIKUS DE MADRUGADA

16.-
Se alejan hojas
secas que fueron tan mías.
Viajan por el río.

17.-
Canta el bosque
despedida bien triste.
¿Cuándo volverán?

18.-
Mejores hojas
nacerán donde estamos.
¡No son las mismas!

jueves, 25 de junio de 2009

ALAS

ALAS

I
Si tuviera alas y pudiera volar,
volaría hasta extensas tundras nevadas.
Me cubriría de nieve,
para dormir entre silenciosos cristales
y
caería,
planeando,
desde
arriba...

Despertaría entre los brazos
de la virgen que me espera
envuelta entre mis pensamientos,
al raso de azules
como la bóveda celeste.

Y...
cuando estuviera con ella,
le diría:
"córtame las alas, amor,
que no quiero irme de aquí".

Sería entonces,
sólo entonces cuando sabría
de qué color es
la felicidad.

ALAS

miércoles, 24 de junio de 2009

EL ACTOR INVITADO

En Tenevanbe todo el mundo nos conocemos. Pasear por la calle La Rúa es exponerse a que te vean los amigos, los primos lejanos, las antiguas novias, los enemigos, o tus clientes favoritos.
Me metí en Mistral, mi cafetería preferida y Mónica, sin que dijera nada, me puso en la barra, un descafeinado de sobre, en taza grande, con dos azucarillos y en plato aparte, tres bizcochos de anís. No se olvidó de servir también, un vaso de agua de sifón. Es agradable que sepan lo que te gusta. Mónica me conoce desde hace años y sabe de mis preferencias, incluso sabe lo que me gusta ella.
Estaba leyendo el Babelia cuando una voz gritona y áspera me saludó:
- Pero hombre, ¡Cuánto tiempo sin verte! ¿Qué es de tu vida?
- Pero coño, si es Jeremías, respondí. Pues ya ves, aquí a desayunar ¿Qué tal Jere? ¿Sigues con tu voz de tenor?
- Pues claro y que no falte. Nos ha jodido. Tu como siempre, no cambias. Por cierto, ¿nos tendrás libre los días del puente?
- Pues si, los tengo libres.
- Pues te acaba de tocar la lotería. Te vienes conmigo a los ensayos y te apuntas a la Legión de Honor Francesa.
- No me jodas ¿Eso que es?
- Pues nada, que soy el Comisario de las fiestas del Dos de Mayo y necesito gente. Estaba buscando un actor para esos días y ahora al verte, me dije, pero si este da la talla. Te damos mil euros por dos horas los días 1, 2 y 3 y tres cenas a reventar.
- ¿Y qué tengo que hacer?
- Fácil. Te pones el uniforme de soldado napoleónico, el fusil con bayoneta de la época y a matar españoles se ha dicho. Tiramos salvas de pólvora al aire para meter ruido. Ensayamos dos tardes y listo.
- Pero Jere,. Que uno tiene su dignidad. Si fuera del bando de los españoles todavía, pero de francés yo no hago. Vamos, ni loco.
- Joder tío, pero si es puro teatro. Tu verás, pero vamos, un chollo así no se encuentra todos los días. Fíjate, van casi todos los del barrio, hasta Estrella la chica de Enrique el Cojo, se nos ha unido que va de francesa abanderada, con un trabuco así de grande y tan contenta que va. Con lo guapa que es, nadie le va a reprochar que vaya de napoleona.
- Hombre, si crees que merece la pena, apúntame.
La casaca me quedaba un poco grande y los pantalones algo largos, pero una pinza por aquí y un imperdible por allá, me las arreglé para aparentar bastante pinturero, incluso elegante. El caso es que aprendí bien mi papel y me harté a tirar tiros y hacer que mataba a cientos de enemigos. Estrella no se separaba de mi ni un momento. Hasta en las cenas se sentaba a mi lado. Con disimulo nos tocábamos por debajo de la mesa sin que nadie nos viera.
- ¿Cuántos años tienes, Estrella?
- Hago veinte en Junio.
- Vaya faena.
Cuatro o cinco días después de las fiestas iba por la La Rúa, tan tranquilo, cuando un gran chaparrón de agua fría me cayó en toda la cabeza. Miré para arriba y allí en un balcón estaban dos chiquillos con el cubo vacío gritándome: “francés de mierda”.
Me estropearon el traje, cogí un buen resfriado y eso fue lo que gané con el chollo de Jeremías. Nunca se pierde ni se gana del todo. Gané soñar con Estrella, eso si. Una locura maravillosa. O sea.

martes, 23 de junio de 2009

VISIBLES NO

... cuando quise darme cuenta, había quedado completamente solo en aquella inmensa sala de museo. Vamos a cerrar, dijo la vigilante. Vamos a cerrar ¿o es que quieres quedarte aquí toda la noche? Ojalá pudiera, pensé. En la calle, el olor a calle me resultó repulsivo. Mañana volveré a primera hora, como en un museo no se está en ningún sitio, pero no volví. En la noche se diluyó el deseo de volver a ver aquel cuadro por la propia imposibilidad de que pudiera ser mío ¿Qué cuadro era? Una señorita, semidesnuda, preciosa, que miraba un anillo de oro ¿Tanto te gustaba? Mucho, me gustaba mucho ¿Por qué me cuentas eso? No sé, me acordé de repente, supongo que ha sido porque ahí, enfrente, está el museo de El Prado y es una obsesión recurrente el deseo de quedarme encerrado una noche y la mejor sería una como esta, la más larga del año. A mi me daría mucho miedo. Y a mi, pero me gustaría. Ha estado bien la cena ¿verdad? Ya lo creo, se han portado con nosotros. A mi me ha gustado todo, pero lo que más el vino, que me he puesto un poco pedo. Y yo, menos mal que pasé a la cocacola ¿Te he enseñado el tatuaje? ¿Qué tatuaje? Mira, éste. Es precioso, como tu. ¿Te gusta de verdad? Claro que me gusta. Pues aún no lo ha visto mi madre. Cuando lo vea, me mata ¿Por qué dicen que esta noche es mágica? Esta noche es como todas. La magia la pones tu ¿Tienes más? ¿Más qué? ¿Tatuajes? Visibles no. La verdad es que invisibles tampoco, es el primero que me hago ¿Eres muy tímido verdad? Lo normal ¿Por qué lo dices? No se, me salió así ¿Te parezco una cría? Eres menor, en todo caso. De eso nada, ya cumplí los dieciocho y todos me dicen que aparento más madurez que las de mi edad ¿Seguro que tienes dieciocho? Claro que seguro, mi madre me dejó salir a la cena porque ya soy mayor de edad, que si no... o vengo con ella o no vengo, pero ya puedo salir sola y volver a casa cuando quiera. No puede decirme nada. Fumas mucho, llevas cuatro en una hora ¿Llevamos una hora sentados en este banco? Más o menos ¿Cómo haces para que se me pase el tiempo volando? Nada, ya ves, nada, hablar, la serenidad, el cielo de Madrid, las estrellas, el museo en frente, las ramas de los árboles, la sombra de los setos, esta casi oscuridad, el aire fresco con olor a jardín regado, tus ojos tan negros y brillantes, tu sonrisa, yo qué se y como broche de oro, el propio milagro de que estés aquí, ya casi las dos, conmigo. No es un milagro, sabes que me gustan tus historias ¿Me cuentas otra? Había una vez una chica muy guapa, pero muy guapa, que... ¡Esa era yo! Calla y escucha: de tan guapa que era, parecía un cuadro de un museo que vi una vez cuando estaba en Valladolid haciendo la mili. Me quería quedar encerrado con ella pero... ¿Pero qué? Pero... era tan niña... que daba miedo hacerla daño si la tocaba... Puedes tocarme si quieres. Calla... así que se levantó y ... vamos que se nos hace tarde. Sigue con la historia, no haber empezado. Y... vino un poco de viento que levantó el vuelo de su vestido... se convirtió en mariposa, mientras me miraba fijamente con sus ojos negros y brillantes y voló. Tanto, pero tanto que jamás volví a verla. Sólo quedaron los rastros de unos versos dispuestos para ser comidos o bebidos, como se beben los besos... Es preciosa y triste, Abel ¿Cómo termina? Ya lo dije: convertida en mariposa, voló y voló para no volver a verte jamás.

lunes, 22 de junio de 2009

CUENTO TIBETANO II

El joven monje caminaba en su diario paseo de meditación, cuando se encontró con su Maestro.

- Maestro, ¿los perros creen en la reencarnación?

El Maestro se quedó reflexionando y contestó:

- ¡¡¡Guau, guau!!!

El joven monje siguió su camino con otra duda.

domingo, 21 de junio de 2009

¿DÓNDE UN FUEGO?

¿Dónde un fuego?,
gritaba el andarín, en su delirio.

¿Dónde el calor de la lumbre
de paja de centeno y brasas de encina?
¿Dónde el caldero de leche recién ordeñada,
dónde el beso de la madre
y el balido de los corderos?
¿Dónde la frescura de sombra
de chopos y el almuerzo en la fiambrera?

¿Te acuerdas?

Traspasado el horizonte,
humo en las chimeneas,
campanadas en la torre...
olor a rosquillas y mazapanes.

¿Para qué vendría si no estás tu?

TRES HAIKUS, TRES

100
Hice una hoguera
con cuatro hojas secas.
Arde silencio.

101
El humo tan gris
en hoguera tan roja.
¡Alguien vive!

102
Se incendia la luz
con reflejos brillantes.
¿Quién quema al sol?

viernes, 19 de junio de 2009

DEPENDER DEL CIELO

La tarde se puso oscura, muy oscura. Mi padre había ido a regar una alfalfa y había llevado su caballo.
- Mal asunto, esa nube negra trae agua y ruido. - Dijo mi madre.
Las hermanas y yo estábamos en la mesa escuchando una radionovela. Mi madre no paraba de cerrar puertas y ventanas. Comprobó que no quedaran ni las de las cuadras sin cerrar en condiciones.
- Apagar esa radio que no está el horno para bollos. Tu padre está en el campo con el caballo y según es, casi seguro que no viene hasta que no acabe de regar.
En esto, un estruendo espantoso nos dejó a todos temblando y en segundos un relámpago cegador que se metió por toda la casa. Gotas como calderos de agua caían torrenciales y repiqueteaban sobre el tejado de uralita. Mari Carmen, que es la pequeña, se puso a llorar toda asustada.
Mi madre, apagó todas las luces de la casa y encendió una vela. Salimos hasta la galería acristalada y desde allí pude comprobar lo torrencial de la tormenta. Otro trueno terrible, nos hizo temblar y con el miedo en el cuerpo nos recogimos a toda prisa a esperar en la mesa camilla de la cocina.
- Vamos a rezar a Santa Bárbara un Padre Nuestro y tres Aves Marías. Los truenos y los relámpagos se nos metían en los huesos de tanto temor. Mientras rezábamos, mis hermanas y yo mirábamos a nuestra madre. A cada trueno y relámpago ella decía: “Santa “Bárbara bendita que en el cielo estás escrita... líbranos” y nosotros repetíamos la misma oración.
- Tu padre no tiene cabeza. Mira que no venir con la que está cayendo. Pobre caballo.
La tormenta cada vez era mas intensa, duró más de una hora. La vela casi se nos termina.
Poco a poco se fue haciendo la calma y cesaron los truenos y los relámpagos. Clareó un poco y aunque aún llovía algo, la tormenta había cesado.
Más tranquilos, salimos a la puerta de la calle a ver si veíamos regresar a mi padre con su caballo. Una torrentera de agua embarrada de arcilla, bajaba por la ancha calle. Agua embarrada de color rojizo, que casi se nos metía en casa.
- Y tu padre, que no viene.
A la media hora o así, vimos a mi padre que venía caminado, hecho un nazareno, con el pobre caballo de ramal. Los vecinos que estaban asomados a las puertas de sus casas le decían: “Vicente, ¿has pescado peces?” y Vicente, que era mi padre, contestaba: “No, son cangrejos” y todo el mundo se reía, menos mi madre y nosotros.
Cuando llegó a casa y mientras secaba un poco al caballo y le quitaba los aperos decía: “Lo siento más por el pobre caballo que por mi”.
Se tuvo que cambiar de arriba abajo y mientras lo hacía se dirigió a mi: “Mira a ver como te las arreglas para buscar un oficio donde no tengas que depender del cielo”.
Mi madre reñía a mi padre y mis hermanas, que ya estaban contentas, volvieron a escuchar la radio novela. Me quedé pensando muy seriamente:
“¿Qué hay que no dependa del cielo?”.

jueves, 18 de junio de 2009

INVITACIÓN A RECITAL

El próximo día de 24 de Junio, a las 20 horas, se celebrará el Recital de Verano del Grupo de Poesía del Círculo de Bellas Artes.
Estáis todos y todas invitados. Será un recital especial de los compañeros de tertulia. Me toca leer dos poemas. La entrada es gratuita y se realiza en la Sala María Zambrano, quinta planta, del Círculo de Bellas Artes de Madrid. Habrá canapés, vino, cañas y más cosas. (podría ser) Os esperamos. Muchas gracias.

miércoles, 17 de junio de 2009

EL VIAJE DE LOS SUSURROS

Emilijka Bordaieva, (1966, Sarajevo),
expone parte de su obra pictórica en Torrelaguna, (Madrid).
EL PAÍS
-I-
(Pintora emigrante).

Emigrante de mi misma, habitada de ausencia e ignominia,
que pinta fuego entrecruzado de balas perdidas y postes de luz.
Regreso de exhibir óleos, yo que esculpo palabras
con pinceles rojizos, abstractos y ocres como carne seca.

Si mi madre me hubiera visto tan arreglada y digna,
si mi padre hubiera podido oír cómo aplauden los aduladores
a su más tierna y frágil hija, que tiembla como una vara verde,
ante los cumplidos de los hombres que lo dirigen todo.

Nadie lo sabe, sólo ven la pátina etérea que se ve,
no perciben cómo se desmorona mi identidad y se desgarra
la piel y el desperdicio de poros saturados de pólvora,
escombro y detritus, que mastican los perros con espuma en la boca.

Nadie sabe la verdad porque duele tanta lápida de olvido.
No perciben cómo se cae la piedra de la casa y como se pudre
la intimidad pretérita que me obliga a asesinar la memoria, ¡Dios!,
la memoria mía y la de los que se desangraron en las aceras.

¿Qué pueden saber los que miran? Que mi pelo es negro y turbulento,
que mis senos magnetizan miradas y que el perfilador carnoso
humedece y hace prisionera mi sonrisa, que es hielo, antes de florecer.
¡Nadie lo sabe! No interesa un misterio de cuarto con derecho a cocina.

¿Quién dijo que son bonitas mis naturalezas muertas?

-II-
(La niña que susurraba a los libros).

En el tiempo primero, todo era primavera
y azulada serenidad entre todos nosotros.
Feliz niña a la sombra del tilo y el limonero
junto a Dorian, mi hermano jugando con trenes.

¡Qué hermosa eres Emilijka!
¡Mira como salta la rana en el estanque!

Mi padre me regalaba libros y cuadernos
que yo adoraba como un tesoro en cofre.

De noche, susurro tras susurro...
¡hablarme, hablarme!,
y el eco:
“!eres princesa, nuestra princesa!”

¡Qué preciosa eres Emilijka!.
¡Mira que libro más hermoso te traigo!

¿Nadie se da cuenta de que tanta belleza duele?

-III-
(Temblores de luna en Sarajevo)

Cuando los temblores de luna, incunables destrozados
por los sádicos que arrasaron historia, cultura, identidad...
lo saquearon todo y nadie hizo nada ¿Oís bien?
Nadie hizo nada ¡Cuánto duele saberlo!

Mi madre, junto al semáforo, cuando un alumno cruzaba.
Mi padre, cerca del piano de la biblioteca que dirigía.
Mi hermano, secuestrado y fusilado por negarse.
Y yo... ¿qué fue de mi? La vida es vivir solamente.

Adiós a los ruiseñores del jardín, al estanque verde
y a estrenar albas para sembrar susurros de aliento.
Adiós destrozados para todos los que me conocieron.

El cadáver que llevo dentro, nació junto al Arte roto
y me indica que olvide las palabras inútiles y huecas.
El sendero hacia las tapias del cementerio habita sombras.

Emilijka Bordaieva...
o viajas lejos o se te mueren los susurros de por dentro.

martes, 16 de junio de 2009

EMILIJKA BORDANIEFFVA, LA RUSA.

A la gente le gusta pensar que soy rusa pero en realidad soy de Letonia. Nunca me consideré rusa porque no lo soy, ese es un tema largo de contar. Es lo que se llama sufrimiento histórico de un pueblo ¿Puedo pasar al baño? Necesito ir con urgencia. Puedes mirar si quieres. Uff, venía apurada realmente. Debería darme una ducha pero estoy tan cansada que solo quiero dormir, al menos dos o tres horas. La cazadora roja, de piel, hace juego con mis pantalones y camiseta negros, hace contraste. Uno setenta y ocho. Si, por supuesto, rubia natural. Más que azules son verdes claro, una vez un italiano, en Verona, dijo que eran ojos verdi azul, una 95, bueno depende de la marca, a veces es una 90. Procuro hacer deporte, mi cuerpo me gusta y lo cuido todo lo que puedo. No vas desencaminado, posé para un fotógrafo una temporada. Tenía dieciséis años y me faltaba picardía, pero aprendí lo que no te imaginas. Maduré a base de polvos, como se dice aquí. Puedes acostarte a mi lado, la cama es tuya. Si, desnuda. Es la única forma en que puedo dormir. Puedes abrazarme pero no me penetres. Cuando despierte si quieres, si. No creo que sueñe, tengo la cabeza saturada. Han sido 19 horas de trabajo, una animalada. Mi turno y el de mi compañera. Trato de acumular días para irme una semana a ver a mi niña. Gracias, lo depilo cada ocho días. Cerraré los ojos y me dejaré llevar, caer en el vacío, caer en el vacío, así, son las 2 de la mañana, a las cuatro y media estaré despierta y como nueva. Necesito un sorbo de tu coca-cola, gracias, eres bueno. Ahora... vacío, vacío, vacío, vale, pero por favor, no me hagas fotos, ya, pero tienes la del móvil. Emilijka Bordanieffva, llámame Emili, o Emi.. da igual. Mi niña tiene fiebre, no mucha, pero tiene unas décimas, es mucho mas guapa que yo y más inteligente. Ayer hablé con ella y me dijo: mamá ¿sabes una cosa? Me gustaría que estuvieras aquí, con nosotras, pero como no puede ser, al menos piensa en mi cuando te duermas, yo siempre me duermo pensando en la mamá mas buena del mundo. Cierro los ojos y pienso, muy concentrada, y algunas veces hasta lo digo en alto: mamá, mamá, ¿Dónde estás? Mi niña... pobre hija mía, tan lejos... vacío, vacío, nube de algodones, me caigo, duermo, duer...

lunes, 15 de junio de 2009

REFRANES OLVIDADOS

1.- En casa del herrero, antes de tocar, preguntar primero.

2.- En invierno y en verano el capote en la mano.

3.- La cabra coja no quiere siesta.

4.- Si tienes matas tendrás patatas.

5.- La cara del santo hace el milagro.

domingo, 14 de junio de 2009

TRES NANORRELATOS, TRES

6
“ANTIVIRUS PANDA”
Abrió el disco duro de su corazón y se instaló un antivirus, por si acaso.

7
“CONFESIÓN”
Lo hago a boli y a pluma, pero prefiero con el PC.

8
“TORMENTA”
Tenía miedo de truenos y relámpagos. Vino conmigo y vio las estrellas.

sábado, 13 de junio de 2009

CUANDO CIERRAS LOS OJOS

Aunque cierres los ojos, ahí siguen
-en espigas tal vez mudados.
José Miguel Ullán.

Nos vimos reflejados, tu, la de siempre,
y yo, en el agua mansa de las regueras,
mientras se hundían nuestras manos
en el barro, mezcla de paja y sudor,
con el que hacíamos adobes para la casa.

Tu y yo fuimos labradores de besos
cuando las cosechas de nueces y avellanas
y cuando los suspiros en aquella esquina
de sombra espesa y cielo escarlata en delirio.
Así era como construíamos cimientos.

Nuestra promesa de amor infinito
nunca la cumplimos porque nunca existió,
pero bien sabemos lo que quisimos decir
cuando enmudecimos en miradas y tacto.
Inventamos estrategias para quedarnos.

Estos imperfectos versos nacen
lacerados y tumefactos como gangrena,
incapaces de descifrar la diezmillonésima
parte del misterio de haberte tenido.
Tus lágrimas enfriaron la sopa de lluvia.

Aunque sea yo el que cierre los ojos
y me convierta en silente victima,
eres tu la que reclamo mientras mis dedos
acarician las palabras que no dijiste.
¿Te enseñé a ser piedra entre tanta piedra?

Aquí me tienes, sentado junto a la acequia,
respirando el aire que despiden las espigas
y los sarmientos, cuya sabia rocía de miel
el racimo que está a punto de nacer.
Siento ebriedad de tu esencia invisible.

Aunque no vuelvas jamás,
sé que cuando cierras los ojos,
ves un filamento de mi y de una encina.
Menos mal.

viernes, 12 de junio de 2009

EL POEMA DE AMOR MÁS BREVE Y MÁS ERÓTICO

¿Quieres?

EL POEMA DE AMOR MÁS BREVE

Ven.

jueves, 11 de junio de 2009

TRES NANORRELATOS, TRES

(Un nanorrelato, teoricamente, es aquel que en diez palabras, o menos, cuenta una historia.)

"LABRADORA"
Era tan hacendosa que se sembró a si misma.

"CUENTO DE TERROR"
Sangre fresca en la macheta de partir conejo. No tenemos conejo.

"EL POETA"
Le dijeron: le falta musicalidad. Se compró una armónica.

miércoles, 10 de junio de 2009

ANSIA DE ABEDULES

Una lluvia fina, filtrada de azul,
hidráulica y ciega de luciérnagas,
ha inundado de rocío universal
los bosques de juncos y bambúes.

Se ahogaron las libélulas,
las cigarras y los grillos.
Sólo quedan ranas y topos ateridos
entre las grietas del hojaldre de grama.

La niebla ha teñido de gris el paisaje
y un charco, limpio de corales,
se refleja en el camino de los carros.
Mi bicicleta tiene holgura de eslabones.

El viento leve y tropical
levanta las faldas escocesas
de las colegialas que adolecen de inocencia
y mi bicicleta, tan rota como yo.

Existen minúsculos torrentes de fuego
entre los ríos de juguete
que inventamos los chicos
en los lagos artificiales de tormenta.

Llegaste a sugerirnos puentes
entre la realidad y la fantasía
y te quisimos todos a la vez,
pero te encandiló el engranaje.

Descubriste ángeles prodigiosos
y el milagro se hizo visible.
Conseguiste engrasar la cadena
y el piñón se dejó partícipe.

¡Cómo reías subida conmigo!
Mira para adelante, que nos caemos.
Mira para adelante, que me tiras.
Mira para adelante, que me caigo.

Caímos en la cuenta de que juntos
funciona la bicicleta en tierra y en agua,
que te ríes conmigo del sol que nace.
¿Ves el arco iris reflejado en el charco?

Pues quédate y no me hagas llorar
con éste ansia de abedules,
de ríos cristalinos con peces de plata,
y de besos en la piel y en la lengua.

INVITACIÓN A EXPO-RECITAL EN EL ATENEO

La Asociación "VERSOS PINTADOS del Café Gijón" inaugura un exposición - recital en el Ateneo de Madrid.

La inauguración de pintura fué el día 8 y dura hasta el día 15.

El día 15, lunes, a las 19,30 de la tarde, se dará un recital de poesía con actuaciones musicales, en el Anfiteatro del Ateneo. Leeremos poemas varios de los poetas de la Asociación.

Estáis todos y todas invitados. El aforo es grande y necesitamos que vaya mucha gente. Correr la voz y no dejéis de ir.

Muchas gracias. Evaristo Cadenas.

martes, 9 de junio de 2009

LA CONFESIÓN

El andariego viajante daba por terminada su cena y mientras comía un poco de queso de Villalón y bebía el último trago del vino que quedaba en su copa, contemplaba sorprendido cómo las dos hermanas hacían el amor.
Le dolía que aquellas mujeres se entregaran de aquella forma, le dolía porque pensaba que es pecado que dos personas del mismo sexo, y mucho más siendo hermanas, se entregaran a un acto tan íntimo de aquella forma tan desenfrenada. Su educación católica le había enseñado que sólo se podía hacer algo tan sublime entre personas casadas y por supuesto, con el único fin de procrear hijos como parte fundamental de la familia. Esas eran sus creencias, por lo que no podía por menos que sentirse incómodo, disgustado, ante aquellas escenas entre las dos hermanas.
Pero había algo, mucho más profundo, que le hacía daño. Anna le había parecido que podría llegar a ser el amor de su vida y ahora la veía entregada a su hermana. Sentía celos, sentía rabia, sentía que algo por dentro se le había roto... El andariego viajante no podía ocultar sus sentimientos y se reflejaba en la cara lo que su alma sentía.
- Abel, no te sientas mal por lo que hacemos. Nosotras no hacemos nada malo, no estamos cometiendo ningún crimen, ni tan siquiera ningún pecado. Nosotras nos queremos de una forma que va más allá del concepto humano y carnal que la gente, la otra gente, tu incluido, pueda pensar. Nosotras no sentimos que estemos haciendo mal a nadie, al contrario, estamos haciendo lo que nos dictan nuestras convicciones personales. Cuando éramos niñas nos quedamos sin madre y tanto nosotras, como nuestro hermano, Guillermo, Willian, como le llamábamos ya de mayores, nos quedamos solos con nuestro padre. Era tanto el sufrimiento y la soledad, tanta la desolación, que lo único que nos liberaba del dolor era nuestra propia entrega, nuestra unión en cuerpo y alma. Es largo de contar, pero un día si y otro también, estábamos aterradas ante la posibilidad de la muerte. Teníamos miedo de todo y sólo nuestros abrazos y nuestra unión, nos daba fuerzas para resistir. A medida que íbamos creciendo íbamos potenciando nuestro lazo de fraternidad y de comunión física y espiritual. Nos comprendas o no, nos admitas o no, nos quieras o no, nuestra vida y nuestra forma de verla, no va cambiar jamás. Debes abrir tu mente y admitir que hay muchos más mundos de el que conoces. Relájate y déjate llevar, nosotras no nos hacemos daño y tampoco te lo haremos a ti. Ven, acércate y besa a Anna y que ella te bese a ti. Si Anna lo desea, yo os besaré y os amaré a los dos. Ven Abel... tu eres hombre y necesitas de nosotras como nosotras de ti... Te ofrecemos trabajo y futuro junto a nosotras y aparte de eso, te estamos ofreciendo que nos tengas a las dos, al menos esta noche... mañana que sea lo que tenga que ser...
- Emily, esto es nuevo para mi y no sé ni como se besa a una mujer. No sé nada de nada.
- Abel cariño mío, nosotras te enseñaremos todo. Déjate llevar ¿No confías en mi?
- Confío Anna, confio pero... estoy sucio, debo oler mal.
- Cuando se está así, cuando hay amor, cuando hay ternura, no existe mal olor, existe una cosa sola: amor. Nosotras te queremos porque te necesitamos y te necesitamos porque te queremos. No estás aquí por casualidad, estás porque te hemos elegido. Ven...

lunes, 8 de junio de 2009

LOS POSTRES

El andariego viajante se quitó las botas finas de trabajo fino y los calcetines blancos de lana y se dio cuenta de que necesitaba un buen baño. El viaje desde Benavente hasta el pueblo en bicicleta, todo el día picando puertas para vender y la propia actividad lógica del cuerpo, le tenían que producir, por fuerza, olor a sudor y a humanidad. Se notaba sucio y salvo las manos, todo su cuerpo estaba bajo sospecha de necesidad de agua y jabón
Las mujeres, por el contrario, a juzgar por la pintura de sus uñas, el leve maquillaje, la depilación perfecta de sus cejas, denotaban que se cuidaban de forma esmerada. Como corresponde a las señoritas bien ensoñoritadas, pensó.
Emily, la hermana mayor, traía una botella de vino sin descorchar en un una mano y otra de cristal labrado que contenía licor de tonos caramelo quemado.
Se había quitado la ropa negra y se había puesto un camisón semitransparente de seda y encima una bata de color rosa con florecillas minúsculas sin color. Los pies desnudos con las uñas de los dedos pintadas lo mismo que las de los de la mano.
- Anna, amor mío. Ahora te traigo tu ropa de dormir, vete desnudándote. A Abel no le importará que lo hagas delante de él ¿Verdad que no, Abel?
- Claro que no. No me importa, la verdad sea dicha. - Contestó el andariego viajante, un poco azarado. Nunca había visto una mujer desnuda tan de cerca. Alguna vez, recordó, vio algo parecido en el mini escenario de un cabaret de León, que visitaba con un amigo de vez en cuando.
- ¿Abrimos otra botella de vino o prefieres pasar al licor de avellana?
- Seguimos con el vino, amor. - contestó Anna mientras empezaba a desnudarse no sin antes haber echado un par de troncos de leña de encina al fuego.
Si alguna vez existieron los ojos de plato esos fueron las de nuestro protagonista. No pasó ni un minuto y Anna, la hermana joven ya estaba totalmente desnuda, apoyada sobre un cojín y bebiendo vino de su copa.
- Me encanta estar desnuda por la casa y mucho más en la alfombra junto al fuego
- Y a mi verte, amor ¿Estás bien amor mío? ¿Sabes que hace un siglo que no me besas?
- Ven Emily, bésame bien para que Abel sea testigo de nuestro amor, más allá de nuestro sexo y de nuestra hemandad. Que Abel sea el primer hombre testigo de nuestro secreto.
Las hermanas se besaban con pasión y ternura. Las dos se entregaron mutuamente a una acto de lujuria y pasión.
- Te amo Anna, más allá de lo que nuestra alma puede admitir.
- Te amo Emily más allá de la puerta que se esconde tras la puerta de mi alma. Te amo de por vida, hasta la muerte...
Y Abel, el andariego viajante, no daba crédito.

domingo, 7 de junio de 2009

CHUPARSE LOS DEDOS

Para el andariego viajante, tanta muestra de generosidad y cariño le parecían algo extraordinario. Jamás nadie antes, en toda su vida, había brindado por él, por ejemplo. Eran tantos los detalles que no podía por menos que sentirse agradecido por una parte y por otra un poco intranquilo ¿Cómo podían saber aquellas mujeres que era trabajador y honrado si le conocieron, por casualidad, hace poco más de diez horas?
Seguía, no obstante, tratando de sentirse relajado y a la espera de los acontecimientos.
Levantaron las copas y el andariego viajante, levantó despacio la suya, como pensándoselo, miró a los ojos de Anna, tan tristes y a la vez como ilusionados, a los de Emily tan penetrantes, hipnotizadores, y suponía que sinceros, que chocando su copa con la de ellas, dijo:
- Gracias Emily, gracias Anna. Brindo por vosotras, porque vuestro dolor por la muerte del padre muerto se diluya pronto y seáis lo más felices que el devenir de la vida os done. Es lo único que se me ocurre, no sé nada de brindis y cosas de esas.
Las señoritas rieron, el andariego viajante también rió sin saber muy bien por qué y mojando pan de hogaza en la yema de uno de los huevos, comentó con gesto de contento, que los huevos estaban cojonudos.
- Ya lo creo. Están para chuparse los dedos ¿Nos los chupamos?
- Dámelos cariño mío. - dijo Emily a su hermana, chupándose los dedos entre ellas, como jugando - Anna puso los suyos cerca de la boca del andariego viajante.
- Chupalos Abel, te gustará.
La escena era hermosa porque, un gesto tan elemental, tan infantil, demostraba armonía, confianza, cariño... El andariego viajante no se había sentido tan contento en toda su vida y no sabía si era bueno o malo, sólo sabía que le gustaba sentirse así entre aquellas mujeres tan guapas, ante el fuego de una chimenea, comiendo, bebiendo y sintiéndose parte integrada de una familia nueva por primera vez desde que nació.
- Come todo lo que quieras, que no te quedes con hambre ¿Has probado el queso? - Dijo Emily mientras le ofrecía el plato- No dejes de probar el chorizo y el jamón y bebe todo lo que quieras. En esta casa nunca te faltará un buen plato de comida.
- Ni una cama para dormir o un escaño para descansar.- Comentó Anna- Ojalá lleguemos a un entendimiento y te quedes con nosotras.
- ¿Un entendemiento? ¿Aqué te refieres, Anna? ¿Qué es lo que estáis tramando?
- No te asustes Abel. Queremos que te quedes con nosotras, que trabajes en esta casa, que vivas aquí, que seas el encargado de la tienda, que seas nuestra mano derecha para los negocios y para la vida. Nos hemos quedado solas, completamente solas, y ahora te necesitamos. Toma bebe un poco más, ahora traigo otra botella y de paso me cambio que esta ropa me agobia. - dijo la hermana mayor mientras se levantaba- ¿Cariño te traigo el camisón?
Anna y Abel se quedaron solos y de alguna manera estaban deseando. El fuego y el vino les había relajado y mientras ella se quitaba los zapatos y la chaqueta invitó a que el andariego viajante se pusiera cómodo.
- ¿No tienes calor? Puedes quitarte los zapatos y el jersey, nosotras nos vamos a desnudar ante la lumbre para ponernos los camisones y dentro de un rato irnos a dormir. Hablaremos mejor si estamos relajados los tres ¿Sabes una cosa Abel?
- ¿Qué?
- Mi hermana y yo te queremos con nosotras, lo tenemos decidido ¿Nunca has estado con una mujer?
- No, como ahora nunca.
- Pues ahora estás con nosotras. No tengas miedo, te enseñaremos lo que no sepas, te instruiremos para que seas parte de nuestra vida, al menos esta noche. Mañana, cuando mi padre esté enterrado nos das el si o el no a nuestra propuesta. Me gustaría que me tuvieras en cuenta, que pensaras en mi, porque te necesito ¿Te gustan mis medias?
- Me gustan, te hacen las piernas muy elegantes.
- Pues aún no has visto nada.

jueves, 4 de junio de 2009

LA CONVERSACIÓN

El andariego viajante pensaba , dentro del baño, que las muchachas eran distintas, raras y que la más joven, Anna, le gustaba más que ninguna otra antes en la vida. Creía que lo que estaba experimentando no tenía nada de normal. No pudo por menos que recordar alguna de aquellas películas, en blanco y negro, o en color de la Hammer, donde un protagonista era seducido por las habitantes de un castillo tenebroso para luego asesinarlo a base de mordiscos en el cuello. “Éstas mujeres ocultan algo y me comerán si me descuido“, pensó.

Se lavó las manos y la cara con agua fría y al verse en el espejo no dejaba de rogarse a si mismo valor para soportar lo que venga, valor para lo que siga, valor para aceptar lo lógico y salir indemne.

Cuando salió del baño se encontró con Anna apoyada sobre el ataúd de su padre fumando un cigarrillo con infinita tristeza. Pudo tener perspectiva suficiente para ver su elegante perfil. Vestía de negro de luto riguroso. Sus zapatos negros de medio tacón y punta fina, sus medias negras de cristal, que le daban a sus piernas elegancia y sensualidad , vestido negro con cintura ceñida y medio vuelo, un poco por debajo de la rodilla y una chaqueta de corte masculino. En el cuello una gargantilla de cuentas negras, como si fueran perlas, pero no lo eran. Su rostro ovalado y perfecto, sus labios de color rojo apagado, sus ojos medio azules, medio verdes, grandes y luminosos, sus cejas perfiladas negras como su pelo negro, suelto en media melena, con raya hacia uno de los lados, su maquillaje, casi imperceptible, le daban aire de actriz de cine. “Es tan guapa como las del cine“, pensó.

- No llores mujer, debes aceptar que la muerte es ley de vida. Todos tenemos que morir algún día.

- Dímelo a mi Abel. De sobra lo sé. Cuando era muy niña se murió mi madre y hace dos años mi hermano. No voy yo a saber lo que es la vida y lo que es la muerte a estas alturas.

Al acercarse juntos hasta la cocina, con chimenea, donde esperaba la hermana mayor, la proximidad entre los dos era conmovedora. Sin querer, sin proponérselo sus brazos, sus manos, se rozaban como si una atracción magnética, más allá de sus propias voluntades, les procurara el roce, el contacto.

- ¿Qué os parece si cenamos en el suelo, sobre la alfombra, lo más cerca posible de la lumbre? Estoy helada, no se si por el frío o por los nervios del día. - dijo Emily.

- A mi me parece bien, cariño mío. Si Abel quiere, nos sentamos los tres sobre la alfombra junto al fuego.

- Me encanta comer en el suelo, como los campesinos comen en el campo, o como los beduinos en el desierto. - dijo el andariego viajante.

En el centro del corrillo las señoritas pusieron varios platos con viandas en frío, una bandeja con trozos de pan, y para cada uno un plato con dos huevos fritos recién hechos. En unas copas de cristal de tallo corto servían buen vino de la tierra, riquísimo.

El andariego viajante observó con detenimiento a la hermana mayor. No puede hacer una nueva descripción de ella porque, excepto el collar de cuentas negras, vestían y se peinaban exactamente igual. Se distinguían porque Emily era la mayor. Podría decirse que trataban de parecer hermanas gemelas.

- ¿Cuántos años tienes, Abel?

- Cumplí veintitrés en Abril.

- ¿Qué día?

- El trece de Abril.

- Eres Aries como nosotras. Mi hermana Anna tiene veintiuno y yo veinticinco. Ella nació el doce y yo el siete de Abril. Aries los tres, por lo tanto.

- ¿Eso es bueno o malo?

- Lo bueno es que estás con nosotras aquí sentado, estás comiendo de nuestra comida y calentándote con nuestro fuego. Te hemos invitado para hablar contigo en la noche más triste de nuestra vida. Mi padre está de cuerpo presente a unos pasos de aquí y en estos momentos tan dolorosos e íntimos, mi hermana y yo queremos brindar contigo, queremos celebrar que te hemos conocido. Brindar porque sabemos que eres una persona trabajadora, buen negociante y honrado. Brindamos por ti Abel, porque tu futuro y el nuestro se unan para siempre. Queremos brindar por ti y por nosotras, por los tres juntos esta noche de muerte y que mañana, cuando amanezca y se haya acostado la luna, tomes una decisión y esa sea la de que te quedas con nosotras para siempre. Brindamos por la luz y esperanza que nos infundes, Abel. Por ti.

miércoles, 3 de junio de 2009

EL PLACER DE DESPUÉS

No pienso olvidarlo porque sucedió mientras estaba sumergido en la vorágine de uno de esos momentos terribles que, con demasiada frecuencia, te regala la vida.
Me habían invitado a participar en un congreso de escritores y a pesar del temporal íntimo, quise intervenir y poner buena cara, ya que para un aprendiz, como yo, cualquier detalle puede ser una oportunidad.
Una vez terminado el pequeño gran acontecimiento, cuando se forman corrillos para felicitarse unos a otros, decidí bajar a fumar un cigarrillo.
Le vi en el ascensor y no pude por menos que hablarle.
- Felicidades, me gustó mucho su ponencia. Soy admirador suyo.
- Gracias, a mi también me gustó la tuya ¿Fumamos un cigarrillo y nos dejamos de parabienes?
- Será un honor, no aguantaba y bajo a fumar.
En la calle, mayo nos regalaba una noche estrellada y el buen tiempo nos permitía estar en mangas de camisa con el segundo botón desabotonado.
- ¿Quieres uno de los míos? - dijo el renombrado escritor.
- ¿Qué fuma?
- El tabaco de los hombres con sombrero y caballo.
- Gracias, yo el pata negra de los gringos, que para el caso es lo mismo.
Frente a frente, fumábamos disfrutando del placer de hacerlo juntos. Después de casi dos horas de discursos sobre Literatura saliéndonos por las orejas, lo necesitábamos. El fumar así, casi en silencio, une a las personas, por lo que me atreví a preguntarle:
- ¿Entonces allá, ustedes no tienen cordillera?
- Pues no señor. No tenemos cordillera.
- ¿Y cómo se las arreglan sin cordillera?
- Lo mismo que vosotros con ella.
Eso fue todo y no pienso olvidarlo.

martes, 2 de junio de 2009

EL TRIGAL DE LAS AMAPOLAS

Vengo de donde el viento rasguña los silencios,
de donde los sumideros se hacen carámbano
y los inviernos quedan huérfanos de nieve.

Las primaveras cuartean los barrizales
y el aire esparce enfermedad para las manzanas.
Sembramos sulfato de resignación campesina.

En mis veranos no existe música de olas,
ni espuma de confines besando los pies.
Son temporadas de siega y zozobra.

Es preferible que permanezca la estrechez,
la emergencia de lo absolutamente necesario
para sentirse páramo fertilizable.

Debe ser esta la única forma posible
de mantener a flote la dignidad del que reclama
masticando el rebojo de pan que le corresponde.

Se necesita ser viajero y perderse por el camino
sin volver la mirada a la chimenea de la casa
donde la madre prepara el puchero que conforta.

Llegar hasta donde las diminutas hojas de amapola
descifran el enigma que gritaron los antepasados,
con la boca ensangrentada, escondidos en los trigos.

Sale el sol para pintar de rojo las nubes,
de sombra las laderas de las encinas y al rato
se llenan las escuelas, pero falta ILUMINACIÓN.

No me conformo con amapolas en los trigales
ni estoy de acuerdo con tanta hiedra sobre la casa.
Me bastaría con saber dónde está lo que urge...

Parece ser que es mi turno y no tengo nieve.