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miércoles, 30 de septiembre de 2009

MARCHO

¿Es que nadie se ha dado cuenta?
Hoy han muerto más de un millón de niños.
¿Es que nadie se ha enterado?
Hoy han pasado hambre más de diez millones de personas.
¿Es que no se enteraron lo que se tienen que enterar?
Hoy han muerto más de cien personas en conflictos sociales.
¿Es que nadie puede evitarlo?
Hoy han caído miles y miles de soldados, algunos de ellos niños.
¿Dónde están los albañiles que construyen la paz?
Me voy a dormir. Por hoy ya he tenido bastante.
Al poema que no puedo escribir que le den por el saco.
¿Es que nadie se entera de lo que está pasando ahí fuera?
No creo que pueda dormir en condiciones
Da lo mismo.
¿Dónde están los poetas?
¿Qué escriben los poetas de ahora?
¿Alguien se ha dado cuenta?
Marcho

martes, 29 de septiembre de 2009

EMPIEZA EL OTOÑO

Está empezando el otoño y ha sido un día gris.
Hoy, mi señor, no brillaban los guijarros del río,
era mi día libre y pude pasear por el sendero
contemplando el fluir de las hojas en el agua.
No había frío en el aire pero se me helaba el alma.

Si supiera usted lo que se siente cuando se está así,
si lo supiera amor mío, vendría como el rayo
a raptarme en blanco corcel y me llevaría volando.
Pero así ha de ser puesto que escrito aparece
en la palma de mi mano temblorosa y vacía.

Duele esta herida tan profunda e infectada,
pero merma el dolor y escuece un ápice menos.
Es el significado oculto de mi ácida pena,
el tiempo cicatriza mis llagas sin usted
y pronto la postilla será costra que desaparece.

Nada. Usted se convertirá en la huella leve
de un recuerdo tan lejano como el Fuyi,
que ahora contemplo en el horizonte,
donde nace el sol y los nidales de vida.
Hace daño decirle que se desvanece.

El tiempo parece que tiene prisa como una nube
y ayer quedé vacía de lágrimas y de usted.
Al volver a casa, un hombre de traje y bigote
me empujó al callejón y consentí complacida.
Al beberle miré al cielo y tragué el pasado.

En el tatami me explayé con la pluma de ave
y me dejé meter el huevo cocido que mantuve
durante largo rato sintiendo hasta el grito.
Larios, mi aprendiz favorita, me besaba los dedos
y suspiré su nombre, mi señor, sin pasión.

El pasado empezó con el odio
y la determinación de pasar página
y olvidarle sin rencor ni reproche.
Se ha convertido, mi señor, en nada
y le prometo a usted que me duele. TODO.

lunes, 28 de septiembre de 2009

TE ODIO AMOR MÍO

Han pasado muchas cosas desde ayer, amor mío,
y te las escribo con la pluma de ave de Valparaíso.
Es terrible la vida y terrible la sensación que me asola
día y noche y que soporto en la vida real.
Mi señor, aquí nadie me entiende exactamente.

Las compañeras gheisas se solazan durante el día
y por la noche me poseen antes de que sean poseídas.
Y me gusta, pero me duele, porque falta amor.
Los hombres que me penetran cuando les place
no me dicen ni una sola palabra sincera.

La joven descendiente de cortesanos,
la bella Larios, me ofrece sus pezones
pero la rechazo porque aún es una niña.
Sola estoy íntimamente. Se pasa el día y no vienes,
se pasa la noche y no apareces. Te odio.

Te odio con todas mis fuerzas, te odio tanto,
amor mío, si tu supieras de lo inmenso.
Porque va para tres años que me dejaste
con la palabra “volveré“ en tu boca..
Prometiste arrancarme de mi infierno.

Te odio porque no me hablas de tu país
de tu casa, de tus hijos, de tu esposa.
Me tienes sometida con el pensamiento
y no te portas bien conmigo. Desfallezco.
No resisto este martirio de no tenerte.

Eres mi señor, el más odioso de los hombres,
el más maravilloso que conocí jamás
y no vienes, no me correspondes.
Anoche tuve una hemorragia de muerte
y de no ser por la alondra habría muerto.

Y tu no estabas, nunca estás y te amo,
te amo con toda mi vida pero no te noto
ni vendrás por mucho que te espere.
Te odio amor mío, te odio de tanto amarte,
de que no me penetres ahora mismo, por favor.

Esta es la despedida de tu amada Kiro Hito,
de tu mujer exótica, de tu mujer ebria de amor
por el hombre que más me hizo temblar
y más me enseñó de mi misma y de ti, mi dios.
Yo, Kiro Hito, te olvida a partir de este instante.

¿Notas el fluir del agua en el riachuelo?
¿Notas el desfile leve de las nubes?
¿Notas cómo me llora el alma al pensarte?
Lo noto y no te tengo aquí para vivirlo juntos.
Te odiaré para no dejar de amarte. AMOR.

domingo, 27 de septiembre de 2009

EL ALTAR DE LAS VELAS

En el altar donde tengo la velas y su foto
he añadido una flor de jazmín luminoso.
Me he despertado recuperada y lúcida
como una lamparilla de aceite de sésamo.
Mi señor, qué felicidad saber que existes.

Mi señor que vive tan lejos, que me instruyó
y se fue de aventura por la lejana España,
tengo que contarte que no vivo sin poesía,
ni sin los efluvios de los abanicos de Yasiro.
Yasiro me abanica mientras beso a Jusy.

Y Yusy es besada por Kiri y abanicada por otra,
hacemos un tren de mujeres amándonos
para deleite de los hombres de traje que nos miran.
Y cuando todos se van, vienen dos que me aman
y así soy amada por ellas y por los que se te parecen.

Trato de evitar la ebriedad y el opio
pero a veces se va la mano para que no me duela
mi soledad y su ausencia, mi señor.
Si viniera ahora me vería feliz y húmeda
por dentro y con deseos que me tenga.

Le amo mi señor y quiero ternura y serenidad,
le necesito mientras trabajo horas y horas
instruyendo a las jóvenes principiantes.
De todas ellas mi preferida es Larios
que ya tiene botones erectos en el pecho.

Se lo cuento, mi señor, para que lo sepa
entender. Ser lo que me ha tocado ser
es maravilloso por ser su esclava de pensamiento
y mis actos íntimos en mi tatami oscuro
van dirigidos a su miembro que me penetra.

Si supiera lo que es sentir esto que siento...
lo dejaría todo y vendría a buscarme.
Pero sólo soy una pequeña diosa del amor
entregada a todos y a todas para que me vivan
plena del gozo que a usted le entrego.

Ponga sus dedos dentro y vea que es cierto,
que no finjo, que no engaño y que quiero
quererle mientras viva aunque jamás le tenga.
Se que está pensando en mi, se que me quiere
y por eso le entrego el elixir que me viene.

¿Nota el fluir? ¿Nota el olor de las velas?
¿Nota el calor de mis suspiros bebiéndole?
¿Nota la frescura de la luna en mis pechos?
Pues no se demore más y entre en mi
que me puede venir otro y otro. VENGA.

sábado, 26 de septiembre de 2009

CONTEMPLA EL ABISMO

Contigo visité los exóticos jardines secos de Kioto
y contigo supe del tacto de la madera de ébano.
Fuiste tu, mi señor, el que me enseñó lo que sé,
el que me invitó a los salones de los hombres
que bebían elixir del sexo de las muchachas.

Me enseñaste a caminar desnuda por los pasillos
que daban a todas la habitaciones en penumbra
donde desconocidos hacían el amor con hembras
maquilladas con polvos de arroz vestidas de nada
Tatuaste en mi corazón el deseo de lo prohibido.

Y ahora me embriagas con licor de sake
y me tienes prisionera de los deseos de los otros.
Me borraste la libertad y me ataste a la sumisión
que tanto adoro y tanto placer me proporciona.
Es la aventura de tres años contigo atada sin ti.

Y te tengo que decir que esta noche pasada,
ebria de mi, en tu honor, borracha absoluta,
me dejé poseer por tres hombres a la vez.
Uno era el dios de los besos y otro el de los dedos,
el tercero el jefe que tuvo todo de mi y de ellos.

En esto me has convertido, mi señor,
en un reducto ínfimo de lo que quise ser.
Soy un despojo, desvalida e impotente,
pero no me quejo de la suerte que tuve.
Anoche fui feliz cuando me lo hicieron.

Es ahora. Ahora es cuando tiemblo
desnuda en el salón del tatami frío
y quisiera gritarte para que vengas.
Ven mi señor y libérame de esta cadena
de lo cotidiano y de la ociosidad sin ti.

¿Por qué me dejaste caer si no estás
para izarme enhebrada a tu mástil?
¿Por qué me diste a beber si no me sacias?
Mi amor, mi absoluto amor, dame la daga
que me horade y que desangre tanto amor.

Desperté al alba y solo encontré los restos
de la batalla de anoche y tuve un vómito.
Quiero que lo sepas, que sepas que sufro
porque estás lejos y sufres sin mi.
Deja que me mate el placer de saberte.

Ven a mirarme mientras me llega
la delicada pequeña muerte de mi orgasmo
final. Ven a verme mientras te suspiro.
Ven a lamerme cuando haya terminado
y contempla el abismo que me regalaste.

VEN...
 

jueves, 24 de septiembre de 2009

NUNCA OS HICE UN REGALO. AHÍ VA:

CUANDO EL NIÑO ERA NIÑO

"Cuando el niño era niño andaba con los brazos colgando,
quería que el arroyo fuera un río,
que el río fuera un torrente, y que este charco fuera el mar.
Cuando el niño era niño no sabía que era niño,
para él todo estaba animado,
y todas las almas eran una.

Cuando el niño era niño no tenía opinión sobre nada,
no tenía ninguna costumbre,
se sentaba en cuclillas,
tenía un remolino en el cabello,
y no ponía caras cuando lo fotografiaban.

Cuando el niño era niño era el tiempo de preguntas como:
¿Por qué yo soy yo y por qué no tú?
¿Por qué estoy aquí y por qué no allí?
¿Cuando empezó el tiempo y dónde termina el espacio?
¿Acaso la vida bajo el sol no es sólo un sueño?
Lo que veo y oigo y huelo,
¿no es sólo la apariencia de un mundo ante el mundo?
¿Existe de verdad el mal y gente que realmente son malos?
¿Cómo puede ser que yo, el que soy,
no fuera antes de devenir,
y que un día yo, el que yo soy,
no seré más ese que soy?.

Cuando el niño era niño le costaba tragar las espinacas,
los chicharos, el arroz con leche y la coliflor al vapor,
y ahora come todo, no solo por necesidad.
Cuando el niño era niño alguna vez despertó en una cama extraña,
y ahora, lo hace seguido.
Muchas personas le parecían bellas,
y ahora, solo en ocasiones de suerte.
Se imaginaba claramente un paraíso,
y ahora, cuando mucho, lo adivina.
No podía pensar una nada,
y hoy, se estremece ante ella.
Cuando el niño era niño jugaba entusiasmado,
y ahora se concentra como antes
solo cuando se trata de su trabajo.

Cuando el niño era niño las manzanas y el pan le bastaban de alimento,
y todavía es así.
Cuando el niño era niño las moran le caían en la mano, como sólo caen las moras,
y aun es asi todavía;
las nueces frescas le ponían áspera la lengua,
y ahora todavía;
encima de cada montaña tenía el anhelo de una montaña más alta,
y en cada ciudad el anhelo de una ciudad aún más grande …
y siempre es así todavía.
En la copa del árbol tiraba de las cerezas
con igual deleite como hoy todavía;
se asustaba de los extraños …
como todavía se asusta;
esperaba las primeras nieves …
y todavía las espera.
Cuando el niño era niño lanzó un palo como una lanza contra el árbol …
Y hoy vibra ahí todavía."
PETER HANDKE

ESTÁS AUSENTE CONMIGO

Escribo cóncavo de heridas y rasguños,
con pluma de ave traída de Valparaíso.
Leo con lupa las palabras de los poetas
que parecen ser buenas personas.
Sueño con lápices de colores y dibujo
espectaculares señoritas que me sonríen.

No quiero lo que soy.

Desayuno cualquier cosa menos leche
y bizcochos con cabello de ángel.
De almuerzo me alimento de suspiros
que bebo en cucharillas de cebolla.
De postre me gusta la monda del fruto
que me prohibiste en nuestro edén.

Me gustaría lo contrario.

Meriendo miel sobre soledades
y pan de molde ácimo como ostias.
Me gusta mezclar el sabor a beso
con el recuerdo de tu beso tan beso.
Incluso alguna vez restriego mis ojos
para sellar el lagrimal que derrama.

Sonrío para que no lo noten.

Suelo cenar sin mantel de hilo,
sin navaja y sin ánimo de saciarme.
Consigo calentar la manzanilla
con las manos vacías de caricias.
Cuando me acuesto no pienso en ti
para soñar que me estás pensando.

En la calle el agua fluye y se desliza.

La noche oscura y terrible es torrente
que se arremolina contra el albañal
donde me arrimo con ojos ciegos.
Dura tanto, pero tanto, la noche,
que cuando se despiertan los gatos
ya he oído cómo maúllan sus gritos.

Las gaviotas saben lo nuestro.

Te apoyas en la barandilla
mirando cómo ruge el mar
y fumas la celebración de la luna.
No te das cuenta de mis heridas
ni te importa que no se curen.
Cierras los ojos plácidamente.

La nube tiene forma de guadaña
y florece la efímera flor de otoño.

miércoles, 23 de septiembre de 2009

EMILIJKA BORDANIEFFVA, LA RUSA.

A la gente le gusta pensar que soy rusa pero en realidad soy de Letonia. Nunca me consideré rusa, ese es un tema largo de contar. ¿Puedo pasar al baño? Necesito hacer pis urgentemente. Puedes mirar si quieres. Ufffffffffff, venía apurada realmente. Debería darme una ducha pero estoy tan cansada que solo quiero dormir, al menos dos o tres horas. La cazadora roja hace juego con mis pantalones y esta camiseta hace contraste. Uno setenta y cuatro. Si claro, rubia natural. Más que azules son verdes claro, una vez un italiano dijo que eran ojos verdi azul, una 95, bueno depende de la marca, a veces es una 90. Procuro hacer deporte, mi cuerpo me gusta y lo cuido todo lo que puedo. No vas desencaminado, posé para un fotógrafo una temporada. Tenía dieciseis años y me faltaba picardía pero aprendí lo que no te imaginas. Puedes acostarte a mi lado, la cama es tuya. Si, completamente desnuda. Es la única forma en que puedo dormir. Puedes abrazarme pero no me penetres. Cuando despierte si quieres, si. No creo que sueñe nada, tengo la cabeza saturada. Han sido 19 horas de trabajo, una animalada. Gracias, lo depilo cada ocho días. Cerraré los ojos y me dejaré llevar, caer en el vacío, caer en el vacío, así, son las 2 de la mañana, a las cuatro y media estaré despierta y como nueva. Necesito un sorbo de tu coca-cola, gracias, eres bueno. Ahora... vacío, vacío, vacío, vale, pero por favor, no me hagas fotos, ya, pero tienes la del móvil. Emilijka Bordanieffva, llámame Emili, o Emi.. da igual. Mi niña tiene fiebre, no mucha pero tiene unas décimas, es mucho mas guapa que yo y más inteligente. Ayer hablé con ella y me dijo: mamá ¿sabes una cosa? Me gustaría que estuvieras aquí, con nosotras, pero como no puede ser, al menos piensa en mi cuando te duermas, yo siempre me duermo pensando en la mamá mas buena del mundo. Cierro los ojos y pienso e incluso lo digo alto: mamá, mamá, ¿Dónde estás? Mi niña... tan lejos... vacío, vacío, nube de algodones, me caigo, duermo, duer...

martes, 22 de septiembre de 2009

LA PRIMERA VEZ QUE LO HICE CON UNA MUJER DORMIDA

Una de las profesiones más antiguas que existen, es la mía: Agente Comercial. No es nada fácil conseguir un nuevo cliente, pero con tesón y perseverancia, poco a poco, se va consiguiendo una clientela que te permite vivir dignamente.
Es un trabajo casi vocacional para el que hay valer, tener buen estómago, aguantar a unos y a otros, picar muchas puertas y hasta que se consigue al cliente pueden pasar muchas horas o muchos días. Por pura rutina de trabajo conocí, a través del teléfono, a la señora X y después de dos conversaciones conseguí que me concediera una entrevista en persona y que me diera la casi total seguridad de que firmaría la Póliza de Seguro de Vida que le había ofrecido. Quedamos para las nueve y media de la mañana del día siguiente.
Me abrió una mujer de mediana edad que, sonriente y amable, me invitó a entrar y a que me sentara en el sofá de piel negra del salón. Dijo que estaba muy cansada, que tenía turno de noche y que prácticamente acababa de llegar del trabajo. Era una advertencia para que no me enrollara y que fuera al grano.
Saqué el impreso de la póliza que tenía que rellenar para que la firmara y que, mientras le daba todo tipo de explicaciones técnicas sobre la modalidad de seguro de vida que le era más interesante, no dejaba de bostezar, de desperezarse y noté que hacia verdadero esfuerzo para no caerse dormida.
No habían pasado ni cinco minutos cuando empezó a desabotonarse la blusa y a aflojar su cinturón de cuero. Mira chico, no aguanto ni un minuto más. Tengo que dormir al menos dos horas, ahora no puedo concentrarme y si firmara no estaría a gusto. Tranquilo que te prometo que hago el contrato cuando esté totalmente despejada. Esperas o te vas y vuelves en dos o tres horas. Tu eliges, yo me voy la cama. Mientras se despejaba de la blusa y de los Levis 501, me miraba y yo a ella ¿Puedo esperar vigilando tu sueño? Haz lo que quieras, no soy nadie, me muero desfallecida ¿Puedo ponerme a tu lado? Claro, la cama es ancha, pero hombre, no te vayas a meter vestido con traje, desnúdate que no eres el primero que veo desnudo. Siempre duermo en ropa interior, dijo. La ropa interior más bonita es la que no existe, dije. No hables tanto y déjame dormir. Se dio un poco de Eau de Rochas de Adolfo Domínguez en el cuello y en las axilas y bastante por las sábanas y la almohada.
Se puso en la que dijo que era su postura ideal para dormir. Abrazada a la almohada y medio boca abajo. Yo me desnudé mientras me fijaba en lo escultural de su figura, en lo bien que le quedaba su sujetador Lovable y su tanga con blonda y bordados de color rosa y granate. Su pelo rubio, casi rojizo y largo hasta taparle el cuello y sus ojos verdes, su voz de mujer con personalidad y musical como de artista de la palabra, me hizo olvidar de la póliza, que era mi objetivo, y pensar en ella como mujer, como persona, como verdadera escultura perfecta de carne y hueso, como verdadera diosa de la belleza y de la exuberancia sensual.
Desnudo y mirando al techo sin saber muy bien qué hacer, la miraba de reojo ¿Qué hago pegado a un monumento como éste? Puse una mano en su cadera y comprobé que su piel estaba caliente y era tersa como el mármol. No se inmutó.
Me puse de costado y me aproximé más hasta tocarla casi y no se inmutó. Me arrimé totalmente y no se inmutó. La abracé, sin abrazarla fuerte, y no se inmutó. Me acerqué a oler su pelo, a lamer el lóbulo de su oreja y no se inmutó, traté de quitarle el sujetador y comprobé que su talla era noventa de contorno y noventa y cinco de copa y no se inmutó. Conseguí desabrochar el sujetador y ladearle el tanga y ella dormía tan profundamente que no se daba cuenta de nada, creo, y yo si que me inmutaba, yo si que tenía tantos deseos de poseerla que tenía dudas, tenía remordimientos ¿Qué hacer en una situación así? Subí de nuevo a lamerle su lóbulo y a meter la punta de mi lengua en su oído y entraba y a mi se me ponía muy difícil la cosa. Bajé besando sus hombros, su cuello, sus vértebras invisibles y su piel era un tesoro encontrado en la mejor de mis islas misteriosas y besé y lamí toda su espalda y ella no se inmutaba y mis dedos, dios, mis dedos exploraron y exploraron su sexo y ella no se inmutaba y no lo pude resistir y subiendo un poco pude conseguir penetrarla y al principio no estaba seguro y me salía y ella no se inmutaba y volví a entrar y ya salía muy mojado y volví a entrar y salía aún más mojado y, no me podía resistir. Despacio, muy despacio, suavemente, entraba y entraba y llegó un momento en que me quedé dentro y para mi sorpresa ella se movía el pubis y las caderas y su sexo se apretaba a mi miembro y me retenía y era ella la que se movía y se movía y entonces me quedé quieto y noté como una gran succión por parte de su vulva palpitante y era tal la fuerza de su succión que no pude resistir más y me derramé como nunca hasta la fecha y ella se estremeció y suspiró profundamente pero dormida, muy dormida, sin inmutarse. Seguí dentro gozando de ella y ella.. era mi diosa, mi tesoro encontrado. Cuando se despertó yo me había salido de dentro y mi miembro era más grande que nunca o no se, el caso es que me quedé medio traspuesto y maravillado de la mujer - diosa que tenía a mi lado.
Dios mío, un ángel me ha llenado en el sueño tan fuerte que tuve. Pero... si estoy inundada y al darse cuenta de que yo que permanecía a su lado, dormido, se subió encima de mi y me cabalgó todo lo que quiso mientras yo, sin inmutarme, dormía sintiéndola y así hasta que nos vino a los dos.
Firmó la póliza y quiere que vuelva para que le asegure el coche.

lunes, 21 de septiembre de 2009

EL BÚCARO TURCO

De regreso a casa, escondí tu recuerdo
bajo el búcaro turco con lirios
y me dispuse a pasar la página
del inescrito libro de la memoria.

Abrí las ventanas para que el viento
espolvoreara lo que quedaba de ti.
Te alojé en un recóndito apóstrofe
donde no ocupas ni un ápice, y dormí.

La madrugada de fresco rocío lamió
la postilla de la herida interna
y me puse a silbar como pastor
sin rebaño ni perro que ladrase.

Entre los juncos encontré un latido
de gorrión y le abrigué el vuelo.
El guijarro que arrojé al manso río
formó círculos donde te desvaneciste.

El búcaro tiene fragmentos irisados
de noches de Estambul y sempiternos
magnetismos que me engarzan
como si fuera una cuenta de tu collar.

Eres cimiento de lo inolvidable.

domingo, 20 de septiembre de 2009

EL BUSCADOR DE PALABRAS

“Con la palabra YO empiezan las dificultades”.
Peter Handke.

El buscador de palabras trabaja triste,
camina descalzo en la playa húmeda
y se deja lamer por la lengua de las olas.
Aún el sol es un proyecto y el rojo horizonte
le sonroja las mejillas ¡Si estuviera aquí!

El filo de una concha laceró la comisura
entre los dedos del píe derecho. Escuece.
No hay mayor dolor que el de la herida oculta
y sin pestañear, almacenaba sonidos de gaviotas.
Si estuviera aquí colmaríamos sacos de palabras.
Avanzaba en soledad y cuando ya tuvo sombra
recuperó la compañía de su oscura oscuridad.
Si digo la palabra “encina” asomaría corteza,
si digo “certeza” se vislumbra duda.
Bajo la palmera resurge el impulso.
Sobran consonantes y faltan vocales.
A veces las palabras pesan tanto que prefieren
a los fuertes o a los que tienen compañía.
Se exhibe el perfil dorado de una letra,
escarba y escarba y saca a flote su tesoro.
Vuelve a la casa y saca brillo al hallazgo.
La mira, la remira, la besa, la adora,
la envuelve en celofán y suspira hondo.
Su mirada indaga referencias en el techo,
se abraza a su palabra, espera y espera.
En su sueño la palabra se hace neón
y lo ilumina todo: ¡TU NOMBRE!

LA SIESTA

Esta tarde de calima y sol de justicia,
me mantengo fresco con los cuarterones
y la falleba apretados, descalzo de todo,
abandonado sobre la colcha de piqué.

Entra por las rendijas una luz cegadora
que viene de la calle agostada y polvorienta.
El libro que leo me envuelve de odaliscas
o sirenas que embelesan al marinero.

No me da el sueño ni cuando la luna brilla,
ni mientras las estrellas se multiplican.
Así es casi siempre, de ahí las ojeras
y el rictus de tristeza que me adornan.

Es a esta hora cuando más reclamo tu abrazo,
cuando más extraño los pechos que me diste.
De estos materiales está curtida mi alma,
por eso se aburre la gente cuando hablo.

Es la siesta mi salvación, mi única isla
de absoluto dominio y real potestad.
Sin embargo la aprovecho para pensar en ti,
para reclamarte y echarte de menos.

Son las cuatro menos cinco y estás dentro,
entretejida entre sensaciones y placeres.
Eres una quimera que lo devora todo, tic, tac,
tic, tac, un come, come, un infierno.

Sigiloso viene el sueño y te acercas
con tu gran ofrenda, nace un alivio
y un ardor que levanta la bandera
para hincarla en tu territorio y hacerte mía.

Dura más el ansia que el destello
pero tiritan vibraciones de haberte tenido
y te tuve. Estiro la colcha y salgo.
Al cruzar la calle: "¿Porqué tan triste?"

Debe ser por la siesta.

viernes, 18 de septiembre de 2009

ENCINA PATRIARCAL

Una encina patriarcal
da sombra y semillas de certeza
de los tiempos de guerra
y de la no paz que uno tiene.

Un alba que se hace eterna
parece un frenesí de luciérnagas
y cielos encarnados como tus labios.
Y estamos confortados de tan a gusto.

Así lo breve podría ser eterno
si fuéramos capaces de resumir
este instante en ceguera y locura.
Y nos vamos yendo sin golpe de materia.

Porque el río fluye implacable.
Sólo encina de sombra y armónica.
El alba de antes, se hace sangre
y un gavilán atestigua nuestra falta de alas.

¿Dónde está el sentido?

jueves, 17 de septiembre de 2009

DIAMANTE ENGASTADO

Diamantes de lluvia se estrellan
contra tu rostro de muchacha indefensa.
Fugaces relámpagos iluminan tu miedo
y te guareces bajo el pórtico, aterida.

Tiemblas, tienes pánico a la tormenta
y al aguacero que empapa el abrigo.
No pasa nadie, los viajeros se fueron
y el tren deja eco áspero de adioses.

El brillo de tus párpados no es de lluvia,
bien lo sabes, son lágrimas que te duelen.
Esperas a que pase el chaparrón, solitaria
y triste, como un junco al amanecer.

Te vi, ¿recuerdas? Vi cómo te nacía
el suspiro terrible del alma impotente.
Fumamos juntos cigarrillos de serenidad
y salimos bajo mi paraguas, rozándonos.

“Estos charcos nos cubrirán los zapatos”
y a la de tres, dimos un salto largo.
De vez en cuando mirabas para atrás
como si hubieras olvidado un olvido.

La hermosura miraba con tus ojos,
palabras que anunciaban gratitudes.
No es nada, mujer, no es nada...
Y lapidamos el futuro del presente.

Posiblemente ni te acuerdes,
pero hoy hace frío en casa,
en la calle llueven diamantes
y quedan brasas de tu recuerdo.

La vida continúa y sigo sembrando
páramos con cenizas de mala muerte.
Con la lluvia fraguará sólido
el diamante engastado que donaste.

Ruge el viento
y el bosque se queja como un acordeón.

miércoles, 16 de septiembre de 2009

LAS PEQUEÑAS COSAS

Me compraron un peine de concha de carey.
Nunca lo he vuelto a ver.

Tuve una pluma de baquelita verde.
Por más que busqué no volví a saber de ella.

Cuando era chico tenía una armónica,
una armónica portuguesa de la marca Fado.
Desapareció del mapa.

Conseguí una navaja con cachas de hueso.
No hay forma de encontrarla.

Me regalaron un beso
y ni vivo ni muerto.

Hasta las pequeñas cosas
se quieren desprender de mi.

Tú, lo más hermoso que tuve,
te desvaneciste como un sueño etéreo.
¿Dónde te has metido, amor?

(Dice la luna que mire en mi corazón
pero no es.)

martes, 15 de septiembre de 2009

ESE OTRO

Ese otro, que me habita y no reconozco,
que trajina por la casa con el pelo revuelto
buscando palabras bajo las alfombras
y adjetivos entre las teclas del piano...

Ese otro, que se rodea de locura
para no caer en la demencia del fracaso
o en la futilidad del éxito que no merece
y que no deja de tejer suspiros sin hilos...

Ese otro, que nadie sabe quién es,
y que no entiendo, parece poseído
de un extraño fulgor que me arde
y escuece de tanto como me ciega.

Ese otro, que me visita y acorrala
entre las grietas de mis silencios,
que se apodera de mi intimidad
y que me obsesiona con lo imposible...

Ese otro, que es un desastre inútil,
incapaz de volar o de regalarme sosiego,
dice que tiembla cuando te oye
y que también quiere que vengas.

domingo, 13 de septiembre de 2009

EXPECTACIÓN

IV
EXPECTACIÓN.

He decidido cambiar. Mañana me pondré retos y prometo hacer lo posible por cumplirlos. Esta guarida mía necesita una reforma y mucho más que una mano de pintura o de un lavado de cara. Demasiados años con la misma historia, demasiados años fumando como una coracha, demasiados años con la misma regla de tres. Ya está bien. Se acabó.
Mientras caminaba por la avenida iba preparando mi mente para que no me costara esfuerzo el dejar, poco a poco, o para cortar por lo sano, lo que se que me perjudica. Leer más y escribir con detenimiento, más documentación, más esmero y usar la palabra como la palabra se merece. Hacer de la palabra una amante, un amor perfecto. No debo utilizar la palabra en vano.
Cuando llegué a mi banco preferido, a mi banco tan solitario como yo, tenía la frente y la espalda mojadas como consecuencia de tanto calor. Al Retiro aún viene poca gente y es de agradecer porque me permite mayor concentración, mayor ensimismamiento. Cerca del banco alguien ha paseado a su perro y no ha tenido la delicadeza de recoger los excrementos y ahí ha dejado la muestra. Son dos cacas distintas, creo.
- Es pequinesa con algo de cruce aunque, si te digo la verdad, no tengo mucha idea. Es de mi amiga que me ha cargado con el muerto mientras hace un viaje a Egipto junto a su marido. Como estoy de vacaciones no tengo ningún problema en sacarla dos veces al día y darle su alimento.
- Pues el mío tampoco es mío, es el perro de mi marido. Hace tres meses que lo tenemos en casa y desde entonces todo gira alrededor del maldito perro. Está de viaje y me toca a mi sacarlo, pero si te digo la verdad, lo odio con toda mi alma. Huele mal la casa, aunque él se empeñe en decir que no, sólo tiene ojos para su perro. Ha llamado tres veces en lo que va de día y no te creas que pregunta por cómo me encuentro, solo tiene una preocupación en la vida: su perro. Encima es horrible, si al menos fuera guapo, como la tuya que es preciosa.
- Tendrás que armarte de paciencia ¿Vives cerca?
- En Reyes Magos y allí tenemos dónde pasear el perro pero el Retiro es mucho más que un parque desde muchos puntos de vista. Aquí se respira la energía de los siglos, la energía de nuestros antepasados. Tengo la fortuna de percibir esa energía y no la cambiaría por nada del mundo.
- Es cierto, aquí a parte de aire puro se respira historia ¿Te refieres a eso?
- A eso y a muchas cosas más. Un poco más adelante, siguiendo ese sendero, se llega a una zona de pradera donde se dice que se reunía Federico García Lorca con sus amigos a celebrar sus fiestas. Cada uno traía su aportación, uno la tortilla, otro el queso, otro el chorizo, y así hasta que juntaban para hacer una buena merienda y antes del anochecer cantaban canciones de la época. Era una costumbre que tenían muchos madrileños y que más tarde se trasladó a la Casa de Campo. Aquí sigue la esencia y a mi me fascina, por eso aprovecho cuando vengo con el perro y me quedo más tiempo. Hasta que anochece, claro, más ya no se puede. Es peligroso. Dentro de un rato empezará el maullido de los gatos y esa es la señal para ir saliendo de aquí.
- Peligroso ¿En qué sentido?
- Te contaré una historia: Tenía yo catorce años. Mi padre nos traía a mi hermana y a mi desde muy niñas a patinar. Me gustaba mucho y llegué a ser una buena patinadora. En uno de los bancos que están en el Paseo de La Chopera, un señor con barba larga y espesa, totalmente negra, se pasaba las horas muertas dibujando en su blog. Será un pintor me dije. El caso es que aquél hombre me atraía poderosamente y un día fingí una caída con mis patines. Ese hombre me ayudó y pocos días después se convirtió en mi amante secreto y mi maestro de pintura y de la vida. Aún hoy se me siguen poniendo los ojos brillantes cuando le recuerdo. Gracias a él soy artista y aunque ya murió hace unos años aún vive en mi y lo hará eternamente. Por eso te digo que El Retiro es mucho más que un parque.
- ¿Eres pintora?
- Soy pintora, escultora, realizo perfomances, crítica de Arte y algunas otras cosas relacionadas con ese mundo. Si quieres te invito a cenar en casa y te cuento mis historias de El Retiro y lo que han influido en mi vida.
- Muchas gracias, Leo ¿Te llamas Leonor verdad?
- Si y tu Elena. Venía pensando en cómo te llamabas y me decía, mira que si la llamo Laura o Pilar, me preocupaba no acertar ¿Quieres cenar conmigo esta noche, Elena?
- Si.
- Vamos.
Iban tan concentradas en la conversación que se les olvidó coger los excrementos de sus perros. Tengo que arreglármelas para escuchar esas historias. La palabra se enciende de deseo de saber cuál será la próxima: EXPECTACIÓN.

viernes, 11 de septiembre de 2009

CON UN INTERRUPTOR EN EL CULO

III
Un interruptor en el culo.

Este verano, tan especialmente caluroso, me he acostumbrado a salir de casa cuando baja el sol y dar el paseo del des entumecimiento y de la búsqueda del aire limpio y fresco de los parques. Por la proximidad con el Retiro me resulta más práctico entrar y dar una caminata larga recorriendo los perímetros de La Rosaleda, de El Lago y de los alrededores de El Ángel Caído.
Ese es el recorrido que había hecho durante años cientos de veces, con pequeñas variaciones, pero desde hace unos días el único lugar en el que me gusta sentarme a reflexionar es en mi banco favorito.
Desde hace mucho tiempo, diría que desde niño, me he aficionado a observar los pequeños detalles de las personas y aquí, en Madrid, tengo mil oportunidades de hacerlo en el Metro, en el Bus, en cualquier calle, en cualquier café. La gente es la que me da la vida y se la da a mi imaginación. Y mi banco sustituye a todo y se ha convertido en el mayor surtidor de descubrimientos del que nunca jamás haya disfrutado. Pensándolo mejor, sólo existe otro lugar tan inspirador como mi banco favorito y es el río Esla, a su paso por Villaquejida, mi pueblo.
En estas reflexiones tan banales, e insípidas, me encontraba mientras seguía el ansioso picotear de una paloma gris y blanca que daba cuenta de un trozo de galleta pisada, cuando vi cómo se acercaban por el paseo una pareja con aspecto de matrimonio gastado y envejecido.
Me esfuerzo en concentrarme en la lectura y procuro no hacer ni un solo gesto para que los paseantes no se sientan atraídos a sentarse en la parte posterior del banco donde yo estoy sentado. Pero... el caso es que , a pesar de los cientos de bancos totalmente vacíos del parque, casi siempre, alguien acompañado se sienta detrás de mi.
- Cómo se nota el paso de los años, Carmina, llega uno hasta el banco sin resuello.
- Es que ya vamos siendo mayores, Santiago. Fíjate tu, jubilado y con sesenta y cinco añazos ¿Quién te lo iba a decir?
- Pues si, tienes razón. Desde muy niño he tenido el presentimiento de que me moriría muy pronto, al día siguiente incluso, y mira, por lo que sea, me he equivocado y día a día ya llegué hasta hoy con sesenta y cinco bien cumplidos y tu no te creas que te salvas, Carmina, que para enero me alcanzas.
- Te alcanzo si, pero en Abril cumples tu sesenta y seis y ya eres un año mayor que yo.
- Si es que llego, si es que llego ¿Te fijaste en cómo los tienen? Aquello si que es triste, aquello si que da pena, cada vez que voy se me pone un nudo en la garganta y pienso, dios mío, como me descuide cualquier día me traen para aquí y si te digo la verdad, mil veces preferiría estar muerto.
- Tienes razón Santiago. Pero qué vamos a hacer, cuando lleguemos a un estado en el que no podamos defendernos, nos tendrán que llevar, ¿Qué van a hacer los hijos?
- No me jodas, Carmina ¿Qué van a hacer, qué van hacer?, pues dejar que nos muramos en nuestra casa. Esta mañana, mientras tu veías a tu madre, fui a saludar al señor Vicente, ya sabes el hombre más elegante y más tieso de toda la Residencia, le digo: buenas tarde señor Vicente, ¿Qué tal está? ¿Cómo quieres que esté?, prisionero, aquí estoy prisionero porque los cabrones de mis hijos me trajeron, engañado, para pasar un mes y llevo tres años con sus días y sus noches. Esto es un infierno, Santiago, porque te llamas Santiago ¿no es eso? pues ya te digo, entre las hijas de puta de las enfermeras y de las ayudantes, que son todas unas zorras, me tienen aquí prisionero, no diga eso señor Vicente, si se le ve tan elegante, tan derecho, tan firme en su compostura, que da usted la imagen de un auténtico señor, de todo un caballero, si, si, menuda elegancia la mía que ahora mismo me cogía la andarina y no me veían el pelo ni estas, ni los hijos, oye Santiago y digo yo una cosa ¿No tendrás una pistola? ¿No llevarás una pistola, por casualidad? no, señor Vicente, ¿Para qué quiere usted una pistola, señor Vicente? Nos ha jodido, para pegarme un tiro, ¿Para qué la voy a querer?, mira, porque me tienen en una habitación del primero y si me tiro por la ventana no me mataré, pero estas cabronas saben que si me pusieran en un cuarto o en un quinto, me arrojaba por la ventana hoy mismo, aquí pasan cosas que sólo yo se, sin ir más lejos el martes una de mis amigas, ya sabes, una con la que hablaba algo, que tampoco mucho para que no se hiciera ilusiones, el caso es que se llamaba María y el martes vamos todos al comedor a cenar a la siete en punto. Me siento en mi sitio de siempre y yo buscando a la María con la mirada y que la María no estaba en su sitio y le digo a Margarita la más joven de las cuidadoras, le digo: María no está, vete a ver si se ha quedado por ahí dormida, aunque sea, y ¿Sabes lo que paso? pues que la María estaba muerta, fría como un témpano, se había muerto antes de la merienda y nadie se había dado cuenta, así que con eso te digo todo y luego están los que dan gritos, ¡Ausxilio, que me muero! ¡Auxilio, que me muero! y lleva meses con el ¡Auxilio, que me muero! y no me dejan dormir, ni nada. Así que cuando vayas para Madrid me compras una pistola, que ya te la pagaré, y me la traes. Si no me la traes, me voy. Cuando vengan los del pan, aprovecho que dejan la puerta medio entornada y me voy para siempre. Me pongo en una cuneta, cierro los ojos y digo: me muero y me muero. Muerto el burro se acabó la rabia.
- Ya Santiago, ya me lo has contado tres veces. Yo tampoco quiero ir ¿Qué podemos hacer Santiago?
- Carmina, es muy fácil: querernos y apoyarnos el uno en el otro. Tu me cuidas a mi y yo te cuido a ti ¿Te parece bien, Carmina?
- Me parece muy bien Santiago.
- Carmina, ¿Tu me quieres?
- ¿Me quieres tu a mi?
- Tu primero.
- Te quiero Santiago, te quiero desde el primer día que te vi con la camisa aquella de cuadros tan bonita cuando estabas en el trillo cantando “La Campanera”.
- Y yo a ti Carmina, desde aquél día que sacabas las andas de la Virgen en la procesión. Cuando te vi, me dije: qué guapa es Carmina, la chica del señor Lucio, esta no se me escapa ¿Cuántos años hace Carmina?
- Pues si tenías 15 años y ahora tienes 65 pues echa la cuenta.
- Carmina, ¿Jodemos esta noche?
- Pues claro, amor mío, pues claro ¿Acaso te lo he negado alguna vez?
- Oye, pues no se hable más. Vamos que me corre prisa.
Y... no pude leer ni una línea de mi libro ¿Por qué no tendremos un interruptor en el culo que ponga IN y OUT? Cuando estemos bien, IN, cuando estemos mal, OUT. Nunca entenderé por qué a Dios, con lo sabio que dicen que es, no se le ocurrió crearnos con un interruptor en el culo. Tampoco cuesta tanto.

jueves, 10 de septiembre de 2009

Mónica, se para el mundo.

II
Mónica, se para el mundo.


En esta humilde guarida, donde vivo recluido desde hace varios años, no tengo ventilador ni aire acondicionado, más que por cuestiones económicas, por razones de concepto. El aire acondicionado me produce resfriados y el ventilador hace volar los folios. El caso es que volví a salir y como si fuera atraído por una fuerza magnética, mucho más fuerte que mi voluntad, cuando me quise dar cuenta ya estaba a las puertas de El Retiro que dan a la avenida.
El banco, mi banco preferido, estaba solitario, tan solitario como yo mismo y allí me senté. La sombra es fresca y como si hubiera corriente por haber dejado alguien una puerta abierta y otra alguien una ventana, corría una ligera brisa que me sentaba bien para ventilar mi frente y mi espalda sudorosas.
Alguien había estado sentado allí antes que yo. Varias colillas de Fortuna y dos de Pall Mall azul. Aunque no es muy higiénico, cogí una de Pall Mall y confirmó mis sospechas. Él fumaba Fortuna y era ella la del Light. Huellas, casi imperceptibles, de carmín así lo indicaban. Traté de concentrarme en mi libro cuando vi cómo venían de la mano una pareja un poco bastante desigual. Cuando se sentaron en el mismo banco que yo, a mis espaldas, tuve dudas de mi mismo ¿La gente creerá que soy una estatua?
- ¿Estás más tranquila?
- Algo más tranquila estoy, pero no te creas que mucho. Se me eriza todo sólo de pensar que estamos juntos.
- ¿Quieres un fortunita?
- No, fumaré uno de los míos. Son más suaves. Alain ¿Qué será de nosotros?
- De nosotros será lo que tenga que ser, lo que importa es que no te preocupes. Todo se arreglará.
- Pero cariño, no podemos seguir así. No soporto esta tensión, estos nervios. Anoche me dice mi marido que qué te pasa que te noto rara y le contesté que será que me va a bajar. Y mientras él veía la televisión, yo en el baño escuchando por enésima vez tu mensaje de voz, estremecida. Así no podemos seguir.
- No te preocupes. Si quieres lo dejamos ahora mismo. Ahora mismo nos levantamos de aquí y te vas a tu casa y yo vuelvo a mi despacho. Allí estaré mejor que en mi casa. Eres libre, eres libre, eres libre sin ira, de dejarme o de tenerme. No te obligo a nada y si no eres feliz conmigo, puedes arrancarme de tu vida cuando quieras y como quieras. Siempre estaré para ti, incluso cuando no esté. Pero, por favor, no llores. No llores, cariño.
- Alain, te quiero tanto que a veces dudo de ti ¿Me has embrujado? ¿Qué me has hecho Alain? En la farmacia acabo de comprar dos cosas. Una es una crema vaginal y otra un aceite lubricante. Con mi marido estoy seca, completamente seca y sin embargo contigo, Alain, amor mío, me he vuelto a sentir mujer-mujer. Cuando dices: Mónica, se para el mundo y pienso, dios mío, me va a decir que me deja y entonces vuelves a decir mi nombre, Mónica y sigues diciendo que deseas abrazarme y ahí, en ese momento, mi cuerpo reacciona y siento un éxtasis tan elevado, tan sublime, que me derrito literalmente y noto cómo de mi sexo cae una especie de lava blanca que me corre por las piernas y me las cierro, aprieto mi vulva y me viene tal placer que creo morirme y eso lo haces sólo con tu voz y ahora estoy así... te miro a los ojos y me viene un suspiro y me digo: al menos hoy seremos amantes, mañana ya se verá ¿Qué quieres de mi Alain?
- Desnudarte, poseerte, devorarte completamente y llevarte a la gloria infinitas veces para que tu me lleves a mi gloria al menos una vez. Solo eso y mañana ya se verá. Mónica... abrázame y no pienses en nada ni en nadie, solos tu y yo, OK?
- Ok. Por favor, no me dejes marcas. Cómeme suave, pero fuerte, sin marcas, por favor. Gracias por tu perfume “Esencia de mujer” ¿Quieres probar mi esencia de mujer? Despacio, despacio y chúpalos ¿Verdad que es dulce?
- Eres miel. Eres la mujer que siempre soñé. Tu cuerpo, tus ojos verdes y tu entrega... En la calle Atocha hay varios hostales. Vamos y tendremos tres horas o cuatro, para nosotros ¿Quieres?
- Si, quiero. Vete delante para que no llamemos tanto la atención.
- ¿Te avergüenza que sea treinta años mayor que tu?
- No es eso, amor mío. Son precauciones, ya sabes que vivo en la calle Santa Isabel y puede que nos vean conocidos míos. Si vas delante, nadie sospechará ¿Lo hacemos así Alain?
- OK, Mónica. Lo haremos como dices. Pero dame la boca que te la quiero...
- Cuando termine de fumar mi Pall Mall azul, nos vamos ¿No te parece un sueño?
- Mónica, somos de carne y hueso, somos reales. Lo que nos pasa es de verdad, o es que acaso lo que detecto cuando te meto los dedos es fingimiento, es fantasía, es una ilusión o es, lo que es, la realidad de nuestro deseo de hacer el amor.
- Alain, te quiero tanto que ya tengo prisa. Vete andando que te sigo.
Y yo, que lo escuché todo, que lo viví en directo, sentí que no soy una estatua, que soy de carne y hueso. Lo sé porque se me despertó.

miércoles, 9 de septiembre de 2009

CUENTOS DE UN VERANO RABIOSO COMO CHISPA DE CHISQUERO

CUENTOS DE UN VERANO RABIOSO COMO CHISPA DE CHISQUERO
I
Más vacío que un cráter lunar.
En una de esas tardes de agosto en las que la temperatura de las sábanas se hacía insoportable, las avalanchas de recuerdos aplastaban el más mínimo resquicio de serenidad, más por diligencia que por el agobio del desasosiego, unido a un desesperado deseo de respirar aire de la calle, aunque fuera caliente, animó a que me decidiera a salir a dar un paseo con el último Babelia en la mano.
En la avenida apenas gente, los coches se habían ido a la playa o a los pueblos pequeños y en las ventanas no se veían cristales, sólo persianas bajadas. Las casas están vacías como mi corazón, por la acera de la sombra se agradecía la ligerísima brisa y respirando hondo, me sentía contento de haber salido de la casa ardiendo.
En El Retiro, poca gente, cuatro paseantes de perros, tres ciclistas y dos o tres patinadores. Me senté en un banco solitario, mi preferido, bajo unos pinos que de vez en cuando me regalan riquísimos piñones que recojo cuando lo visito. Es uno de esos bancos de diseño antiguo que tienen doble asiento. Por el paseo central venían dos chicas, dos adolescentes, bien vestidas, modernas y guapas, aunque una de ellas destacaba por su exuberancia y su... presencia exagerada como de aspirante a vedette de si misma.
Era el único que estaba sentado en un banco leyendo y disfrutando de la sombra fresca del piñonero. Las chicas, en su animada conversación no se debieron dar cuenta de mi presencia, o si, y se sentaron en el mismo banco, a mis espaldas. Hablaban alto y su tono parecía ser a propósito para que las oyera perfectamente.
- ¡Qué ganas tenía de sentarme, tía!
- Anda que yo, tengo un callo en un pie que me está matando.
- ¿Quieres un cigarro?
- Paso. Si fuera de los otros, a lo mejor.
- Pues ya te digo, va el tío y dice: “eres mi princesa, te quiero“.
-¿Dijo eso?
- ¡Jo! tía, te lo juro, lo dijo.
- ¿Y tu qué dijiste?
- Me hice la tonta, cerré el messenger y la cam sin decir ni adiós.
- Jo... si llega a ser a mi, me vuelvo loca, claro que eso no me lo dicen.
- Pues a mi a todas horas. Estoy harta de que me digan que soy una muñeca, que soy una barbie, que soy una super star, que valía para el cine, que si quiero posar para ellos, que si quiero ya sabes, que si llevo brasileñas, qué agobio tía.
- Qué suerte, a mi nadie me dice esas cosas. Claro que no me extraña que te lo digan, eres tan guapa, tu pelo tan rubio y con tanto volumen, esos ojos, me encantan tus ojos, tía, y tus pechos , y todo, si es que... tienen razón, eres irresistible, pero claro, hay que saber comportarse y yo no te lo voy a decir porque soy chica y tu amiga... pero es que ni yo lo puedo evitar: eres preciosa, me flipa ir contigo, aunque nos mire todo dios.
- Me ofende que me lo digan a todas horas, ya viene desde niña... no me importaría ser como tu, porque, te digo la verdad, estoy harta de que me miren como si fuera un objeto de colección, o aún peor, un objeto decorativo. Si supieras lo mal que lo paso siendo tan guapa. Preferiría mil veces ser como tu, pero...
- Si fueras como yo no te comerías una rosca. Paso desapercibida.
- Mejor así, porque las roscas que me he comido yo no te creas que...
- ¿No te han gustado?
- Menos dos que son secreto, fracasos. Los prefiero mayores, que tengan experiencia, que me enseñen cosas que sólo ellos saben. Me molan los mayores, tía, no lo puedo evitar... Me pasa como en la canción de El Canto del Loco, lo haría mejor con los padres de mis ligues... ¿Qué pasó con el Richard, que os vi muy animados?
- Nada, como estábamos medio pedo, solo morreo y a dormir como los niños buenos. Es tonto en vez de hacerlo, se pone a beber, no lo entiendo. Sabe que me tiene y no me aprovecha. Así que estoy muy rayada.
- ¡Qué rollo! Deberíamos dar una aliciente a nuestra vida. Montarnos algo fuerte...un grupo de pop o algo, porque me siento más vacía que un cráter lunar.
- Vale tía. Nos montamos un grupo de chicas, yo me pido la batería.
- Mola más uno de tíos y yo la cantante, super diva, super líder de mi propia banda.
- Ya te digo... una super star. Vamos anda, que no tienes remedio.
- Mola, aunque duela ¿Lo pillas? ¿Te gustan los shorts de hoy?
- Jo, tía, lo sabes. Me gusta todo lo tuyo, pareces una modelo, algo exagerada, pero en ti, perfecto.
- Son como un guante, hasta se me meten por ahí, imagínate.
Se fueron dejándome más pensativo que estaba o, tal vez, más vacío que un cráter lunar.

martes, 8 de septiembre de 2009

TRES HAIKUS A SECAS

7.-
Beben confiados
en el lago brillante.
Lobos sedientos. 8.-
Bellas pastoras
conducen sus rebaños.
Cantan oraciones.

9.-
Vienen tan pronto
porque tienen mucha sed.
Noches en vela.

lunes, 7 de septiembre de 2009

PUEDO ESCRIBIR LOS HAIKUS MÁS TRISTES ESTA NOCHE

... pero los haikus no pueden ser tristes, sólo pueden ser haikus. Como estos:

4.-
De madrugada
los misterios del bosque
se desperezan.

5.-
Pisadas hondas
en la senda de barro.
Vino una gacela.

6.-
Dejaron huella
las cabras en el monte.
¡No vienen solas!

domingo, 6 de septiembre de 2009

HAIKUS DE MADRUGADA

1.-
EL río despierta
a las aves dormidas.
Fluye el sonido.

2.-
Mirad el nacer
del hermoso gigante.
¡Ese es nuestro Sol!

3.-
El rocío brilla
en cada tallo verde
de hierba fresca.

3762VEGAP

sábado, 5 de septiembre de 2009

Una lágrima sin caer. Y duele.

X
Una lágrima sin caer. Y duele.


Cinco días faltan para que se cumplan treinta y dos años desde que, procedente de mi pueblo, llegué a Madrid. Hace tres horas y media he recibido una llamada de Carmen, mi amiga Carmen, la persona que más me ayudó al llegar a esta ciudad en la que aún resido, no sé si por desgracia. Carmen fue mi compañera de habitación compartida y de cama, durante tres meses, los tres primeros meses más accidentados y excitantes de mi vida, en la pensión de la calle de la Cruz.
Carmen apenas se pudo expresar y contarme detalles, su pena era tan grande y su llanto tan incontenible, que ni se le entendía. Ananías, el hombre que ella llamaba el amor de su vida, acaba de fallecer de repente, de lo que hoy día se llama muerte súbita. Carmen y Ananías han mantenido desde aquél entonces una relación de pareja esporádica ya que él seguía con su esposa y sus hijas. Carmen decía que su vida ya no tiene sentido, que de poco le vale todo su dinero y prestigio social y profesional, que toda su vida volcada en amar a su hombre y que ahora no podía ni asistir al entierro.
Carmen ocupa un alto cargo en uno de los Ministerios del gobierno actual y en todo este tiempo hemos mantenido una amistad y contacto permanente, aunque con diferentes altibajos, como es lógico, durante todos estos años. Hemos quedado para vernos pasados unos días en su casa de la calle Juan Bravo.
En cuanto a mi... puedo decir que acabo de llegar de pasar una larga temporada en la casa de Cartagena donde tengo una sucursal de mi Agencia de Seguros que atiende mi hijo mayor, Claudio, con dos empleados fieles desde hace más de veinte años.
Mi otro hijo, Benjamín, al que llamamos Benja, vive en Zurich con su novia Salimar, de Bangla Desh. Benja es Asesor Jurídico en Axa, una de las mayores Compañías de Seguros del mundo.
Mi marido se llama Said Al Fajet, es sirio y actualmente es asesor de asuntos culturales y jurídicos sobre asuntos árabes. Durante muchos años mantuvo una Asesoría de Empresas que finalmente vendió. Said y yo nos conocimos en La Compañía casi un año después de haber empezado yo. De hecho fue uno de mis primeros agentes cuando desempeñé el cargo de Jefa de Sección, en Vida.
Mi trabajo actual consiste en supervisar la oficina de Cartagena y la de Madrid, situada en la calle Goya, que la dirige una hija de Antonio Cubillos y otros tres empleados.
Miryam hace dos años que se jubiló y ahora le han descubierto síntomas de Altheimer. Me contaba hace unos días una de sus hijas que están pensando en llevarla a una Residencia de Ancianos.
Mi madre se murió muy joven de cáncer y a mi padre le dio un derrame cerebral a consecuencia del que falleció un par de años después. Mi hermano mayor, Efraín, se mató en un accidente de moto tres días después de haber estrenado la ilusión de su vida: una Harley Davison. Mi hermano pequeño, Eliacer, es el que atiende la casa y las tierras del pueblo. Se podría decir que es el que se ha quedado con todo y casi ni nos hablamos. Es otro episodio triste del que mejor no hablar.
Anna, mi amiga Anna, es una feliz abuela de seis o siete nietos y junto a Jordi, su marido, ha conseguido ser una de la coleccionistas de Arte más importante de España. A veces quedamos y nos vemos en su casa palacio y nos pegamos nuestras buenas palizas de hablar y hablar. Ella es la culpable de que yo también sea pintora.
He participado en varias exposiciones colectivas y ahora preparo una gran exposición personal de obra de gran tamaño en una de las más prestigiosas galerías de la calle Orfila, de Madrid.
Mi vida es... rica en vitaminas y pobre en activos minerales. Quiero decir que aquí sigo con mis sufrimientos y mis trabajos, con mis angustias y mis desolaciones. Sigo siendo Esmeralda Cadenas, a mi manera, la más infeliz de todas las mujeres, porque por mucho que haga, o que tenga, o que consiga o que deje de conseguir, por mucho que insista, nunca conseguiré ser ni la mitad de lo que me gustaría. Mi obra es imperfecta, inmadura, mi familia... va tirando, solo tirando y aún me falta ese detalle, esa guinda, esa conformidad, podría ser, por la que me sienta medianamente satisfecha. Insatisfacción permanente.
A pesar de todo, mi vida sigue siendo una lágrima sin caer. Y duele.
FIN.

viernes, 4 de septiembre de 2009

La señorita Angelines, practicante.

IX
La señorita Angelines, practicante.


Era el mes de agosto. Mis padres tenían que trabajar en el campo y no podían estar conmigo cuando llegara la señorita practicante a ponerme las inyecciones. Hablaron con ella y dejaban escondida la llave de la puerta en una de las ventanas, tras la persiana de color verde. Me lo habían dicho: Sobre las once vendrá la señorita Angelines a ponerte la inyección. Pórtate bien y no te resistas.
Sobre las once de la mañana oía cómo andaban a la cerradura de la puerta de la casa. Abría los ojos y la señorita Angelines me preguntaba si estaba despierta, ella abría los cuarterones de la ventana de mi habitación y dejaba que entrara la claridad de la calle. Me miraba la frente y me decía que pronto me pondría buena, que ya solo nos quedan doce inyecciones de Farmapén, las más dolorosas que existen.
El ritual de preparar la inyección era fascinante. Me incorporaba un poco y le veía sacar de su maletín el estuchito metálico y lo abría y tenía tres agujas hipodérmicas dentro, envueltas en algodón. Elegía una, la más larga. Cogía un poco de algodón y lo ponía en su cajita y lo empapaba con alcohool de noventa grados y la señorita Angelines me miraba con su sonrisa tan... yo creo que la señorita Angelines era la más guapa del mundo a pesar de que me iba a pinchar, y... sacaba de bolsillo un mechero y encendía el algodón y salía muy poco humo negro, pero salía y las llamas eran azules y ponía allí la aguja y cuando le parecía, la sacaba y la ponía en su jeringuilla y me miraba a los ojos y me sonreía y yo contemplando. Clavaba la aguja en el tapón de goma del frasquito de cristal y lo ponía boca abajo y tirando del émbolo de la jeringuilla casi llenaba todo el depósito con la penicilina y la señorita Angelines me miraba sonriendo y yo a ella y empujaba un poco el émbolo y salían unas gotas y llegaba lo peor. Bájate la braguita preciosa, y yo la bajaba. La señorita Angelines tenía las manos frías pero delicadas y me palpaba para ver dónde clavarme la aguja más enorme del mundo. Cierra los ojos y no pienses en nada. Y sentía un dolor tan intenso y notaba la presión de la mano de la señorita Angelines y durante segundos eternos me tenía allí, inmovilizada, y notaba cómo rápidamente sacaba la aguja y rápidamente me limpiaba el pinchazo con algodón empapado en alcohool de noventa grados y en el algodón siempre había una o dos gotas de sangre y me decía la señorita Angelines que era la niña más valiente por no haber llorado y me subía la braguita y me decía: ya está, ya puedes darte la vuelta. Se sentaba en la cama a mi lado mientras recogía sus cosas y yo veía cómo cogía agua de la palangana con la jeringuilla y así la limpiaba y el algodón manchado con mis dos gotas de sangre y yo miraba con mucho interés porque la señorita Angelines era muy guapa y aunque me hacía mucho daño nunca lloraba hasta que ella no se iba, entonces si que lloraba, mi mamá y mi papá estaban en el campo y durante catorce días la señorita Angelines me puso catorce inyecciones de Farmapen como catorce infiernos y aún así, era muy feliz porque la señorita Angelines era muy guapa y me llamaba valiente y me decía que pronto me iba a poner buena, pero nunca me ponía buena porque me pasé medía vida enferma hasta los seis años o siete y yo me acordaba de todo, de las noches con unos dolores terribles, de cómo las vecinas le preguntaban a mi madre que cómo está la niña, que cómo esta la niña, que cómo esta la niña, la niña cómo va a estar, la niña está enferma, la niña está siempre enferma, me cago en diez, por no decir en dios y la niña cómo está. Y la niña... se pasaba las noches despierta con dolores en las piernas, en los brazos, en el pecho y el médico a la carrera a casa de mi padre porque la niña se ha puesto peor y corre a avisar al practicante que la niña se ha puesto muy mala y la niña... menos mal que aquel verano llegó la señorita Angelines que era la practicante más guapa y más buena que existe porque me decía que era muy valiente porque no lloraba y que pronto me iba a curar... el caso es que me curé y pude hacer la Primera Comunión con ocho años y pude ser niña enferma durante siete años, o hasta... no se. Porque mi mamá no me lo decía, ni mi papá, nadie me hablaba de mi enfermedad. Una vez vi que mi padre tenía un montón de cristales en un rincón del huerto. Eran las botellas vacías de mis jarabes y de mis inyecciones.
No puedo seguir, lo siento...
Pero tengo que seguir, siempre hay que seguir aunque el camino tenga piedras y cardos y ortigas y muy de cuando en cuando, olor a retama y amapolas. Rara vez.
Mi nueva amiga Anna, me invitó a conocer su casa que estaba en el piso superior a la Galería de Arte. Conocí a sus niñas Nuria y Llum. Conocí a su criada, una mujer de mediana edad que resultó ser de Vega de Espinareda, León, cerca de Ponferrada y conocí su palacio para lo que yo estaba acostumbrada.
Las niñas hacían dibujos sentadas sobre una alfombra y a mi me hablaban en catalán y se quedaban sorprendidas de que yo no lo supiera hablar. Cenamos las cinco una tortilla francesa y queso. Las niñas se depidieron de mi con un beso y con “adeu” que aún recuerdo.
Eran las nueve y media de la noche cuando salimos de casa y Anne me llevó a Bocaccio a tomar un café. Mientras ella tomaba su café y yo mi coca-cola, me iba diciendo los famosos que estaban por allí. Aquel es Trenci, aquella es Maruja, aquella es Guillermina, aquella Rosa María Moix, aquel Pere Gimferrer y así me iba presentando gente de la que yo no había oído hablar en mi vida.
- Te contaré un secreto, -dijo Anna casi al oído- frecuento un lugar donde se representa una forma de Arte que se llama “Le tableau vivant”. Estaremos viendo una representación hasta las doce y media. Como está cerca de casa me da tiempo a llegar antes de que lo haga el cabrón de mi marido. Te advierto que es un espectáculo participativo y muy fuerte ¿Te atreves?
- Si, me atrevo.
- ¿Quedará entre tu y yo?
- Por supuesto.
En una calle oscura y estrecha existe un local que pone a la entrada: “Club Privat”. Anna tocó con los nudillos en la puerta de madera, pintada de verde muy oscuro y un señor vestido de negro, con sombrero de copa, guantes negros y cara de animal, abrió la puerta y nos invitó a pasar. Anna habló con aquél hombre y como a escondidas le dio dinero. Una empinada escalera cubierta con una alfombra roja nos bajaba a un local muy grande decorado como si fuera un castillo medieval, con poca luz y música suave y relajante. Una señorita desnuda, con cofia y delantal de criada, nos dijo que aún faltaban unos minutos para la representación, que si queríamos ser practicantes o espectadoras.
- Hoy espectadoras, mañana no se sabe.
De lo que allí pasó no se puede contar porque es un secreto. Puedo decir que volví yo sola una noche, sin que nadie se enterara y que fui practicante. Lo que la vida me quita, la vida me da.

jueves, 3 de septiembre de 2009

Hoy tocan Berettas a buen precio.

VIII
Hoy tocan Berettas a buen precio.


Una mañana de invierno, una de esas mañanas en las que sacas humo de la boca al hablar, me encontré camino de la escuela con la maestra-ogro, la maestra mala y ella se daba cuenta de que yo creía que era lo que era: una mala maestra y dije: Buenos días, señora maestra y ella contestó que cómo se me ocurría ir a la escuela con un agujero en un calcetín. Como no sabía qué contestar, dije que mi calcetín tenía un agujero porque era un agujero y que eso no quería decir que estuviera roto.
En la escuela, la maestra, dijo que la que supiera escribir correctamente el nombre del autor de “Romeo y Julieta” que saliera al encerado. Como nadie salía, me decidí a hacerlo yo. Puse: SHAKHESPHEHARE. La maestra no me dio un reglazo, porque según dijo, el daño se me pasaría, por lo tanto, era preferible decirme que era una estúpida engreída, que me creía saberlo todo y que me había pasado en poner haches. Todas las chicas se rieron de mi y eso me hizo más daño que un reglazo en la cabeza. No obstante, pocos días después le pregunté a la maestra por un tal Albert Camus y cómo no sabía por dónde salir, me llamó estúpida engreída y ese día las niñas no se rieron de mi. Callaron.
El curso de Agentes de Seguros de La Compañía se celebraba en un Centro de Formación ubicado en un edificio exclusivamente de oficinas, muy cerca de la Plaza de Cataluña. Éramos sesenta compañeros venidos de todas las provincias de España, predominando los de Madrid y Barcelona, como es lógico.
Los profesores eran catalanes y uno de ellos destacaba por su impactante presencia física. Su elegancia y su belleza. Tanta belleza le hacía ser una persona detestable y odiosa, para mi, quiero decir.
Al preguntarme por unos detalles sin importancia sobre una modalidad de seguros de automóviles y contestarle correctamente, me preguntó que de dónde era.
- Soy de un pueblo de la provincia de Zamora.
- Zamora está entre Badajoz y Huelva, o por ahí ¿No es así?
- No, no es así. La provincia de Zamora está en la provincia de Zamora y usted sabrá mucho de seguros y de cómo hacerse el nudo de la corbata, pero no tiene ni idea ni de geografía ni de cultura.
Los compañeros se echaron a reír y el chulo me dijo que esa respuesta me podía costar el puesto de trabajo y le contesté que lo que sobraban eran puestos de trabajo y profesores que no tenían ni idea, que no había cosa que más me ofendiera que alguien tomara a broma a la provincia donde nací.
Comíamos en el mismo restaurante buffette libre y nos poníamos morados. De entre todos lo compañeros y compañeras, me hice más amiga de un chico de Sevilla. Después de comer me dijo que era muy simpática que por qué no iba con él a hacer unas gestiones a los alrededores del puerto. Como no tenía nada mejor que hacer me fui con él.
En los alrededores de Estación de Ferrocarril y del puerto notaba un ambiente raro. Mucha prostitución masculina y trapicheo de droga. Mi amigo se llamaba Ángel Escobar Sarmiento, con un acento y un estilo aflamencado que le delataba. Unos tipos con mala pinta le dijeron: Quillo, tenemos lo que buscas, mira, y abriendo la chaqueta mostraron tres o cuatro pistolas entre los dos.
- Busco una Astra, dijo Ángel.
- Hoy tocan Berettas a buen precio. Si quieres una Astra, vente mañana a las nueve de la noche. Ronda las cien mil.
- Eso está hecho. Cinco cajas de balas, que no se os olvide.
De vuelta por el Paseo de Gracia, Ángel, al notar que a mi las armas me parecen odiosas, me explicaba que era un encargo de un amigo joyero, de Sevilla, que estaba harto de que le atracaran. Me quiso coger de la cintura y como era más alto que yo, presumía de que podríamos hacer buena pareja. En el Corte Inglés me perdí de semejante personaje. A veces se mete la pata por no fiarte y otras por fiarte demasiado. En realidad, siempre se mete la pata, hagas lo que hagas.
En la Galería de Arte de Anna, no había nadie. Una nota: “ara torno surto a fer un café”. En un estanco compré una cajetilla de Paxton y busqué con la mirada en las cafeterías cercanas. Eran las seis y media de la tarde y Anna se presentó cargada de revistas de Arte y tabaco.
- Esmeralda ¿Tu por aquí? ¡Qué alegría! Pasa, ayúdame con esto, mientras abro.
Sólo había visto dos galerías de Arte en mi vida. Una de ellas en León e iba para encontrarme con Victoriamo Crémer. La galería de Anna era una de las más importantes de Barcelona. Estaba exponiendo cuadros de Saura, Miralles, Zobel, y de Santiago Rusiñol. Una vez que me enseñó, muy rápidamente, la galería, nos sentamos en un acogedor sofá de piel negra que tenía en su despacho. Me cogió de las manos y me miró a los ojos.
- Esmeralda, dime la verdad ¿Ves algo raro en mi?
- No, no veo nada raro en ti.
- ¿Ves que tenga cara de gilipollas?
- No se a qué viene esto, Anna.
- Viene a que la tal Miryam y el tal Jordi, mi marido, me da que están liados. Esta mañana me dice, Jordi, así de sorpresa, que tiene que ir a Tarragona a ver a un marchante y que vendrá sobre la una. Me juego el cuello a que está follando con tu amiga, tu jefa o tu lo que sea. Tenemos una de las mejores Galerias de toda Cataluña y es una pena que se vaya al cuerno por, precisamente, un ataque de cuernos. Así que... esta noche cenamos juntas y ya se verá ¿Te atreves?
- Si, me atrevo.
Y... empecé a interesarme por el fascinante mundo del Arte. Mientras mi nueva amiga catalana atendía a sus clientes, ojeaba, más que leía, libros preciosos de Arte y me enamoré de... ¿Por qué me salió esa odiosa palabra? Nunca jamás me enamoraré de nada ni de nadie. Solamente amaré lo hermoso, amaré la belleza. Solo la belleza me duele tanto como para que la ame.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Nadie regala nada.

VII
Nadie regala nada.


Recuerdo el día en el que mi padre me llevó al cine en su bicicleta Orbea, a pesar de que en el cielo las nubes eran negras. Mi madre no le quería dejar que me llevara con él en un día así, tan pequeña, que si quieres ir tu, vete, pero a la niña no la lleves según como está el cielo. La película era “El Doctor Zivagho” y para mi padre era superior a sus fuerzas, a pesar de que ya la había visto dos veces.
De regreso a casa, antes de la mitad del camino, se desató una terrible tormenta. Viento huracanado, relámpagos que incendiaban el cielo, gotas de agua como puños, fría como la nieve y de repente unos truenos aterradores. Nos paramos bajo un árbol y mi padre, más preocupado por la bronca que le echaría mi madre que por él, se quitó la chaqueta y me la puso a mi. Nos reíamos los dos, por no llorar, ya que la chaqueta me llegaba por los pies y parecía el abrigo de un espantapájaros. Como pudimos llegamos a casa hechos una sopa y yo aterrorizada, pero disimulando, para no agravar más la cosa.
Mi padre cogió un catarro muy fuerte, casi pulmonía, y tuvo que guardar cama durante tres o cuatro días. Mi madre llevaba a mis hermanos a casa de mi tía Paulina y mientras ella iba a hacer las labores del campo, yo me quedaba al cuidado de mi padre enfermo. Ese detalle, el de cuidar a mi padre enfermo, me parecía de lo más importante que me podía pasar en la vida. Esmeraldina, mira a ver si tengo fiebre, Esmeraldina, dame un poco de agua, que tengo la boca seca, Esmeraldina dame la cucharada de jarabe. Y así.
Cuando se puso bueno me compró mi primer libro: “Lecciones de cosas”.
Era la una y media de la madrugada cuando Miryam y yo llegamos al Hotel. El día había sido tan intenso, tan agotador que, casi sin mediar palabra, nos acostamos en aquella cama tan grande como para acoger a un regimiento.
- No te lo creerás Esmeralda, he ganado casi doscientas mil. Mañana al salir del curso desapareceré, si llama mi marido o mi madre preguntando por mi, les dices que estoy en una reunión con los de La Caixa, que solo sabes eso. No creo que lo hagan porque yo les llamaré a la hora del desayuno, pero como nunca se sabe, les dices eso, que estoy en una reunión. Llegaré tarde, como ahora más o menos, tu sal con alguna amiga o aprovecha para ver la Catedral o lo que quieras. No te preocupes por mi. Para el miércoles cuento contigo, les has gustado mucho y de ahí pueden salir buenas operaciones. Aprovecha y sácales direcciones, teléfonos, suyos y de sus amigos ¿Te has dormido?
- No, aún no. Casi.
- ¿Has entendido todo?
- Si.
- No se yo. Tienes un ojo cerrado y otro abierto. Por favor, lo de mi marido y mi madre no lo olvides.
Dos horas más tarde yo había dormido mi primer gran sueño y completamente despejada, me levanté a mirar la ciudad y el cielo. Fumando un cigarrillo Paxton pensaba y pensaba... ¿Qué va a ser de mi? La desesperación que sentía era aliviada por la belleza sublime del cielo y de la línea dibujada en el horizonte que juntaba el mar con las nubes. Un segundo cigarrillo y recordé con profunda intensidad al hombre ciego que me susurraba al oído palabras como alfileres de amor ¿Se tirará al mar algún día? ¿Qué altura habrá desde aquí al suelo?
- Eres tan hermosa, tan hermoso, que quisiera que vinieras.
- ¿Me dices a mi, Miryam?
- A ti. Ven.
- ¿Qué quieres de mi?
- Ven. Quédate así. Deja que te contemple. Un paso más, otro. Quieta ahí. Avanza. Abre las piernas y ponte junto a la lámpara de la mesilla. Más abiertas. Date la vuelta. Así de espaldas. Baja la cabeza y pon las manos en la mesilla. Abre las piernas más y baja hasta poner las manos en la alfombra. Quieta así. Abrélo. Ponte derecha y mira para el rincón del techo. Ven... más, más, quieta... ¿Te das cuenta?
- Si
- ¿Y por qué?
- No lo sé.
- ¿Sigo?
- Sigue si quieres.
- ¿Hasta el final?
- Si.
- ¿Me lo das?
- Si.
No hay otro remedio que aceptar la realidad. Hora y media después pude conciliar el sueño y estar despejada como una rosa . El curso empieza y debo pensar que el trabajo es el trabajo. Nadie regala nada.

martes, 1 de septiembre de 2009

-- ¿Y le mató? -pregunté.

VI
- ¿Y le mató? -pregunté.


Cuando era pequeña me gustaba escuchar a mi padre cuando hablaba con las visitas. Durante bastantes años venía a casa, casi todas las noches de invierno, un señor viudo y que había estado en la guerra. Me quedaba embelesada escuchando y viendo como aquél hombre movía las manos y los brazos y una vez hizo el gesto de poner su fusil al hombro, guiñar el ojo, apuntar bien y disparar: siiiiiiiiiiiiiiiiiiiunnnnnn
- ¿Y le mató? - pregunté yo, espontáneamente.
- Claro que le maté, éramos o él o yo. - dijo aquél señor que visitaba a mi padre las noches de invierno.
Salí de la cocina, el único sitio con algo de calor en la casa, y me metí en mi habitación a oscuras. Era horrible conocer a un hombre que había matado a otro, aunque hubiera sido en la guerra.
Mi padre dijo que fuera la última vez que me metía en la conversación de los hombres, que yo, oír, ver y callar.
En la torre de Arenys, junto a los amigos de Miryam, me sentía como si estuviera en terreno de nadie, o sea, libre en un paraíso. Por un lado las cosas que allí había, la piscina, la barbacoa, el porche, la barandilla junto a las olas del mar, fastuosos indicadores de una determinada calidad de vida que yo jamás había imaginado que existiera y mucho menos que pudiera ser parte viviente, parte activa, en aquél ambiente tan sofisticado y tan lejano del alcance de mis sueños..
El hombre del albornoz de seda gris perla con listas negras, ciego, alto y enjuto, me tenía sometida bajo el influjo de su voz magnética y de su historia secreta que ni tan siquiera intuía. Cuando hizo con mi boca lo que quiso y que yo consentía, tragué su esencia abundante y espesa y así fue como me dominó para siempre de pensamiento. Al oído me dijo que no me convenía y que sólo me quería para que le diera la vida bebiéndole, alguna vez que otra.
- Vuelve pronto y te haré sentir cómo te poseo, como fauno desbocado, mientras te apoyas en la barandilla y miras al mar ofreciéndome la pompa de tu pompa ¿Me gustaría saber si te gustaría?
- Me gustaría.
Le ayudé a colocarse el albornoz de seda gris y a que se sentara en su sillón de mimbre. Le besé los labios y le dije que si era posible volvería. Hasta pronto caballo herido, no te consientas cobarde. Si puedo vengo y si no... que el viento lleve la semilla allá donde pueda germinar.
La partida ya había terminado. Miryam estaba contenta porque había quedado a la par. Anna había perdido 20.000 pero Jordi habia ganado 150.000 y los otros, Oriol, Joan Manuel, Nuria y los que no me acuerdo, mostraban cara de conformidad. Unas veces se gana y otras se pierde, decían.
Mercé, que era la anfitriona, sacó una bandeja con pastas y una botella de licor junto a unas copas de cristal labrado, preciosas.
- Tomaros la última y esperamos que se repita pronto. Esmeralda, prueba este licor que te gustará, un poco fuerte por eso, pero no emborracha. Lo hago yo misma con hierbas aromáticas que cojo en las calas más pequeñas de por aquí.
- Muchas gracias, señora Mercé.
- No me amargues la noche llamándome señora, sólo tengo treinta y seis.
- Está rico este licor, se parece al que hace mi madre con aguardiente arreglada.
- Para el miércoles, si vuelves, me das la receta ¿Te parece bien?
- Claro que me parece bien.
- Hablando del miércoles, -dijo Oriol- ha confirmado que vienen Bigas y su chica. Joan Manuel traerá a un músico peruano que por lo visto es un fiera, dice que ha jugado en Las Vegas y que se hizo de oro. Y otra cosa muy importante, si no le damos un incentivo, una animación, esto se nos hunde. Tenemos que ser más creativos.
- ¿No estarás pensando en una bacanal?
- Oye, cosas peores se han visto, en Figueras ya lo hacen. -Ann y las otras empezaron a hablar en catalán y Miryam dijo que contaran con ella. Me despidieron muy atentos y antes de subir al coche, donde regresábamos a Barcelona, uno por uno repitió la invitación a que no dejara de volver.
Miryam volvió a sentarse junto Jordi, el conductor, y Anna conmigo, en los asientos de atrás. Creí entender que hablaban entre ellos de aumentar las apuestas y de pagar cuota de entrada en el grupo. Anna me cogía de la mano y me decía que le había caído muy bien, que tiene una Galería de Arte en Paseo de Gracia y que pase a verla antes de regresar a Madrid.
De repente sentí como un sobresalto, en mi interior, en mi vientre, se movía algo. Volví sentir a mi hijo. Volví a recordar a mi hombre-dios. El músico peruano que ha jugado en Las Vegas me parece que es el hombre-dios que tiene el pelo negro como ala de cuervo. Me parece que mi hijo es real, que de verdad estoy preñada ¿Cómo es posible tal desgracia para mi? Hijo, tranquilo, ya veré de dónde saco las fuerzas para sacarte adelante... Ya veré.