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sábado, 31 de octubre de 2009

Los que vienen, llegarán.

Mientras la pequeña Lena caminaba hacia la casa de su amiga, Leo la Artista, pensaba que estaba actuando correctamente, aunque fuera en contra de su auténtica voluntad, porque admitía que era mucho mejor dejarse llevar por la fuerza magnética del deseo, que atrincherarse en casa, sola, y llorar toda la noche por no haber ido.
Es decir, Lena pensaba que era mejor ir a favor de corriente que en contra, que estaba bajo el influjo del calor insoportable de agosto que la estaba envenenando de erotismo y sensualidad. Que ese calor tan sofocante era el que la estaba descubriendo la parte de mujer que tenía oculta y la gustaba y a la vez la amargaba, como amargan las almendras amargas y sin embargo, se comen y saben tan ricas.
Cuando llegó a la puerta de la casa de su amiga, no hizo falta tocar el timbre porque ya estaba esperando con la puerta abierta. En el momento en el que se volvieron a encontrar, nada más traspasar la puerta, la pequeña Lena no pudo evitar dar un abrazo, emocionado, a su amiga.
- Amor mío, estaba deseando, con toda mi alma, estar contigo. Abrázame fuerte.
- Mi pequeña Lena, eres toda ternura, toda generosidad, abrázate a mi y no tengas miedo. Deja que fluyan tus sentimientos y tus deseos. Esta noche trata de ser la mujer más feliz de la tierra, que voy a procurar que lo consigas, para así, serlo yo también. Como habrás visto, he duplicado el precio de mis cuadros con la idea de hacer un descuento especial a los que compren esta noche. Tengo que cambiar las etiquetas de cada cuadro y mientras lo hago, te puedes encargar de ir colocando los platos con la comida en la mesa, que ya están preparados y en media hora lo tendremos listo, la otra media hora la dedicaremos a vestirnos y a ponernos bien guapas. Esta noche será inolvidable para las dos ¿Quieres?
- Si, mi amor. Te ayudaré en todo lo que me digas. Aún tienes las cadenas de plata, con las anillas, puestas.
- Claro, siempre que puedo las pongo para ir tirando de mis pezones y de mis labios mayores. Necesito estar sintiendo para poder crear. Esta noche, para la fiesta, me pondré las cadenas de oro y tu, u otra mujer, tirará de ellas. Es una necesidad, no es un vicio.
- Deja que te bese y te coma un poco. Lo necesito.
- Hazlo despacio y paras cuando te avise de que me viene. Quiero estar excitada, sin orgasmos, hasta el final de la noche.
- Si mi amor, cinco minutos solo.
En la Sala Galería de Arte Privada de la Artista Leo, habían colocado una mesa larga, que con un mantel de lino blanco, y llena de platos con comida de picar, muy variada y calidad, junto a las copas y a las botellas de bebida, bien dispuesto, aventuraba que a los invitados nos le iba a faltar ni de comer, ni de beber abundantemente.
- Te voy a ha hacer un regalo, espera en la cocina. Ahora vengo.
La pequeña Lena se quedó sola y le apetecía fumar un cigarrillo, pero se reprimió. Tiró del tirador de uno de los cajones y se encontró con un tóner de HP junto un papel escondidos. Lo cogió y resultó ser una factura de una tienda de informática. Leo había comprado dos tóner de impresora hacía ocho días. “Me llamó diciendo que no tenía tóner y tiene”, pensó la pequeña Lena.
- Cierra los ojos y abre la boca.
- Por dios Leo, qué beso más intenso nos hemos dado. Casi me dejas muerta, me faltaba aire ¿Qué es?
- Pruébatela. Es una de mis blusas preferidas de hace unos años. Es de seda y ya no la uso. Toma es para que la pongas cuando estés conmigo. Su transparencia me excitará.
- Me queda muy grande, pero es preciosa, qué color más bonito y qué tacto. Me la voy a poner ahora mismo.
La camisa de seda, casi transparente, de color azul klein, y dos tallas más grande que las que usa la pequeña Lena, le queda como si fuera un blusón. Su desnudez con esa blusa se hace doblemente sensual.
- Ven, dame la mano. Verás mi habitación. Esta parte de la casa es privada y sólo entran personas muy entrañables para mi. Tu ya eres una de esas personas.
- ¡Qué maravilla de habitación! Esta cama es para tres o cuatro, esos cuadros, esas lámparas, esos espejos... y por esa puerta...
- Se entra al baño ¿Te das cuenta qué maravilla? Lo diseñó mi marido y lo decoramos entre los dos, la verdad es que estamos encantados. Tenemos quince minutos de jakuzzi y los vamos a aprovechar. Cielo... estás muy húmeda, no va a quedar más remedio que...
- Sólo tacto, solo lengua, por favor, quiero sentir el placer del placer previo al placer, no quiero llegar.
El tiempo es tan importante en la vida, que las dos amigas, sobre todo a iniciativa de Leo, estaba programado al minuto. Se secaron bien, mutuamente, y procedieron al maquillaje y ante el espejo, las dos juntas, se arreglaron sin exceso. La una junta a la otra en el espejo, parecían una ele y una i.
Leo se puso un vestido de satén rojo, color burdeos, con mucho escote en la espalda, casi hasta donde empieza a perder su honorable nombre y sin sujetador, y con las cadenas de oro y sus anillas bien ensartadas en sus extremos. Añadió otra cadenita en la cintura y otra más en el tobillo derecho. En las muñecas, ni reloj ni pulseras. En el cuello una gargantilla de perlas negras y unos zapatos acharolados negros de medio tacón.
Lena se puso su vestido negro de tirantes y Leo la aconsejó que no se pusiera ni sujetador ni tanga porque se le notaban demasiado las costuras. Era mejor no llevar nada debajo.
Cuando terminaron de vestirse y se miraban al espejo, se dieron cuenta, atónitas, de que por el azar, por la casualidad, o por lo que fuera, iban vestidas de forma antagónica. Donde una lleva rojo, la otra negro y viceversa. Curiosamente coinciden hasta el tono y el matiz de los colores. Lena no pudo por menos que sentir un estremecimiento ¿Por qué pasan estas cosas? ¿Por qué estaba encantada de ser infeliz ante tanta felicidad?
- ¿Qué hora es, mi pequeña Lena?
- Las nueve menos cinco.
- Esta bien. A partir de ahora tienes que mostrarte como si fueras mi alumna y colaboradora. No des a entender que hay algo entre nosotras. En la mesa pequeña están los folios que me imprimiste para que se enteren de los cuadros y también tienen los impresos con la cuenta corriente donde pueden hacer el pago. Vendrá gente muy importante, por favor mi pequeña Lena, muéstrate generosa en los comentarios y en las actitudes. Me encanta verte tan guapa y saber que no llevas nada debajo Se te notan algo las aureolas y si dejas un centímetro caer tus tirantes, se te verán del todo. Eres tan excitante en tu casi adolescencia...
- Si y a ti los pezones y las cadenas también se evidencian... ¿Me dejarás que tire de ellas?
- Puede que si o que no. Ya se verá. No viene nadie y ya son y cinco por lo menos.
- Y diez, amor mío.
- No viene nadie.
- Ya vendrán amor mío, ya vendrán. Los que vienen, llegarán.

viernes, 30 de octubre de 2009

Tú eres el cielo.

Nadie puede explicar, claramente, las razones exactas por las que los sentimientos se entrecruzan entre si de forma frenética e inusitada. Nadie es capaz de comprender el por qué de las contradicciones que, a veces, nos vuelven completamente irracionales.

La pequeña Lena regresaba a casa abatida, desolada, triste y entre el calor tan insoportablemente pegajoso y el disgusto inexplicable cuando, de repente, sintió cómo se le rompía por dentro lo más tierno de su corazón. Tanto tiempo junto a su nueva amiga, no se sabe si junto a su amante, Leo, la mujer espectacular y Artista, tan fascinada, tan ilusionada, tan hermosamente poseída y como un rayo inesperado, sin saber muy bien por qué, todo se vino a abajo, todo quedó destruido como cuando un volcán derrite las tapias de las casas de los pobres.
Según, la pequeña Lena, subía en el ascensor a su casa, se sintió mal. Físicamente mal. Al abrir la puerta, notó que le venía un vómito y casi de milagro le dio tiempo a llegar a la taza del water y devolver mucho más que la comida tan rica que había digerido. Con lágrimas en los ojos y desesperada, se vació por dentro todo lo que en el estómago llevaba. Era tal la fuerza de su disgusto, que la mente pudo con el cuerpo y se sintió más indispuesta aún y tuvo que hacer de vientre como si pariera el parto de su dolor inexplicable. Una vez terminada su vaciedad física, salió del baño y se dejó caer, casi desmayada, sobre la alfombra del salón.

- Dios mío, estoy enamorada de una mujer ¿Cómo es posible que me haya pasado esto a mi?. Fumaré un cigarrillo y esperaré a ver si me da el sueño ¿Por qué me tuvo que hablar de Carla? No significo nada para ella, no soy nada más que un objeto, una muñeca sin cabeza, un artilugio, una cosa. No se quiere dar cuenta de que la amo, de que es mi amor y que se lo digo cada poco: amor mío esto, amor mío lo otro. Permito que me anille, que me ponga un collar, que tire de mi y de las cadenas con las que me ate, que me penetre con velas, con calabacines, con plátanos, como si fuera con garfios al rojo vivo, pero al menos que me quiera un poco, que no me haga daño hablándome de su Carla y que no me diga que Carla es mucho más hermosa que yo ¿Por qué nunca sentí esto por ningún chico, por ningún hombre, por nadie y lo tengo que sentir por una mujer por muy “maravillosa” que sea? No me bañaré en la bañera con agua ardiendo, ni me volveré a masturbar jamás, ni me volveré a dejar utilizar por semejante persona. No y no. Mil veces no. Estoy sudando como una perra, estoy loca como una perra, estoy cerda como una perra, estoy desesperada como una perra y quisiera ser la más perra de todas la perras y morirme hecha una perra. Dios, cómo la odio, la odio tanto que tengo que conseguir que Carla termine siendo mía y que me compre un arnés con una polla de látex negra como el falo de un negro así de grande y follárlas a las dos, mientras me piden más y más. Mi estrategia será mi estrategia y ellas serán dominadas por mi, aunque sea yo la, aparentemente, dominada.

En la cocina su madre tiene guardadas las velas y la palmatoria de cerámica de Talavera con las que se alumbran, en casa, cuando se apaga la luz y se quedan a oscuras. Las persianas completamente bajadas y todo a oscuras, ardiendo de calor y calentura, porque tiene fiebre de amor, o de muerte. La pequeña Lena prepara las velas y una de ellas la mete en la palmatoria y la enciende. Dentro del baño, coloca las velas cerca de la bañera y la palmatoria encendida entre el lavabo y el bidet. Se desnuda, coloca el móvil, la cajetilla de tabaco y el mechero, y la botella de agua congelada, en una banqueta cerca de la bañera. Se contempla en el espejo y nota que sus pezones van teniendo más aureola y están como hinchadas. Se nota el pubis más alto y nota que se siente algo transformada. Deja correr el agua, lo más caliente posible, echa sales perfumadas y se mete despacio en el agua que le cubre casi entera y es tanto el calor que suda a mares. Cierra los ojos y piensa en Carla. Carla es rubia, con el pelo muy largo y mucho más hermosa que yo. Pronto la tendremos que anillar y hacerla esclava mía Las sombras que la luz de la vela dejan posarse en las teselas azules, el humo de su cigarrillo, y las manos temblorosas... la pequeña Lena quiere llorar, la pequeña Lena, llora y llora emocionada, porque siente que su clítoris está erecto, crecido y parece pedirle a gritos que lo coma ella misma y quisiera ser mujer de goma y comerse a si misma.

- Dios mío, estoy enamorada de una mujer, repite una y otra vez. Se enjabona bien y trata de no pensar. Su pequeña fila de vello en el monte de venus es suave y negro como una losa de carbón de antracita, como un fósil de helecho encontrado en la mina y se dedica a abrillantarlo sin rozar su clítoris, pero lo roza, lo roza con la esponja enjabonada. Cierra los ojos y aspira una bocanada de humo y se deja llevar por pensamientos impuros con hombres, pero le viene a la mente Carla y sigue fumando y lavando, sin lavar, sus labios vaginales y suspira hondo y retrocede y avanza y retrocede y avanza y se dice que eso no puede seguir así y a la vez, se dice que es tan bueno, es tan confortable, es tan... que sigue y se deja llevar por las sensaciones y en ese momento suena el móvil.

- Mi pequeña Lena ¿Estás en la bañera?
- Si.
- ¿De verdad?
- Si.
- Me hace mucha ilusión. Tengo que pedirte un favor muy encarecidamente. Se me terminó el tóner de la impresora y necesito imprimir tres o cuatro folios ¿Podrías darme tu correo y te envío el archivo y me lo imprimes y cuando vengas a la fiesta me lo traes, por favor?
- Claro que si, amor mío. Salgo de la bañera y me conecto enseguida ¿Has llamado a Carla?
- No, no la he llamado.
- Bueno. Me conecto y cuenta con los folios impresos.
- ¿Vendrás, mi pequeña Lena?
- Si, aunque no quiera, quiero.
- ¿Por qué esa voz? ¿Te lo estabas haciendo?
- No. Me estoy reservando para esta noche.
- Tienes la voz que precede al cielo.
- ¿Si?
- Si. Mi pequeña Lena, tú eres el cielo.

TRES HAIKUS PARA UN VIERNES

I
Pisadas blandas
en el bosque frondoso.
Lloran las hojas.

II
En los pinares
busco setas y moras.
Florece Otoño.

III
Dejas tu huella
cuando pisas el barro.
Querida cierva.

miércoles, 28 de octubre de 2009

Contigo, contra ti.

El calor persiste de forma increíble y a pesar de que en el sótano se está un poco más fresco, no quita para que la temperatura no baje de los treinta y ocho grados. Leo y Lena siguen abrazadas en el sofá antiguo, forrado con una funda de flores y sobre unas toallas para no manchar, abrazadas y amándose como dos lujuriosas amantes. No hay freno, ni lo necesitan. Siempre hay un más allá, siempre hay una novedad, siempre un descubrimiento, una sorpresa y la llama de su deseo no se apaga y si lo hace durante unos minutos, pronto la brasa se hace lumbre y la lumbre fuego.
- ¿Qué hora es, mi pequeña Lena?
- Las cinco menos cuarto. Es curioso, el tiempo se me pasa más veloz que el expreso de medianoche. Contigo se me hacen minutos las horas y cuando compruebo el reloj no me creo la hora que es.
- Es la hora de las espalderas.
La pequeña Lena se incorpora y con su toalla rosa se limpia el sudor y limpia a su amante. Se acerca a las espalderas y trata de subir hasta el último palo. Juega a colgarse y a abrir las piernas, juega como cuando estudiaba en el instituto y en el gimnasio esperaba a que llegara la profesora. Leo se levanta tan esbelta y señorial en su desnudez como una palmera y coge a su amiga en brazos como si fuera una pluma de ave, la coloca junto a la pared y con unos grilletes la ordena que ponga las manos en el segundo palo más cerca del suelo.
- El trasero lo más elevado posible. Quieta así, los pies separados y bien expuesta, mientras cojo el látigo de siete colas.
- Si, mi amor ¿Me vas a fustigar?
- No. Sólo quiero que sepas que lo tengo y que algún día puede que lo use o que te pida que me des. Ahora he de pintar. Te voy a meter un plátano y pelado, lo tienes que mantener dentro, apretando con tus músculos vaginales para que no se te salga y que de la fuerza que haces, se parta.
- No se yo si sabré hacer eso. Hazlo despacio, mi amor, que sienta cómo entra. Procuraré que no se salga.
- Como se te salga, lo volveré a meter. Mira el calabacín. Pronto te podrá entrar. Tócalo y trata de meterlo en la boca, lame y con la lengua recorres sus laterales imaginando sus posibilidades eróticas para ti o para mi. Mientras pinto permanecerás observando. Para el próximo día que tengamos taller me ayudarás a pintar la base de cada cuadro, observa cómo lo hago. Te entra muy bien, esa es buena señal. Estás mojada. A las cinco y media terminamos por hoy. Vas pintando en vertical y cuando termines le das otra capa en horizontal. Tengo que enseñarte el collar que te tengo pensado ¿Cómo te apellidas, mi pequeña Lena?
- Langreo Rodrigo.
- Hemos tenido suerte. Heredarás mi primer collar, yo me llamo Leonor Lago Restrepo. Nuestras iniciales coinciden. La doble L que está grabada en mi collar coincide con la L de Lena y con la L de Langreo ¿Te das cuenta? No te preocupes por el óleo que consumas, lo que importa es que la base del cuadro quede uniforme y que no se noten las pinceladas. A las cinco y media te vas a casa, te metes en la bañera con agua muy caliente, en el suelo pones una vela encendida en una palmatoria y la sitúas entre el lavabo y el bidet. Te bañas bien enjabonada y duermes un buen rato. Controla el tiempo biológico y te relajas hasta las siete en punto. Haces llamadas o lo que creas conveniente y bajas a la calle a tu perrita a la siete y media. Que haga sus necesidades y la vuelves a subir. Haces toda tu higiene íntima bien hecha y a las ocho en punto estarás de vuelta en mi casa para ayudarme a colocar la comida en la mesa, con mantel blanco, que pondremos en el centro de la Galería de Arte Privada. Cuando estés en la bañera, antes o después, te vendrá un bajonazo y te sentirás morir de asco y rabia. Llorarás como una desconsolada y tendrás dudas en si venir o no venir. Finalmente vendrás.
- Mete el plátano que se me salió. Haré lo que me digas pero no comprendo cómo puedes saber lo que voy a sentir.
- He pasado por ello mil veces, mi pequeña Lena ¿Estás bien?
- Si, mi amor. Me gusta verte con la camisa de tu marido pintando y tu desnudez frontal. Cuando te inclinas y te veo las anillas del sexo, por detrás me entran escalofríos y quisiera ser hombre para penetrarte. Este plátano me está acercando al cielo.
- No puedes llegar. Si notas que viene, lo paras de repente y así hasta la próxima venida, que también detienes. Tengo que llamar a mi marido, a mi suegra, a más amigos y ya veré si a Carla.
- ¿Quién es Carla?
- Carla es la que hubo antes que tu.
- ¿Como es?
- Recién cumplidos los dieciocho, rubia, con el pelo larguísimo, estudia en una Escuela de Arte, es más experta y hermosa que tu. Está pendiente de anillar, aún no sabe si dará el paso y se le agota el tiempo de reflexión ¿Por qué lloras, mi pequeña Lena?
- Por nada, lloro por nada.
- ¿Por qué lloras mi pequeña Lena?
- Me acordé de mi hermano que lo está pasando mal. Mañana quería ir a verle al hospital.
- No sabía que tuvieras un hermano y mucho menos que estuviera enfermo.
- Está en tratamiento psiquiátrico para desintoxicarse de algunas substancias de las que abusó a base de bien, ya me entiendes. Le dio un ataque de nervios y agresividad, quiso pegar a mi padre e intentó quitarse la vida en dos ocasiones. Está mejorando y parece que en cinco o seis meses lo superará ¿Puedes quitarme el plátano? Se me quitaron las ganas y ya no siento.
- Si supieras manejar tu vulva lo podrías expulsar sin las manos. Si quieres puedo acompañarte a ver a tu hermano. Por la mañana Galerias de Arte: la Marlborough, la Ivory Press y la Maphre. Comemos unos bocadillos y vamos a ver a tu hermano en el deportivo ¿Cómo se llama y cuantos años tiene?
- Se llama Honorio y tiene veintinueve años.
- Te soltaré y vendrás a ponerte de rodillas, cerca de mi, mientras termino los matices. No te quiero ver triste. Todo se arreglará ¿Quieres que nos besemos como se besan las nubes, preciosa?
- No, sería como si me dieras a beber vinagre en una esponja atada a una lanza. El látigo de siete colas me pone, algún día lo emplearé a fondo. Me dará mucho gusto.
- ¿Conmigo?
- Si. Contigo, contra ti.

martes, 27 de octubre de 2009

Tres cielos.

¿Dónde se esconde la belleza de la palabra? ¿Dónde la belleza de las pequeñas cosas? ¿Dónde está la llave de la puerta por la que se entra al maravilloso mundo de la imperfección? ¿Dónde está el Gran Libro De todas Las Respuestas? Para la pequeña Lena, su experiencia, tan viva y tan a flor de piel, con su nueva amiga, Leo, la Pintora, La Artista, le parece lo más extraordinario que ha experimentado jamás y de cuyas consecuencias, presentes o futuras, no quiere saber. Sólo apurar cada instante siguiente, para paladearlo con delectación. Lena es feliz a pesar de que se pregunta si estará siendo feliz y su duda y su contradicción es, precisamente, la que le hace sentirse satisfecha en su nube de confortabilidad íntima. Jamás en la vida se había sentido tan a gusto.
- Leo
- ¿Qué?
- Jamás en la vida me he sentido tan a gusto como contigo. Estoy empapada de sudor y tu aún más que yo, sin embargo, no queremos despegarnos la una de la otra y estoy aquí, derretida y pegajosa encima de tu cuerpo y tu me abrazas y me aprietas contra ti a pesar de que estás empapada totalmente. Quisiera seguir así toda mi vida.
- Dame un cigarro y no pienses tanto, mi pequeña Lena y no dejes de tirar de mi cadena de plata, tira de la anilla de mi pezón derecho y a la vez de la anilla de mi labio mayor izquierdo, tira mucho hasta que sientas que ya vale y luego cambias y haces lo mismo con mis anillas contrarias. Dame fuego, no te retrases en subirte encima.
- Toma mi amor ¿No te hago daño con las anillas? Estoy tirando mucho. ¿Nos ponemos de lado mirándonos, amor mío?
- Si, será mejor ¿Qué ves cuando me miras?
- Veo... veo que eres la más maravillosa persona que he conocido y no distingo si eres mujer u hombre, veo que eres hermosa y que me tienes abrazada como si fuera tu niña, tu osito preferido, tu debilidad, como si fuera tu... Dios mío, no sonrías así que me enloqueces.
- Bésame y calla.
- Sí, mi amor. No hay cenicero, Leo ¿Dónde pongo la ceniza?
- En mis pezones.
- No, eso no.
- Si, eso si. Hazlo, que me da mucho placer. Fuma intensamente y deja que se acumule mucha ceniza y cuando te parezca la posas en mi pezón y luego soplas, vas cambiando y así hasta que se termine el cigarro.
- ¿Y dónde lo apago, amor mío?
- Te diría que en ti, pero aún es pronto. Te tienes que ir acostumbrando a encontrar belleza en el dolor. Recuerda las cuchillas de afeitar, recuerda la llamada de la sangre y ahora... quieta en silencio y duerme, duerme, duerme, mi pequeña niña con labios de chico.
- ¿Tu no dormirás?
- No. Vigilaré tu sueño. Mi pequeña Lena, duerme. Una vez había una niña muy guapa, pero muy guapa, que quería ser princesa y se adentró en el bosque de los enigmas y de las preguntas. Se metió por un camino lleno de cardos y de zarzas. Se pinchó en un dedo de la mano y le salió sangre y le escocía, chupó su sangre y siguió su camino. Más adelante, una zarza traicionera y venenosa, le raspó toda la pierna derecha. El dolor era intenso y el escozor insoportable, pero su objetivo era avanzar, seguir adelante, así que se sentó en una piedra y con mucha saliva se curó las heridas y siguió su camino. Le hicieron daño las ortigas, los espinos y acabó con el cuerpo como un cristo y al llegar a un claro del bosque, un sol espléndido iluminó la cabaña de un leñador. Estoy salvada, pensó. Se miró la sangre de las manos y la de las piernas y se dio cuenta que era hermoso sangrar y sufrir, si al final del camino se encuentra una cabaña de un leñador... y esta se durmió como un tronco y no se ha enterado de nada. Es preciosa mi pequeña Lena ¿Cómo evitar que sufra si yo sufro sabiendo que ella sufre? ¿Cómo puedo hacer para que no sufra nada más que lo justo? Según está ahora, dormida como un ángel, la amo, pero jamás lo sabrá. Esta noche tengo que hacer lo imposible para estar bien, para que todo salga bien. Es muy posible que tenga que ofrecer a la pequeña Lena a alguno de los hombres compradores. Tengo que pintar otra serie nueva ¿Por dónde empezar? Cerraré los ojos y no pensaré en nada, ni en nadie, sólo en el vacío... qué hermosa es mi pequeña, tan indefensa, tan entregada ¡Cuánta ternura en su cuerpo y en su alma ofrecida a mi, que le debo parecer una diosa! Dios, no quiero nada más que el vacío.
Transcurrido un tiempo, la pequeña Lena se despertó y mirando al techo, que no reconocía, se quedó pensando en su sueño y sonrió. Hacía siglos que no tenía un sueño tan bonito. Notó cómo le corría un hilo de sudor entre sus pechitos y se dio cuenta de que parte del calor no era su calor, parte del calor era del cuerpo desnudo y dormido de su... amada Leo. La contempló despacio, poro a poro y la visión tan hermosa, la llenó de ternura y emoción y no pudo por menos que llorar y sus lágrimas iban a parar a su labio superior y las chupaba y sus lágrimas eran dulces como el líquido del melocotón de almíbar que habían comido poco antes. Se incorporó y pudo darse cuenta de la perfección del cuerpo de Leo. Sus piernas largas y fuertes, sus pechos grandes y perfectos y sus pezones siempre erectos y sus anillas y su sexo tan grande y tan jugoso como un higo muy maduro cuando se abre a la mitad y se come y se siente tanta dulzura... Duerme, mi amor, duerme que estarás cansada.
- Lena, nos quedamos dormidas.
- Si, mi amor ¿Soñabas?
- No, mi pequeña Lena ¿Tu si?
- Si.
- ¿Me lo cuentas, por favor?
- Era muy niña, bueno ya tendría quince años y me perdí en un bosque lleno de zarzas y cardos y me pinché toda y me hice muchas heridas. Al llegar al centro del bosque había una cabaña de un leñador. Abrí la puerta y dormía un hombre muy fuerte y muy grande. Roncaba muy de vez en cuando y me quedé contemplando su hermosura y de repente, abrió los ojos y sorprendido me preguntó que si me dolían las heridas y al decirle que no, me mandó subir encima y que le besara mucho. Le besé y noté cómo me abría y me penetró con un miembro enorme y me mandó moverme despacio, muy despacio, siénteme, siénteme mi pequeña princesa y tanto le sentí que vinieron muchos pero muchos y pegué un grito y me desperté y al verte así tan dormida... me puse a llorar porque te quiero, mi amor. Te quiero a ti, no quiero al leñador y quisiera...
- Mi pequeña Lena... eres como el dulce de membrillo. Baja, abre mis labios con la anillas y dame un cielo.
- Si, mi amor ¿Me quieres?
- No.
- Vale. Te daré tres cielos.

Besos con vino.

Los ojos de la pequeña Lena parecían dos faros iluminados en la más negra de las noches posibles. Se diría que era habitada por la fiebre de tanta felicidad cómo la embargaba. Había conseguido el propósito que su maestra, Leo, la Artista, le había impuesto, con creces. Leo había llegado a la gloria tres veces y la pequeña Lena disfrutó, enloquecida, de uno largo e intenso, cuando recibió, en su sexo, la primera vela, posteriormente encendida, de su historia.
- Si lo haces bien no te quemarás y si notas que te quemas, tu misma soplas y apagas. La vela es el símbolo fálico de mi posesión y tu la recibes como tal. No es solo eso, es mucho más y llegará un momento en que tendrás tres o cuatro velas dentro de ti y todas ellas encendidas. Ahora te soltaré y descansaremos mientras nos damos un homenaje de comida especialmente afrodisíaca. Observa minuciosamente mis cuadros y si tienes alguna idea, alguna sugerencia, la comentas. Tus ojos son mis ojos y cuatro ojos ven más que dos. Hay detalles que se me escapan y que tu puedes ver. Participa de mi Arte y vete pensando en coger uno de los caballetes, que tengo guardados, porque pronto empezarás a manejar el dibujo y los colores en el lienzo.
- Si mi amor ¿Qué significan los cuadros que tienes en el suelo?
- No son cuadros, son bocetos de futuras instalaciones. Trato de hacer representaciones de lo que en Italia se llamaba Arte Povera, Arte Pobre, un género que se puso de moda en los años sesenta. Un día tenemos que ir de contenedores.
- ¿Eso qué es?
- Fácil. En los contenedores se encuentran objetos que ya no le sirven a nadie, salvo a los que los cogen. Se encuentran cuadros rotos, o no tan rotos a veces, instrumentos musicales deteriorados, que se pueden restaurar, sillas preciosas, taburetes, juguetes, muñecas sin cabeza, se encuentra lo inimaginable y yo lo reciclo, lo compongo, le doy un significado político y con cuatro detalles más, se puede conseguir una gran obra de protesta o simplemente de constatación de mi inconformismo. ¿Qué tal estás, mi pequeña Lena?
- Contenta de que me tengas abrazada mientras me hablas. Me siento como jamás en mi vida me había imaginado. Eres tan experta en todo y eres tan maternal, tan tierna que estar aquí, en tu regazo, tan cerca de tus pechos, de tu boca, de tu sexo, de tu pelo de tus dedos... existe un cielo y este es. Tu piel tan caliente y lisa como la piel del mármol, tu boca tan cerca de la mía, compartiendo comida y bebida, tu boca es más que labios y dientes y lengua, tu boca es la diezmillonésima parte del átomo del beso que anticipa a la muerte.
- Bueno nos nos chupemos el coño a nosotras mismas. Este trabajo necesita mucha constancia, mucho esmero, una obra de Arte son muchas horas de dedicación y no hay tiempo para irse de madre por los cerros del lirismo. Por cierto, enhorabuena, me lo hiciste bien. Esta tarde sobre las cinco volverás a la espaldera y te expondrás de espaldas bien abierta. Voy a llenar mi boca de este vino tan rico y tu vas a tragar la mitad.
- Dame, mi amor. Está riquísimo, no por el vino, por tu boca.
- ¿Te gusta la comida que he improvisado? Odio los restaurantes. El queso de cabra, con anchoas y con dulce de membrillo, es uno de mis mejores inventos. Toma otro trago, mi pequeña Lena. Abre.
- Si mi amor.
- Esta noche, en la fiesta, serás libre para estar con quien quieras pero no te alejes mucho de mi. No quiero que te disperses en tu libertad. Antes de hacer algo me miras a los ojos, si te doy mi aprobación, con la mirada, lo haces, si no es así, te quedas con las ganas. Recuerda que nuestro objetivo es vender la mayor parte de los cuadros. El que quiera peces que se moje el culo. Por cierto... tienes que ir pensando en dilatarte más, mucho más, por detrás. Así no puedes seguir ¿Te gustan el chorizo y la cecina de León?
- Me encanta la comida tan rica que has preparado. Sobre todo comerla abrazada a ti y escucharte tan cerca de mis oídos y de mi boca ¿Me das de beber un trago muy largo?
- Abre.
- Amor mío. Quiero morirme en este instante. Quiero sentirme embriagada de ti y de mi, quiero que me hagas sentir la necesidad de vivirte ¿Tu me quieres, amor?
- No.
- ¿Podrías quererme un poquito, por favor?
- Sólo te quiero para utilizarte. Te quiero para que me sirvas.
- Me conformo, al menos has dicho: “Te quiero” (para que me sirvas). Significa más de lo que esperaba.
- Mi pequeña Lena, eres hermosa porque no eres guapa y mucho menos fea. Tienes los ojos tan negros y brillantes, tan expresivos, tan vivaces y esa boca casi de chico, tienes boca de chico y tus senos aún son promesas, porque crecerán y tus pezones serán tan largos como los míos y tus labios mayores y menores aún no han empezado a desarrollarse. Eres buena para modelo, buena para el amor. Te tienes que enamorar de un hombre que te sepa dar como hombre lo que te doy como mujer. No te conformes conmigo, algún día, más pronto que tarde, tendrás el amor y la pasión correspondida.
- Amor mío, hazme sufrir, si quieres, pero no me hagas sentir lo que no siento. Dame más besos con vino.
- Abre la boca y cierra los ojos.
- Si, mi amor.

domingo, 25 de octubre de 2009

Hazlo con convicción.

En el largo pasillo había tres puertas que daban a tres aulas que se conservaban intactas. Cada clase tenía su mesa de maestro, con su esfera o globo terráqueo, con su encerado, sus tizas blancas y de colores, su cepillo empolvado y su palabra escrita por certera mano: “Dictado“, con sus pupitres, incluso con los cuadros de Franco, José Antonio Primo de Rivera y el crucifijo en el centro.
- Aquí estudié desde párvulos hasta COU. Las aulas se conservan intactas porque se ha tratado, durante años, de traspasar o vender, el Colegio, tal y como estaba desde que se fundó en el cincuenta y uno. Como no ha sido posible, es probable que hagamos una reforma y vendamos los locales o pongamos una Galería de Arte de cara al público. Ya se verá. En los armarios están las carpetas con los expedientes de los alumnos desde hace más de cuarenta años hasta el año noventa y nueve, que fue cuando se cerró todo esto.
- Me recuerda a la escuela que tuve de niña. Es impresionante.
- Baja despacio, la escalera es muy pronunciada. Voy delante.
El sótano conservaba las espalderas de lo que debió ser el gimnasio, un potro, la barra, tres bancos y un plinto. La iluminación era casi natural porque unas rejas a ras de suelo permitían que entrara la luz de la calle. Dos caballetes de pintor, uno para formatos normales y otro más grande para formatos de gran tamaño. En el suelo había paneles con bocetos de obras y en las paredes se conservaban varias taquillas de vestuario.
- Este es mi taller. Tiramos varios tabiques, lo pintamos y el resto está casi como antes. Por aquella puerta se pasa al otro sótano y ese está sin cambio. Allí se daban las clases de Mecanografía y de parte última, de Informática. Mi abuelo tenía cuarenta máquinas de escribir que desde las diez de la mañana hasta las diez de la noche no paraban de dar ruido, con alumnos que frenéticos, no paraban de aporrear las teclas. Había máquinas antiguas, las Underwood, las Olivetti M-40, Lexicon 80 y las más modernas Linea 98. Tenían, también, máquinas de escribir electrónicas de Olvetti y de IBM y media docena de unas maquinitas preciosas para aprender Estenotipia. Estas paredes están llenas de historia y si pudieran hablar, ni se sabe lo que nos contarían. Por aquí ha pasado de todo. Hasta hubo reuniones clandestinas de comunistas, socialistas y de los de Comisiones y UGT. Ya te iré contando.
- Esto es una maravilla. La cantidad de vivencias que habrán dejado su huella por aquí.
- Ya te digo, infinitas. Ahora empieza la tuya. Aquí empieza el resto de tu vida y aún estás a tiempo de volver a casa. Mira, mi pequeña Lena, en este sótano comeremos y te haré el primer ejercicio de tu bautizo como sirvienta mía.
- Tengo hambre, Leo y ya se me pasó el miedo. Haz de mi lo que desees, de verdad que estoy dispuesta.
- Ven, dame las manos. Te ataré con los grilletes a la espaldera mientras me preparo para la comida. He traído algo que te va a gustar mucho: queso de cabra y anchoas con dulce de membrillo. Desnúdate antes y ponte sentada en el suelo, espera que te pongo debajo unos periódicos, no se friega desde hace unos días. He traído una botella de vino del Bierzo y la botella de Licor de Hierbas Ibicencas y estas velas ¿Estás cómoda así? No quiero que te queden marcas en las muñecas ni en ninguna parte de tu cuerpo, al menos por ahora. Si algo te hace daño me avisas ¿Estás bien?
- Si, estoy bien. Tengo sed y hambre, pero estoy bien.
- Espera que me desnude y me ponga la camisa vieja de mi marido. Me encanta verte así, atada a las espalderas. Un día te tocará el potro, ya verás. Estas velas son para ti ¿Qué hora es, mi pequeña Lena?
- Las dos y cuarto, mi amor.
- Hasta las tres no se come. Bueno tu si, tu me comerás mientras me pongo las anillas. En esas taquillas hay muchas cajas metálicas de dulce de membrillo. En cada caja hay algo especial. Esta que tengo en mis manos es la de las anillas y las cadenitas de plata. Si te das cuenta son cuatro anillas y la cadena tiene forma de X. En cada extremo una anilla. Cuando tus pezones hayan crecido te las pondré después de haberte perforado. Tu ahora come los míos y abre los agujeros para poder meter las anillas.
- ¿Así está bien?
- Con más entusiasmo las he visto yo. O pones entusiasmo o te ato la otra mano, tu verás. Succiona con más fuerza para que se dilaten los orificios ¿Es que no te das cuenta?
- Si ahora me doy cuenta, perdona.
- Quiero pasión, fuego, lujuria, locura, de no ser así no avanzaremos nada y eso no puede ser ¿Es que no percibes lo sublime de tu acción? Ese cuadro que está sin terminar necesita de ti, necesita que me inspires, así que ya puedes aplicarte. Cambia al otro y mientras me lo comes pon la anilla en el que ya comiste y así hasta las cuatro anillas ¿Lo entiendes, mi pequeña Lena?
- Si, mi amor ¿Para qué son las cuchillas de afeitar?
- Ya te llegarán las cuchillas. La sangre es lo más hermoso que existe y en mis cuadros hay necesidad de sangre, porque la sangre es vida. Ahora comprobaré cómo estás. Aún estás casi seca. Me pregunto a qué esperas.
- A que me beses al menos una vez.
- Abre la boca.
- Siiiiiiiii. Gracias mi amor.
- No te acostumbres. Mañana en la Galería de Arte te metes en el cuarto de la video instalación, que está completamente oscuro y no entra nadie. Cinco minutos después entraré yo y te comeré hasta que te venga ¿Estás de acuerdo?
- Si. Haré lo que me digas.
- Hazlo con convicción. Si no es así, no merecerá la pena.
- Lo haré convencida. Lo prometo.
- Bien, ahora pon las anillas de los labios mayores, a ver si eres capaz de que me venga. Esto me recuerda unas fotografías de Alberto García Alix. A partir de mañana nos haremos fotos, otra de mis muchas asignaturas pendientes. Lisette Model, Graciela Iturbide, nuestra Colita y tantos y tantos. Con más entusiasmo ¿Para qué te dio dios la lengua? Decía Voris Vian que la lengua es el órgano más perfecto y más útil, que hasta se puede utilizar para hablar. Esa lengua hay que saber manejarla con maestría. Mira cómo lo hago cuando te la meto hasta la tráquea. Tu haz de ella tu mejor instrumento. Abre ¿Te diste cuenta? Pues tu lo mismo. Con pasión.
- Si, mi amor.

sábado, 24 de octubre de 2009

No hay vuelta atrás.

La vida es un misterio imposible de explicar y no merece la pena preocuparse por aquello que no hace más daño que la propia experiencia y como tal experiencia, si es grata, bien venida sea.
La pequeña Lena se pregunta a qué clase de enfermedad pertenece su atadura a una mujer que, por muy fantástica que sea como Artista, como mujer, como persona, le atrae tan poderosamente y que aunque luche, siempre acaba vencida porque, aunque no quiera, le hace feliz. Le hubiera gustado saber de Psicología para entenderse mejor. Lo único de lo que tiene certeza es de que algo muy fuerte y desconocido invadió su espíritu, que la domina de forma sobrehumana. Leo dice que existe el llamado síndrome del Ángel Exterminador y que es muy posible que sea ese síndrome el que la está influyendo. Que también pasó por ello cuando se unió, incondicionalmente, a su maestro con sólo catorce años.
- No te preocupes por nada. Estamos rodeados de síndromes, de efectos incontrolados, de efectos de rayos ultravioleta, efectos de espejos, efectos de complejos de Edipo, de Electra, de Narciso, de Venus, de Afrodita, de Eros, de Tánatos, de síndromes como el de Estocolmo, hasta por la consabida Ley de Murphy, tantas derivaciones víricas que nos produce esta sociedad enferma en la que vivimos rodeados de los efectos, producidos por la propia condición de ser personas, que nos pueden influir, positiva o negativamente, en un momento determinado, que la única fuerza contra la que debemos luchar es contra aquello que nos perjudique en nuestra dignidad y libertad. Los límites los pone cada uno en cada momento. Es fácil, si te gusta y no te hace daño, acéptalo. Un día decidí que probaría de todo en mi vida, excepto determinadas drogas. Lo he probado casi todo y al final elegí con la único que realmente interesa: el trabajo como Arte. Haz lo mismo, mi pequeña Lena.
- Me asusta lo que siento. Por otra parte, contigo soy feliz, aunque me duela, deseando que me puedas enseñar tanto como sabes. Nunca me hablas de tu maestro y me gustaría saber cómo fue aquello que tan marcada te dejó.
- Esa historia es la historia del capítulo aparte. Hay que esperar a que surja el contexto, el momento en que surja de forma espontánea. Hoy toca enseñarte mi taller, mi estudio de Artista. Comeremos allí y trabajaremos hasta poco antes de salir con los perros.
En una bolsa metieron los alimentos que iban a tomar y bajaron en el ascensor como les gusta, abrazadas como si temieran que separadas la otra se va a escapar.
- Me encanta verte junto a mi en el espejo del ascensor, mi pequeña Lena. Tu y yo en los espejos parecemos inseparables. Tenemos que controlarnos porque agosto no dura toda la vida. Hay que ir pensando en el día en el que no podamos estar juntas. Tienes que buscar un hombre que te de lo que jamás te podré dar yo, por ser mujer y por estar casada. Piensa en mi ahora y almacena pensamientos que puedas utilizar cuando no puedas tenerme.
- No me lo pongas difícil. Si no puedo estar contigo me conformaré pero... no me interesan los hombres ni nadie, excepto tu, al menos es lo que siento en este momento ¿Está muy lejos tu taller?
- Ya llegamos. Son los locales de los bajos y los sótanos. Aquí tenían un Colegio mis abuelos y más tarde continuaron mis padres hasta que a causa de la crisis y de las trabas del Ayuntamiento, lo cerraron y empecé a utilizarlo yo. Aquí también trabaja mi marido y con algún colega hace sus maquetas y sus pruebas de resistencia de materiales. Nos viene muy bien aprovecharlo y que esté tan cerca de donde vivimos. Espero que te guste esta tu segunda casa.
- Tienes muchas cosas Leo, muchas cosas.
Al abrir la puerta del Colegio un halo de olor a cerrado, una especie de vapor invisible rodeó a las amigas y fue tal la sorpresa de Lena que no pudo por menos que pensar en una película de terror.
- Entra, no tengas miedo. Hay que subir las persianas y abrir las ventanas para que ventile un poco. Vamos a bajar al sótano que allí es donde está el taller. Dame la mano y sígueme, la escalera está al fondo del pasillo.
- Leo, tengo miedo.
- Si has llegado hasta aquí, mi pequeña Lena, significa que no hay vuelta atrás.

viernes, 23 de octubre de 2009

Lo estaba deseando.

La pequeña Lena se viste lo más rápido posible y baja a la calle con su bolsa de Breska donde lleva su mejor vestido, su mejor conjunto de Women Secret y su pequeño neceser de maquillaje. Camina ligera por la acera de la sombra porque el calor es insoportable. Los termómetros de la calle marcan 43 grados que parecen muchos más. Casi no se ve un alma, casi no pasan coches, las calles están desiertas. Reconoce que en agosto da gusto estar en Madrid y lamenta que esta tranquilidad no se pueda disfrutar siempre.
En la puerta de Mercadona espera su amiga Leo con una larga lista de compra. Se dan un besito en los labios y entran tan contentas en el super. Mientras van mirando las cosas de las estanterías, hablan y hablan. Leo dice que está más tranquila con respecto a su marido, que anoche hablaba con su madre porque le había dado un mareo y la llamó para ver qué tal se encontraba, que también es del parecer de que no suspenda la fiesta de la noche y que esté confiada en que va a ser todo un éxito.
- Mi marido lleva muy bien sus gestiones sobre el proyecto ante la Xunta y me anima a que siga con la fiesta y con todos mi proyectos. La verdad es que debo sentirme satisfecha de tener un marido tan atento, que me quiera tanto, que me mime, que me admire como lo hace él. Me siento tan enamorada. De no ser por él no se qué sería de mi.
- ¿Le contaste que me has conocido y que me hiciste lo que no está en los escritos toda la noche?
- Esas cosas no se cuentan. Lo que hagamos tu y yo es cosa nuestra, es nuestro secreto.
- No entiendo cómo estando tan enamorada de tu marido pierdes el tiempo con una chica tan poca cosa como yo. No lo entiendo, la verdad.
- ¿Entiendes que compre plátanos y calabacines para nosotras? ¿Entiendes que necesite sentir lo que el Arte me pide? ¿Entiendes que te necesite para que me ayudes? Si no lo entiendes no sé qué pintas aquí y por qué traes tu vestido de Breska.
- Eso digo yo ¿Qué hago yo contigo? Me voy a ir, no tiene sentido que nos liemos de esta manera.
- Tienes razón. Vete por la sombra.
- ¿De verdad quieres que me vaya?
- No seas niña pequeña de tres años. Quiero que te quedes hasta mañana, hasta el amanecer. Pero no te lo pediré. Hoy te enseñaré el taller donde pinto, allí comeremos y trabajaremos. Hacia las siete sacamos a los perros, sobre las ocho preparamos los canapés y los licores y sobre las nueve vendrán los poetas, los galeristas y una posible sorpresa. A lo mejor viene la secretaria del Concejal de Cultura del Distrito y su amiga. Mira, mi pequeña Lena, vamos a comprar esta botella de licor de hierbas ibicenca, me encanta su cuello tan largo. Te gustará.
- Todo el mundo te mira, a todos les gustas ¿Por qué me quedo si en realidad lo que quiero es irme?
- Porque eres inteligente, muy inteligente. Sabes que ahí fuera no hay nada que te interese y conmigo aprenderás Arte y muchas más cosas. Eres lista y sabes que te gusta ser zarza. Esta noche triunfarás y tendrás a tus pies más de lo que te imaginas. No seas tan exigente contigo misma y date fiestas a tu intimidad. Conmigo no te faltarán sobresaltos. Siempre podrás avanzar o retroceder, porque eres libre de atarte a mi correa a o de soltarte. Tu verás ¿Quieres que te enseñe cómo se siente el Arte?
- Si.
- Pues déjate y lo sentirás. Mañana iremos de Exposiciones y te expondré a alguien. Verás algo increíble. Ahora concéntrate en mi ¿No ves que te necesito?
- ¿Para qué?
- Para que me sirva de ti y que te dejes, definitivamente. Esta tarde te bautizaré para que quedes marcada a base de bien. Sabrás lo que es bueno y para cuando llegue la noche ya habrás llegado al cielo varias veces ¿Quieres mi pequeña Lena?
- Si quiero.
Cargadas con cuatro bolsas bien llenas, cada una, se dirigieron a la casa de Leo. En el ascensor, Lena no pudo evitar dejarse besar porque lo estaba deseando, como se desea desayunar poco después de despertarse. Necesidad biológica.

martes, 20 de octubre de 2009

Se acabaron las lágrimas.

La separación momentánea de las dos amigas recientes, Leo y Lena, les duele por igual. Cada una tiene sus pequeñas y particulares obligaciones. Como están solas, circunstancialmente y Lena de vacaciones absolutas, deciden pasar por casa, dejar a sus perros atendidos y volver a bajar a la calle para hacer la compra de la comida y lo necesario para la fiesta de la noche en la Galería Privada de Arte de la Artista Plástica y Visual, Leo.
Acuerdan, por lo tanto, verse a la una de la tarde en el Mercadona. Cada una de ellas mira a la otra cuando se separan. Lena antes de entrar en la puerta de la casa con su perrita prestada, mira a ver si Leo la mira y Leo la mira y ven las dos cómo se miran antes de dejar de verse y tardan segundos, pero largos segundos, en dejar de verse y mirarse. Les da pereza desacostumbrarse de estar juntas, pegadas la una a la otra. Les hace daño una mínima separación.
Lena en su casa, una vez atendida la perrita prestada, se desnuda y se mete en el baño. Enciende un cigarrillo de Lucky Strike y de repente, sin que sucediera nada que lo justifique, en apariencia, se echó a llorar totalmente desconsolada. Había pensado en llevar a la fiesta el vestido negro de tirantes, escotado a elegir, que se había comprado en Mango para el día más importante de su vida: el de su Graduación como Licenciada en Derecho. Había pensado en ponerse los zapatos de color rojo vino burdeos y la gargantilla de color vino burdeos, en pintarse los labios con carmín vino burdeos y maquillarse con un leve tono de rouge vino burdeos en sus mejillas y ahora se le ha caído el mundo absolutamente. Dios mío ¿Por qué me ha tenido que pasar esto? Lena es un valle de lágrimas y se levanta del baño y se mira al espejo y se ve monstruosa y se pregunta en qué clase de mujer se ha convertido en dos días o menos, incluso ¿Cómo imaginar lo que ha vivido con su nueva amiga? ¿Cómo imaginar que la vida es tantas vidas? Ahora se encuentra conque le ha nacido una nueva vida, la vida que no podrá contar a nadie, la vida secreta, su más absoluta vida secreta. Nadie tiene que saber la clase de mujer en la que me estoy convirtiendo. Odio a esa artista engreída de mierda, la odio con toda mi alma porque me ha envenenado con las novedades con las que me ilustra y me enciende la luz del deseo de aprender más y más. La odio porque la amo más que a nada en el mundo y ayer a estas horas, yo no era así. Pero lo tengo fácil, lo tengo muy fácil, aún estoy a tiempo. Menos mal que me he dado cuenta antes de que sea demasiado tarde. Se acabó. Leo, la Artista Genial, ha muerto definitivamente para mi. No iré. No iré. Se ducha y termina de hacer toda su higiene personal de una forma profunda y se queda tirada a posta en la alfombra del salón. Fuma un nuevo cigarrillo y piensa en ir mañana a ver a su hermano Óscar al Hospital Psiquiátrico de Alcobendas y piensa en ir el sábado a Guadalajara al mercadillo y piensa en ir a comer a Medinaceli y piensa en salir una noche por Huertas a ver si ve aquel que la puso loca una noche en la que se dejó meter mano y más, mucho más, y piensa en aquella otra noche en la que se sentó en el asiento de atrás del coche de Armando, con dos que la besaban a la vez y ella tuvo en sus manos lo que tuvo más tarde en la boca, piensa que ella no sabe nada de la vida pero tampoco es que no sepa nada de nada, que algo sabe, que algo ha hecho, que algo tiene que esconder, como aquella tarde en Fuencarral en la que se dejó seguir por un desconocido y se dejó hacer sin terminar del todo, y aquel novio del instituto que solo sabía manosear pero que no la ponía y así acabaron sin haber empezado siquiera y piensa tanto, que se queda dormida. El móvil, el móvil, suena el móvil ¿quién será? el pesado de Abel, como si lo viera, o la pesada de mi madre que seguirá pensando que soy una cría porque apenas tengo tetas. Son las doce y media y qué bien me ha venido esta hora y media de dormir desnuda en la alfombra del salón.
- Dígame.
- ...........
- Si, soy yo ¿Quién eres? ¿Leo? ¿Eres Leo? ¿Qué te pasa, Leo? ¿Por qué lloras, Leo? ¿Por qué lloras? ¿Qué te han hecho?
- No van a venir. Todos están de vacaciones. Quedamos en que vendrían como treinta personas y llevo llamando a los que estaban previstos y resulta que se han ido a la playa, o a la casa del pueblo. No hay nadie en Madrid, Lena, no hay nadie. No vendrá nadie a la preinauguración, previa presentación de mi obra. Estoy desesperada ¿Qué puedo hacer, Lena?
- Vamos a ver, para empezar, tranquilizarte ¿A cuantos esperabas?
- A veinticinco o treinta y hasta ahora sólo cuento con nueve. Es un desastre, todas mis previsiones se han ido al traste ¿Qué puedo hacer, Lena?.
- Fácil. Comprar solo canapés para diez y tu once. Celebrar que vamos a ir diez personas. Así que no te quiero volver a oír llorar ¿Estamos?
- ¿Entonces no lo aplazo?
- No. Vete bajando que en media hora estaré contigo. Una cosa, Leo. Tendrás una fiesta maravillosa y venderás casi toda tu obra, así que se acabaron las lágrimas. Ok?
- Ok, Lena.
- Pues eso, que no me entere yo de que lloras por nada ni por nadie. Eres la mejor pintora que existe y lo venderás todo y de aquí a Navidad subirá tu cotización un cincuenta por ciento ¿Me oyes, Leo?
- Si.
- Pues eso.

lunes, 19 de octubre de 2009

Me dejaré arañar.

El sacrificio de sacar a los perros dos veces al día lo tienen que cumplir a rajatabla, aunque se sacrifiquen. En el Retiro a esa hora hay poca gente, alguna señora con su pequinesa, algún perro alsaciano, algún perro lobo, algún corredor, un ciclista, una o dos patinadoras y varios barrenderos con su carrito y sus cepillos de púas negras. El cielo está limpio de nubes y el sol ya calienta como si fueran las doce de la mañana. El bochorno empieza demasiado pronto y la gente prefiere estar en casa, recogida.
A Lena y Leo les gusta el calor tórrido y están deseando que los perros terminen con sus faenas de higiene para volver pronto a sus quehaceres de casa. Pero hoy hay algo especial que les atrae poderosamente, sobre todo a Lena.
- Tu vete observando el suelo y los arbustos. Siempre se encuentran preservativos usados, pañuelos de papel, y en las proximidades del Ángel Caído muchas más cosas. Ya es tarde y los de la limpieza se habrán llevado lo más gordo. Hay que madrugar mucho para encontrar los restos de sus ceremonias.
- ¿Qué buscamos, cariño?
- Mira. Esas gotas de cera roja de las velas de parafina, esa sangre, esas cerillas usadas, resto de porros, y mira lo que hay aquí.
- ¿Qué es eso?
- Los algodones de la sangre. La anillaron los pezones y con alcohol y algodones la curaron. La pusieron el collar y los aros en los pezones. Para la próxima ceremonia la pondrán los aros en los labios mayores de la vulva. Así es el rito inicial. De aquí se irían al palacete y allí la terminarían de bautizar y sería la entrega al Señor Amo.
- Me da miedo porque me imagino que tiene que haber mucho dolor en todo eso.
- El dolor no se siente, sólo se siente el placer del dolor para el placer y es mucho mayor el placer, porque no existe lo uno sin lo otro. El placer de sentir que el Amo es feliz aunque los que te penetren te hagan daño, te gusta. Es increíble pero así es. Mira la sangre de los algodones. Ni te imaginas lo feliz que se sintió la chica cuando consiguió su collar y sus anillas. Es extraordinario. Vamos para casa que los perros ya están bien atendidos.
- ¿Cómo sabes tanto de eso?
- Fuí parte de la Cofradía durante diez años. Llegué a ser Gran Maestra. Me encargaba de los esclavos y de las sumisas. Primero fui sumisa, luego esclava y así fui escalando posiciones hasta llegar a Dominatrix. Lo dejé todo por el Arte. Tengo la excedencia por cinco años, renovable. Si volviera sería como Maestra Superior, aspirante a Diabla Menor. Esa es una historia pasada que solo cuento para que sepas algo más de mi. En estos momentos sólo me preocupa el Arte. Mi Arte me ocupa todo el tiempo y ahora, porque estamos en agosto y estoy tranquila, buscando la serenidad para cargar bien las pilas para la campaña de Otoño, que será muy dura. Si le aprueban el proyecto a mi marido y sale todo bien, tendré que viajar mucho. Una Galería de Londres me ha pedido el catálogo de los cuadros y el proyecto de la perfomance y se lo tengo que llevar en persona. Quisiera pasar allí ocho días para hacer de esponja y ver todo lo que pueda de lo que se está haciendo en Londres, que es donde se cuece casi todo lo de Europa. No para la cabeza de pensar en proyectos futuros. Gracias a eso soporto la realidad de la vida que no es tan dulce, no es oro todo lo que reluce, nunca se es feliz como se quisiera. Mi marido, anoche, a las doce y media de la noche estaba hablando con alguien ¿Con quién se habla a esas horas de la noche? Seguro que hablaba con Lorena, la de la Harley Davison. Me jura y perjura que no follan, que solo hablan de chopers, de quedadas y cosas de esas, pero me corroe la duda.
- Mira nuestras sombras. Es increíble, pareces un árbol y yo una zarza. Me encanta ser zarza si tu eres mi árbol, Leo ¿Por qué evitas que te de la mano o que te coja por la cintura?
- Está bien así, sin tocar.
- Me encantaría tocarte la cintura y sentir cómo crujen las hojas secas que vamos pisando ¿Me dejas?
Lena quiere sentir la piel caliente, sudorosa, de su amiga. Poco a poco la va atrayendo y nota como el árbol se junta a la zarza y la zarza aprovecha para bajar con la mano y por detrás llega más abajo.
- Quieta así, doña árbol, que la zarza quiere ver cómo estás por dentro.
Sus dedos exploran y al minuto y medio los saca y los pone mirando al sol. Brillan y están mojados. Se los ofrece y antes de que Leo los chupe los retira y los chupa ella.
- Estás dulce como la miel. Quieta otro poco.
Y las sombras se juntan y los perros tiran de las dos, pero queda tiempo para una nueva exploración. Los dedos salen más mojados y esta vez no hay engaño. Leo chupa los dedos empapados de ella misma. Lena se sube a la acera y consigue que Leo, que es mucho más alta, descienda la cara inclinada y ofrezca la boca a su amiga Lena. Se besan largo rato disfrutando de sus bocas sedientas y Leo acerca a su amiga que se deja meter los dedos. Los perros siguen tirando de sus correas.
- ¿Cómo no voy a quererte amor mío? Hoy no te has puesto los tacones para que no se note que sólo mido unos sesenta y dos y tu uno ochenta y cuatro. También me quieres, aunque no me lo digas.
- No confundas el deseo con la realidad. Tu eres mi sirvienta y me serviré de ti. Eso es todo.
- Lo sé, pero estás más húmeda que yo. Vuelve al beso y no tengas prisa. Quiero sentir.
- Y yo, mi pequeña zarza que me rasguña más de lo que me gustaría. Me dejaré arañar.

domingo, 18 de octubre de 2009

DESAPARECIÓ.

Sus ojos negros como un túnel ciego, brillaban igual que la Estrella Polar. Exactamente así son los míos.
Su sonrisa dulce y magnética era idéntica a la mía. Con una leve inclinación de cabeza me pidió que saliera fuera y le siguiera por su camino.
¿Fuera de dónde? Seguirle o no seguirle.
Le seguí y entré dentro de su burbuja transparente. Cogidos de la mano, como si nos conociéramos de toda la vida, recolectamos líquenes, algas y musgo marino. Llenamos los bolsillos de corales para una nueva colección de exotismos.
Puso su corazón junto al mío y comprobé que latían los dos al unísono. Por sus venas corría la misma sangre que por las mías y se acercó tanto a mi boca que no pude evitar besarla en el pliegue de su alma. Le miré a los ojos agradecido y embelesado comprobé que ya no tenían brillo.
Al pedirle que se quedara junto a mi para siempre, desapareció.

sábado, 17 de octubre de 2009

La belleza del placer.

Al romper el día, las fuerzas después de tanta batalla y tanto acontecimiento, flaquean y los cuerpos piden un respiro. Leo no quiere ser la dominadora, pero lo es. Lena no quiere ser la dominada, pero lo es. Las dos duermen con las piernas y los pies entrecruzados pero es Leo la que deja que su amiga le abrace.
El reloj biológico parece funcionar perfectamente y antes de que sean las ocho se despiertan y abren los ojos casi a la vez. Sus cuerpos y sus sentidos se han sincronizado de forma natural.
- ¿Estás despierta?
- Si
- ¿Qué tal estás?
- Bien, pero estaría mejor si te dieras la vuelta y me miraras a los ojos.
- ¿Para qué quieres que te mire a los ojos?- dijo Leo dándose la vuelta y estirando sus brazos a la vez que bostezaba.
- ¿Ves? Si te veo la cara, los ojos, el pelo revuelto, tus pechos, si te veo frente a mi y que me miras, me siento en la gloria. Necesito ver que me miras, ver que tus ojos miran a los míos. Tuve un sueño. Me había quedado ciega y era la mujer más feliz del mundo porque así no tendría que ver que no me miras.
- Te miro, mi niña, te miro, no estés triste por lo que te pase. Abrázame y mira cómo te miro, deja que te bese despacio, que sientas que mi primer beso del día es para ti. Dame la dulzura de tu esencia y no estés triste nunca ¿Te das cuenta de cómo estás? ¿Te das cuenta de cómo me tienes? Pues aún no ha empezado el día y ya estamos así. Si no controlamos estos sentidos que nos vuelven locas a las dos, acabaremos como el rosario de la aurora. Vamos a bañarnos en la bañera y a las nueve salimos de casa ¿Te parece bien, mi pequeña Lena?
- Me parece perfecto, amor mío.
- No me llames amor mío. Sabes que no lo soy. Tu necesitas amar a un hombre, sólo puedo ser tu maestra, si realmente te interesa aprender Arte y que te enseñe con tu presencia mientras trabajo.
- Si. Tienes razón, tu no eres mi amor, sin embargo, lo eres. No podría permitir que me hagas el amor como me lo haces si no fuera porque siento amor por ti. Por favor Leo, permite que te ame mientras eres mi maestra.
- Te dejo que me ames con una condición: que te ames a ti misma más que a nada en el mundo y que aprendas de mi y de lo que creas que te enriquece espiritualmente. El sexo es el preámbulo que usamos para acercarnos al mundo infinito y misterioso de la belleza y del Arte. Ámame si lo necesitas para adentrarte en mi mundo y prepararte para estar despierta a lo que venga en el futuro. Esta tarde tendremos que organizar la fiesta de la noche. Los poetas y pintores que vendrán tienen que ser agasajados por nosotras y deben quedar alucinados por lo que les ofreceremos y por lo que obtendrán. Los cuadros están dispuestos para que los contemplen pero soy consciente de sus imperfecciones y de sus carencias, nunca dejaré de ser una aprendiz y eso me hace daño, mucho daño. No te puedes imaginar el sufrimiento que se siente al comprobar que los resultados se acercan ligeramente a lo que de verdad quisiera plasmar como artista. Mientras tanto, no me queda otra que ser la mejor vendedora de mi misma y tu, tan joven, tan guapa, tan niña pequeña, me vendrás bien como colaboradora en la presentación de esta noche. Ponte un vestido negro escotado y píntate los labios de rojo pasión y en los ojos, mucho brillo, al menos tanto como ahora ¿Quieres, mi pequeña Lena?
- Si, claro que si. Haré lo que me digas. Tu lengua, dios tu lengua, me desarma cuando hablas con esa voz que es música, cuando me besas, cuando me haces todo lo que me haces... te diré amor mío, aunque me lo prohíbas y seré tu alumna y tu admiradora y tu niña pequeña y tu... bésame hasta que me ahogue, por favor.
- Cierra los ojos mientras te beso. Sentirás lo que es desear morirse por lo insoportable de tanta belleza. La belleza del placer de tener lo que se desea. Abre.
- Si.

viernes, 16 de octubre de 2009

Aún nos queda noche.

La noche nos hace esclavos de las sombras y la luna nos influye para que dejemos sueltas las riendas que nos sujetan a la realidad. La noche es nuestra cómplice, nuestra mejor compañera y aliada, para dejarnos llevar por los sueños y por las fantasías y muchas veces al despertar tenemos dudas sobre si lo vivido fue real o soñado y algunas veces lo soñado es tan real que cuando tocamos la sábana nos damos cuenta de que algo real ha sucedido. Algo pasó para que la sábana esté húmeda, mojada, y que por dentro sintamos calor, mucho calor, ardor y que estemos al borde del deseo y es entonces cuando, despiertos, sentimos que estamos vivos.
Algo parecido debió pensar la pequeña Lena cuando se despertó y notó la sábana mojada de sudor y de otras cosas. El pelo empapado, el cuerpo brillante de sudor y la almohada por los suelos. Mirar al techo y darse cuenta de que es una cama nueva, de que es una cama extraña y se pregunta qué hace allí y sola. Su reloj Viceroy plateado, marca las cinco menos cuarto de la mañana y trata de recordarlo todo, de revivirlo todo. Su muslo, su rodilla, están suaves y nota que en su cuello ha pasado algo. No puede evitar meter un dedo en su sexo dolorido y auscultarse. Está muy espeso y lo prueba. Mi esencia de mujer es muy dulce y aún está caliente. Buscaré a mi amor y no pararé hasta que me vuelva a pertenecer y le pediré que me deje ser su niña de nuevo.
En el ático no hay nadie. Se asoma a la barandilla y observa el cielo y la luna y las estrellas y se estremece ante tanta hermosura y extiende la mano como si quisiera tocar el cielo. La pequeña Lena se siente aún más pequeña y quisiera poder tener alas y dejarse caer desde aquella altura y volar y volar y no volver nunca, pero prefiere la realidad y sigue buscando. Baja en silencio, despacio, como para no meter ruido y en el medio de la Galería de Arte de su amiga, de su amor, si se puede decir así, está Leo. Leo tiene un block de dibujo en la mano y con una pintura roja de Alpino está dibujando algo. Leo está desnuda, solo vestida con la camisa vieja y holgada de su marido y Lena se arrodilla a su espalda y la abraza por detrás y la besa en la nuca y en el cuello y mira que el dibujo es un corazón muy grande, casi un corazón infantil y rojo y dentro del corazón una frase, un verso que es un poema. Pero la frase está en inglés y no pude traducirla completamente: “Se te olvidó besarme en el alma”.
- ¿Dice eso amor mío?
- Si, lo dice. Pero no me llames amor mío.
- Es precioso, cariño.
- Me alegro de que te guste, pero no me llames cariño.
- Me pones triste amor. No me digas que no te llame lo que siento.
- No sientes nada. No tienes que sentir nada, limítate a estar aquí viéndome. Con eso tendrás que conformarte ¿Quieres sentarte delante de mi para que te vea?
- Si, quiero.
- No me beses ni me comas los pezones. Solamente mira cómo trabajo y abrázate a mi y respira al oído mío y de vez en cuando, metes tu lengua lo más adentro que puedas y cuando te canses de ese oído pasas al otro y mordisqueas mis lóbulos y lames mi cuello. Cuando termine este boceto te cogeré en brazos y te llevaré hasta el rincón y allí te sodomizaré con los dedos y la lengua mientras tu mamas de mis pezones y metes en mi toda tu mano y cuando cuentes hasta sesenta y nueve nos vendrá a la vez ¿Quieres?
-Si.
- Pues ven y espera. Este corazón será de color rojo. Mandaré hacerlo de neón en tubo de cinco milímetros y las palabras, en español, formarán otro corazón interno en tubo de neón de dos y medio milímetros. Enmarcado en un panel verde con el marco del XVIII.
- Te quedará un cuadro precioso, mi querida Leo.
- Dedícate a trabajarme con tu lengua y con tus dedos en mi. Aún nos queda noche ¿Quieres?
- Si. Me volverás loca, pero si.

miércoles, 14 de octubre de 2009

POEMAS PROVISIONALES

I
El accidental roce con tu frente
deslizó los labios hasta los tuyos
en busca del beso.
No hubo forma.

II
La noche se convirtió en huérfana
sin la luz de tus ojos,
en carbonizada oscuridad.

III
Si me enseñas el tatuaje
te enseño el enigma de los mapas.
Me lo enseñaste
y viste cómo temblaba el verbo.
Aquí está Cibeles, por aquí se va a casa.
¿Vienes a beber el licor?
Tenías prisa y no hubo milagro.

viernes, 9 de octubre de 2009

BUSCAR LA BELLEZA

La felicidad es un rasguño de la vida que te escuece y te da placer, parecía sentir la pequeña Lena cuando, como si fuera la niña más feliz de la tierra, se acostó al lado de su amiga preferida, la Pintora, la Artista, la Increíble Nueva Amiga, Leo. Se sentía tan pequeña, tan poca cosa, tan nueva en las cosas importantes de la vida, que allí justo al lado, casi rozando el cuerpo y la respiración de la otra, la mujer, se sentía como en la gloria. “Me deja estar a su lado mientras piensa ¿Existe felicidad semejante?”
Recordaba, la pequeña Lena, alguna otra ocasión en su vida en la que se había sentido tan plenamente dichosa, que pensaba que ninguna de sus amigas, de sus compañeras, de sus conocidas, ninguna persona de su entorno social, sabría jamás lo feliz que en ese momento determinado pudo ser y fue. Un día se metió en un autobús al azar y se dejó llevar hasta la última parada. Al final del recorrido se encontró envuelta en una maraña de gente que iba por un camino muy ancho y preguntó: ¿Adónde vais? Al concierto ¿Qué concierto? Al concierto de Ketama ¿Qué concierto va a ser? Me dejé llevar por el río de la gente y cuando me quise dar cuenta estaba en un parque enorme donde habían dispuesto el escenario más grande que yo había visto jamás. De repente empezaron a sonar cohetes y bombas. Unos maravillosos fuegos artificiales vistos en primera línea y yo sola, completamente sola, a las afueras de Vallecas, en un parque de Vallecas. Aquellos fuegos eran maravillosos en medio de la noche estrellada de una noche de agosto y cuando se acabaron los fuegos se encendieron las luces del escenario y empezó la actuación de Ketama. En mi vida había sentido aquél tipo de emoción. No se cómo me las arreglé pero conseguí estar apoyada en el mismo escenario, pudiendo tocar con mis manos, si hubiera querido, los zapatos del cantante, que me parecía guapísimo y que cantaba como los ángeles. A la segunda canción una chica de mi edad me pasó un porro y yo le di una calada y luego otra y el concierto era maravilloso y yo allí, sola en medio de toda la gente. Hacia la mitad del concierto un chaval desconocido me invitó a beber de su bote de cerveza, bebí dos tragos y empecé a sentir más allá de lo normal. Pensaba yo que no existía nadie más feliz que yo en el mundo. La chica se acercó y me dijo al oído que si quería ir a follar con ella y con sus colegas. La miré y la dije que si, que iría, que esperaran a que se terminara el concierto. Me vino la lucidez y me arrimé a una pareja de casados que llevaban un niño como de nueve años y les dije que si me dejaban estar a su lado, que estaba perdida. Coincidió que aquellos desconocidos tenían coche y vivían en Embajadores y me trajeron justo hasta Mariano de Cavia. Cuando llegué a mi casa eran las tres y media de la mañana. Mi madre me esperaba despierta ¿De dónde vienes a estas horas? De ver a Ketama, que era gratis y fuimos los del colegio. Vete a la cama y para otra vez avisas, que ya estaba a punto de llamar a la Policía. Mañana hablaremos tu y yo muy seriamente. Y me metí en la cama y me zumbaban los oídos por haber estado tan cerca de los bafles del escenario. Me dormí en seguida y esto que cuento ahora, jamás se lo conté a nadie. Me sorprendo a mi misma, como ahora estar así vestida, al lado de una mujer desconocida antes de ayer y hoy ya es más amiga que las que haya podido tener jamás. Me voy a desnudar. Quiero sentir en mi cuerpo la brisa que produce su respiración. Si me atreviera, me acurrucaría a su lado y me quedaría dormida, pegada a su piel, pegada a su abrazo... ¿Me convertiré en alguien que odiaré toda mi vida?
El Arte no puede hacer daño. Mi maestra nunca me hará daño.
- Lena.
- Qué.
- ¿Por qué te has desnudado?
- Porque tengo calor y me apetece ¿Has terminado de pensar?
- No, de pensar nunca se termina.
- ¿Puedo quedarme contigo toda la noche? Me duele ir para casa.
- Quédate si quieres. Mañana a las nueve sacamos los perro al Retiro.
- Vale ¿Puedo acurrucarme a tu lado y abrazarte?
- Si. Ven. Abrázate y pon tu pierna entre las mías. Quieta así.
- Leo...
- ¿Qué?
- Eres muy guapa y muy buena conmigo.
- Calla ¿Quieres ser mi niña pequeña?
- Si
- Toma.
- Si.
- Tenemos la noche para buscar la belleza entre los poros de la piel.
- Si.

jueves, 8 de octubre de 2009

AUNQUE SOLO SEA TU SOMBRA

Las conversaciones entre las dos amigas eran desiguales pero compartidas. Lena escuchaba a Leo con devoción de alumna inexperta en todas las cosas. Poco a poco se daba cuenta de que no debía ser tan desconfiada y exigente con su amiga, que tiene razón cuando dice que en su casa es la dueña y que cualquier palabra, frase, o signo que haga o que diga, le pertenece y que ella, Lena, no es quién para censurar su forma de estar o de ser en la casa o en la vida que no le pertenece. “Me toca ser espectadora y aprendiz de aquello que realmente me interese de una forma u otra. Procurar no exigir. Ver, oír y callar mientras me aporte algún tipo de beneficio”.
La noche avanzaba lentamente y las dos amigas con su refrescante ron con coca cola, iniciaban una nueva página de su existencia en el cuarto del jardinero.
Leo, que mantenía su desnudez apenas velada por los pliegues de la camisa vieja de su marido sin abotonar, se tumbó todo lo larga que era, en la cama, y con las manos en la nuca, miraba hacia el techo y con los ojos como brasas, parecía estar sumida en pensamientos de otra dimensión.
Lena con su vaso en la mano y su cigarrillo en los labios, daba la imagen de la alumna que espera a que su maestra salga del trance y empiece con su lección magistral. En momentos así es cuando mejor se entiende cómo es el otro. El pelo largo y rubio, tan liso y abundante, los ojos grandes y luminosos, los labios bien perfilados, los dientes blancos y perfectos, hacían de Leo una mujer hermosa, muy hermosa, sin hablar de otros atributos con los que la naturaleza le había obsequiado. No podía evitar mirar a sus pechos y sus pezones tan desarrollados, y su ... mejor no seguir... Leo es atractiva, elegante y culta.. Leo es... mi maestra y estoy dispuesta a aprender todo lo que me enseñe y aprehender lo que sea capaz, parecía decir la pequeña Lena.
- ¿Sabes lo que estaba pensando?
- Ni me lo imagino. Parecías estar en otra dimensión.
- Así es Lena, así es. Ser Artista implica estar la mayor del parte tiempo sumida en pensamientos transcendentales, o, lo que es lo mismo, manteniendo la mente dentro del mundo propio que los cuadros, que la obra total de una, implica. Mis cuadros están vivos y me reclaman, me reclaman más trabajo, más esmero, más dedicación, más intensidad creativa, menos conformidad. Ser Artista es sufrir continuamente...
- Si sufres tanto ¿Por qué pintas? De todas formas cuando te miraba tan pensativa, tan ausente, dabas la impresión de ser feliz.
- Claro que soy feliz con mi obra, pero es una felicidad no tangible, y en todo caso pasajera, el propio sufrimiento de la creatividad, cuando se produce el milagro de acercarse a la cercanía del propósito, es cuando llega la satisfacción. No me hagas caso, no tengo la cabeza para pensar en mi como Artista, un pensamiento que prefiero dejar para más adelante. Ahora estoy sumida en los preparativos de esta exposición y es en lo único que quiero pensar. Estoy cansada, muy cansada, prefiero que hables tu porque mi sueño como Artista está cerca de ser realidad y mañana, con un poco de suerte, si el poeta que va a venir y yo decidimos unir la palabra de su poesía con mi pintura daremos, él como poeta y yo como pintora, un paso de gigante. En eso pensaba y ... ¿Qué pensabas tu?
- Pensaba que eres hermosa y que para mi es una suerte que esté a tu lado escuchándote, que es una fortuna estar viendo cómo bebes despacito, como miras al techo pensando, cómo hablas, cómo dejas que las palabras se deslicen por tu boca y que estas palabras adquieran un valor más hermoso que la propia palabra, porque las dices con ansia de alcanzar la belleza y yo que soy nueva en estas cosas del Arte, empiezo a entender que a partir de ahora yo ya no seré la misma. He cambiado porque tu me has abierto la puerta al mundo de la belleza de las cosas en la que yo no hubiera podido entrar de no haber sido por ti. Leo ¿Te puedo pedir un favor?
- Claro Lena ¿Qué quieres de mi?
- Que me dejes estar a tu lado mientras trabajas. Que pueda verte mientras pintas, escucharte mientras hablas, que me dejes ser tu sombra... por favor. Aunque solo sea tu sombra.
- Sube a la cama y ponte a mi lado, duerme junto a mi o piensa o sueña. Tengo que seguir pensando.
- Vale. Gracias por dejar que esté a tu lado mientras piensas.
- Pero cállate.
- Que si, que si.

lunes, 5 de octubre de 2009

EL RECUERDO DE UN OLVIDO

Antes, mucho antes de que Lena, enfurecida, llegara a la puerta de salida de la casa de Leo, esta llamó pidiéndole que volviera, que no fuera niña y que no estropeara un posible buen amistad por un malentendido o una mala interpretación.
- Lena, por favor, no te vayas y si te vas espera, a que salga contigo no vaya a ser que se despierte Lefter, el pitbull de mi marido y al verte alterada te ataque. Solo trataba de que te sintieras a gusto conmigo.
- Me das miedo Leo, me das más miedo que tu maldito perro. Veo cosas por la casa, te noto insinuaciones, indirectas y detalles de algo por lo que no estoy dispuesta a pasar.
- Ven conmigo preciosa. No te asustes por nada de lo que veas u oigas. Quiero que seas mi amiga y que colabores ayudándome con mis proyectos artísticos. Quiero que te conviertas en mi ayudante, en mi mano derecha. Te lo sabré compensar de una forma u otra, sobre todo con una amistad verdadera, sin compromisos, sin ataduras, sin malos rollos.
Lena, paralizada en el medio del salón que hacía las veces de Galería de Arte, intentado por todos los medios no echarse a llorar se quedó mirando a uno de los cuadros. Un árbol seco y desnudo en medio de una tormenta. Azules intensos, morados y negros y un cielo tenebroso. Un óleo de gran impacto por su cromatismo y su técnica entre el puntillismo y el surrealismo. No pudo por menos que acercarse y ver lo que ponía la tarjeta: Título: “El árbol que plantaron los abuelos de mis abuelos se ha muerto de tristeza y desolación”. Un escalofrío recorría por las venas de la joven inexperta en casi todas las cosas de la vida.
Leo se acercó hasta ella y la pidió la mano con una amplia sonrisa.
- Ven conmigo y dime que te preocupa ¿Dime exactamente qué es lo que te da miedo.
- Leo por favor, no me hagas daño. No me obligues a hacer algo que no quiero y que posiblemente si lo hiciera me arrepentiría toda mi vida.
- ¿Por qué tienes que decir eso?
- Tienes jeringuillas en los cajones, gotas de sangre en la cocina, la macheta ensangrentada. Arriba hay coja llena de cajitas de Juanola y tu tienes un tatuaje que significa el demonio.
- Ven que te explicaré muy importante y espero que te sirva de lección para toda tu vida. Acompáñame hasta el ático y allí, más fresquitas y relajadas te lo contaré todo. Vamos a subir la coca cola, la botella de Cacique y los hielos.
Lena se sentía un poco avergonzada de haber preparado el número por algo que a lo mejor no es nada más que sospechas ridículas de una novata. El cielo, maravilloso cielo de Madrid, la ligera brisa del Retiro y pensar que estaba de vacaciones y que no había prisa por irse, ayudó a tranquilizarse y a dar una especie de nueva oportunidad a Leo, su nueva amiga Artista. Pensó que ser amiga de una Artista era una suerte de la que debía estar orgullosa y no todo lo contrario.
La dueña de la casa se sirvió un buen pelotazo y para Lena puso dos dedos de ron y el resto de coca-cola-
- Lena, cariño. Dame un cigarro y escucha atentamente lo que te voy a contar y espero que no lo olvides. Desde muy niña me ha gustado y me sigue gustando con locura, el erotismo, la pornografía, el exhibicionismo, la transformación del cuerpo, la experimentación con los sentidos desde un punto de vista artístico y creativo. Me gusta estar desnuda en mi casa y contigo creí tener la confianza como para poder hacer en mi propia casa aquello que parezca conveniente. Si no te gusta ver mi coño con no mirar tienes suficiente. No te fijes en mi.
- ¿Qué hacen las jeringuillas en el cajón de la cocina, las gotas de sangre, las cajitas de Juanola, tu número de serie grabado en tu pubis? Comprenderás que son cosas que dan miedo.
- ¿Era eso, mujer? Vaya por dios. Todas las cosas que están en todas las casas, en todos los sitios, en todos los lugares tienen su explicación. Las jeringuillas son para darle la medicina al perro inyectada en la carne. Las uso, también, para fabricar utensilios de pintura. La sangre es del conejo, como ya te dije, o de los chuletones que compré ayer en Mercadona. Las cajitas de Juanola... si yo te contara, las cajitas contienen vello púbico de casi todas las amantes que tuvo mi maestro y poco antes de morir me las regaló y me dijo: “a ver si reconoces el tuyo, amor mío” ¿Qué era lo otro?
- Tu número de serie. Pareces una res numerada a fuego, como los toros que marcan, con su divisa, los ganaderos.
- El triple 6. El 666 de una forma general, sin detenerme mucho en su significado simbólico y esotérico, representa al demonio. Las tribus urbanas que se hacen llamar góticas lo usan como elemento distintivo. Me lo tatuó mi amo hace mucho pero es otra historia. Ahora está ahí como un recuerdo de un olvido. Ven conmigo a la cama del cuarto del jardinero y te contaré más cosas ¿Quieres?
- Si, quiero.

domingo, 4 de octubre de 2009

666

La cena transcurría en animada conversación aunque Lena, algo sobrecogida con las historias de su recién estrenada amiga, se sentía un poco acobardada. No siempre se tiene la oportunidad de comer conejo al ajillo con una mujer tan interesante, no solo por su físico como mujer, sino y sobre todo, por su parte artística.
- De postre tenemos melocotón en almíbar, que me encanta, sobre todo el jugo. Como te iba diciendo necesito que me eches una mano con algunos detalles. A mediados de septiembre daremos una fiesta de inauguración de la galería privada. Vendrán muchas personas relacionadas con el Arte y la mayoría de estos cuadros serán vendidos. Me duele desprenderme de ellos porque son como mis hijos, pero así ha de ser. Cuando pintas amas tanto que duele que tu cuadro preferido se vaya con otro.
- ¿Y por qué los vendes?
- Un cuadro que se almacena no sirve para nada. Es preferible que alguien lo disfrute, si realmente le gusta.. Mientras coloco la cocina trae la macheta.
Lena se levantó y observó con detenimiento las gotas de sangre que había por la cocina. En la galería donde estaban colocados los cuadros y el caballete con un lienzo, sin terminar de pintar, también había esculturas y fotografías en blanco y negro enmarcadas. Con la macheta en la mano iba mirando con detenimiento alguno de los cuadros. Las tarjetas de identidad de cada uno llevaban el título, las medidas, técnica, y fecha de realización.
Uno de los cuadros se titula: “Muchachos jugando con el patín en la acera de Doctor Esquerdo. Uno de ellos está triste porque no tiene”, otro: “La señorita experta en hacer lo contrario de lo que debe. Nunca te pinches con agujas usadas”, otro: “Labrador arando una tierra que no es suya. No está conforme y los surcos salen envenenados”, otro: “El clítoris es lo más hermoso que poseemos las mujeres. Lucha contra la ablación“. Cada cuadro con su título, con su mensaje, con su enigma. Lena admiraba a su amiga nueva y se consideraba afortunada de estar viviendo esta experiencia.
- ¿Dónde la dejo, Leo?
- En el segundo cajón.
Al abrir el segundo cajón del mueble de cocina que servía de encimera, Lena se dio cuenta de que había varias agujas hipodérmicas y jeringuillas más gruesas que las que antes hubiera visto. Dejó la macheta y sacó un cigarrillo de Lucky Strike. Cuando la vio Leo le dijo que no lo encendiera aún.
- En esta casa hemos dejado de fumar y no podemos permitir que nadie lo haga dentro de nuestras paredes. Pero tengo un truco para que podamos fumar juntas, porque hoy me apetece. Ven conmigo al fumadero.
Leo cogió de la mano a Lena y ambas recorrieron toda la galería hasta llegar a una puerta que daba paso a la terraza por donde se subía hasta el ático. Allí tenían una especie de cenador cubierto y un pequeño cuarto donde guardaban herramientas de jardinería y una cama de hierro, antigua, de las llamadas de tijera.
El cielo de Madrid estaba precioso y a la luna le habían salido los colores. Una ligera brisa procedente del cercano Retiro, la vista de buena parte de la ciudad y los efectos del vino provocaba que las dos mujeres estuvieran especialmente habladoras y extrovertidas.
Leo se sentó en una de las hamacas y Lena, mientras sacaba su paquete de cigarrillos, buscaba con la mirada un cenicero.
- En el cuarto del jardinero hay uno sobre la mesilla de noche. Da la luz para que no tropieces con las herramientas.
En el cuarto aquel había cadenas, calendarios de mujeres desnudas, tiestos de barro cocido y sobre la mesilla un cenicero amarillo que ponía Marlboro. Abrió el cajón y se encontró con varios condones y una caja metálica de dulce de membrillo “La flor del Segura“ y dentro de la caja muchas cajitas de pastillas Juanola. Dentro de cada cajita había un rizo de pelo que bien podría ser de pubis femenino. Cogió el cenicero y volvió sobre sus pasos.
- Necesitaba fumar. Han sido muchas emociones juntas y ahora me gustaría relajarme un poco y disfrutar de esta vista tan extraordinaria ¡Qué bonita está la luna!
- Ya lo creo. Está preciosa.
Lena contemplaba a su amiga mientras fumaba. Se había dejado la camisa vieja de su marido abierta y su piel morena brillaba. Los pezones de Leo eran especialmente largos y Lena no pudo evitar fijarse en que su amiga no llevaba nada más debajo y que su vulva, muy desarrollada, parecía sonreír en vertical.
- ¿Te gusta mi casa Lena?
- Me tiene loca tu casa, Leo. Eres una gran artista con tantos secretos, tantas cosas como sabes y ... no se.
- ¿Te da apuro verme desnuda?
- No, aunque si te digo la verdad, no me gusta que te exhibas así.
- ¿Qué era lo que te habían propuesto en el banco donde trabajas sobre un ascenso a Apoderada, o algo así?
- Tengo que conseguir en cuatro meses traspasos de Planes de Ahorro por valor de sesenta mil euros. Es un concurso muy difícil en el que se incluye un viaje a Egipto.
- Cuenta con ello. Triplicarás la cantidad si consigues mejorarnos nuestro Plan. No estamos contentos con el banco donde tenemos mi marido y yo el dinero ¿Ron o whisky?
- Cacique con coca cola, si puede ser.
- Vamos a la cama y nos emborrachamos juntas. Tendrás todo lo que quieras.
- No Leo, no. Esas cosas me parecen muy fuertes. Te has pasado conmigo. Lo siento pero me voy ahora mismo.
- Está bien. Vete, la puerta está abierta, no dejes de cerrarla según sales. Creí que te gustaría ir a Egipto...
Lena apagó su segundo cigarrillo decidida a irse inmediatamente de allí pero no pudo evitar fijarse en el tatuaje que su amiga tenía grabado, muy sutilmente, como si fuera con lápiz, sobre su pubis completamente rasurado: 666.

sábado, 3 de octubre de 2009

SANGRE DE TORO

La casa de un artista siempre llama la atención, impacta, sobrecoge, parece, debe parecer, un lugar cargado de energía indescriptible y la casa de Leo transmitía las vibraciones de una cripta, las vibraciones de la cueva de un ermitaño, era lo más parecido a una Galería de Arte, a un estudio de pintor excelente. Lena no había sentido esa sensación en ningún otro lugar anteriormente.
- Esta es tu casa. Puedes hacer lo que quieras y cuando lo desees podrás venir a hacerme compañía. Casi siempre estoy sola y cuando no, es porque está mi marido o la criada. Si te gusta venir a ayudarme estaría dispuesta a dejarte una copia de la llave de la puerta. - Comentó Leo mientras se iba desnudando.
- Me encantaría, claro que me encantaría. Esta casa no es una casa como las otras. Parece un Museo, o una Galería de Arte.
- En cierto modo lo es. Si te das cuenta bajo cada cuadro tiene su cartel con los datos y precio.
- Este, que no se que es, tres mil euros. Son muy caros.
- Un día pinté un cuadro y lo llevé a que lo viera mi maestro. Me dijo que era tan bueno o tan malo como cualquier otro, que no me quedara corta en mi valoración. Mi estimación artística, dentro de un mínimo dominio de la técnica, dependería de las sensaciones extra sensoriales que mi pintura pudiera transmitir al espectador. Lo que en realidad se cotiza no es el cuadro, es tu firma y lo que conlleva de prestigio para el que lo compra. Si te haces célebre, aunque no sea pintando, podrás poner el precio que quieras. Decidí hacerme célebre para poder pedir de tres mil euros para arriba. En mis cuadros hay un proceso de mucho tiempo de estudio y dedicación. Sin mi celebridad no se cotizarían tanto, pero tienen mucho valor emocional y artístico, al memos para mí. Voy a ponerme cómoda y tu haz lo mismo, si quieres. Tengo de cena conejo al ajillo, que me encanta, si quieres otra cosa te la puedes hacer tu misma. Comeremos en la cocina y beberemos un buen vino. Las velas las dejaremos para otro momento.
Leo siempre usa las camisas de su marido, las que ya tienen el cuello algo gastado, porque le quedan largas y las puede tener abiertas o abotonadas y no importa que se manchen de óleo. Su desnudez con la camisa no es tal y permite estar suelta y resultar excitante.
- Por qué sabías que en aquel coche furgoneta había tres hombres y una chica ¿Los has visto otras veces?
- Si. En el Retiro, como ya te dije, por la noche suceden cosas. Esos tres hombres visten de negro y cada semana llevan a una nueva chica para iniciarla. Hacen ritos satánicos cerca del monumento al Ángel Caído y luego terminan en las casas secretas que tienen por Madrid, una en Carabanchel, un chalet en una Colonia y otra en Talamanca. La de Talamanca es una mansión del siglo diecinueve. Allí tienen las mazmorras.
- ¿Tu has ido?
- Si, varias veces. Pero ya se pasó. Ahora soy libre. Estoy en otro proceso.
- ¿Otro proceso?
- Si. Estoy recabando documentación y es muy posible que empiece pronto. Aún no está decidido. No sé si empezar antes o después del hijo. El Arte, tal y como yo lo entiendo, es algo más que lo que se ve. Como artista me interesa la experimentación, la novedad, la evolución creativa. Ser yo, la que no se parece a nada ni a nadie. Distinta a todo y a todos. Pero Pedro me ha pedido un hijo y hemos hablado de coger tres meses sabáticos y dedicarlos a concebir. Tengo treinta y siete años y ha de ser antes de los cuarenta. Mi experimento puede ser contraproducente para el hijo. Ya veré lo que hago. ¿Te gusta el conejo? Bebe, no te quedes tan pensativa. El vino te abrirá la mente.
- Es que Leo, me dices una cosas...
- ¿Tienes miedo?
- No. De ti no ¿Qué hace la macheta ensangrentada junto al cuadro sin terminar?
- Esta mañana, mientras partía el conejo, me vino una idea para el cuadro, lo dejé todo y me puse a plasmarla. Estaba tan concentrada, que se me olvidó allí ¿Creías que había descuartizado a alguien?
- Me extrañó. Como está todo tan ordenado.
- Descuarticé al conejo. Eso es todo. Una vez apareció una macheta, un hacha, igual en el lago del Retiro. Pocos meses después encontraron el cadáver de una adolescente semienterrado. Un perro lo descubrió. La habían descuartizado con la herramienta que habían encontrado cuando limpiaron el cieno del lago. Lo único reconocible de la muchacha fue un crucifijo invertido, grabado a fuego, entre los pechos ¿Quieres más vino, Lena?
- Si, por favor, hasta arriba.
La cocina de la casa de Leo tiene una ventana grande que da a un patio interior y por la ventana se veía que una nube negra y alargada ocultaba casi toda la luna. Vista así podría parecer una bruja con la cabeza iluminada y con la melena ardiendo. Lena sintió un escalofrío y bebió hasta la última gota de vino de la marca Sangre de Toro.
Sangre... tres gotas de sangre bajo la silla en la que ella estaba sentada.

viernes, 2 de octubre de 2009

LEO Y LENA O EL ARTE DE AMAR EL ARTE

Los días van siendo más cortos y cuando las dos nuevas amigas, recientes como pan sacado del horno, regresaban con sus perros cogidos de la correa, hablaban tan animadamente que daba envidia verlas tan compenetradas, tan unidas.
Cuando yo, sentado en mi banco solitario, las veía perderse en su caminar hacia la salida del Retiro, sentí por millonésima vez, el dolor que me produce el comprobar que todos tienen compañía, con quién abrazarse, con quién besarse, con quién tener una bonita conversación y casi siempre, cuando regreso a casa me embarga un sentimiento de tristeza y soledad de tal magnitud, que me prometo, cada día, no volver al parque, que tanto me gusta por el sonido de los pájaros, por los árboles y sobre todo por la gente, por la diversidad y por las sugerencias que cada detalle observado con minuciosidad me inspira.
Al día siguiente vuelvo y vivo nuevas experiencias y esta que voy a contar es la que viví en referencia a las amigas con perro:
Sobre el cemento de las aceras del Retiro ya hay hojas secas que consiguen que no nos olvidemos, ni por un momento, de que el tiempo pasa y de que pronto llegará el otoño.
- Me gusta este calor aunque sea pegajoso, me gusta ir tan ligera. Siempre deberíamos andar en sandalias y en chancletas, siempre así, como ahora. Si pudiera, cuando empiece aquí el frío, me iría a un país tropical, a Brasil, a Panamá, a Nicaragua, a cualquier sitio donde pueda ir ligera de equipaje y de ropa. Me enardece los sentidos, me excita, este calor bochornoso, porque en la desnudez está la esencia del Arte.
- Leo, hablas tan bien que me siento muy a gusto contigo y eso que nos conocimos ayer. Subo a casa, dejo a la perra en su sitio y bajo enseguida.
- Vale cielo, te espero sentada en este banco ¿Has visto ese coche con las lunas ahumadas?
- Si ¿Por qué?
- En ese coche hay tres hombres y una chica. Cuando sea de noche se adentran en el Retiro. Date prisa en bajar, me da miedo.
Elena dejó a su perrita prestada, comida y agua en abundancia, en su cesta - cuna. Salió de casa no sin antes darse un toque de perfume y una peinadita. En el espejo se notó hermosa, con sus ojos negros como moras bien brillantes, porque su amiga le daba la esperanza de una aventura. Una aventura siempre es más interesante que pasar una hora o dos aburrida en un chat, o con el pesado de Abel, o con cualquier otro, en el messenger, o viendo la tele sin verla.
Cuando las amigas llegaron a la casa de Leonor ya era casi de noche. Elena miró al cielo y notó que la luna estaba pálida y que una nubecilla se acercaba para ponerle como un peinado lleno de extensiones negras. Pobre luna, hasta las nubes la quieren hacer sombra, pensó.
En el ascensor se vieron en el espejo y el perro, tan horrible como un pecado en una iglesia, entre ellas, estropeaba la imagen de belleza de las dos mujeres. Leonor se dio cuenta y dijo que nada más llegar al noveno, donde vivía, dejaba al perro en su cajón de madera con sus huesos y sus juguetes de morder y lo olvidaba hasta mañana.
- Esta casa es doble, aquí vivían mis padres y justo pocos meses antes de casarnos, Pedro y yo, pusieron a la venta el piso de al lado. Aprovechamos y como eran amigos nos hicieron buen precio y lo compramos, aunque en realidad fueron mis padres los que pusieron casi todo el dinero. Hicimos una reforma en condiciones de los dos y ahora es un dúplex fabuloso. A la derecha la vivienda y a la izquierda el estudio biblioteca donde trabajamos.
El perro, de cuyo nombre no quiero acordarme, entró como desesperado haciendo caso omiso de su dueña. Las dos amigas ya están dentro de la casa.
- Deberíamos inventarnos a nosotras mismas para ser nosotras solas. Es decir, crearnos a partir de este momento. Empezaremos por el nombre... serás Lena y yo seré Leo ¿Te gustaría llamarte Lena?
- Como viene de ti, me gusta. Lena suena bien.
Dentro de la casa pueden ocurrir muchas cosas. A Lena le sorprendió aquel lujoso espacio. Una macheta de cortar carne rompía la estética ¿Qué hace una macheta ensangrentada junto a un caballete con un cuadro sin terminar?
Los días van siendo más cortos y cuando las dos nuevas amigas, recientes como pan sacado del horno, regresaban con sus perros cogidos de la correa, hablaban tan animadamente que daba envidia verlas tan compenetradas, tan unidas.
Cuando yo, sentado en mi banco solitario, las veía perderse en su caminar hacia la salida del Retiro, sentí por millonésima vez, el dolor que me produce el comprobar que todos tienen compañía, con quién abrazarse, con quién besarse, con quién tener una bonita conversación y casi siempre, cuando regreso a casa me embarga un sentimiento de tristeza y soledad de tal magnitud, que me prometo, cada día, no volver al parque, que tanto me gusta por el sonido de los pájaros, por los árboles y sobre todo por la gente, por la diversidad y por las sugerencias que cada detalle observado con minuciosidad me inspira.
Al día siguiente vuelvo y vivo nuevas experiencias y esta que voy a contar es la que viví en referencia a las amigas con perro:
Sobre el cemento de las aceras del Retiro ya hay hojas secas que consiguen que no nos olvidemos, ni por un momento, de que el tiempo pasa y de que pronto llegará el otoño.
- Me gusta este calor aunque sea pegajoso, me gusta ir tan ligera. Siempre deberíamos andar en sandalias y en chancletas, siempre así, como ahora. Si pudiera, cuando empiece aquí el frío, me iría a un país tropical, a Brasil, a Panamá, a Nicaragua, a cualquier sitio donde pueda ir ligera de equipaje y de ropa. Me enardece los sentidos, me excita, este calor bochornoso, porque en la desnudez está la esencia del Arte.
- Leo, hablas tan bien que me siento muy a gusto contigo y eso que nos conocimos ayer. Subo a casa, dejo a la perra en su sitio y bajo enseguida.
- Vale cielo, te espero sentada en este banco ¿Has visto ese coche con las lunas ahumadas?
- Si ¿Por qué?
- En ese coche hay tres hombres y una chica. Cuando sea de noche se adentran en el Retiro. Date prisa en bajar, me da miedo.
Elena dejó a su perrita prestada, comida y agua en abundancia, en su cesta - cuna. Salió de casa no sin antes darse un toque de perfume y una peinadita. En el espejo se notó hermosa, con sus ojos negros como moras bien brillantes, porque su amiga le daba la esperanza de una aventura. Una aventura siempre es más interesante que pasar una hora o dos aburrida en un chat, o con el pesado de Abel, o con cualquier otro, en el messenger, o viendo la tele sin verla.
Cuando las amigas llegaron a la casa de Leonor ya era casi de noche. Elena miró al cielo y notó que la luna estaba pálida y que una nubecilla se acercaba para ponerle como un peinado lleno de extensiones negras. Pobre luna, hasta las nubes la quieren hacer sombra, pensó.
En el ascensor se vieron en el espejo y el perro, tan horrible como un pecado en una iglesia, entre ellas, estropeaba la imagen de belleza de las dos mujeres. Leonor se dio cuenta y dijo que nada más llegar al noveno, donde vivía, dejaba al perro en su cajón de madera con sus huesos y sus juguetes de morder y lo olvidaba hasta mañana.
- Esta casa es doble, aquí vivían mis padres y justo pocos meses antes de casarnos, Pedro y yo, pusieron a la venta el piso de al lado. Aprovechamos y como eran amigos nos hicieron buen precio y lo compramos, aunque en realidad fueron mis padres los que pusieron casi todo el dinero. Hicimos una reforma en condiciones de los dos y ahora es un dúplex fabuloso. A la derecha la vivienda y a la izquierda el estudio biblioteca donde trabajamos.
El perro, de cuyo nombre no quiero acordarme, entró como desesperado haciendo caso omiso de su dueña. Las dos amigas ya están dentro de la casa.
- Deberíamos inventarnos a nosotras mismas para ser nosotras solas. Es decir, crearnos a partir de este momento. Empezaremos por el nombre... serás Lena y yo seré Leo ¿Te gustaría llamarte Lena?
- Como viene de ti, me gusta. Lena suena bien.
Dentro de la casa pueden ocurrir muchas cosas. A Lena le sorprendió aquel lujoso espacio. Una macheta de cortar carne rompía la estética ¿Qué hace una macheta ensangrentada junto a un caballete con un cuadro sin terminar?

jueves, 1 de octubre de 2009

TENEMOS LUNA LLENA

Esta noche, mi señor, tenemos luna llena,
calor bochornoso y humedad en el aire.
Descanso desnuda mirando a la ventana
y me viene un suspiro hondo y dulce.
¿Es motivo el recuerdo para suspirarle?

Esta noche, mi señor, me abraza con ternura
la pequeña Larios, mi alumna predilecta.
Me dice que le gustaría que fuera su mamá,
que quisiera ser mayor para amar a mi amante.
Mi niña aún no sabe del sufrimiento.

Ayer, cuando amanecía, me vino un desmayo,
un desfallecimiento y quisiera esperar un hijo.
Soy estéril como los jardines secos de Kioto,
mi señor, y bien que lo siento por usted.
Quise darle el fruto de mi vientre y no pude.

Ayer de amanecida, mi señor, tuve una visita
de Mishima, el pianista, al que adoraba de cría.
Me invitó a opio y sake y nos embriagamos
de locura y frenesí hasta el múltiple éxtasis.
Y pensaba en usted cuando me venían.

Esta noche, mi señor, tenemos luna llena
y amo a Mishima mientras toca y toca.
Cuando amanezca vendrá la criada
a recoger las ropas sucias y me lamerá
hasta que reciba de mi su parte de placer.

Reflejos de luna hacen brillar las flores
del búcaro que se estampan en el espejo.
Y me observo tan infinita como un silencio,
tan distinta que no me conocería, mi señor.
En el patio el sonido del agua es La Alhambra.

Cierro los párpados y me quedo pensando
en Mishima y él tiene su ojos y sus dedos.
El algodón de la nube que me cubre
me hace sentir que caigo en el abismo.
Una mariposa vuela en mi estómago.

Usted aparece en mi sueño y cabalga
entrando en mi como un minotauro.
Cuando se vaya la luna sentiré las sombras
que me inundan de poesía y de placer.
Una canana fría me corta la respiración.

Voces de chiquillos en la escuela,
caminantes ruidosos y aullidos de perros.
Mañana cruzaré el lago oculta entre juncos,
me taparé con manto de terciopelo azul
y me hundiré para que me trague el lodo. ADIÓS.